Cuarenta años después, el mundo está más cerca de acabar con el sida

Cuarenta años después, el mundo está más cerca de acabar con el sida

Si hay un lugar donde se espera con verdadera necesidad la llegada de una vacuna frente al VIH es el continente africano, donde hoy se concentra el mayor riesgo de mortalidad, especialmente entre las mujeres. Ya en 2016, Sudáfrica lanzó un ensayo clínico con una vacuna experimental. La imagen (de noviembre de ese año) muestra la vacuna en un centro de Shoshaguve, próximo a Pretoria.

(AFP/Mujahid Safodien)

La foto se parece a muchas otras que vienen inundando las redes desde hace meses. Un hombre joven, recostado sobre una butaca, espera con la manga del brazo izquierdo remangada a que la enfermera introduzca la jeringuilla. Fue tomada el 23 de marzo en el Hospital General de Valencia y si solo hubiera sido una foto más, quizá no habría provocado la onda expansiva que vino a continuación, no se habría compartido más de 20.000 veces.

“Hoy me han vacunado” –decía el texto que acompañaba a la imagen– “pero no contra el coronavirus. Me han vacunado contra el VIH”.

Casi en paralelo a la campaña mundial de vacunación frente a la covid-19, medio centenar de hospitales y centros de investigación en Europa, Estados Unidos y América Latina participan en un ensayo internacional promovido por la farmacéutica Janssen con el fin de encontrar una vacuna definitiva frente a la última gran pandemia del siglo XX.

Bajo el nombre “estudio Mosaico”, el ensayo en fase 3 lleva en marcha desde noviembre de 2019, si bien sus avances se han visto eclipsados por la actual crisis sanitaria. Su objetivo es medir la efectividad de una nueva vacuna a la hora de generar anticuerpos que impidan la infección del virus VIH, causante del sida. Para eso necesitan probarla en 3.800 voluntarios, en este caso hombres y personas transgénero que tengan relaciones sexuales con otros hombres, una de las principales poblaciones de riesgo.

“El reclutamiento va bien, es un tema que interesa mucho. La comunidad LGTBI está muy sensibilizada. Además, la gente que lo ha publicado en redes ha servido para visibilizar el ensayo”, explica a Equal Times Vicente Descalzo, médico de la unidad de enfermedades infecciosas del Hospital Vall d’Hebron, en Barcelona, una de las instituciones que participan en el estudio. “A cada voluntario se le hará un seguimiento durante dos años y medio para ver si de verdad la vacuna ofrece protección. Se trata de que el cuerpo aprenda y elabore una respuesta inmune”, cuenta el doctor.

La fase 3 es la última, el paso previo a la comercialización de una vacuna. Eso significa que si todo va bien, si se demuestra su eficacia, estaríamos más cerca que nunca de erradicar una enfermedad que hace nada era la principal causa de mortalidad en personas de entre 25 y 44 años, que en los últimos cuarenta años ha arrasado 32 millones de vidas y que todavía hoy, aunque más controlada, sigue cobrándose cada año cerca de 700.000 –más del 95% en países en desarrollo–. “No sabemos si la vacuna será eficaz o no, pero esto sin duda es un paso más”, asegura Descalzo. “Es muy emocionante”.

Cuarenta años buscando

En junio de 1981 se detectaron en Los Ángeles los primeros cinco casos relacionados con VIH. Dos años después, en 1983, los científicos lograron aislar el virus por primera vez. Desde entonces, la ciencia no ha dejado de buscar la manera de combatirlo.

Las primeras candidatas a vacunas empezaron a desarrollarse a finales de los 80, pero todos los intentos fracasaron, fueron inútiles ante un virus tan complejo y con una asombrosa capacidad para mutar. “El VIH tiene una variabilidad genética mil veces mayor que el covid-19. Hay un tipo de virus en Europa, pero en cambio en África es otro. Tiene una gran variabilidad no solo geográfica, también dentro de la misma zona o incluso de la misma persona”, advierte Descalzo.

La última vez que un ensayo clínico llegó a fase 3 fue en 2009 en Tailandia y aunque aquella vacuna mostró resultados prometedores –con una eficacia del 31,2%–, al intentar replicarlo en Sudáfrica no funcionó. Ahora, la nueva estrategia consiste en combinar dos vacunas distintas para inyectar un “mosaico” de material genético del virus que incluya los subtipos más frecuentes y así generar una respuesta inmune más global.

A la mitad de los voluntarios le inyectarán este combinado genético, al otro un placebo. “Cuando pase el tiempo podremos ver si en el grupo de los vacunados hay menos infecciones”, cuenta el médico del Vall d’Hebron.

Para las comunidades más afectadas por el virus el solo inicio de este nuevo ensayo es ya un símbolo de esperanza. “Llevamos muchos años esperando una vacuna, sabemos que ha habido muchos intentos, que por las características del virus es complicado, pero estamos expectantes y alegres de que se siga investigando y no se tire la toalla”, explica Ramón Espacio, presidente de Cesida, la Coordinadora Estatal de VIH y Sida en España.

