El desarrollo anárquico de la minería artesanal de oro se cobra numerosas vidas en Camerún

El desarrollo anárquico de la minería artesanal de oro se cobra numerosas vidas en Camerún

Le trou minier qui a coûté la vie à Jean Daniel Zamboure, jeune mineur de 16 ans, le lundi 13 juin 2022, a été mis sous scellé par la préfecture du département de la Kadey dont dépend administrativement Kambelé.

(Yannick Kenné)

Bakombo es un pequeño poblado de aproximadamente 1.000 habitantes perdido en el corazón del bosque ecuatorial, en el este de Camerún. Esta soleada mañana, la localidad situada en el distrito de Baturi, a 400 kilómetros de Yaundé, la capital camerunesa, ya reboza de actividad. Los cantos de los pájaros se mezclan difícilmente con el rugido ensordecedor de los vehículos que atraviesan constantemente el poblado, afligido por la desaparición unos días antes de uno de sus hijos : Jean Daniel Zamboure, de 16 años. El joven perdió la vida en un deslizamiento de tierra en la ciudad minera de Kambelé III, a 20 kilómetros de esta población, el lunes 13 de junio de 2022.

En casa del desaparecido, frente a la vivienda familiar, los vestigios de la ceremonia fúnebre celebrada el sábado todavía son visibles bajo una frágil carpa cubierta de hojas de palma próxima a su tumba, la cual puede distinguirse por el montículo de tierra que la cubre. Su madre, Angeline Ndedesi, está inconsolable y permanece, en presencia de Jérémie Nouma, un joven compañero minero, al lado de la tumba de su hijo fallecido en circunstancias que resultan inquietantes.

Ese día, Jérémie, de 18 años, también pudo haber perdido la vida en el mismo lugar, pero escapó milagrosamente : “Éramos muchos trabajando en el agujero cuando se produjo el deslizamiento. La tierra cubrió varias excavadoras, pero logré escapar. En ese momento no me di cuenta de que Jean Daniel se había quedado enterrado. Al cabo de un tiempo no lo vi entre los sobrevivientes y empecé a preocuparme. Comenzamos la búsqueda para encontrar los cuerpos”, relata el joven a Equal Times, con la voz temblorosa y el rostro entristecido. Desde ese día, traumatizado, no ha vuelto a la mina.

Jean Daniel era estudiante en la escuela pública del pueblo. No le gustaba estudiar, y alternaba esporádicas apariciones en la escuela y una carrera de principiante en las minas de oro. Iba a Kambelé III entre tres y cuatro veces por semana, y el dinero que pudiera ganar en la mina (ingresos de hasta 35.000 francos CFA –unos 54 dólares USD– a la semana) ayudaba a mantener a esta modesta familia que vivía de la agricultura y del pequeño comercio.

El oro para tener ingresos, la agricultura para la subsistencia

La región Oriental, uno de los 10 distritos administrativos, es la más extensa del país. Además de la extracción artesanal de oro, su economía se basa en la agricultura tradicional, la ganadería, pero también la explotación abusiva de sus especies forestales. La explotación minera de oro ha terminado por suplantar otros sectores de la economía local, en particular la agricultura, debido al gran número de emplazamientos mineros en la región.

El distrito de Baturi tiene seis, entre los que se cuenta Kambelé III, donde varias familias viven en campamentos improvisados, construidos de forma anárquica sobre varias hectáreas hasta donde alcanza la vista. Para muchas de ellas, la proximidad a este “tesoro” les garantiza una regularidad de ingresos, algo muy diferente al campo, cuyo ciclo de producción hasta la cosecha es largo y los ingresos son estacionales.

Para Joseph Kendja Kombo, promotor del grupo de iniciativas comunes (GIC) denominado Productores Agrícolas de Baturi (PRABA), que reúne a una decena de miembros, es difícil prescindir de la minería de oro en este distrito, donde el 66% de la población vive de esta actividad, según un estudio publicado en 2016 por el Centro de excelencia para la gobernanza de las industrias extractivas en África francófona (CEGIEAF) :

“Nuestra organización da prioridad a la agricultura, pero dado que la actividad de la minería aurífera ha aumentado en nuestra región, nuestros miembros alternan las dos al mismo tiempo. No puede abandonarse la extracción de oro porque disponemos de minas, como tampoco podemos poner fin a la agricultura porque nos da de comer”, asegura.

