En India, el cambio climático está destruyendo los sueños de los deportistas en los entornos rurales

En India, el cambio climático está destruyendo los sueños de los deportistas en los entornos rurales

Champion kabaddi player Vikas Gaikwad has stopped training because the negative impact of climate change on his family’s sugarcane crops means that he now has to focus his time on farming and earning extra money. Although he still plays the game, these days he goes directly to competitions without training, which makes him vulnerable to injuries and fractures.

(Sanket Jain)

Pooja Patil tardó más de 3.000 días en conseguir un cinturón negro de taekwondo y solo 240 días en verse obligada a dejar el deporte. “Fue el momento más doloroso de mi vida”, asegura.

Tras lograr el cinturón negro a finales de 2018, ya estaba lista para abrirse camino profesionalmente en el mundo del taekwondo. Sin embargo, su sueño de competir en los Juegos Olímpicos y empezar a impartir sus propias clases de taekwondo se vio truncado en un solo año.

Desde 2019, las inundaciones se han convertido en un fenómeno habitual en Kolhapur, un distrito del estado costero occidental de Maharashtra. En 2019 y 2020, las inundaciones, las lluvias torrenciales y los desprendimientos de tierra destruyeron alrededor de 11,42 millones de hectáreas de campos de cultivo en toda India, casi siete veces la cifra del año anterior (1,7 millones de hectáreas de tierras fértiles).

“En tan solo cuatro días, las inundaciones arrasaron más de 100 toneladas de caña de azúcar en nuestras 6 hectáreas de tierra”, recuerda esta joven de 19 años originaria del pueblo de Khochi en Kolhapur. Si hubieran podido vender la cosecha entera, habría alcanzado un precio mínimo de 290.000 rupias indias (3.250 euros).

“Solo quedaron cuatro toneladas. Ni siquiera pudimos recuperar el coste de producción”, se lamenta. La consecuencia fue un círculo vicioso de deudas. “Tenía que entrar en el mercado laboral de algún modo, así que decidí hacer un curso de farmacia”. Para ello, en 2020 pidió un préstamo de 1.125 euros.

Nueve meses después, otra inundación destruyó los campos y la casa de su familia, endeudándoles aún más. Como no podían contratar a trabajadores agrícolas, Patil empezó a trabajar en los campos y a ordeñar vacas en 2019, utilizando toda la fuerza que había adquirido en las clases de taekwondo. Así es como empezó a perder horas de entrenamiento hasta que finalmente acabó abandonando el deporte.

Sin embargo, este cambio de carrera profesional ha supuesto un coste muy alto para ella. Aunque Patil se va a licenciar a finales de este año, está nerviosa por el futuro. “En cuanto me licencie, tendré que empezar a devolver el préstamo, lo cual me produce mucha ansiedad”, nos cuenta con cara de preocupación. Debido a las altas tasas de desempleo en India, es muy posible que a Patil le cueste encontrar un trabajo, por lo que probablemente tendrá que migrar a una ciudad más grande para conseguir un empleo mejor remunerado –lo cual conllevará gastos adicionales–.

“En estas circunstancias, resulta difícil entrenar”, explica su entrenador Amit Jambhale, que se ha encargado de su formación durante siete años. Jambhale, que ahora entrena a más de 50 estudiantes, afirma que casi todos sus mejores deportistas dejaron el taekwondo después de las inundaciones. Más de 40 de sus alumnos son adolescentes y la mayoría han desarrollado traumas.

Sin embargo, lo que está notando no se limita a Khochi. Un trabajo de investigación reveló que ocho meses después de las inundaciones de 2018 en el distrito de Alappuzha del estado sureño de Kerala, al 35% de los 670 alumnos entrevistados les habían diagnosticado un trastorno de estrés postraumático. Asimismo, el 50% de los alumnos confesaron que tenían recuerdos traumáticos de las inundaciones al menos dos veces por semana.

De deportistas a agricultores y obreros en fábricas

Vikas Gaikwad siempre quiso ser jugador de kabaddi (un deporte de contacto del sur de Asia que se juega entre dos equipos de siete personas cada uno). “Empecé a entrenar cuando estaba en cuarto [con 10 años]”, recuerda, sentado junto a un pozo de 200 años construido por sus bisabuelos bajo un enorme baniano.

