El corredor viario transeuropeo amenaza el patrimonio natural búlgaro de la Garganta de Kresna

El corredor viario transeuropeo amenaza el patrimonio natural búlgaro de la Garganta de Kresna

El biólogo Stoyan Beshkov, en una entrevista de mayo de 2019, se opone al proyecto de la autopista en el desfiladero de Kresna y teme lo peor para la biodiversidad de la región por su efecto en el medioambiente.

(Louis Seiller)

Desde la terraza de Valentin Stoichkov, la vista de las montañas de Pirin es deslumbrante. El teniente de alcalde de la pequeña ciudad de Kresna –en el suroeste de Bulgaria– ha ampliado la modesta dacha familiar, situada al pie de este parque nacional –declarado patrimonio universal de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) desde 1983–. Aquí se alojan turistas en busca de grandes espacios.

“Es una región muy bien preservada, el aire es muy sano. Pero como pueden ver detrás de mí, se produjo un gran desastre: se quemaron 1.500 hectáreas de bosque”. El representante local, de estatura imponente, muestra una franja calcinada que recorre las colinas, muy cerca de su casa. Este terrible incendio acaparó los titulares de todos los medios búlgaros en agosto de 2017. Cabe señalar que las llamas siguieron el trazado de una futura sección de la autopista de Sofía a Salónica.

Este proyecto de infraestructura agita la región de Kresna desde hace más de dos décadas. Por aquí debe pasar el corredor transeuropeo oriental, tal y como lo define la Comisión Europea (CE), el cual conecta el norte de Alemania con Grecia. Los contribuyentes europeos han pagado cerca de 620 millones de euros, de un costo total del proyecto de 755 millones (694 y 845 millones de dólares USD, respectivamente).

Si su construcción sigue siendo tan controvertida es porque el Gobierno de Bulgaria ha decidido recientemente que uno de los sentidos de la autopista pase a través de una de las reservas naturales más importantes del país, el desfiladero de Kresna. El otro sentido, Salónica-Sofía, pasará al lado de casa de Valentin Stoichkov.

De este modo, las autoridades búlgaras han descartado los trazados alternativos existentes y se ha dejado de lado el proyecto consistente en un túnel largo o el de una autopista de dos sentidos al este de la garganta. Fidanka McGrath, de la ONG Bankwatch Network, denuncia esta decisión: “El Gobierno búlgaro no ha facilitado datos probatorios y sólidos que justifiquen su decisión. De forma extraoficial, sostiene que la división de la autopista es más barata, pero no proporciona un análisis de los costos y las ventajas. Esta opción dejará a los habitantes de Kresna sin una carretera local hacia los pueblos vecinos, también hacia la ciudad de Blagoevgrad y, más al norte, hacia Sofía. No habrá ninguna carretera alternativa si la autopista se queda bloqueada, algo que ya ha ocurrido”.

Un proyecto que acentúa aún más la desigualdad

Desde su adhesión a la Unión Europea (UE) en 2007, la economía búlgara no ha despegado realmente. Sigue siendo la más pobre de la UE y, sobre todo, la más desigual. Los escándalos de corrupción salpican habitualmente a una clase política en la que antiguos burócratas del régimen comunista se han aprovechado ampliamente de la privatización de la economía. La revuelta ciudadana que duró varios meses en 2013 parece un recuerdo lejano. En un informe, la Comisión Europea estimaba en 2017 que la lucha contra la corrupción en Bulgaria seguía siendo un ámbito en el que quedaban muchos progresos por hacer.

En la Garganta de Kresna, muchos de los opositores a la construcción de la autopista estiman que el proyecto ilustra perfectamente estas malversaciones de dinero público.

Las empresas búlgaras son incapaces de construir el túnel, motivo por el cual se tomó la decisión de simplemente ampliar la carretera actual del desfiladero. Permite responder al plazo fijado de 2023 para la realización de la obra y obtener la financiación de la UE.

Los vínculos entre las empresas del sector de la construcción y el actual Gobierno de Boiko Borisov, una coalición de extrema derecha, son un tema delicado en Bulgaria. En octubre del año pasado, se encontró en el norte del país el cadáver mutilado de la periodista Victoria Marinova. Acababa de mencionar en televisión las investigaciones sobre una empresa de construcción supuestamente cercana al primer ministro. Bulgaria, entre amenazas, noticias falsas y censura, se hunde en la clasificación de la libertad de prensa 2019 de Reporteros sin fronteras, con el peor historial de la UE.

En este contexto, los ecosistemas del país también pagan un precio elevado. Un ejemplo de ello es la desaparición en ocho años de cerca del 20% de las 420 especies de pájaros censadas en la región. Entre la urbanización rápida del litoral del mar Negro o la creación de la estación de esquí más barata de Europa en el parque nacional vecino de Pirin, la reserva de Kresna representa una joya que hay que preservar.

