El calvario de los refugiados atrapados en los Balcanes

El calvario de los refugiados atrapados en los Balcanes

A Libyan refugee shows injuries from Croatian police brutality, sustained while trying to cross the Serbian border.

(Julia Druelle)

Uno de los objetos más preciosos que posee Feitas Moussa es su incisivo. Este joven libio de 29 años lo guarda en su bolsillo, cuidadosamente envuelto en un pañuelo. "Me tiraron al piso y me dieron una patada", relata Feitas a Equal Times, mostrando una fotografía de su rostro ensangrentado tomada inmediatamente después de la agresión.

Se refiere a la policía fronteriza croata. Los golpes llegaron cuando la policía sorprendió a un grupo de refugiados, entre los que se encontraba Feitas, mientras cruzaban ilegalmente la frontera serbocroata. "Fue violento", recuerda Ahmad Arabaout, de Argelia, que estaba con Feitas esa noche. Él escapó con un corte en su mejilla derecha.

Aun cuando los refugiados ya habían entrado a territorio croata, la policía los devolvió a Serbia. Feitas y Ahmad se conocieron en Šid, una tranquila y pequeña ciudad de 16.000 habitantes en la campiña serbia.

Entre las aproximadamente 150 personas que se encuentran por ahora en Šid, hay algunas que llevan allí meses e incluso un año, y no es porque no deseen marcharse. Aunque la ruta de los Balcanes está oficialmente cerrada desde la firma del acuerdo entre la Unión Europea y Turquía en marzo de 2016, todavía son muchos los que, como Feitas y Ahmad, intentan llegar a Europa.

Están dispuestos a enfrentar el frío y el hambre para llegar a los países de Europa occidental, Francia e Inglaterra en su mayor parte, que siguen siendo Eldorado imaginario para ellos. Desde que Hungría cerró sus fronteras, Croacia se ha convertido en la ruta más utilizada en los Balcanes para llegar a Europa occidental.

La mayoría de los 3.555 cruces fronterizos ilegales que tuvieron lugar en Croacia durante los primeros nueve meses de 2017, se realizaron desde Serbia, donde actualmente hay registrados unos 4.000 refugiados en los cinco centros de solicitantes de asilo y los 12 centros de acogida de migrantes.

"El terreno, montañoso y cruzado por ríos, dificulta aún más el cruce de la frontera croata desde Bosnia (...) mientras que desde Serbia, solo tienes que seguir el ferrocarril", explica Lidija Pentavec del Departamento de migración irregular del Ministerio del Interior croata (MUP).

Aun cuando en los últimos meses la policía de fronteras de Bosnia y Herzegovina ha observado un aumento de los intentos para cruzar la frontera, el número de refugiados que transitan por este país sigue siendo escaso, según informa el diario bosnio Klix.ba. De junio de 2017 a febrero de 2018, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) registró el paso de 320 refugiados, indica el mismo diario. La situación es similar en Montenegro, donde el cruce todavía es raro.

Desde el comienzo de la crisis migratoria, la policía croata ha reforzado su presencia en la frontera: el número de agentes policiales que custodian los puntos de cruce ha aumentado, al tiempo que ha desplegado a lo largo de la frontera servia equipos de vigilancia, tales como cámaras de imágenes térmicas de rayos infrarrojos y detectores de movimiento.

La posición del Gobierno de Croacia es que con la protección de sus fronteras, Croacia protege esencialmente las fronteras de la Unión Europea.

Ya que, al igual que en Serbia, Bosnia y Montenegro, los refugiados solo transitan por Croacia; pocos deciden quedarse en la región. El difícil aprendizaje de sus idiomas, el desempleo creciente y pocas perspectivas de integración hace que los países de los Balcanes sigan siendo poco atractivos para los refugiados.

