El Daily Mail y la tentación del antisemitismo

 

¿Era antisemita? ¿No lo era? ¿Insinuaba antisemitismo? ¿Adolecía en realidad más de provincianismo británico? Durante casi quince días, así es como discurrió el debate entre los estupefactos expertos judíos tras la publicación de un artículo impactante en el Daily Mail sobre Ralph Miliband, el sociólogo marxista y difunto padre del líder del partido laborista Ed Miliband.

Redactado por un periodista judío, el artículo titulado The Man Who Hated Britain (El hombre que odiaba a Gran Bretaña) se permitió expresar muchos de los rasgos típicos del racismo antijudío: desconfianza hacia los extranjeros (Miliband padre nació en Bélgica), acoso a los “rojos” y acusaciones de deslealtad.

El hecho de que el artículo se publicara en un periódico famoso por haber apoyado a Adolf Hitler (en la década de 1930) y más recientemente a neofascistas como Marine Le Pen no ayudó a calmar los ánimos.

Pero, ¿antisemitismo? ¿Cómo podía calificarse dicha salida de tono de antisemita cuando el lenguaje que utilizó fue claramente anticomunista? ¿Y por qué ahora?

Hoy en día, rara vez se ataca de este modo a los judíos en Reino Unido, al menos en público.

Más frecuentemente, estos ataques se atribuyen a la izquierda por sus críticas a las políticas israelíes en su conflicto con los palestinos.

¿No se podría considerar como el desliz anacrónico de un tabloide que simpatiza con la causa conservadora y que es conocido por burlarse continuamente de los progresistas?

¿Y qué pasa con los conservadores, un creciente número de los cuales pertenecen a las minorías?

Por ejemplo, muchos en la comunidad paquistaní podrían considerar a la baronesa Sayeeda Warsi como una traidora.

Sin embargo, su presencia en las altas esferas del partido conservador es importante, pues lanza un claro mensaje sobre la integración.

Pero realmente, ¿qué pretendía el periódico Daily Fail (“fallo diario”), como muchos periodistas británicos suelen llamarlo?

 

 

Un discurso racista y xenófobo

El racismo, en su retórica de derechas, ha alcanzado unas cotas sin precedentes.

Estimulados por los recientes triunfos electorales del populista Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), los conservadores en el poder, con su discurso xenófobo sobre la inmigración ilegal y su paranoia sobre la renuncia de la soberanía de Gran Bretaña a favor de la UE, han intentado sacar partido del empuje del UKIP, apropiándose de su lenguaje y adaptándolo para sus propios objetivos.

Sin embargo, los conservadores no son ajenos a este tipo de discurso.

A principios de 2011, David Cameron declaró en una conferencia, celebrada precisamente en Múnich, que el multiculturalismo británico había fracasado y que se necesitaban urgentemente nuevos enfoques para la gestión de la diversidad.

Como primer ministro, iba a descubrir América. Varios meses antes de la publicación del susodicho artículo en el Daily Mail, su gobierno llegó incluso a sacar furgonetas a la calle con anuncios en los que invitaba a los inmigrantes ‘ilegales’ a “regresar a sus países o enfrentarse a las detenciones”.

¿Por qué no podría el Daily Mail hacer lo mismo atacando a Ed Miliband, el líder judío del partido laborista, por tener un padre marxista?

Sin duda, el clima político lo fomentaba, al menos en los círculos conservadores.

Si se compara con las medidas estatales, el artículo del Daily Mail al menos requería una interpretación.

Debatir sobre si el periódico realmente publicó un artículo antisemita tiene menos que ver con la transgresión en sí que con la cuestión de si los judíos están exentos de las críticas del multiculturalismo en Gran Bretaña formuladas por la derecha.

Por supuesto, la opinión general es que no deberían estar exentos. Después de todo, el líder del mayor partido político del país es judío. Y su hermano fue ministro de asuntos exteriores del anterior gobierno.

Asimismo, el partido conservador ha tenido presidentes judíos.

En el mundo del espectáculo, están incluso mejor representados. Desde Simon Schama y Sacha Baron Cohen hasta Nigella Lawson, son una de las minorías mejor integradas en el Reino Unido.

 

 

Temor inconsciente

Entonces, ¿qué sentido tiene destacar sus diferencias? Porque su identidad étnica y su cultura están unidas de algún modo a las de la izquierda.

El temor inconsciente, podemos suponer, es que los judíos británicos constituyen un ejemplo de lo que los nuevos inmigrantes probablemente serán en un futuro: minorías con un cierto grado de poder político y cultural.

De ahí la decisión de atacar al padre del líder laborista por sus ideas políticas, como si de algún modo éstas estuvieran en conflicto con la identidad británica o fueran opuestas a la misma.

Así dejan patente que el materialismo histórico solo sirve para promover los intereses judíos y no necesariamente los de los trabajadores.

No es muy diferente a afirmar que los inmigrantes roban puestos de trabajo a la población local.

El énfasis que se hace en la ideología es simplemente una tapadera para negar que dichos ataques son racistas.

El elemento de la negación es lo que genera el debate sobre su veracidad.

Nada resume mejor esta lógica que la defensa del artículo que hizo el director del Daily Mail, Paul Dacre, en el periódico The Guardian. Publicada el 12 de octubre en la sección Comment is Free, el señor Dacre demostró no tener ni idea sobre la supuesta neutralidad cultural del artículo del señor Levy.

En su artículo de opinión declaró que “las clases metropolitanas”, que “desprecian a nuestros lectores que sueñan con una educación decente, un servicio de salud en el que puedan confiar, su creencia en la familia y su patriotismo”, critican injustamente al Daily Mail. Así, el artículo abarca un ámbito familiar, aunque sintomático.

Aunque se formula en el lenguaje del conflicto de clases, vuelve a aparecer aquí el argumento histórico de que los judíos son personas odiosas de la metrópolis que están en conflicto con los trabajadores de a pie, honestos y ‘europeos’.

En este sentido, el señor Dacre se hace un flaco favor al defender la acusación del señor Levy de que Ralph Miliband “denigró las tradiciones e instituciones británicas, como la familia real, la iglesia y el ejército”.

Calificar las ideas políticas del señor Miliband como hostiles al “carácter británico” es otro modo de reafirmar no solo sus diferencias ideológicas con los conservadores, sino también su carácter extranjero.

No entender cómo eso se extiende históricamente a su judaísmo, y no solo a sus ideas políticas, es salirse por la tangente.

Y es entendible que al menos los judíos se sientan nerviosos. Lo suficiente como para preguntarse, con toda la razón, si se ha sobrepasado un límite y, en caso afirmativo, cómo se hizo.

En efecto, todo indica que se ha sobrepasado un límite, estableciendo así un precedente para manifestaciones más firmes y abiertas de antisemitismo en un futuro no muy lejano.

¿Debería sorprendernos? No en el actual clima político, en el que no se está poniendo freno de manera eficaz a los discursos racistas y discriminatorios.

Únicamente hay que echar una ojeada a la amplitud de los objetivos de las altas esferas políticas de Gran Bretaña: gitanos, musulmanes y trabajadores/as del este de Europa.

Solo era cuestión de tiempo que metieran a los judíos en el mismo saco.

El hecho de que se pueda problematizar de este modo al jefe de la oposición, aunque sea de un modo codificado, sencillamente resulta demasiado tentador.

Especialmente para un tabloide con las ideas políticas del Daily Mail.