En Bengala Occidental, los agricultores enfrentan el cambio climático y el aumento de los costos cultivando arroz autóctono

Hace dos décadas, cuando Pramila Mandal contrajo matrimonio en el remoto pueblo indio de Atapur, en Bengala Occidental, la agricultura se consideraba un trabajo de hombres. Pero hace diez años, la ahora esposa de 43 años y madre de dos adolescentes se atrevió a seguir “el llamado de la Madre Tierra y empezó a cultivar variedades tradicionales de arroz como una solución a las adversidades climáticas y económicas”.

“La agricultura se está volviendo cada vez más insegura”, afirma Pramila, explicando por qué decidió cultivar arroz paddy autóctono (el arroz paddy es el arroz con cáscara, antes de ser molido). “El exceso de lluvia provoca algunos años inundaciones, y después se producen sequías. Nos enfrentamos a malas cosechas y, por tanto, a la pérdida de nuestra seguridad alimentaria”, comenta, añadiendo que la calidad de la tierra y el agua de su pueblo se ha deteriorado debido al uso prolongado de sustancias químicas.

El arroz ha sido durante siglos parte intrínseca de la cultura gastronómica de la India, famosa en todo el mundo. La India es uno de los mayores exportadores de arroz a nivel mundial, y ese producto constituye, además, uno de los principales cultivos alimentarios del país. Durante décadas, el cultivo convencional y mecanizado del arroz se ha caracterizado por el uso de costosos fertilizantes químicos, semillas y otros productos agrícolas producidos por empresas agropecuarias centradas sobre todo en el alto rendimiento.

Actualmente, un creciente número de agricultores a pequeña escala están recurriendo a variedades tradicionales y más resistentes de arroz, lo que conlleva numerosas ventajas: su cultivo no requiere costosos fertilizantes ni pesticidas químicos; estas variedades se han adaptado a lo largo de los siglos a los microclimas locales; son resistentes a las fluctuaciones de las plagas, enfermedades y sequías; y las semillas autóctonas pueden conservarse durante más tiempo que las modernas variedades transgénicas, cuyo uso obliga por contrato al agricultor a comprar semillas nuevas cada año.

En un país donde el 70% de la población está involucrada directa o indirectamente en la agricultura, el coste cada vez mayor de los combustibles y los insumos agropecuarios, junto con unos patrones climáticos cada vez más imprevisibles, están llevando a muchos campesinos a la ruina económica, como consecuencia de lo cual en algunas regiones del país se están registrando altos niveles de suicidio.

Cuanto menos dependan los agricultores de las empresas agropecuarias, y cuanto más resilientes sean las semillas que planten, mejores serán los medios de vida de los campesinos de la India.

Pramila, que procede de una familia de agricultores tradicionales, lleva el cultivo del arroz paddy en la sangre. Animada por familiares, organizaciones sin ánimo de lucro y conservacionistas de semillas de Bengala Occidental, donde se cultiva la mayor parte del arroz de la India, Pramila empezó a acopiar en 2009, por iniciativa propia, semillas autóctonas de arroz paddy. Actualmente cultiva siete variedades de arroz autóctono en sus 0,49 acres (0,20 hectáreas) de terreno familiar. “Dudheswar, talmugur, ashfal, pakhi…”, dice recitando los nombres de las variedades de arroz al tiempo que señala las correspondientes plántulas rojas, negras, marrones y moradas que ha plantado.

Los estudios apuntan a que en la India llegó a haber nada menos que 82.000 variedades de arroz tradicional, 5.500 de las cuales se ubicaban en Bengala Occidental. Después de la Revolución verde, a finales de los años 1960, durante la cual la agricultura india experimentó un drástico proceso de industrialización, se calcula que existen 1.500 variedades tradicionales de arroz en todo el país, y aproximadamente 400 de las mismas se encuentran en Bengala Occidental. Lamentablemente, es probable que la mayoría de las variedades desaparecidas jamás puedan ser recuperadas.

Los agricultores que recurrieron a variedades de arroz con mayor rendimiento y buena rentabilidad (como por ejemplo el basmati), abandonaron prácticamente las variedades tradicionales de arroz, salvo en algunos casos en que se destinaban al consumo personal. Pero ahora, con las crecientes preocupaciones respecto a la seguridad alimentaria, la sostenibilidad medioambiental y el valor nutricional, las variedades tradicionales de arroz se están recuperando.

Mejores desde el punto de vista nutricional, económico y medioambiental

“Todo empezó con la idea de dar de comer a nuestros hijos y a nuestra familia alimentos nutritivos que no contuvieran sustancias químicas”, explica Aparna Das, de 36 años, una de las integrantes de un grupo de 40 campesinas con el que Pramila ha estado trabajando durante los últimos ocho años con vistas a compartir conocimientos y sabiduría. Las mujeres trabajan juntas como un colectivo informal, sin financiación externa, y han cultivado 16 variedades de arroz autóctono, poniendo en común un total de 49 acres (20 hectáreas) de terreno.

Souren Chatterjee, otro agricultor de arroz a pequeña escala, procedente de Bengala Occidental, comenta que, además de reducir considerablemente sus gastos, el arroz tradicional sabe mejor. “Los granos son largos y finos, y, una vez cocinados, tienen un sabor delicioso”, explica a Equal Times. “El uso de estiércol natural [como fertilizante] permite que el arroz conserve sus características y su sabor típico”. Las variedades tradicionales de arroz también tienden a contener más nutrientes que los híbridos modernos, y están dotadas de diversos micronutrientes, antioxidantes y un reducido índice glucémico, un factor importante en la India, donde más de 50 millones de personas padecen diabetes tipo 2.