Aunque su pueblo, Jambhali en el distrito de Kolhapur en Maharashtra, no ha sufrido ninguna inundación, las pérdidas asociadas son cuantiosas. Su familia lleva los últimos cuatro años viendo cómo decrece su producción de caña de azúcar. “Desde 2019, el patrón de precipitaciones se ha vuelto impredecible. En 2022, las lluvias del monzón llegaron un mes tarde. Luego llovió mucho durante unos días y acabó con un período más prolongado de sequía”, explica. Esto provocó enormes pérdidas.

El pasado octubre, cuando la caña de azúcar ya estaba lista para la recolección, llovió torrencialmente, por lo cual la mayor parte de la cosecha acabó destruida. Las precipitaciones de octubre destruyeron los cultivos en más de 2,8 millones de hectáreas de tierras agrícolas de tan solo los 33 distritos del estado de Maharashtra. Con el tiempo, la familia terminó endeudándose por un valor de más de 1.110 euros.

Por tanto, Vikas tuvo que empezar a llevar a cabo las tareas agrícolas difíciles que antes abordaban mediante la contratación de jornaleros. Ahora ni siquiera eso es suficiente. Además, trabaja en un vivero de plantas de caña de azúcar para mantener a la familia, está estudiando un curso de arte y se está preparando para el examen de ingreso al ejército indio. “Si nada funciona, estoy pensando en empezar algún negocio”, confiesa, visiblemente agotado.

El kabaddi antes ocupaba gran parte de su vida, pero ahora rara vez tiene tiempo para practicarlo. “Hoy en día voy a los partidos directamente, sin haber entrenado. Mi forma de jugar ha cambiado completamente, pues ahora tengo un mayor riesgo de sufrir fracturas y lesiones porque he dejado de entrenar”.

Jambhale advierte que esto supone un gran riesgo. “Un deportista necesita una dieta específica, un entrenamiento constante y una actitud adecuada. Si se ponen trabas incluso a uno solo de estos elementos, tendrá como consecuencia unos resultados desastrosos que a menudo resultan contraproducentes”, explica.

Desde que Gaikwad dejó de entrenar hace tres años, asegura que ha engordado alrededor de 15 kilos y ahora tiene que competir en un grupo de peso más alto. “Antes competía en el grupo de entre 35 y 40 kilogramos, que era mejor”.

“Tardaría mínimo un año en recuperarme si empezara ahora a entrenar entre tres y cuatro horas diarias”, concluye. Sin embargo, cada hora extra que pasa fuera de la granja su familia se endeuda aún más. “Hacen falta al menos tres meses para dominar un truco de kabaddi. La competencia es tan feroz que perderse incluso una sola sesión de entrenamiento puede afectar al juego”, nos cuenta el famoso entrenador de kabaddi Pandurang Terase, que lleva más de cuatro décadas entregado a este deporte.

Otro obstáculo para entrenar es que sus compañeros del equipo están pasando por una crisis parecida. “Todos estamos trabajando en el campo a tiempo completo o hemos tenido que conseguir un trabajo en alguna fábrica”, afirma.

Las pérdidas no solo se limitan a sus amigos de los pueblos cercanos afectados por las inundaciones. Entre 1953 y 2020, las inundaciones han afectado en India a 2.200 millones de personas (cifra cumulativa), aproximadamente 187 veces la población de Bélgica. Además, han provocado pérdidas de cultivos que ascienden a unos 14.750 millones de euros.

La sanitaria comunitaria Chhaya Kamble del pueblo de Ganeshwadi, que tiene una amplia experiencia trabajando en zonas afectadas por las inundaciones, asegura que los deportistas del entorno rural no pueden permitirse las caras dietas deportivas. Por tanto, dependen de lo que crezca en sus huertos. “Las inundaciones no solo acabaron con sus hogares, sino que incluso les impidieron seguir con sus dietas, por lo que también han perjudicado a su salud física”, denuncia.

“A las niñas no se les da una oportunidad”

Cada vez que Patil piensa en su cinturón negro, recuerda a la deportista británica Bianca Walkden, doble medallista olímpica de taekwondo a la que admira y considera todo un ejemplo.

“Siempre miro mi cinturón negro y me da pena no haber podido dedicarme profesionalmente a algo por lo que llevo luchando desde que estaba en tercero”, se lamenta. Sin embargo, el taekwondo no solo era un sueño para ella, sino un escape diario de todos sus problemas. “Entrenar todos los días también le ayudaba a olvidarse de los problemas cotidianos, especialmente de los pensamientos recurrentes sobre las crecientes deudas y la ansiedad provocada por el cambio climático”, puntualiza su entrenador, Jambhale.

