El último atardecer en Japón, el sector de los cuidados que protege la calidad de vida de la población más mayor

El último atardecer en Japón, el sector de los cuidados que protege la calidad de vida de la población más mayor

Pictured, a resident of Matsudo expresses her gratitude for the work of care manager Naoko Hasegawa.

(Carmen Grau)

“¡Atención, vecinos de Matsudo! Hombre de 70 años y 1,70 m de altura se encuentra perdido…”. En Japón, 16.927 mayores desaparecieron en 2018, la mayoría con demencia. En un país donde la tercera edad la conforman 36 millones de personas, el 30% de la población, el cuidado y asistencia a los mayores son una responsabilidad social. En Matsudo, una ciudad dormitorio al este de Tokio, este bando municipal se repite cada diez días. Los vecinos patrullan la ciudad en chalecos naranjas para asistir a abuelos desorientados. En 2019, encontraron a todos excepto a uno.

En el Japón descrito por la antropóloga Ruth Benedicte durante la Segunda Guerra Mundial, el cuidado de los ancianos era familiar. La realidad actual, sin embargo, difiere mucho de esta imagen. La herencia confuciana del máximo respeto al mayor se sigue inculcando en las escuelas y el calendario nacional celebra un día en su honor. Pero ya no son mayoritariamente las familias las que cuidan a los mayores, es la sociedad la que se encarga. Según la OCDE, Japón no solo tiene la esperanza de vida más alta del mundo, sino también la población más sana.

“El cambio de la tradición de cuidar a los familiares a la del cuidado asistencial ha sido muy rápido”, afirma Florentino Rodao, historiador de la Universidad Complutense de Madrid y autor de La soledad del país vulnerable, una obra que radiografía el Japón contemporáneo. Según el autor, el envejecimiento pasó a ser una prioridad política a finales de los 80 y el impuesto al consumo se ha ido aumentando para sostener el gasto público en cuidados. Este seguro social se enfrenta a nuevos desafíos: un aumento in crescendo de mayores, la asfixia de las arcas públicas y las muertes en solitario que escapan al sistema, una triste consecuencia del aislamiento que padecen los ancianos.

¿Mayor envejecimiento de la población?: mayor inversión en cuidados

El país más envejecido se ha convertido en una “sociedad de plata”, un fenómeno que tiene su origen en el baby boom japonés de los años 50 y 60. Pero mientras países con población envejecida como España o Reino Unido han llevado a cabo grandes recortes sanitarios en la última década, Japón celebra 20 años de la implantación de un sistema social de cuidados que da cobertura en la última etapa de la vida.

La premisa es evitar cargas a las familias y prevenir el deterioro físico y mental de los ancianos, poniendo el énfasis en la demencia, un mal que asola a casi cinco millones de japoneses.

Naoko Hasegawa se desplaza en bicicleta por Matsudo. Esta urbe del extrarradio tokiota era huertos de cultivo en 1953 y tenía 40.000 habitantes. Ahora roza el medio millón y encontrar un trozo de campo ha pasado de ser normal a sorprendente. Aparca su bicicleta en casa de una vecina centenaria. Son tiempos de coronavirus, Japón ha declarado el estado de emergencia, pero ella no puede parar. De su trabajo como gestora de cuidados dependen los mayores. Cuando no está en su oficina tramitando papeleo y contactando con médicos o empresas locales proveedoras, visita a los ancianos y monitorea la asistencia.

En esta ciudad envejecida, decenas de gestores velan por el bienestar y salud de la tercera edad: “Estamos autorizados para movilizar los impuestos. Los mayores de 65 años que necesitan asistencia la solicitan al ayuntamiento. Una vez aprobada, gestionamos los servicios [que van desde] alquilar una silla de ruedas, instalarse pasamanos o rampa en el hogar, agarradores en la cama, contratar un taxi ambulancia para ir al hospital o visitas a domicilio de dentistas, enfermeras, fisioterapeutas o médicos. También la comida y el baño”.

El baño a domicilio ha tenido tan buena acogida que no deja de aumentar la demanda. Requiere de una enfermera y dos auxiliares que llegan en furgoneta y, en cuestión de minutos, instalan una bañera portátil en el salón de casa. La enfermera toma las constantes vitales. Si todo está en orden, proceden al baño. Les cubren con una tela fina para salvaguardar su intimidad. Que se relajen también es importante. Son 45 minutos en cada hogar y no hay tiempo para descansar. Muchos vecinos ya no pueden bañarse solos. En Matsudo, 25.000 mayores viven solos.

“Cuidados y asistencia con el corazón en la mano” es el lema de la ciudad. Diariamente atraviesan las calles taxis ambulancias, reparto de comidas nutritivas para cuidar la dieta, furgonetas con bañeras o profesionales sanitarios que sostienen la vida de esta “ciudad de plata”. El negocio de los cuidados ya emplea aquí a casi 11.000 trabajadores. Un total de 578 empresas locales proveen servicios de cuidados en el hogar y en centros de día. Una guía del ayuntamiento hace el inventario de las empresas autorizadas.