En Kamebelé III, el agujero en el que perecieron Jean Daniel y otro buscador de oro, originario de la República Centroafricana, fue cerrado en un perímetro superior a los 1.000 m² por el prefecto y se prohibió el acceso a los mineros. Sin embargo, la medida administrativa se pasó por alto al día siguiente, y los mineros artesanales de oro siguen trabajando en este espacio. Esta tragedia no empañó la determinación de estos mineros originarios de muy diversos lugares. Hay nativos de la región Oriental, así como trabajadores nómadas de la región del Extremo Norte, los más pobres del país, donde el 74% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza ya desde antes de las incursiones de la organización yihadista Boko Haram en 2011.

También hay extranjeros que trabajan como mineros, y provienen de Burkina Faso, de la República Centroafricana o de Chad. En su gran mayoría son artesanos clandestinos que se conforman con los residuos de oro que quedan enterrados en los agujeros mineros abandonados por las empresas que practican la minería artesanal semimecanizada con excavadoras. Trabajan en condiciones peligrosas inmersos en unos entornos totalmente insalubres.

Entre 2014 y mayo de 2022, la organización no gubernamental FODER (acrónimo francés de Bosques y Desarrollo Rural), centrada en cuestiones ambientales y de derechos humanos en yacimientos mineros, contabilizó 185 fallecimientos en minas situadas en las regiones Oriental y Adamawa. La pérdida de vidas no parece tener un fin próximo. Para finales de junio, esta cifra ya había alcanzado los 200 fallecimientos, con nuevas pérdidas de vidas en las minas, en particular la hecatombe del 9 de junio en Bélita II, otro yacimiento aurífero de la región.

Las empresas mineras que operan en estas explotaciones mineras son camerunesas, chinas, indias o griegas. Realizan una minería artesanal semimecanizada con la autorización del Ministerio de Minas, Industria y Desarrollo Tecnológico. Estas empresas son consideradas las principales responsables de esta mortandad, ya que tras su actividad semimecanizada abandonan enormes agujeros, dejando el campo libre a los mineros artesanales que se precipitan a buscar los residuos de oro poniendo en peligro su vida.

Una constatación que deja consternado a Placide Damzon Mbelé, miembro de la Comisión de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio del Consejo Regional de Oriente, estructura estatal encargada del desarrollo de la región : “Cuando las empresas cavan y terminan de explotar los agujeros, no los cierran. La mayoría de las veces, estos agujeros se convierten en lagos artificiales en los que los trabajadores mueren ahogados”.

“Las empresas utilizan máquinas que forman grandes montículos de tierra, y es en estos lugares peligrosos donde los mineros cavan agujeros que provocan deslizamientos de tierra”, lamenta.

En septiembre de 2021, la organización FODER realizó un censo no exhaustivo de agujeros abandonados como resultado de esta actividad, y contabilizó 703, incluidos 139 lagos artificiales en un área de 93,66 hectáreas. El nuevo Código de minas de Camerún aprobado en 2016 especifica en su artículo 136 que “la restauración, la rehabilitación y el cierre de los emplazamientos de minas y canteras son responsabilidad de cada operador”. Sin embargo, esta ley aún no ha entrado en vigor. Su aplicación efectiva está condicionada por un decreto de aplicación que se hace esperar desde hace seis años y cuya firma es responsabilidad exclusiva del presidente de la república, Paul Biya, en el poder desde 1982. La minería semimecanizada en Camerún todavía se rige por el Código de minas de 2001 y una serie de decretos, el último de los cuales se firmó el 4 de julio de 2014, dos años antes de la adopción del nuevo texto.

Esta cacofonía desde el punto de vista jurídico se suma a un contexto anárquico donde las relaciones son casi siempre conflictivas entre los propietarios de las minas y los trabajadores, conflictos que a veces se tornan en drama. Regularmente se interponen demandas contra estas empresas en un intento de obtener justicia para las víctimas, pero suelen ser desestimadas.

Según Rodrigue Nodem Fomene, asistente del Proyecto minas, medio ambiente, salud y sociedad, fase II (ProMESS 2) en el marco de FODER, “se han producido accidentes en los emplazamientos mineros de Baturi, causados por Metallicon S.A [en 2017]”.

“En nuestra calidad de sociedad civil, apoyamos a las familias con abogados. El juicio se llevó a cabo, la empresa fue declarada culpable y condenada a pagar multas de 2,1 millones de francos CFA [unos 3.284 USD]. Tras la condena, la empresa desapareció y nunca se la ha vuelto a encontrar”, asegura. También denuncia la existencia de empresas fantasma identificadas sobre el terreno, que no tienen existencia legal. Un hecho por lo demás extraño al que Yvonne Zong Abade, representante del Ministerio de Minas en el departamento de Kadey, contactada por teléfono, no quiso contestar.

