Desde las salas de juntas a las plantas de producción, las sindicalistas advierten: “ninguna decisión sobre nosotras sin contar con nosotras”

La semana pasada, Equal Times publicó el reportaje especial ¡Cuente con nosotras! Las mujeres lideran el cambio. En el mismo se incluyen casos prácticos y entrevistas con mujeres sindicalistas de países tan dispares como Angola, Indonesia, Brasil, Ucrania, Túnez y España, entre otros. Sin embargo, no solo analiza el motivo por el cual el liderazgo de las mujeres es tan importante para el movimiento sindical, sino también qué medidas se han tomado para garantizar un mejor equilibro de género en los puestos encargados de la toma de decisiones.

Asimismo, destaca algunos de los ejemplos más motivadores de todo el mundo. El reportaje también examina algunas de las barreras que impiden que las mujeres participen plenamente en los sindicatos y los lideren, desde las responsabilidades del cuidado a la discriminación y la falta de infraestructura. Y analiza el impacto que ha tenido la campaña ¡Cuente con nosotras!, con cuatro años de andadura, organizada por la Confederación Sindical Internacional, en el ámbito del liderazgo.

El presente artículo está formado por fragmentos, ya publicados o inéditos, de algunas de las entrevistas que aparecieron en dicho reportaje. Las respuestas se han editado para lograr una mayor brevedad y claridad.

La CUT Brasil es una de las pocas centrales sindicales nacionales que está trabajando activamente para lograr la paridad de género a todos los niveles, desde las afiliadas a las líderes. ¿Cuáles son algunos de los retos a los que se enfrenta la CUT y cómo puede ayudar la paridad de género a desarrollar el poder de las trabajadoras?

[Responde Junéia Martins Batista, secretaria nacional para las trabajadoras en la CUT Brasil:]

Que yo sepa, la CUT es el único sindicato nacional que goza de una paridad de género [en todos sus organismos de toma de decisiones, tanto a nivel nacional como estatal], pero no fue un proceso simple. En el momento en que se fundó la CUT, en 1983, solo había dos mujeres en la lista de 30 dirigentes.

Entonces las mujeres comenzaron a organizarse. Ha sido un proceso largo, pero actualmente hay ocho mujeres presidentas de la CUT [a nivel estatal], la mayoría de ellas educadoras en el ámbito rural [Nota del editor: también cuenta con una vicepresidenta (Carmen Helena Ferreira Foro) y una secretaria general adjunta (Maria Aparecida Faria) a nivel nacional].

El reto actual consiste en mantener ese número de mujeres y mantener los espacios que ya hemos ganado. A veces siento que las mujeres no consiguen acceder a los espacios de poder porque hay mujeres que no trabajan para empoderar a otras mujeres. A escala nacional, lo que las mujeres no tienen todavía es un espíritu corporativo. Con esto quiero decir que las mujeres tenemos que comprender que es necesario tener unidad en la acción. Esto solo lo conseguiremos cuando las mujeres de la CUT no se sometan ciegamente a acuerdos con los hombres.

El sindicato australiano Australian Council of Trade Unions (ACTU) lleva más de dos décadas con mujeres entre sus líderes, como en la actual Ejecutiva donde dos mujeres ocupan los dos cargos superiores. ¿Cómo lo consiguieron y qué lecciones pueden compartir con otros sindicatos para que puedan reproducir sus logros?

[Sally McManus, secretaria del ACTU:]

Las mujeres del movimiento sindical australiano también han estado al frente del movimiento feminista en nuestro país durante casi un siglo. Han sido las mujeres sindicalistas las que han impulsado los cambios que se observan en toda la sociedad. Esto significa que nuestro movimiento está lleno de mujeres feministas fuertes que se han organizado e impulsan el cambio. Las reglas del ACTU garantizan la representación paritaria en nuestra Ejecutiva. Y si faltan mujeres en cualquier foro, siempre se comentará y criticará.