Hasta ahora se han invertido más de 15.000 millones de dólares (unos 12.400 millones de euros) en la búsqueda de una vacuna frente al sida –fondos que proceden principalmente de EEUU y, en su mayoría, de los sectores públicos–, pero este esfuerzo no ha sido en vano.

El conocimiento generado en la lucha contra el VIH ha servido para avanzar más rápido en la investigación de la covid-19 (por otra parte, un virus mucho más sencillo –y para el que sólo en 2020 se invirtieron 39.000 millones de dólares; 32.150 millones de euros–) y así aprobar en menos de un año lo que en VIH se sigue persiguiendo desde hace cuarenta.

“Se han utilizado plataformas de vacunación que ya existían, muchísimo conocimiento que ya existía”, señala Beatriz Mothe, del Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa. “Probablemente el conocimiento que se ha generado con el covid sirva ahora para dar un empujón a la investigación del VIH y otras candidatas a vacuna se puedan desarrollar más rápido, pero eso requerirá más inversión, la misma que se ha hecho con el covid”, apunta.

La única solución a largo plazo

En 2019 se registraron en el mundo 1,7 millones de nuevas infecciones por VIH. Aunque ya no es tan mortal como antes –en la mayoría de los casos, personas con VIH pueden tener una buena calidad de vida siguiendo un tratamiento antirretroviral–, las cifras son preocupantes en regiones como Europa del este, Asía central o el oeste de África y todavía podrían serlo más en los próximos años, ya que la pandemia de covid-19 ha interrumpido muchos programas de atención y tratamiento.

Actualmente existen diferentes estrategias de prevención –preservativos, microbicidas–, si bien la más reciente y eficaz es la conocida como “profilaxis previa a la exposición” (PrEP), una pastilla que ingerida diariamente permite reducir en un 90% el riesgo de contraer el virus.

El problema de la PrEP –como señala la investigadora Beatriz Mothe– es que a pesar de ser una buena herramienta, “está teniendo obstáculos en su implementación, no está llegando a todo el mundo”.

Por un lado, el reparto por territorios está siendo desigual, por otro tampoco hay centros ni personal suficiente para administrarlas y hacer seguimiento a los pacientes. “En España se aprobó a finales de 2019 y todavía hay comunidades [regiones] donde no está en marcha. En otras, las listas de espera son enormes”, critica Ramón Espacio de la coordinadora Cesida.

Por eso es tan urgente la vacuna. “La PrEP es una estrategia que protege mucho, pero al final es una pastilla que tú tienes que tomar cada día. A largo plazo es más implementable la vacuna, porque esa inmunidad te protege durante años”, señala Mothe.

“La vacuna es muy importante porque evitará todo lo que implica tener una patología y una medicación de por vida”, coincide Espacio. “Todas las epidemias de la Historia se han controlado con vacunas y esto sigue siendo una epidemia”.

Vacunas para todos

Si hay un lugar donde se espera con verdadera necesidad la llegada de una vacuna frente al VIH es el continente africano, donde hoy se concentra el mayor riesgo de mortalidad, especialmente entre las mujeres. Las adolescentes de entre 15 y 19 años representan tres de cada cuatro nuevos casos de VIH en África subsahariana.

Desde 2017, hay en marcha en esta zona otro ensayo de vacuna –el estudio Invocodo, impulsado también por Janssen– con 2.600 mujeres voluntarias y cuyos resultados están previstos para 2022.

“Parece que estamos más cerca, pero hasta ahora siempre nos hemos llevado un poco de decepción”, reconoce a Equal Times Esther Casas, miembro del departamento médico de Médicos Sin Fronteras en Sudáfrica. “Es verdad que todos queremos ver esperanza al final del túnel, sería fantástico, pero entre los compañeros lo primero que pensamos es ¿quién va a tener acceso a esa vacuna?”, añade.

Si algo se ha visto en estos cuarenta años de lucha contra el VIH ha sido el acceso tan desigual a las distintas soluciones. Tratamientos ampliamente utilizados en Europa y EEUU tardaron más de una década en llegar a África.

“Los antirretrovirales fueron aprobados en el 96 [la triple terapia antirretroviral]. Sin embargo, cuando yo empecé a trabajar en Kenia en 2004 apenas estaban empezando a llegar”, recuerda Casas. “Muchas muertes y muchas nuevas infecciones podrían haberse evitado si hubiera habido más antirretroviral cuando tenía que haberlo”.

Como señala la responsable de Médicos Sin Fronteras, “es verdad que estamos en un punto mejor, que las farmacéuticas trabajan coordinadamente con productoras de genéricos para producir medicamentos de forma más ágil y masiva”, pero aun así “siempre hay un lapso entre el acceso en los países del norte y el resto del mundo, incluso ahora”, admite la doctora. El actual reparto de las vacunas frente a la covid –con países de rentas altas acaparando el 87% de las dosis– quizá sea el mejor ejemplo.

“Necesitamos aprender de nuestros errores”, insisten desde la primera línea de esta otra pandemia mundial. “Si finalmente se logra una vacuna frente al VIH, hará falta un gran esfuerzo de coordinación y voluntad política. Sobre todo, habrá que dar prioridad a las comunidades donde hay un mayor número de pacientes y de población en riesgo, sin importar la renta per cápita”.