Aunque también se ha visto muy afectado por las inundaciones, Jambhale se dedica ahora a visitar a los deportistas que dejaron el deporte para intentar convencerles de que vuelvan al taekwondo. “Hasta ahora, no lo he conseguido. No puedo culparles. Su situación está empeorando aún más cada vez que llueve”.

Además, todo esto ha provocado una crisis social. Por ejemplo, otra sanitaria comunitaria, Shubhangi Kamble (que no es pariente de la anterior), del pueblo llamado Arjunwad en el distrito de Kolhapur afectado por las inundaciones, denuncia: “Desde las inundaciones de 2019 han aumentado los casos de abuso de drogas, especialmente el alcoholismo”.

Asimismo, los alumnos que dejaron el deporte para poder llegar a fin de mes suelen acabar en viñedos fumigando con pesticidas químicos, en hornos de ladrillos o como cortadores de caña de azúcar. “Dichas tareas están sometidas a una explotación extrema y para llevarlas a cabo se necesita un gran esfuerzo físico, por lo que a menudo los trabajadores se ven obligados a echar mano del alcohol como un bálsamo”, explica.

Una investigación que se llevó a cabo en el distrito de Kodagu, situado en el estado sureño de Karnataka, reveló que entre 4 y 6 meses después de las inundaciones, el 15,80% de las víctimas confesaron que abusaban de drogas o alcohol. De las 171 personas entrevistadas, el 66,7% sufrían síntomas psiquiátricos.

Además, Kamble también ha sido testigo de numerosos casos de violencia de género provocados por el alcoholismo generalizado. Los impactos de género provocados por el cambio climático, asegura, son mucho más brutales. “Si una niña ha dejado el deporte y se queda en casa un año, la obligan a casarse”, nos cuenta Shubhangi Kamble. “A las niñas ni siquiera se les da una oportunidad”.

Las deudas crecen y la salud mental empeora

El mayor reto al que se enfrenta Patil es devolver el préstamo que pidió a un banco con una tasa de interés del 9%. Pensar en la creciente deuda suele perjudicar al rendimiento de varios deportistas, tal y como nos explica Jambhale: “Al menos durante tres meses después de las inundaciones, ninguno de mis alumnos se puede concentrar”. No pueden permitirse entrenar como deportistas de élite, pero ahora incluso les empieza a resultar difícil abordar dos horas de sesiones de entrenamiento.

Todo esto ha degenerado en cada vez más casos de impotencia e irritabilidad entre los jóvenes del pueblo. Sin embargo, acceder a un servicio de salud mental constituye una tarea a largo plazo. Los 833 millones de personas que viven en los pueblos de India tienen tan solo 764 hospitales públicos de distrito a su disposición. Un informe publicado en el Indian Journal of Psychiatry reveló que en 2019 India tenía 9.000 psiquiatras y 1.000 psicólogos para una población de 1.300 millones de personas. El informe también calculó que India tardará 171 años en conseguir una cifra adecuada de psiquiatras.

En su último informe, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas declaró que: “El cambio climático ha perjudicado a la salud física de los seres humanos a nivel mundial y a la salud mental en las regiones analizadas. Asimismo, está favoreciendo las crisis humanitarias en las que las amenazas climáticas interactúan con la alta vulnerabilidad”.

A pesar de haberse enfrentado a olas de calor, inundaciones, granizadas y precipitaciones irregulares durante los últimos cinco años, el padre de Patil, Vijay, de 62 años, ha seguido apoyando a su hija.

“Pero, ¿cómo podía pedirles que costearan mis entrenamientos y mi dieta cuando toda nuestra familia está endeudada?”, se pregunta Patil. “Tenía la responsabilidad moral de ayudar a mi familia, así que lo dejé”, nos explica mientras sostiene su cinturón negro.

Su hermano pequeño, Ketan, de 17 años, hizo lo mismo y dejó el taekwondo después de cinco años de entrenamiento. “Fuimos los primeros de nuestra familia en dedicarnos al deporte de manera formal. Esta pérdida se siente muy personal”, afirma.

Ambos agradecen a su padre el haberles ayudado a avanzar en el mundo del deporte, cosa que a menudo se rechaza en la mayoría de los pueblos indios. “Incluso hoy en día sigue pidiéndome que vuelva a los entrenamientos de taekwondo”, nos cuenta.

Sin embargo, para Gaikwad, Patil y otros miles de deportistas que viven en un entorno rural, el sueño de convertirse en deportistas profesionales se está desvaneciendo rápidamente y depende de la lluvia. “Antes me encantaba la lluvia, pero ahora cada vez que llueve me recuerda a las inundaciones”, concluye Patil.