Gracias a todo esto, se logró la igualdad en la toma de decisiones. Imponer la igualdad mediante reglas ha sido esencial para superar la desventaja histórica, los sesgos inconscientes y las consideraciones políticas que han supuesto barreras para la igualdad. La situación se normalizó una vez que las mujeres empezaron a ocupar altos cargos en nuestro movimiento. El reto es extenderlo a todas las esferas de nuestro movimiento, especialmente en industrias que están muy segregadas por sexo y cambiar las expectativas del liderazgo, que a menudo dificultan que las mujeres (u hombres) con hijos pequeños u otros miembros de la familia a los que cuidar asuman ambas responsabilidades al mismo tiempo.

¿Cuál es la situación general de las mujeres en Angola y qué papel están desempeñando los sindicatos para mejorarla?

[Maria Fernanda Carvalho Francisco, secretaria general adjunta de la UNTA-CS Angola y presidenta adjunta de la CSI:]

Hasta hace poco, el tema de la igualdad de género se consideraba un tema solo para mujeres, pero poco a poco se está convirtiendo en una inquietud de la sociedad en general. Hoy en día tenemos más mujeres que acceden a la universidad y un número incluso mayor de mujeres en el mercado laboral. Sin embargo, todavía nos estamos recuperando de décadas y décadas de colonialismo. Hemos sufrido durante muchos años una guerra sin precedentes y sin sentido. Además, Angola es uno de los países que se han visto muy afectados por la [última] crisis del petróleo y, por tanto, la situación económica y social es bastante mala, especialmente para las mujeres.

Por ejemplo, nuestro salario mínimo cubre menos del 20% de la cesta básica de la compra. Y como debido a la guerra muchas mujeres son las cabezas de familia, se encuentran en una situación muy difícil. Una mujer que es cabeza de familia y vive con un salario mínimo o trabaja en el sector informal sin ganar siquiera un salario mínimo, no vive, sobrevive. Y sobrevive sin poder alcanzar una mejor posición en nuestra sociedad a causa de todos estos factores misóginos externos e internos. Pero estamos trabajando para superar este problema fortaleciendo nuestras acciones sindicales para exigir mejores condiciones para todos los trabajadores, en particular las mujeres.

Túnez se presenta como un ejemplo modélico de lo que se puede avanzar en el ámbito de los derechos de la mujer en las regiones de Oriente Medio y el Norte de África. Pero, ¿qué queda por hacer?

[Sihem Boussetta, vicesecretaria general responsable de formación y relaciones internacionales en la UGTT y miembro del Comité de Mujeres de la CSI:]

El movimiento sindical fue decisivo para preservar los logros de las mujeres tunecinas, que se estaban viendo amenazados por los partidos conservadores y religiosos después de la revolución [de 2011]. A través de su colaboración con la sociedad civil, la UGTT apoyó las protestas, las sentadas y las manifestaciones encabezadas por las mujeres tunecinas, con una férrea determinación de salvaguardar sus derechos.

Sin embargo, la situación de las mujeres tunecinas sigue siendo insatisfactoria. El número de mujeres desempleadas es el doble que el de hombres. Solo el 34,5% de las mujeres está cubierto por la seguridad social; solo un 38,5% recibe una pensión de jubilación, y apenas un 50% tiene un seguro médico. La situación en las zonas rurales es aún más lamentable: solo un 11% de las mujeres se benefician de la seguridad social. Las mujeres que trabajan en el sector de la economía informal son las más vulnerables a todo tipo de precariedad, dificultades y exclusión. Además, el grado de participación de las mujeres en los órganos de toma de decisiones nacionales, regionales y locales sigue siendo muy débil. Seguimos estando muy lejos de la paridad por la que se aboga en la Constitución tunecina.

La dirección del Canadian Labour Congress (CLC) es una de las más diversas del movimiento sindicalista internacional. ¿Cómo se ha aceptado esto?

