Ébola: es la gobernanza, estúpido

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Las últimas estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el actual brote de la enfermedad del virus del ébola (EVE) son alarmantes.

Desde que comenzó el brote, en marzo de 2014, hasta el 11 de noviembre se han registrado 14.413 casos de ébola y 5.177 muertes en un total de ocho países (Guinea, Liberia, Malí, Sierra Leona, Nigeria, Senegal, España y Estados Unidos).

De esa cifra, 570 son trabajadores del sector sanitario, 324 de los cuales han fallecido.

La OMS cree que hay una cantidad significativa de casos y muertes que no se han registrado, lo que quiere decir que el número real de víctimas de esta epidemia podría mucho más importante.

Por otra parte está también el coste económico. En su hipótesis de “ébola mínimo”, el Banco Mundial calcula unas pérdidas del PIB en 2014 y 2015 de aproximadamente 3.800 millones USD. La hipótesis de “ébola máximo” sitúa en cambio esta cifra en 7.400 millones USD en 2014 y 25.200 millones USD para 2015.

Pero ¿cómo hemos llegado al punto en que la mayoría de la responsabilidad para abordar el peor brote de ébola del mundo ha recaído sobre una sola ONG privada?

Tal como lo expresó hace poco The Guardian: “Mientras que los donantes occidentales no acababan de decidirse y otros grupos de ayuda se retiraban, MSF [Médicos Sin Fronteras] desplegaron cientos de médicos en las “zonas críticas” afectadas por el ébola y atendieron a más de 3.000 pacientes.”

La cuestión mencionada, recientemente planteada por la Directora Ejecutiva de MSF del Reino Unido, Vickie Hawkins, en un evento de grupos de reflexión sobre el ébola, quizás resulte provocadora, pero ofrece sin duda una profunda crítica de nuestra era de neoliberalismo, privatización y retroceso en materia de protección social, así como de la fragilidad y el fracaso del Estado.

Al tiempo que prosiguen en el Reino Unido los debates acerca de la progresiva privatización de los servicios sanitarios nacionales (NHS), la pregunta de Hawkins tiene tanta relevancia en los países desarrollados como en los países en desarrollo.

El Dr. Paul Farmer, Catedrático de Enfermedades Infecciosas en la Facultad de Medicina de Harvard y fundador de la ONG Partners in Health con sede en Boston, dice que la crisis del ébola en los países más afectados – Guinea, Liberia y Sierra Leona – se está viendo exacerbada por una falta de “personal, material y sistemas”.

En un reciente discurso sobre presupuestos, el Ministro de Finanzas y Desarrollo Económico de Sierra Leona, el Dr. Kaifala Marah, incide en la afirmación del Dr. Farmer:

“Sierra Leona necesita 3.300 médicos. En estos momentos hay 386 médicos en el país, entre ellos sólo nueve cirujanos dentistas, lo que supone un déficit de 2.914 médicos. Se calcula que el número de enfermeros/as y comadronas es de 1.365. Las estimaciones del Ministerio de Sanidad indican que se necesitan otros 8.615 enfermeros y comadronas más.”

 

Causas fundamentales

Pero si bien los frágiles sistemas sanitarios proporcionan una explicación inmediata a la propagación del ébola en África Occidental, es preciso profundizar mucho más en esta cuestión.

Dicho sin rodeos, la epidemia del ébola es ante todo un fracaso de la gobernanza. Y hasta que no se haya abordado este problema no se va a poder encontrar una solución duradera.

Estos fracasos son multidimensionales. Globalmente, existe una formidable lucha interna entre la sede central de la OMS en Ginebra y su oficina regional africana.

El Catedrático Peter Piot, que descubrió el virus del ébola en 1976, dice que esta última “no está dotada con el personal más competente sino con representantes políticos”. Pero los propios defectos de la sede central de la OMS también están saliendo poco a poco a la luz.

Y tal como la Presidenta internacional de MSF, la Dra. Joanne Liu lo señaló en la Asamblea General de la ONU en septiembre, a pesar de que MSF habían estado “dando la voz de alarma durante meses”, la respuesta internacional, cuando por fin llegó, fue “demasiado escasa, demasiado tarde”, y los dirigentes eran incapaces de “afrontar esta amenaza transnacional”.

A escala regional o sub-regional, la respuesta del African Union (AU), la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) y el Mano River Union (Guinea, Liberia, Sierra Leona y Costa de Marfil), podría describirse en el mejor de los casos como apagada.

A escala nacional las cosas están aún peor.

El brote de ébola es sólo el último indicio de que en el sistema de gobernanza de estos tres países hay algo que definitivamente no funciona.

El brote de cólera de 2012 que se cobró la vida de 400 personas en Guinea y Sierra Leona (pero que no logró atraer ni de lejos el nivel de atención que se ha consagrado al actual brote de ébola), sacó a la luz la existencia de unos problemas sistémicos similares.

La auditoría que se llevó a cabo tras el escándalo de corrupción en Sierra Leona relacionado con los fondos de la Alianza Mundial para el Fomento de la Vacunación y la Inmunización (GAVI), concluyó que: “Los controles financieros del Ministerio de Salud y Saneamiento eran deficientes, lo cual condujo a la malversación de fondos de la Iniciativa de FSS [Fortalecimiento de los Servicios de Salud] financiada por la GAVI.” La auditoría estableció que los fondos malversados ascendían a 523.303 USD.

