El conflicto en Camerún: una losa para las mujeres y niños y niñas de habla inglesa

El conflicto en Camerún: una losa para las mujeres y niños y niñas de habla inglesa

Women from the north-west region of Cameroon gathered on 7 September 2018 to call for an end to a nearly year-old conflict that has resulted in hundreds of deaths and tens of thousands of people being displaced.

(Amindeh Blaise Atabong)

El 7 de septiembre de 2018, cientos de mujeres se reunieron en un estadio en la ciudad de Bamenda, en la región noroeste de Camerún, para protestar por las múltiples violaciones de las que son víctimas ellas, sus esposos y sus hijos. Las mujeres, todas de habla inglesa, afirman verse confrontadas a inimaginables dificultades desde la manifestación, en un principio modesta, organizada en 2016 contra la marginación de las dos regiones anglófonas del país por parte del Gobierno del presidente Paul Biya, predominantemente francófono, quien actualmente está buscando su séptimo mandato.

En el estadio, sentadas en el suelo, las mujeres lloraron, compartieron testimonios y entonaron cantos de lamentación, mientras otras simplemente imploraron a Dios por la paz. Las mujeres desean el fin inmediato de la crisis que ha afectado a las regiones noroeste y suroeste en los últimos dos años.

Asimismo, portaban decenas de pancartas con consignas como "Queremos que nuestros esposos e hijos regresen a casa" y "Las mujeres necesitan paz". También pidieron al Gobierno y a las fuerzas separatistas que acepten un alto el fuego. Las mujeres de la región del sudoeste realizaron una protesta similar en la ciudad de Buea, el 29 de agosto de 2018.

Se cree que más de 400 civiles, soldados y policías han sido asesinados desde que el presidente Biya declaró la guerra a las fuerzas separatistas en noviembre de 2017. La escalada del conflicto dio comienzo en octubre de 2016, cuando abogados cameruneses de habla inglesa se opusieron al nombramiento de jueces de habla francesa en sus tribunales.

Otros colectivos frustrados, entre ellos los docentes, se unieron más tarde a las manifestaciones pacíficas para protestar contra décadas de ausencia de inversión y otras políticas gubernamentales que, según ellos, discriminan a las regiones de habla inglesa del país. Las protestas aumentaron y el Gobierno respondió con la fuerza: murieron más de 40 manifestantes y más de 100 resultaron heridos en solamente unos días, aproximadamente el 1 de octubre de 2017.

En los últimos meses, secesionistas armados que quieren establecer la República federal independiente de Ambazonia (Camerún del Sur) han participado en frecuentes y violentas batallas contra el batallón de intervención rápida, la unidad especial gubernamental que también encabeza la lucha contra Boko Haram en el extremo norte del país. Se ha acusado a las fuerzas gubernamentales de perpetrar numerosas atrocidades y violaciones de los derechos humanos, que el Gobierno ha prometido investigar.

Las múltiples caras del impacto sobre las mujeres

Entre tanto, el aumento de las hostilidades ha agravado la vulnerabilidad que ya existía para las mujeres, las niñas y los niños en las regiones de habla inglesa de Camerún.

Según la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), han huido al vecino país de Nigeria no menos de 21.000 personas, mientras que solo en la región sudoeste, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estima que han sido desplazadas internamente 246.000 personas. En la región del sudoeste (donde ha tenido lugar la mayor parte de los combates), ha habido comunidades enteras arrasadas por el fuego, dejando a la población local extremamente necesitada y carente de refugio y seguridad.

La mayoría de las familias desplazadas internamente han abandonado sus hogares, buscando refugio en los matorrales cercanos o en zonas más seguras del país. En algunos casos, las mujeres han sido abandonadas por sus maridos, quienes se han incorporado a las fuerzas secesionistas. Como resultado, se dice que aproximadamente el 68% de los desplazados internos de Camerún son mujeres.

Como las personas desplazadas proceden principalmente de zonas rurales y dependen de la agricultura para su sustento e ingresos, el hecho de que para la mayoría de las mujeres ya no sea seguro acceder a sus campos ha tenido un impacto devastador en las comunidades locales.

"No pude cosechar el cacahuete que planté en una gran parcela de tierra durante la última temporada de siembra debido a los combates", comentó a Equal Times Mbangsi Judith, una habitante de la población rural de Kombone Bakundu, al suroeste de Camerún. Cuenta que solamente puede alimentar a sus cinco hijos y a su nieto gracias a la distribución de alimentos realizada por ONG locales. "Me da miedo ir a la granja, ya que está cerca de la carretera, a lo largo de la vía rápida Kumba-Ekondo Titi. A veces, los soldados que utilizan esa ruta disparan ocasionalmente antes de continuar hacia su destino”, afirma.

Las mujeres y las niñas en las zonas afectadas por conflictos también están luchando para obtener acceso a medicamentos y productos de higiene menstrual. Algunas mujeres han recurrido a métodos antiguos como plantas, trapos y compresas de fabricación local, otras dependen de las pocas compresas higiénicas distribuidas por las organizaciones de ayuda. Njikem Nerville, asistente social de Authentique Memorial Empowerment Foundation (AMEF), una organización humanitaria local en Kumba, describe la situación como "abyecta y lamentable".