Y aun cuando los gobiernos afirman que todo el mundo puede solicitar asilo, son pocos los asilos que se conceden. En 2017, Croacia registró 1.887 solicitudes de asilo, pero solo se concedieron 183 derechos de asilo, es decir, alrededor del 10% de las solicitudes. En Serbia, el número de solicitudes en los primeros seis meses de 2017 fue de 5.153, y solo se concedieron tres derechos de asilo y diez protecciones subsidiarias.

Para salir de Serbia, algunas personas pagan hasta 1.000 euros (1.240 USD) a pasadores fronterizos para que los lleven hasta Croacia o a la frontera con Eslovenia. Otros intentan pasar en camión o tren. Los más numerosos son los que intentan cruzar la frontera croata a pie. Desde Belgrado, la capital serbia, tienen que caminar alrededor de tres horas para llegar a la frontera; desde Šid, cerca de la frontera, se llega a Croacia en media hora.

Para evitar alejarse demasiado de la frontera europea, muchos refugiados convergen en la ciudad de Šid. Dos campamentos para refugiados en las cercanías, Principovac y Andrijaševci, están más bien reservados a mujeres con niños y familias.

Los hombres jóvenes tienen que arreglárselas como puedan: duermen a lo largo de las vías del tren en refugios improvisados montados con tiendas de campaña y lonas viejas que no son suficientes para protegerse del frío. En las instalaciones abandonadas de una antigua imprenta, una asociación española, No Name Kitchen, distribuye todos los días desayunos y una comida caliente por la noche. Una asociación alemana, Rigardu, monta duchas provisionales todas las mañanas.

Golpes y fracturas a diario

Para los refugiados atrapados en el lado equivocado de la frontera, la culpa es de Croacia. "La policía croata, gran problema"; "La policía croata, no es buena"; ¿Está autorizado el asilo en Croacia? son los comentarios que se escuchan en las instalaciones de la fábrica abandonada donde se reúnen para comer.

Los testimonios de retornos forzosos y la brutalidad de las fuerzas policiales croatas abundan entre los refugiados en Šid.

Golpes, la destrucción sistemática de las pantallas de sus teléfonos, pero también la extorsión, dan una imagen nada gloriosa. A la par de Feitas o Ahmad, una docena de otros refugiados que se conocieron en Šid comparten historias similares.

Mohammed, un joven marroquí de 22 años, llegó a la ciudad de Vinkovci en Croacia, donde la policía lo capturó y lo devolvió a Serbia. Marwan, un argelino de 26 años, logró llegar a la frontera con Eslovenia escondido debajo de un camión, cuando lo encontró la policía de fronteras y lo devolvió directamente a Serbia.

Los informes preparados por las ONG croatas Are you Syrious e Inicijativa Dobrodošli también señalan numerosos casos de expulsiones ilegales y, en ocasiones, violentas. "En la mayoría de los testimonios que recopilamos, las personas nos han comentado que la policía croata se negó a registrar su solicitud de asilo, y que luego las condujo a la frontera serbia y le indicó que siguieran las vías del tren, a pie, para regresar a Šid”, explica a Equal Times Milena Zajovic, de la ONG Are you Syrious.

La oficina local de la organización Médicos sin Fronteras en Serbia ha observado muchos casos de lesiones, como contusiones, magulladuras, cortes y torceduras, que la policía croata ha infligido a los refugiados.

El Ministerio del Interior croata (MUP), sin embargo, niega todas las acusaciones, al tiempo que afirma que la policía siempre ha respetado la ley. "La información según la cual la policía croata practica los denominados push backs (alejamientos) ilegales no es correcta", nos respondieron en un intercambio de correspondencia.

La veracidad de las acusaciones pronto se decidirá en los tribunales. En noviembre de 2017, Medina, una niña afgana de seis años, murió atropellada por un tren cuando caminaba por la vía férrea rumbo a Serbia después de haber sido expulsada de Croacia con su familia. A mediados de diciembre, los padres de la pequeña Medina presentaron una denuncia contra las autoridades croatas por considerar que Croacia no respeta las leyes internacionales.

This article has been translated from French.