[Marie Clarke Walker es secretaria y tesorera del sindicato canadiense Canadian Labour Congress (CLC):]

Todavía se observan dudas dentro del movimiento sindicalista canadiense en lo que se refiere a las mujeres, a las mujeres de color y a abordar todas nuestras intersecciones. El movimiento sigue estando muy dominado por los hombres. Sin embargo, en 2002 cuando me eligieron por primera vez [como vicepresidenta ejecutiva, convirtiéndome en la primera mujer ’racializada’ y en la primera persona joven en ocupar el cargo], fueron básicamente las mujeres las que se unieron y gritaron: ‘¡Basta!’.

En 2001 organizamos un retiro para mujeres donde analizamos las maneras de cambiar la cultura y la estructura del movimiento para que reflejara mejor a la clase trabajadora de este país. Y mi elección en 2002 fue el resultado de eso. Pero lo que no analizamos fue: ¿cómo lidiamos realmente con la interseccionalidad? ¿Cómo podemos garantizar que más mujeres no blancas ni heterosexuales, por ejemplo, asuman puestos de liderazgo?

Aunque el movimiento ha ofrecido cursos y formación al respecto, no creo que sea eso lo que cambie la mente de la gente. Basándome en mi experiencia con las mujeres que conozco y con las que he hablado, lo que realmente les ayuda a creer que pueden lograrlo es ver en un puesto de liderazgo a alguien que se parezca a ellas o que venga de su mismo entorno. Sin embargo, todavía no contamos con la suficiente diversidad de mujeres en los puestos de liderazgo porque sigue habiendo un rechazo cuando las personas en los altos cargos no encajan con un determinado prototipo. Yo he escuchado a gente decir: ‘Soy un hombre blanco. Nunca seré elegido o reelegido’. Pero las cosas no funcionan así. La gente elige a las personas que mejor representan sus intereses, que comparten sus metas y objetivos. Traer a unas personas no significa tener que echar a otras. De hecho, cuando hay más personas que se sienten incluidas, se involucran más. Y cuando se tiene esa masa crítica, resulta mucho más sencillo plantear reivindicaciones. Es mucho más fácil construir un movimiento.

¿Cómo de grave es la situación de la violencia de género en España y qué están haciendo los sindicatos al respecto?

[Elena Blasco Martín, secretaria de Mujeres e Igualdad en la central sindical española CCOO:]

A pesar del hecho de que nuestra Constitución consagra el derecho a la vida y a la igualdad y de que nuestra legislación ofrece protección contra la violencia sexista y mecanismos para sancionarla, la violencia de género está presente en nuestra sociedad, año tras año, sin que se lleve a cabo ningún avance ni ninguna mejora para su erradicación. Por ejemplo, en 2017, 51 mujeres fueron asesinadas [como resultado de la violencia de género en España] y hasta septiembre de este año ya habían muerto 33 más.

Históricamente, los sindicatos y los partidos políticos progresistas de izquierdas se han opuesto enérgicamente a dicha violencia, con demandas y manifestaciones que se celebran en fechas como el 25 de noviembre [el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer] y acciones como la primera huelga de mujeres de España el 8 de marzo de 2017 [que conmemora el Día Internacional de la Mujer], en la que CCOO y UGT convocaron paros laborales parciales para denunciar la violencia sexista y la desigualdad estructural.

Exigimos que se apruebe el presupuesto necesario para la aplicación del Pacto de Estado contra la Violencia de Género [que ofrece un esbozo bastante amplio sobre cómo abordar el tema de la violencia de género y que se aprobó en septiembre de 2017, aunque desde entonces ha estado paralizado ya que el gobierno no le ha asignado un presupuesto]. Asimismo, exigimos una absoluta transparencia en la aplicación de la financiación para garantizar una aplicación eficaz de las medidas a las que se comprometió.

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