En informes posteriores elaborados por el Auditor General de Sierra Leona se ponen de relieve algunos de los problemas relacionados con la prestación de atención sanitaria en el país, como por ejemplo la congestión de pacientes, la escasez crónica de médicos y la provisión limitada de suministros y equipos.

Visiblemente, el hecho de que el informe del auditor indique que muchas consultas no recibieron respuesta, pone de manifiesto el escaso nivel de responsabilidad de los funcionarios públicos del país, a pesar de que los informes de auditoría son presentados al Parlamento.

Una de las explicaciones más comunes para justificar la magnitud del brote de ébola en Liberia y Sierra Leona es que ambos países sufrieron las terribles consecuencias de unas guerras civiles que devastaron sus sistemas sanitarios.

Esto es en parte cierto, pero conviene tener en cuenta que, ya en 1990 – un año antes de que empezara la guerra en Sierra Leona, y el primer año en que se publicó el Informe sobre Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) – Sierra Leona ocupaba el puesto 137º (de un total de 140) en la clasificación del Índice de Desarrollo Humano.

La respuesta al ébola se ha caracterizado por demasiadas piezas que no encajan: funcionarios nombrados por su clientelismo político más que por sus méritos; el pensamiento único; muchas reuniones y pocas acciones; la incomprensible actitud de seguir “como si nada” ante los mecanismos de contratación pública causantes del suministro de equipos de mala calidad que ponen en grave peligro la vida de los pacientes y de los trabajadores de la sanidad.

Si bien las protestas internacionales generalizadas – y con toda razón – han tenido que ver con los retrasos en el suministro de centros de tratamiento del ébola por parte de la comunidad internacional, y de trabajadores sanitarios debidamente formados, esto ha sido a costa de un creciente escrutinio sobre la forma en que las limitaciones locales han tenido tantas repercusiones como las deficiencias internacionales por la pésima respuesta recibida hasta el momento.

 

Agencia local, desviación positiva

No obstante, hay algunos hechos alentadores.

El enfoque general de la cobertura mediática internacional se ha reducido al tedioso relato de unos africanos indefensos que dependen completamente de la ayuda procedente de sus antiguas potencias coloniales, de los países ricos y de anticuadas estrellas del rock. Pero en cambio se ha prestado muy poca atención a la abundante evidencia de la prometedora agencia local que apareció en respuesta a la crisis.

En Lunsar, uno de los epicentros del ébola situado en el distrito septentrional de Port Loko de Sierra Leona, Isata Kabia, diputado del partido All People’s Congress en el poder, fue abordado por un grupo de jóvenes electores que querían saber cómo podían ayudar.

Eso ocurrió precisamente cuando nadie atendía las llamadas a las líneas telefónicas de emergencia, cuando los equipos forenses tardaban tres días o más en recoger los cadáveres de las casas, cuando los hogares en cuarentena no recibían lo mínimo indispensable para sobrevivir...

Estos jóvenes fueron de facto los primeros en brindar auxilio. Salvaron muchas vidas asegurándose de que las ambulancias llegaran, supervisando las casas en cuarentena para garantizar que recibieran la comida y los suministros que necesitaran, y contactando a las autoridades cuando encontraban personas con síntomas de la enfermedad.

Y no se trata de un caso aislado: se han dado innumerables ejemplos de este tipo de agencias locales que han estado complementando la respuesta nacional a menudo inadecuada, y, en el proceso, señalando lo que falta, no sólo en los sistemas sanitarios sino, de forma más general, en los mecanismos de gobernanza.

Estas coaliciones de actores de base y elites locales – diputados, delegados, profesionales, empresarios – son ejemplos prometedores de una desviación positiva.

Y estas importantes coaliciones de voluntades lanzan su propia crítica enérgica contra el acostumbrado enfoque de (mala) gobernanza que destroza estos países afectados por el ébola.

En los perímetros de su respuesta podemos detectar servicio público, compasión, integridad y competencia – ingredientes fundamentales de todo organismo para la fase posterior al ébola.

El papel más útil que la comunidad internación podría desempeñar sería proporcionar más espacio a estos ejemplos emergentes de buenas prácticas, mediante una cobertura mediática que ofrezca el oxígeno de la publicidad y la visibilidad y facilitando el espacio que se requiere para que la evolución del aprendizaje, la resolución de problemas y la acción colectiva avancen a partir de aquí con una fuerza renovada y con una visión de futuro.

Pero, más que nada, la comunidad internacional tiene que evitar desplazar la iniciativa local.

Ha llegado el momento de abrir la vía a una nueva era de desarrollo institucional que prometa desarrollo y progreso – no sólo para los países afectados por el ébola sino para todos los que buscamos un nuevo comienzo en un mundo que parece ofrecer pocas opciones.

Médicos sin Fronteras, CSI África y el Sierra Leone UK Diaspora Ebola Response Taskforce están llevando a cabo llamamientos de emergencia para responder a la crisis del ébola. Hacer clic en los enlaces para obtener más información o para realizar un donativo.