Cuando el movimiento por la reforma de la justicia penal en EEUU puede ser espoleado por un rapero: el caso de Meek Mill

Cuando el movimiento por la reforma de la justicia penal en EEUU puede ser espoleado por un rapero: el caso de Meek Mill

El rapero Meek Mill, en el centro, acompañado por su abogado Brian Mcmonagle en Filadelfia, el 6 de noviembre de 2017.

(AP/Matt Rourke)

El movimiento para reformar el injusto sistema penal estadounidense está ganando fuerza. Aunque mucha gente alegaría que funciona exactamente para lo que se diseñó, actualmente Estados Unidos cuenta con la mayor población carcelaria del mundo. Como se basa en encarcelar y sancionar a individuos en lugar de rehabilitarles y como dicta condenas discriminatorias debido a las cuales es seis veces más probable que un afroamericano y tres veces más probable que un latino sea encarcelado que un blanco, existen pocas pruebas de que haya una ‘justicia’ de verdad y numerosas evidencias de que se está criminalizando a ciertos grupos de la población.

En este ámbito nos enfrentamos a una larga lista de problemas: una vigilancia policial racista que afecta de forma desproporcionada a las comunidades afroamericanas de bajos ingresos en cuanto a arrestos se refiere; un sistema de obtención de la libertad bajo fianza basado en el dinero y que penaliza a los que no disponen de efectivo para pagar literalmente por su libertad (el 75% de las prisiones estadounidenses locales albergan a personas que no pueden permitirse pagar la fianza); por no mencionar los problemas derivados de la libertad condicional y vigilada, los cuales fomentan el encarcelamiento masivo en Estados Unidos.

Sin embargo, es el caso de un rapero de Filadelfia el que ha suscitado un debate nacional sobre este asunto y el que ha provocado que varios defensores de alto nivel hagan campaña a favor de la reforma del sistema de la justicia penal en Estados Unidos.

Meek Mill (más conocido por su primer álbum Dreams and Nightmares y por haber salido con la estrella del pop Nicki Minaj) nació con el nombre de Robert Rihmeek Williams. En 2007 fue detenido por primera vez por delitos relacionados con la tenencia ilícita de estupefacientes y armas. El único testigo fue un agente antidrogas llamado Reginald Graham, quien declaró que vio a Mill vendiendo cocaína en crack y sacando una pistola cuando los agentes se acercaron a él. Mill admitió que tenía un arma, pero negó el resto de las acusaciones. Sin embargo, la jueza Genece Brinkley admitió a trámite las acusaciones iniciales de tenencia ilícita de estupefacientes y armas y en 2008 fue condenado a entre 11 y 23 meses en prisión. Después de cumplir cinco meses en la cárcel, Mill fue liberado en 2009 gracias a un acuerdo de libertad condicional de cinco años de duración.

En 2014, tras una serie de violaciones de la libertad condicional (uso de opiáceos y viaje sin autorización previa), Mill volvió a entrar en la prisión, donde pasó otros seis meses y su período de libertad condicional se amplió a seis años más. Tras varias violaciones posteriores, leves y no violentas, de sus condiciones de libertad condicional (también conocidas como ‘infracciones técnicas’), Mill fue finalmente condenado por la jueza Brinkley a entre dos y cuatro años en una prisión estatal con carácter inmediato.

La condena provocó fuertes protestas públicas. Los defensores de Meek Mill la consideraron desproporcionada si se tenía en cuenta el primer delito. Asimismo, su caso despertó ciertas inquietudes sobre la disparidad racial dentro del sistema de la justicia penal.

Se creó el hashtag viral #FreeMeekMill (Libertad para Meek Mill) y cientos de personas se manifestaron en Filadelfia. Su caso atrajo a varios defensores de alto nivel que visitaron al rapero en la cárcel, incluidos el copropietario del equipo de baloncesto Philadelphia Sixers Michael Rubin, el alcalde de Filadelfia Jim Kenney, el activista de los derechos civiles y reverendo Al Sharpton y el humorista Kevin Hart. Incluso el icono del rap y magnate de la industria de la música Jay-Z utilizó la columna de opinión del New York Times para manifestar su apoyo a Meek Mill.

En febrero de 2018, el abogado de Mill solicitó un nuevo juicio alegando que el agente que le había detenido había sido declarado culpable de mala conducta en juicios anteriores. El 24 de abril de 2018, el Tribunal Supremo concedió la libertad bajo fianza a Mill en espera del fallo de la jueza Brinkley sobre un nuevo juicio; el 26 de junio de 2018 dicha jueza denegó la solicitud de un nuevo juicio. El abogado de Mill, Joe Tacopina, concedió una entrevista en la cadena de noticias MSNBC en la que instó a una reforma de las leyes y también expresó su intención de apelar la decisión de Brinkley.

La necesidad de reformar las leyes sobre la libertad condicional y vigilada

Como ocurre en el caso de Meek Mill, mucha gente acaba cumpliendo condenas por haber violado una disposición de su libertad condicional o vigilada y no por haber cometido un nuevo delito. Meek Mill tenía 18 años cuando cometió su primer delito; hoy en día tiene 31 años y lleva en libertad condicional toda su vida adulta.