La destrucción de escuelas, hospitales y poblaciones enteras (esencialmente por parte de las fuerzas gubernamentales) afecta gravemente las perspectivas educativas de toda una generación de jóvenes. Las niñas que no pueden asistir a la escuela se encuentran particularmente en peligro, ya que están expuestas al embarazo precoz, partos difíciles debido a su corta edad y corren el riesgo de fístula obstétrica. Las mujeres embarazadas o en período de lactancia en la región actualmente no tienen acceso a servicios básicos de salud y corren un riesgo importante de contraer enfermedades transmitidas por el agua debido a que se ven obligadas a beber de fuentes contaminadas. También ha habido informes de algunos grupos separatistas armados que obligan a las niñas a abandonar a sus familias y unirse a sus filas para ayudar en la cocina y otras tareas domésticas.

Las mujeres que logran escapar y encontrar seguridad en las principales ciudades de Camerún, como en la ciudad comercial de Douala y la capital Yaoundé, a menudo experimentan dificultades para encontrar trabajo y alojamiento.

Como resultado, algunas mujeres jóvenes se ven envueltas en la industria sexual para sobrevivir. Una joven que huyó de Bamenda a Yaoundé contó a Equal Times que se convirtió en bailarina de striptease para llegar a fin de mes. "No bailo porque me guste, sino porque necesito dinero para poder comer, pagar mis cuentas y cuidar de mi madre y mi hermano menor que se quedaron en casa”, afirma, pidiendo permanecer en el anonimato.

La crisis también ha obligado a las mujeres de algunas comunidades locales de la región noroeste a infringir las tradiciones ancestrales respetadas por la comunidad. En esas aldeas, la excavación de tumbas y otros rituales funerarios siempre han sido exclusividad de los hombres. Sin embargo, dado que la mayoría de los hombres adultos participan en el combate o se esconden por temor a represalias, ahora son las mujeres las que deben ocuparse de esos rituales, lo que representa un verdadero tabú cultural.

La violencia contra las mujeres ha aumentado en el curso de los últimos nueve meses. Human Rights Watch ha recogido pruebas de abusos perpetrados tanto por el Gobierno como por las fuerzas separatistas. El arresto arbitrario, la tortura y la detención, incluso de mujeres embarazadas, se ha convertido en la nueva norma.

Las mujeres y las niñas han sido víctimas de múltiples casos de explotación sexual. Para desplazarse durante el toque de queda del anochecer al amanecer en la región noroeste y evitar la amenaza de represalias, algunas mujeres se ven obligadas a mantener relaciones sexuales a cambio de protección o sustento. "Pueden encontrarse hasta 13 o 14 niñas compartiendo una sola habitación, donde cada una tiene su turno para ir a ofrecer favores sexuales a los hombres a fin de conseguir comida para las demás", afirma Rita Agbor, responsable de cuestiones de género para Women For a Change (WFAC) Camerún, una asociación de militantes feministas.

Asimismo, se han señalado numerosas violaciones, aunque no se denuncia un número mucho más importante. Entre los casos más conocidos, cabe mencionar el de Arthur Mbida, un militar gubernamental actualmente juzgado por violar a una madre lactante de 17 años en un puesto de control militar en Bamenda, el pasado mes de julio.

En busca de la paz

Dignatarios internacionales, regionales y nacionales, entre ellos el secretario general de la ONU, António Guterres, y la secretaria general del Commonwealth, Patricia Scotland, han pedido un diálogo para resolver la crisis, especialmente antes de las elecciones presidenciales del 7 de octubre de 2018. Sin embargo, hasta la fecha, las partes en conflicto no han tomado medidas concretas para allanar el camino hacia un diálogo significativo.

El primer ministro de Camerún, Philemon Yang, señala que el Gobierno está tratando de resolver la crisis, y anuncia la asignación de un fondo de emergencia de 23 millones de dólares USD destinados a brindar asistencia humanitaria a las regiones del noroeste y suroeste. Sin embargo, los oponentes piensan que el dinero es inútil si no se toman medidas para poner fin a la violencia.

En julio, el arzobispo emérito de Douala, el cardenal Christian Tumi, se unió a otras autoridades religiosas para pedir una "conferencia exclusivamente de habla inglesa" antes del diálogo nacional, prometiendo un enfoque "pastoral único" para resolver la crisis. Sin embargo, la conferencia aún no se ha celebrado.

Para la activista feminista Agbor, de WFAC Camerún, la esperanza de paz recae en las mujeres del país. Y exhorta a un mayor número de organizaciones de mujeres a reunirse para celebrar regularmente reuniones sobre la estrategia que ha de seguirse, así como organizar marchas y manifestaciones para "restaurar la paz en nuestro territorio".

Y añade: "Esto es lo que están haciendo las mujeres de las organizaciones de la sociedad civil que se han movilizado para formar el Grupo de trabajo de mujeres del sudoeste y el noroeste. Estamos cansadas de perder a nuestros hijos y de enterrar a nuestros esposos”.