En 2019, “pongamos los pies en la tierra” y exijamos justicia aeronáutica y medioambiental

En 2019, “pongamos los pies en la tierra” y exijamos justicia aeronáutica y medioambiental

A young girl holds up a sign that says: ‘No to the third runway’. On 27 May 2017, a flash mob created an 80-metre-long red line through Vienna International Airport to protest against the expansion of the airport.

(Stay Grounded/Christian Bock)

En este momento, mientras usted lee estas líneas, se encuentran en el aire al menos medio millón de personas. En los últimos 25 años, los viajes aéreos se han transformado y han pasado de ser un lujo para convertirse en un medio de transporte común. Las compañías de bajo costo han hecho asequible la posibilidad de descubrir rápidamente el mundo, al tiempo que han generado la creciente popularidad de los viajes de fin de semana por vía aérea.

Para un número cada vez mayor de personas, esta facilidad se ha convertido en una parte aparentemente natural de sus planes de vacaciones, de la elección del lugar dónde quieren vivir y trabajar y qué relaciones fomentar. ¿Pero qué tan común y corriente es volar? ¿Y quién asume el costo?

La aviación es, con diferencia, el modo de transporte que más impacta en el clima. Las emisiones de la aviación han aumentado más rápidamente que las de otros sectores de la economía: entre 1990 y 2010, las emisiones mundiales de CO2 aumentaron en aproximadamente un 25%; durante el mismo período, las emisiones de CO2 de la aviación internacional aumentaron más del 70%. Y la tendencia al crecimiento continúa. Se espera que el número de aviones y el número de pasajeros/kilómetros transportados en vuelo se duplique en los próximos 20 años. Se están planificando o construyendo alrededor de 1.200 proyectos de infraestructura aeroportuaria en todo el mundo, que incluyen nuevos mega aeropuertos, nuevas pistas y nuevas terminales.

Este crecimiento no solo activa el cambio climático, sino que también crea muchos otros conflictos en torno a los derechos sobre el suelo, la biodiversidad y la soberanía alimentaria.

Los aeropuertos y pistas adicionales planificados degradan cada vez un mayor número de hábitats de personas, animales y plantas. Las personas que viven cerca de los aeropuertos están expuestas a mayores riesgos para la salud, especialmente a una presión arterial elevada y enfermedades cardíacas, que son solo dos de los efectos del ruido de los aviones y los altos niveles de partículas en el ambiente. Además, los impactos económicos en las regiones anfitrionas no son todos positivos: la infraestructura de transporte y las cadenas hoteleras desplazan a los pequeños comercios y a los agricultores, al tiempo que aumentan los precios inmobiliarios. Asimismo, cada vez son más las protestas en regiones inundadas por el turismo masivo que generan los vuelos baratos y los viajes en cruceros de lujo. Las reservas de agua disminuyen bajo la doble presión de la crisis climática y del turismo. Los vertederos se extienden y la cultura se convierte en una atracción y en una mercancía.

Desigualdad en el espacio aéreo

El número anual de pasajeros transportados por las líneas aéreas asciende a un total de 3.600 millones, pero este número no significa que la mitad de la población mundial vuele por avión: en realidad, menos del 10% de la población mundial se ha sentado en un avión. América Latina y África representan solo el 11% del tráfico aéreo de pasajeros, mientras que América del Norte y Europa representan la mitad, a pesar de contar con una población más reducida. El transporte de bienes tales como los productos electrónicos, los alimentos perecederos y de lujo, las flores cortadas y los productos de "moda rápida" se hace cada vez más por aire y se consumen principalmente en el hemisferio norte.

También en el interior de los países existen grandes disparidades en cuanto a quién utiliza el transporte aéreo y quién no. Se vinculan directamente a las disparidades de ingresos dentro de las sociedades. Por lo tanto, resulta menos paradójico de lo que parece a primera vista que los votantes del Partido Verde sean los viajeros más frecuentes en comparación con los votantes de otros partidos en Alemania, ya que tienden a proceder de los grupos con ingresos más altos. Por lo tanto, volar no es de ninguna manera común y corriente. Por el contrario, este sistema de movilidad fósil es sumamente exclusivo.

Aquellos que viajan en avión u optan por ciertos productos lo hacen a expensas de otros: a expensas de los residentes expuestos al ruido y la contaminación de partículas de los aviones, los ecosistemas locales, las generaciones futuras y aquellos que en el hemisferio sur ya son los más afectados por el cambio climático.

El lobby de la industria de la aviación afirma que los precios más bajos democratizan los vuelos. Los costos de los viajes aéreos son un 60% más bajo hoy que en 1970; este descenso es el resultado de una mayor eficiencia, de las compañías de bajo costo, el dumping salarial y, sobre todo, la desregulación del sector iniciada desde la década de los años 1980 en adelante. Aun cuando la industria de la aviación está obteniendo ganancias cada vez mayores, la presión sobre sus trabajadores está en aumento, como lo demuestran las huelgas de este año. Al tiempo que disminuyen la calidad y la seguridad, aumentan el estrés y el agotamiento.