“Existe un consenso prácticamente universal entre los dos principales partidos políticos de que el sistema penal en Estados Unidos es, en muchos sentidos, disfuncional y está muy necesitado de reformas y reajustes”, explicó a Equal Times un ex abogado penalista (que solicitó permanecer en el anonimato).

“Aunque no constituyen el aspecto más significativo de este problema, los períodos excesivamente largos de la libertad vigilada han contribuido notablemente a multiplicar las complicaciones innecesarias para los acusados. El hecho es que los períodos largos de libertad vigilada para delitos relativamente leves someten a los acusados a un escrutinio muy desproporcionado en relación con lo que es necesario para su supervisión y rehabilitación y pueden incrementar de manera injusta la posibilidad de una infracción”, añadió.

Más de 60.000 personas vuelven a ingresar en prisión anualmente por violaciones leves de la libertad condicional y el caso de Mill ha arrojado luz sobre el asunto de las duras leyes condenatorias.

Aproximadamente un tercio de los 50.000 prisioneros del estado de Pennsylvania son personas que estaban en libertad condicional o vigilada y han sido enviados de vuelta a la cárcel. Hoy en día, con más de 4,7 millones de expedientes acumulados (uno de cada 52 adultos estadounidenses), los organismos correccionales supervisan en las comunidades a más del doble de personas de los 2,2 millones de estadounidenses que se encuentran entre rejas.

Los activistas del ámbito de la justicia penal alegan que la reforma de las actuales leyes sobre la libertad condicional y vigilada reduciría las tasas de reincidencia y el encarcelamiento masivo. Entre sus recomendaciones se incluyen: eliminar las penas mínimas obligatorias, reducir el uso de las fianzas en efectivo, implementar programas de formación para reducir los prejuicios raciales y premiar el buen comportamiento con reducciones de condenas.

En un artículo que se publicó en la revista Time Magazine en mayo de 2018, Mill fue calificado como “el rostro de la reforma de la justicia penal”. En su entrevista con Equal Times, Adam Rogers, un consejero de jóvenes, disc-jockey y copropietario de un bar originario de Filadelfia, elogió el uso que ha hecho Mill de su plataforma como un medio para combatir contra un sistema penal injusto. Asimismo, manifestó que está seguro de que, gracias a la presión que ejercen sus defensores de alto nivel, los legisladores se verán obligados a llevar a cabo las reformas necesarias.

“Los tribunales quisieron utilizar a Meek Mill como un ejemplo, debido a su fama. Es un personaje público que aparece constantemente en la opinión pública y que ejerce una fuerte influencia sobre los jóvenes de las minorías. Su caso se convirtió en un medio para transmitir su mensaje: que no se tolerará este tipo de comportamiento”, explica Rogers.

Mill reconoce que se encuentra en una mejor situación que la mayoría de la gente, ya que dispone de los recursos necesarios para luchar contra la injusticia. Por eso se ha comprometido a seguir utilizando su plataforma para denunciar los casos de errores e injusticias judiciales. En la conferencia de prensa de un encuentro sobre la reforma de la justicia penal que se celebró una semana después de que fuera puesto en libertad, Mill declaró ante los periodistas: “De hecho me he comprometido a hablar por los que no tienen voz. Pasé tiempo con estos hombres y mujeres y vi cómo sus familias se rompían por las adicciones, las enfermedades mentales y las infracciones técnicas”.

Carmen Pérez, directora ejecutiva de la organización The Gathering for Justice y cofundadora de la Marcha de las Mujeres, explicó a Equal Times por correo electrónico que, “el caso de Meek Mill es algo más que la historia de un hombre y una jueza negligente. Refleja un patrón mucho más amplio por el cual la primera interacción injusta de las personas de piel negra o morena con la policía implica quedar a merced de los tribunales y los responsables de la libertad condicional durante décadas. Meek Mill fue encarcelado sin un motivo justificado, sin que representara ninguna amenaza para la sociedad y sin haber cometido un nuevo delito”.

Sin embargo, describe su caso como un microcosmos de los millones de personas en Estados Unidos que se ven obligadas a vivir con las “consecuencias colaterales derivadas de una condena previa por la que ya pasaron un tiempo en prisión”.

“Dichas consecuencias colaterales -prosigue- les impiden conseguir trabajos, adquirir viviendas, asistir a las reuniones de la PTA [Asociación de Padres y Maestros] y muchas otras actividades que no son delitos, sino contribuciones a la sociedad. La fama de Meek Mill arroja luz sobre la crudeza e insensibilidad de esta injusticia y brinda la oportunidad de unir a la gente en torno a la reforma del sistema de la libertad condicional y vigilada, así como del sistema de las fianzas en efectivo que obliga a las personas de bajos ingresos a entrar en el sistema penitenciario antes de tener la oportunidad de demostrar su inocencia”.

En su artículo de opinión para el New York Times, el rapero Jay Z declaró que la libertad vigilada es una trampa e instó a todos los ciudadanos a luchar por los que, como Mill, han sido enviados a la cárcel injustamente. Por ahora, y como publicaron en la página de Twitter de la organización Justice League de la ciudad de Nueva York: “¡Aunque Meek ya esté en casa, todavía no es libre!”.

Este artículo ha sido traducido del inglés.