El agua de la India se agota en manos corporativas

 

Aproximadamente 814,5 millones de personas podrán votar en las próximas elecciones generales de la India que se celebrarán este año entre el 7 de abril y el 12 de mayo. Hay una serie de cuestiones clave para estas elecciones, y el agua es una de ellas.

La privatización del agua se ha convertido en una cuestión sumamente politizada en la India. Los dos principales partidos – el centrista Partido del Congreso, en el poder desde 2004, y el nacionalista BJP – han intervenido en la privatización del abastecimiento de agua y, en menor medida, de los servicios de saneamiento.

Pero las promesas que acompañaron a estas medidas todavía no se han materializado.

La oposición a la privatización del agua ha sido una característica clave de la plataforma política del nuevo partido anti-corrupción y anti-sistema de Aam Aadmi.

Durante su breve período en el poder en Delhi a principios de año, el líder de Aam Aadmi, Arvind Kejriwal, puso en marcha una auditoría de los “proyectos pilotos” para la privatización del agua iniciados por el Gobierno anterior, se hizo cargo de la “mafia del agua” de Delhi y puso también en marcha un programa de suministro gratuito de agua, que ahora se va a abandonar.

 

Las mismas promesas, los mismos problemas

Estos últimos años, la India ha experimentado una oleada de asociaciones público-privadas (APP) en el sector del agua. Estos contratos de APP implican a las habituales corporaciones transnacionales (Veolia y Suez environnement), así como una serie de intereses empresariales indios – en particular empresas de la construcción que aspiran a expandir su “pericia” en la extracción de beneficios privados a partir de contratos públicos.

Una investigación realizada por el Multinationals Observatory, un nuevo proyecto dedicado a supervisar el impacto de las corporaciones transnacionales francesas a escala mundial, ha demostrado que los contratos de APP han desembocado en los mismos problemas que casi todos las tentativas de privatización del agua en los países del Sur a lo largo de los últimos 20 años: cuestiones de corrupción y conflictos de interés, fuertes subidas en las tarifas del agua, una creciente oposición por parte de políticos y residentes locales, e innumerables dificultades prácticas que demuestran que las empresas transnacionales como Veolia, con su modelo empresarial de ‘talla única’, no están en realidad nada preparadas para hacerse cargo de los servicios locales de abastecimiento de agua.

Los argumentos oficiales para promover las APP es que únicamente el capital y la experiencia del sector privado pueden expandir y modernizar los deficientes sistemas de abastecimiento de agua del país, proporcionando por fin a la población urbana de la India un servicio de abastecimiento de agua 24/7.

No obstante, en la práctica, la mayoría de los proyectos de APP están fuertemente subvencionados, y las empresas privadas son las que se llevan todo el mérito por las mejoras resultantes... si no fuera porque estas mejoras en su mayoría no han logrado materializarse.

Una encuesta sobre 30 proyectos de abastecimiento de agua de APP realizada en 2013 por la revista india Outlook llegó a la conclusión de que todos y cada uno de los proyectos no habían cumplido sus objetivos, mientras que las tarifas del agua se habían duplicado. Además, cuatro proyectos estaban a punto de hundirse.

Las críticas también apuntan al hecho de que muy pocos de estos contratos APP incluyen servicios de saneamiento – algo sumamente importante en las urbes indias y mucho más difícil de gestionar que el servicio del abastecimiento del agua en sí.

En enfoque en unos objetivos puramente cuantitativos y en unos modelos de infraestructura de capital intensivo es sin lugar a dudas algo positivo para las firmas de construcción implicadas en los proyectos, pero no tanto para la gestión sostenible de los recursos hídricos.

 

Nagpur – un escaparate decrépito para la privatización del agua

De momento, Nagpur – con una población de 2,5 millones de habitantes – es la única ciudad india que ha optado por subcontratar la totalidad de su sistema hídrico por medio de un contrato de APP, a una filial de Veolia.

Veolia ha hecho todo lo posible para promover su contrato APP en Nagpur como un éxito rotundo.

Un ejemplo de ello fue la decisión de la empresa de invitar a un grupo de periodistas franceses a visitar el proyecto apenas meses después de haberse hecho cargo del sistema de suministro de agua de la ciudad.

En aquel momento, las quejas de residentes y de políticos locales ya habían empezado a amontonarse: había considerables retrasos en el programa de obras, alegaciones de corrupción, y los conflictos de interés empezaban a salir a flote.

Los políticos locales sostienen que la privatización del servicio del agua le está saliendo más cara a Nagpur que lo que le costaría la gestión directa del sistema, lo cual se debe a las elevadas comisiones de gestión que cobra el contratista.

Pero sobre todo, el contrato de APP de Nagpur no parece que haya hecho gran cosa para mejorar la vida de aquellas personas a cuyas necesidades Veolia y sus asociados prometían dar máxima prioridad – las mujeres y los pobres.

En la zona de Dharampeth, otro “proyecto piloto” que había sido elogiado como modelo para la privatización del agua, hay gente que sigue recibiendo el agua mediante una flota de camiones cisterna, cuyos conductores han sido acusados en repetidas ocasiones de solicitar sobornos a cambio de su servicio (supuestamente) gratuito.

El ejemplo de Nagpur pone de manifiesto que el agua puede agotarse cuando se deja en manos de las corporaciones.

Es hora de que los indios decidan quién debería administrar su derecho al agua.