Otra razón importante de la caída de los precios de los viajes aéreos es que los Estados subsidian masivamente al sector: el queroseno destinado a la aviación es el único combustible fósil, aparte del petróleo pesado para el transporte marítimo, que no está sujeto a impuestos. Muchos gobiernos se abstienen de cobrar el impuesto sobre el valor agregado en los pasajes de avión y el impuesto a la propiedad en los aeropuertos. Solo en la Unión Europea, las pérdidas en ingresos estatales debido a tales subsidios a la aviación ascienden de 30.000 a 40.000 millones de euros anuales.

Además, los fabricantes aeronáuticos y las aerolíneas se benefician de importantes subvenciones. Todos, incluidos aquellos que no vuelan, pagamos estos subsidios para hacer posible que este medio de transporte, esencialmente destinado a los más acomodados, siga siendo barato. Todos los inconvenientes mencionados anteriormente, desde el cambio climático hasta el desplazamiento de poblaciones debido a la expansión aeroportuaria, plantean la cuestión de saber si el objetivo consiste realmente en convertir a todos en pasajeros frecuentes, o si, de hecho, los viajes aéreos deben ser limitados.

La careta ecológica

Por temor a las restricciones en una época de cambio climático, la industria de la aviación ha insistido en promover en los últimos años una imagen ecológica de los vuelos. En 2016, la OACI (Organización de Aviación Civil Internacional), el organismo de las Naciones Unidas que se ocupa de la aviación, adoptó un paquete de medidas climáticas bajo el título de CORSIA, las siglas en inglés del plan de reducción y compensación de carbono para la aviación internacional. Con este paquete, pretenden lograr un "crecimiento neutro en carbono" para 2020.

En el centro de esta estrategia climática se encuentra el concepto de compensar las emisiones a través del ahorro de otro tipo de emisiones en otros lugares. La mayoría de los proyectos de compensación se ubican en el hemisferio sur e involucran la reforestación o la construcción de plantas hidroeléctricas que pretenden evitar la producción de energía a partir de combustibles fósiles. En 2016, uno de los principales institutos de investigación ambiental de Europa, el Öko-Institut, investigó la efectividad de los proyectos de compensación existentes para la Comisión Europea y concluyó que lo más probable es que solo el 2% de los proyectos de compensación de las Naciones Unidas darán como resultado una reducción adicional real de las emisiones. Los proyectos de compensación a menudo conducen a conflictos locales o al acaparamiento de tierras. Este hecho se observa especialmente en proyectos sobre el suelo o los bosques, como REDD+.

Asimismo, CORSIA fomenta los combustibles alternativos. Los más viables y más baratos son los biocombustibles procedentes del aceite de palma, susceptibles de provocar una destrucción aún mayor de la selva tropical y mayores conflictos por una tierra que podría utilizarse para la producción de alimentos.

En 2016, durante la reunión de la OACI en la que se adoptó CORSIA, la estrategia climática de blanqueo ecológico, la población organizó acciones en diferentes aeropuertos. Por ejemplo, los activistas de la justicia climática en Austria protestaron contra el proyecto de una tercera pista; en Londres, los grupos organizaron un recorrido en bicicleta y un flashmob contra la expansión del aeropuerto de Heathrow; y en la ciudad de México, los movimientos indígenas celebraron eventos contra el nuevo mega aeropuerto.

De estas protestas coordinadas, surgió una red denominada Stay Grounded. Un activista de Viena explica: “Nos dimos cuenta de que no es suficiente resistir la expansión del aeropuerto en Viena. Los defensores de la tercera pista repetían que, si Viena no se extiende, lo harían Múnich, Bratislava o Frankfurt. Queremos demostrar que la resistencia está aumentando en todas partes. Y queremos abordar las causas fundamentales de la expansión de la aviación".

La red mundial, que es albergada por una pequeña ONG en Viena, está formada actualmente por 90 organizaciones de todo el mundo. Más de 140 grupos y organizaciones apoyan el documento de posición de Stay Grounded, que presenta 13 medidas a favor de un sistema de transporte justo y para reducir rápidamente la aviación.

"Las estrategias actuales son injustas y distraen la necesidad urgente de reducir, no de cambiar de sitio, la destrucción", afirma Mira Kapfinger, una de las coordinadoras de Stay Grounded. En su lugar, la red promueve medidas como un impuesto al keroseno, un impuesto que grave los boletos de los viajeros frecuentes más que los pasajes de aquellos que vuelan rara vez y fomenta una economía de circuito cortos y alternativas a los vuelos, tales como los trenes nocturnos. El objetivo de la red es alentar a un mayor número de partes interesadas de la sociedad civil a impulsar estas 13 medidas y ejercer una presión política para limitar el poder de la industria de la aviación y poner un límite a su expansión.