En la capital de Europa, los ciudadanos se organizan para ayudar a los refugiados

Los Ministros de Justicia y del Interior de la Unión Europea se reúnen el lunes en Bruselas para celebrar un Consejo extraordinario con el fin de identificar soluciones prácticas y tomar decisiones políticas urgentes para responder a los que el Comisario Europeo de Inmigración Dimitris Avramopoulos ha denominado como la “peor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial”.

A menos de cuatro kilómetros del edificio Justus Lipsius, donde se celebrará esta reunión, cada día se hacen realidad las palabras de Avramopoulos: la afluencia de cientos de personas procedentes de Siria, Irak o Afganistán, que acuden a la Ministerio de Relaciones Exteriores de Bélgica, en el corazón de la capital europea, para registrar su solicitud de asilo.

Solamente durante el mes de agosto, las autoridades belgas registraron 4.500 solicitudes de asilo. Sin duda alguna, un número muy superior al habitual. Sin embargo, las cifras muestran que no es la primera vez que el pequeño reino de Bélgica se encuentra ante esta situación. En 2000, después de la guerra de Kosovo, 40.000 personas solicitaron el estatuto de refugiado en Bélgica, es decir, dos veces más que hoy día.

El parque Maximilien, situado exactamente en frente de la Oficina de Relaciones Exteriores, en el centro de Bruselas, se ha convertido en un verdadero campo de refugiados donde día y noche se reciben nuevos recién llegados. Si los primeros días fueron particularmente difíciles para los refugiados desposeídos, obligados a dormir a la intemperie y abandonados a su suerte por las instituciones belgas, la solidaridad ciudadana se organizó un ritmo asombroso.

Al cabo de solamente unos días, los habitantes de Bruselas y de todo el país han logrado establecer un sistema eficaz de asistencia a través de las redes sociales y con la ayuda de organizaciones como Médicos del Mundo, la Cruz Roja y el SAMU social.

Se proporcionaron a los inmigrantes y refugiados acampados en el exterior tiendas de campaña, mantas, ropa y bolsas de dormir; se distribuyeron alimentos tres veces al día; se instalaron baños y duchas y un servicio médico; y los ciudadanos acuden varias veces al día con los brazos y los vehículos cargados de donativos.

La respuesta generalizada a los llamamientos de ayuda hizo que tuviera que ponerse urgentemente un alto a las colectas e instar a la población a dejar de ir al parque Maximilien con donativos materiales; la situación se había vuelto imposible de gestionar para los voluntarios sobre el terreno encargados de la clasificación y la limpieza.

“Nunca había visto algo semejante”, afirma Malou Gay, Subdirector del Ciré(Coordinación e iniciativas para los refugiados y extranjeros), en una entrevista con Equal Times. “Es excepcional lo que está sucediendo, nunca había visto tanta solidaridad en 20 años de carrera”, añade.

Esta “explosión de solidaridad” se explica, según Gay, por un efecto de emulación de la movilización ciudadana en Alemania, pero también porque “la gente ve lo que está sucediendo en los países del Este y quiere reafirmar sus valores europeos”.

Entre los solicitantes de asilo que viven en el campamento improvisado se encuentran Zayd y su esposa, que han hecho la travesía desde Irak a través de la ruta de los Balcanes hasta Hungría. Desde que trabajó con el ejército de Estados Unidos, Zayd afirma haberse convertido en el blanco de amenazas y chantaje de la mafia local en Bagdad.

“Empezaron a presionarme para que vendiera mi casa por un precio miserable, querían echarnos, las amenazas eran cada vez peores. Un día escribieron en las paredes ‘Te vas o te mueres’, nos asustamos mucho y comprendimos que teníamos que marcharnos”.

Iman, su esposa, todavía lleva las cicatrices de la violencia de la policía macedonia en los brazos y muestra lesiones en los pies de tanto caminar.

 

La responsabilidad del Estado

Las asociaciones señalan que si esta movilización masiva es beneficiosa, no debe, sin embargo, ocultar el hecho de que el Estado tiene responsabilidades para con los solicitantes de asilo, incluidos los que aún no están registrados en la Oficina de extranjeros y acampan en el parque.

De acuerdo con estimaciones de la “Plataforma Cívica”, son aproximadamente mil personas las que acampan en el parque, mientras que la Oficina solamente acepta registrar 250 personas al día, “por razones de personal, capacidad de los locales y de seguridad”, afirma Dominique Ernould, portavoz de la institución.