Tapan Adhikary, un agricultor de 62 años procedente de Khoragari, un pueblo del distrito de Hooghly, en Bengala Occidental, gestiona el Agrani Farmers’ Club (o Club de Agricultores Progresistas), que reúne a un centenar de agricultores apasionados del cultivo natural de variedades tradicionales de arroz. Como la mayoría de los agricultores tradicionales, acopian semillas, no solo para almacenarlas cuidadosamente y utilizarlas la siguiente temporada, sino para intercambiar y contribuir a catalogar los diversos tipos de semillas disponibles. Además de apoyar una economía rural autosuficiente, la principal motivación de Adhikary es el medioambiente: “Dado que estas variedades reaccionan al estiércol natural, es un placer verlas crecen y constatar cómo dan vida a la tierra y al ecosistema circundantes, atrayendo insectos, pájaros y mariposas”, explica.

No obstante, rejuvenecer la tierra “muerta” que ha perdido su actividad biológica natural debido al uso excesivo de fertilizantes y pesticidas químicos constituye todo un reto. Pero puede conseguirse mediante el cultivo de determinadas plantas que absorben elevados niveles de nitrógeno y que, al descomponerse, lo liberan posteriormente en la tierra.

Adhikary señala que, para reconstituir la tierra, los agricultores utilizan métodos orgánicos (lo que implica insumos externos de estiércol y fertilizantes orgánicos) que favorecen su recuperación de los efectos nocivos de la agricultura química. Sin embargo, el objetivo fundamental de los agricultores Agrani es la agricultura natural, el denominado método del “no hacer”, que no requiere ningún insumo externo y que trata de imitar lo mejor posible a la naturaleza. “La agricultura natural es por tanto la transición natural entre el cultivo orgánico y nuestro objetivo fundamental”, apunta Adhikary, aunque se puede tardar hasta seis años en preparar la tierra.

“La evidencia científica que respalda la sabiduría tradicional de estos agricultores es encomiable”, afirma Anupam Paul, uno de los subdirectores del centro de formación agrícola Agriculture Training Centre (ATC) de Fulia, que, bajo los auspicios del gobierno de Bengala Occidental, ha estado conservando, estudiando, ensayando y distribuyendo durante los últimos 13 años diversas variedades tradicionales de arroz. A día de hoy, es la única iniciativa de la India, respaldada por el gobierno, que apoya la recuperación del arroz paddy autóctono.

De la granja a la mesa

Paul ha estado trabajando desde 2006 con cultivadores de arroz del estado de Bengala Occidental con el objeto de recuperar la tradición del arroz paddy autóctono mediante su propio trabajo en la granja de conservación de la biodiversidad Biodiversity Conservation Farm del ATC de Fulia. Señala que más de 5.000 agricultores de 16 de los 23 distritos de Bengala Occidental han retomado el cultivo de variedades tradicionales de arroz, y cuentan con 150 variedades de arroz autóctono que cubren más de 118.185 hectáreas de terreno.

El ATC, coordinador de la primera granja natural del estado, ha logrado preservar más de 400 variedades tradicionales de arroz en una parcela de ensayos de tres acres (1,2 hectáreas). Además gestiona diversos centros de demostración por todo el estado, proporciona a los agricultores moliendas de caucho para el descascarillado y posterior procesamiento del arroz integral, y actualmente apoya a más de 26 grupos de salvadores de semillas de variedades tradicionales de arroz del estado, distribuyendo semillas y proporcionando asesoramiento técnico. Estos grupos, formados por agricultores a pequeña escala marginados, están activamente implicados en la conservación, el cultivo y el intercambio de semillas de arroz paddy autóctono, motivando de esta forma a otros cultivadores de su entorno y de otras regiones del país.

El desconocimiento respecto a las variedades tradicionales de arroz sigue dificultando su aceptación, pero las tiendas web “de la granja a la mesa”, como es Amar Khamar (Mi granja), ofrecen soluciones digitales inteligentes.

A partir de la idea de Sujay Chatterjee, un empresario de 45 años residente en Calcuta, se inauguró oficialmente a principios de este año el sitio web donde se pueden adquirir productos orgánicos directamente de los agricultores locales. “La idea consiste en conseguir que los agricultores tengan acceso directo a los mercados y a los consumidores, disponiendo de un suministro consistente de producto que les permita alcanzar un precio adecuado”, explica a Equal Times. Unos 300 agricultores de ocho distritos de Bengala Occidental se han registrado en el portal, proporcionando a los consumidores un abanico de entre 18 y 20 variedades tradicionales de arroz, además de legumbres, miel y especias.

Chasi Ghar (La casa del agricultor), gestionado por el Forum for Indigenous Agricultural Movement del distrito de Uttar Dinajpur de Bengala Occidental, cuenta con más de 100 cultivadores de arroz que venden sus productos directamente a través del grupo de WhatsApp del mercado. Y en el centro de la capital del estado, Calcuta, está ubicado Narayani Organics, que agrupa a 1.000 agricultores de Bengala Occidental y otros estados. Inaugurada en septiembre de 2018, esta tienda vende diversas variedades tradicionales de arroz y productos cultivados con procedimientos orgánicos, como legumbres y especias. También organiza reuniones y talleres para agricultores, expertos y organizaciones sin ánimo de lucro, con objeto de intercambiar ideas y competencias.

“Aparte del negocio, nuestro objetivo es reunir a agricultores marginados de todo el país e impulsar la agricultura orgánica en aras de una mejor salud y un mejor medioambiente”, concluyen Moumita y Chandan Mukherjee, responsables de Narayani Organics.