Edo, en Nigeria, se enfrenta a la expropiación y deforestación por el aceite de palma en el que invierte gigante de la agroindustria

Para la mayoría de la población mundial, el aceite de palma no es más que un ingrediente minoritario en incontables productos de consumo, pero su producción puede suponer un desastre para las comunidades locales que viven en las proximidades de las plantaciones de palma aceitera, así como para los exuberantes bosques tropicales y la rica biodiversidad presente en esas zonas.

Resulta inquietante saber que tantas las plantaciones de aceite de palma se extiendan sobre lo que fueron antes bosques tropicales. En ese sentido, el informe de campo publicado a principios de este año por Rita Uwaka, responsable de proyectos de Environmental Rights Action/Amigos de la Tierra Nigeria (ERA/FoEN), resulta revelador. Expone las consecuencias de décadas de inversión en la producción en masa de aceite de palma y la invasión de los bosques comunales por parte de grandes plantaciones erigidas a base de arrasar los bosques primigenios y privar a las comunidades locales de su sustento en el estado de Edo, Nigeria.

El informe menciona que “Más de 60.000 personas provenientes de 30 comunidades en tres áreas del estado de Edo administradas por el gobierno local corren el riesgo de sufrir graves repercusiones debido a la deforestación y la expropiación de tierras para las plantaciones industriales de aceite de palma por parte de Okomu Oil Palm Company PLC”.

El informe describe asimismo el acaparamiento de tierras, al tiempo que apoya la reivindicación de la población local a sus tierras ancestrales. “Con una población de más de 60.000 personas, los pueblos Oke-Irhue, Ekpan, Umokpe y Orhua componen el clan Irhue, una comunidad que comparte los mismos ancestros y que habla las lenguas Bini e Ishan, con más de 400 años de coexistencia pacífica”.

La Okomu Oil Palm Company PLC opera grandes fincas de aceite de palma y es miembro del grupo belgo-franco-luxemburgués de inversiones en agricultura tropical Socfin. Además de poseer el 53,32% de las acciones de Okomu PLC, Socfin tiene plantaciones de aceite de palma y caucho en el sudeste asiático y en otros países africanos incluyendo Côte d’Ivoire, Liberia, Guinea, Sierra Leona e Indonesia con modelos similares de agroindustria. Okomu PLC ha crecido hasta convertirse en una de las principales compañías productoras de aceite de palma de Nigeria, incrementando sus beneficios hasta niveles récord en los últimos cinco años. Pero sus operaciones se han cobrado un alto precio para el medio ambiente y para los derechos de las comunidades locales.

El informe de campo de Uwaka ofrece una clara imagen de la expropiación de tierras –“contraviniendo las leyes forestales de Nigeria”– y las circunstancias que amenazan la existencia de la población local.

“Más de 60.000 personas que dependen de los bosques (de las que 10.000 están ya sufriendo el impacto) están a punto de perder sus derechos a unos medios de vida sostenibles, además de su esencia espiritual, a causa de las actividades de este magnate belga del aceite de palma”.

Durante el mandato del anterior gobernador del estado de Edo, Adams Oshiomhole, la venta de las tierras contenciosas, con una superficie estimada de 13.750 hectáreas que se extendían a través de las reservas forestales de Okomu y Owan, sería revertida. No obstante, Okomu PLC ignoró deliberadamente la orden gubernamental durante dos años.

El 21 de junio de 2017, ERA/FoEN y representantes de las comunidades Owan y Okomu publicaron una declaración basándose en el informe de Uwaka y reclamando una aplicación más estricta de la ley, mejores compensaciones para las comunidades locales y medidas contra la deforestación. Se remitió una carta a la administración del Estado, exigiendo que se respetase la orden de revocación dictada por Oshiomhole. Esta acción tuvo lugar tras una marcha de protesta que se denominaría “Marcha popular contra la expropiación de tierras y la deforestación en el estado de Edo”. Pueden apoyar la campaña firmando la petición en línea de ERA/FoEN.

Una versión más extensa de este artículo se publicó por primera vez en The Ecologist.