Decisión canadiense agiliza la prohibición mundial del amianto

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“La prohibición mundial del amianto está más cerca que nunca”, anunció hoy Fiona Murie, Directora de Salud y Seguridad de la Internacional de Trabajadores de la Construcción y la Madera.

En una entrevista con Equal Times, Murie celebró el reciente anuncio del Gobierno canadiense de dejar de oponerse a la inclusión del amianto blanco en la lista internacional de materiales peligrosos.

 

La decisión pone fin a la prolongada objeción a que el material se incluyera en el Convenio de Rotterdam de la ONU, un tratado multilateral sobre productos químicos peligrosos.

La Organización Mundial de la Salud calcula que 107.000 personas mueren cada año de enfermedades relacionadas con este mineral.

Para el 2030 se habrá cobrado hasta 10 millones de vidas en todo el mundo.

Se sabe que todos los tipos de fibra de crisotilo o amianto blanco provocan graves enfermedades respiratorias y cáncer de pulmón, como el incurable mesotelioma, causado por la inhalación de partículas de amianto en el lugar de trabajo o el hogar.

Este mineral tóxico se ha prohibido en más de 45 países, incluidos los miembros de la Unión Europea.

Aunque aún se permite su uso en Canadá, se está eliminando cualquier traza de la sustancia en numerosos edificios, incluidos el Parlamento y la residencia oficial del Primer Ministro.

El año pasado acusaron al Gobierno canadiense de bloquear un intento de incluir el crisotilo en el Convenio de Rotterdam, durante una reunión en Ginebra.

Cuando India retiró su conocida oposición, el mundo al fin estuvo a punto de alcanzar un acuerdo histórico, si no hubiera sido por Canadá, que se negó a dar marcha atrás.

Si la sustancia se incluyera en el convenio, los exportadores tendrían que usar un etiquetado adecuado, que incluyera instrucciones sobre su manipulación segura, e informar a los compradores de las restricciones, lo cual podría reducir las ventas.

Durante casi un siglo, Canadá fue el mayor productor mundial de lo que en otros tiempos se llamaba “el mineral mágico”. En pleno apogeo, en 1973, se explotaron 1,69 millones de toneladas, principalmente para exportaciones.

La nación norteamericana sigue siendo el quinto mayor exportador mundial de amianto crisotilo.

Entre los compradores se encuentran países como India, Indonesia, Sri Lanka y Tailandia, en los que escasean las medidas de seguridad.

“Durante muchos años, Canadá ha divulgado información en defensa del amianto y financiado a grupos de presión como el Chrysotile Institute. Esta propaganda solía dificultar nuestra tarea de convencer a los países importadores de sus riesgos”, señaló Fiona Murie.

A medida que la producción canadiense se ha ido reduciendo, también lo ha hecho la financiación de los grupos en defensa del amianto. En mayo se cerró el Chrysotile Institute.

El pasado mes de julio, la industria recibió lo que podría ser su declaración de muerte, pues el Gobierno recién elegido en Québec canceló un préstamo que hubiera reactivado la mina de Jeffrey (situada cerca de la población de Asbestos), la última mina de este tipo que seguía funcionando en el país.

Como compensación para las comunidades afectadas por el inminente cierre de la mina, el Gobierno federal anunció una inversión de 50 millones de US$ para la diversificación económica en la zona.

Sin embargo, para el Congreso Laboral Canadiense aún queda trabajo por hacer.

“Instamos al Gobierno canadiense a que presione a otras naciones productoras de amianto, como Rusia y China, para que sigan el mismo camino y dejen de oponerse a la inclusión del amianto crisotilo en el Convenio Internacional de Rotterdam”, informó el sindicato en un comunicado de prensa.