Empresas mineras suspendidas y medidas administrativas sin cumplir

De hecho, el prefecto Yakouba Djadaï ya ha reconocido el alcance del peligro que representan estas empresas mineras para los trabajadores del oro. Firmó una decisión el 27 de julio de 2022, suspendiendo a todas las empresas que operan en Kambelé III debido a las muertes recurrentes registradas en este emplazamiento minero, así como a los efectos devastadores de sus actividades sobre el medio ambiente. Nueve empresas se ven afectadas por esta decisión, seis de las cuales son propiedad de ciudadanos chinos. Esta autoridad administrativa local ahora está contemplando la reforestación de este emplazamiento después de cerrar los agujeros, además de la reorientación hacia la agricultura de los buscadores de oro. Esta medida pretende limitar los daños, y forma parte de una de las diversas medidas emprendidas por las autoridades camerunesas para intentar yugular la pérdida de vidas.

La Sociedad nacional minera de Camerún (Sonamines), brazo secular del Estado en el sector minero, creada en 2020, realiza cada año la operación “cero niños en la mina” en diferentes yacimientos mineros de la región Oriental. Según Alvine Dogoua, jefe de comunicación de esta organización, el objetivo de esta operación es “contribuir a la reintegración de los niños en el sistema educativo, a través de un conjunto de medidas de acompañamiento encaminadas a la escolarización y la alfabetización”.

Según las estadísticas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), alrededor de un millón de niños, con edades comprendidas entre los 5 y 17 años trabajan en minas de oro en todo el mundo.

En la región Oriental, la Sonamines calcula en más de 800 el número de niños presentes en las minas en el curso de 2021. El fenómeno de abandono escolar que resulta de esta situación ha aumentado en los últimos años.

Los resultados de un reciente estudio realizado por la organización sin fines de lucro CED (acrónimo francés del Centro para el Medio Ambiente y el Desarrollo) indican que la tasa de deserción escolar durante el cuso 2020-2021 en la localidad de Betaré-Oya, uno de los primeros emplazamientos de extracción de oro en la región, alcanza del 91%. La afluencia de niños a las minas continúa, a pesar de que el Gobierno ha prohibido la presencia de niños mineros desde agosto de 2021. No obstante, esta decisión no se respeta, y las autoridades locales no garantizan la aplicación estricta de esta medida.

Lo mismo ocurre en el caso del uso de mercurio y cianuro, sustancias prohibidas por el Ministerio de Minas de Camerún desde agosto de 2019 en el contexto de la minería, pero los mineros de oro continúan utilizándolas para separar las pepitas de oro de las partículas.

Aliou Baba, uno de los mineros artesanales en Kambelé III, maneja este reactivo todos los días y no le preocupan los efectos que pueda tener para su salud. “Llevamos años utilizando esto [el mercurio], y nunca hemos tenido problema. Y todo el mundo lo utiliza aquí”, indica a Equal Times para relativizar el asunto.

Entre el 28 de mayo y el 5 de junio de 2022, FODER llevó a cabo una operación de toma de muestras de pelo de 66 mineros de oro en los yacimientos de la región de Oriente, precisamente en Baturi, Ketté, Ngoura y Betaré-Oya. Dichas muestras fueron enviadas a la estación biológica de la Universidad de Michigan en los Estados Unidos para su análisis, con el fin de evaluar el riesgo para la salud asociado con el uso regular de mercurio entre los mineros artesanales. Rodrigue Nodem Fomene afirma que “los resultados de los análisis se compararán con la norma de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para determinar si la concentración de mercurio en los organismos de estos mineros de oro está por encima del umbral recomendado”.

“Luego retornaremos a las minas para comunicarles los resultados, y los casos probados de intoxicación se tratarán conjuntamente con los centros sanitarios ya identificados, las autoridades públicas y de común acuerdo con las personas afectadas”, continúa.

En Camerún, a pesar del atractivo que suscita la minería artesanal de oro, el Gobierno se esfuerza por estructurar y regular este sector aquejado de un desarrollo anárquico. Debido al desorden que reina en el sector, la actividad contribuye muy poco al crecimiento económico del país. La producción es muy marginal, y disminuyó significativamente entre 2015 y 2019, de 801 a 317 kilogramos por año, una disminución del 39% en términos relativos, según cifras oficiales del anuario estadístico de 2020 del Ministerio de Minas de Camerún. Se estima que la contribución del sector extractivo al PIB nominal asciende solamente a un 3,15%, según el informe de la Iniciativa para la transparencia de las industrias extractivas en Camerún (ITIE) en su versión de 2019.