En los centros de día juegan, cantan, hacen jardinería y luchan contra la demencia, también se bañan. Matsudo cuenta con 108 residencias. De corta, larga estancia, medicalizadas, especializadas en demencia, de gestión privada y local. La gestora Hasegawa explica que: “en Japón las familias ya no pueden cuidar a un mayor debilitado o con demencia. Respetamos su voluntad, pero si no pueden vivir solos, solicitamos una residencia. Todo se consulta con la persona y la familia. La dignidad de las personas es lo más importante, es la ética de nuestro sistema de cuidados”.

Es un sistema de copago: los mayores costean del 10 al 30%, según su pensión, y el resto se sufraga a través de un combinado de impuestos nacionales y municipales.

En Matsudo, 358 millones de euros (unos 388 millones de dólares USD) se destinan a sostener a la tercera edad, una cuarta parte del presupuesto local anual. Más de 20.000 mayores lo utilizan, y cada año hay 1.000 solicitudes nuevas. La gestora, de 54 años, ha visto la evolución: “Cuando se implantó había holgura financiera, pero ya no. Los servicios se encarecen y dejan de ser accesibles para algunos”. También observa ligeros cambios generacionales. “Antes, nueve de cada diez éramos mujeres, ahora hay un aumento en el número de hombres, tres de diez. Y el sector empieza a abrirse a empleados extranjeros. Continuamente estamos reclutando”, señala. El gobierno busca paliar la escasa fuerza laboral en el sector con 60.000 trabajadores extranjeros, aunque la pandemia ha paralizado los procesos de visados. Sobre los voluntarios, afirma tajante: “Pueden acudir a los centros de día o hacer tareas de apoyo, pero el cuidado requiere una profesionalización”.

Viejos y nuevos retos en el sector de los cuidados

Desde el ayuntamiento, estos días se esfuerzan en frenar la crisis del coronavirus y han puesto en marcha un consultorio hospitalario en línea. El concejal Jiro Sekine es nieto de migrantes internos, llegados de otra región para trabajar en Tokio y asentados en la ciudad. En videollamada explica que el fenómeno de Matsudo es nuevo: “Al igual que mis abuelos, miles de japoneses llegaron [a la capital] de todo Japón. Ahora ellos son la generación mayor”. Ante los desafíos del sistema de cuidados afirma que “la clave es la prevención y mantenerles activos, que se ejerciten en grupos en los parques, que participen en actividades, buscarles estimulación”.

El rápido envejecimiento de la población saca a relucir un fenómeno adicional, el kodokushi, o muertes en solitario, una consecuencia del aislamiento (no buscado) en el que vive una generación que vivió el crecimiento económico de Japón en los 60, pero también el rápido declive de los 90 y ha sufrido drásticos cambios en el estilo de vida.

El máximo exponente nacional está en Tokiwadaira, un barrio de Matsudo. Incontables bloques de edificios iguales, con más de 4.000 viviendas gubernamentales en las que hace sesenta años crecieron familias y todo un país. Pero donde ahora voluntarios comunitarios tratan de prevenir las muertes de ancianos solos. En 2018, 218 personas murieron en la ciudad sin que nadie se percatase de su marcha. Ante esto, el concejal afirma:

“Por extraño que parezca, todavía hay ciudadanos que no conocen la existencia del seguro de cuidados. Hay que enseñarles, sobre todo a los hombres japoneses, que necesitar cuidados no es una vergüenza”.

La pandemia ha puesto en jaque al sector de los cuidados en todo el mundo, especialmente en el interior de las residencias, con defunciones masivas en países como Reino Unido, Francia, Bélgica, Irlanda, España y Estados Unidos. Con falta de personal, sin equipos de protección y sin ingresar en los hospitales, las cifras hablan, entre otros, de abandono.

El 12 de febrero, el Ministerio de Salud japonés anunciaba una de las primeras medidas, proteger a los mayores y las residencias con el uso de mascarillas, el control de la salud de los cuidadores, cuarentenas a los casos sospechosos, ventilación de espacios y desinfectantes por doquier. A finales de febrero, se prohibían todas las visitas. Aunque varias docenas de residencias se han visto afectadas por todo el archipiélago, las cifras contrastan con las de otros países. A mediados de mayo, con más de 16.000 contagiados en Japón, 474 son casos de ancianos en residencias y centros de día y 226 son de empleados de estas. De los 700 afectados, 79 han fallecido. Una de las residencias, medicalizada, está en Matsudo y trece ancianos fallecieron dentro. Hasta la fecha, Japón ha priorizado la edad avanzada para el ingreso hospitalario.

Centros de día y empresas del sector cierran, cuidadores mayores dejan su trabajo por sentirse en riesgo. Los expertos japoneses hablan de buscar un equilibrio entre las medidas de seguridad y asegurar los cuidados. Algunas residencias sí permiten visitas de familiares a través de cristales. Otras han establecido la hora de ‘visitas en línea’ y los cuidadores les ayudan a comunicarse con el exterior. Durante la declaración de emergencia, el primer ministro japonés instó a los jóvenes a proteger a sus abuelos. Un nuevo bando en Matsudo urge a la población a “permanecer en casa y proteger la vida”.

This article has been translated from Spanish.