Una biodiversidad importante a nivel europeo

Stoyan Beshkov espera preservar la garganta. Este biólogo del Museo Nacional de Historia Natural de Sofía inspecciona cada arbusto y planta en busca de lepidópteros. “¡Hay más especies de mariposas por kilómetro cuadrado que en toda Gran Bretaña!”, exclama. “El desfiladero no es solamente importante para Bulgaria, sino también a nivel europeo. Nos encontramos en el límite norte de distribución de numerosas especies e incluso de orden, mientras que para otras especies es el límite sur. Aquí se encuentran climas diferentes, el continental y el mediterráneo”.

Este desfiladero de 18 kilómetros de longitud modelado por el río Struma, que forma parte de la red Natura 2000, concentra una biodiversidad remarcable. Hay más de 3.500 especies y al menos 92 de ellas son especies protegidas.

La Garganta de Kresna es un pasillo importante de migración para los mamíferos y los pájaros que provienen de África. Aunque los colegas de Stoyan Beshkov señalan que todavía atraviesan la carretera algunos osos, muchas especies ya se han visto afectadas por el aumento del tráfico. “¡Ya no se ven animales atropellados porque han muerto casi todos!”, espeta con un tono amargo el lepidopterista, que teme lo peor en los próximos años.

Una coalición de ONG ha reactivado la campaña Save Kresna (Salve Kresna) para impedir la construcción de la autopista. Una petición dirigida a la Comisión Europea ha reunido más de 200.000 firmas. Stoyan Beshkov asegura que “solo el 1 o 2% de los habitantes se ha negado a firmar; los residentes están en contra del proyecto de autopista en el desfiladero”. Bankwatch Network no incrimina solamente al poder búlgaro en este asunto. “La Comisión es la guardiana del derecho ambiental de la UE”, explica Fidanka McGrath, “pero no actúa como una buena guardiana de los tratados y las leyes, ya que no garantiza la protección de la naturaleza en el desfiladero de Kresna”.

“No tenemos futuro”

En el arcén de la autovía donde van a toda velocidad cientos de camiones en dirección a la frontera griega, Ivan Dimov sumerge vestimenta especializada en un agua jabonosa. Este gran deportista es guía de rafting desde hace una década en la Garganta de Kresna, una actividad que es muy popular desde hace unos años. “Este río es probablemente el mejor del país para hacer rafting, ya que tiene buenos rápidos y olas”, explica. “Pero con la autopista de sentido único será demasiado complicado. ¿Qué haremos si se produce un accidente? ¡Tendremos que tomar un desvío de al menos 40 minutos!”.

Ivan señala a un grupo de hombres jóvenes de Plovdiv que han venido para descubrir el río. “Después de hacer rafting irán a un restaurante de los alrededores de Kresna, disfrutarán de las aguas termales y pasarán la noche en un pueblo. El rafting es una fuente de ingresos para la gente de aquí. Si se construye la autopista en el desfiladero, en dos años será totalmente diferente, un desastre”. Los jóvenes aficionados a sensaciones fuertes han ido a comer justo al lado, al local de Ivo. Este padre de familia de mirada triste se hizo cargo del pequeño hotel de su padre. También vende yogur de oveja y miel de la región.

“En las zonas de aparcamiento que pondrán a lo largo de la autopista solo habrá grandes empresas como Shell u OMV, no tenemos futuro. Me iré a Londres, donde ya están todos mis amigos. Me gustaría quedarme, estoy bien aquí”, se desespera.

Ivo ha pedido tres préstamos en 30 años. Ha presenciado el cierre de la mayoría de los pequeños comercios de la región. Da pena ver la interminable transición económica en los pueblos y las ciudades pequeñas del país. Las casas vacías a menudo sobreviven en medio de ruinas, que se desploman en silencio. Bulgaria contaba con cerca de 9 millones de habitantes en 1989; 30 años más tarde no quedan más que 7 millones. Los búlgaros abandonan el país y la población disminuye como en ninguna otra parte del mundo. Las previsiones más pesimistas anuncian incluso que habrá 4,5 millones de habitantes en 2050.

El representante local, Valentin Stoichkov, teme este golpe de gracia para los pequeños comercios de Kresna. Pero sobre todo espera que se encuentre rápidamente una solución. La autopista actual, peligrosa y sobrecargada, hace la vida imposible a los habitantes de Kresna, que a menudo son víctimas de accidentes mortales. “Por desgracia, en este tipo de proyectos, no depende de nosotros y no podemos obtener solamente beneficios”, resopla. “Pero lo peor será perder el desfiladero”.

Este artículo ha sido traducido del francés.