“Una posición ideológica”, replica Malou Gay. El sector del voluntariado cree que el Gobierno está atrasando los trámites y amenaza con presentar una queja ante la Comisión Europea si los políticos no aceleran el número de registros de los solicitantes de asilo.

Luc Leboeuf, abogado especializado en derecho de asilo europeo en la Universidad Católica de Lovaina, también señala que “la directiva europea ‘acogida’ exige a los Estados prestar asistencia a los solicitantes de asilo que todavía no son reconocidos como refugiados, incluyendo antes de registrar su solicitud. Tenemos que aumentar la capacidad de acogida y reducir los tiempos de espera”.

Si Theo Francken, ministro de Estado de Asilo y Migración, bajo la presión ciudadana y los medios de comunicación, ha hecho abrir 500 plazas de “pre-acogida” cerca del parque Maximilien, la iniciativa no ha atraído a las multitudes. La primera noche, solamente se alojaron allí 14 refugiados. La razón es un desequilibrio entre la oferta puesta en marcha por los ciudadanos y la que ofrece el Gobierno, señala Malou Gay.

“En el parque existe un servicio médico, alimentación, salud, información jurídica, todo lo que se espera de un servicio de acogida, se ha creado un verdadero campo de refugiados. En cambio, en el edificio puesto a disposición por el Gobierno solamente ofrece 500 camas, lo que no es suficiente, y baños, no hay duchas, y solamente se abre por la noche. ¿Por qué iban a ir allí?”

Por otra parte, el edificio del Gobierno acepta solamente a los solicitantes de asilo que han hecho la fila ante la Oficina de extranjeros, donde reciben un boleto de entrada, lo que no resuelve el problema de los que acaban de llegar.

“No es suficiente y no es lo que se espera por parte del Gobierno”, insiste la subdirectora del Ciré.

Y mientras los voluntarios del campamento sospechan una “maniobra del Gobierno” para hacer pasar a los refugiados como “aprovechados ingratos”, Theo Francken, miembro del partido de derechas, el N-VA, cuya línea contra la inmigración está claramente establecida, ha escrito un tweet acusando a los refugiados de encontrar las tiendas “más cómodas”.

Equal Times pidió a la oficina de Francken comentar la propuesta del líder de su partido, Bart De Wever, de crear un “estatuto especial” para los refugiados y solicitantes de asilo, ésta indicó que “en la situación actual era preciso analizar todas las posibilidades (...) y ver lo que puede hacerse”.

Luc Leboeuf, por su parte, advierte que los refugiados, una vez reconocidos, tienen los mismos derechos que los ciudadanos belgas, por lo que un estatuto especial sería “contrario a la ley”.

 

Crisis europea

Durante su discurso sobre la situación de la Unión ante el Parlamento Europeo, el miércoles, el Presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha solicitado que los Estados miembros se pongan de acuerdo en la distribución a nivel europeo de 160.000 refugiados que llegan a Grecia, Italia y Hungría.

Una cifra superior a la que había anunciado previamente y que promete provocar un acalorado debate en la reunión del 14 de septiembre. Theo Francken ya había denunciado antes el plan a la Comisión por considerarlo “desequilibrado”.

No cabe duda de que la solidaridad será un escollo importante en este Consejo extraordinario, entre una Alemania que aboga por una política abierta hacia los refugiados y países más prudentes como España y el Reino Unido, o francamente opuestos a cualquier idea de cuota, como lo son muchos países del Este.

Para Luc Leboeuf, “los países europeos deberían aceptar un amplio programa de reasentamiento, como lo hicieron antes con Bosnia, donde se previó su acogida, en lugar de hacerlo a cuentagotas, como ahora”.

Lo mismo opina el Ciré, donde Malou Gay cree que un plan de distribución hará que el reglamento de Dublín III, “que debe modificarse o eliminarse”, se considere automáticamente nulo.

En virtud de este reglamento: “Si se determina [...] que el solicitante ha cruzado la frontera de un Estado miembro de forma irregular por vía terrestre, marítima o aérea, procedente de un tercer país, el Estado miembro en el que haya entrado de tal forma será responsable del examen de la solicitud de protección internacional. Esa responsabilidad cesará 12 meses después de la fecha en que se haya producido el cruce irregular de fronteras”.

Los ministros del Interior y la Justicia también discutirán la instalación de “hotspots” en los países de origen, tránsito o destino (Oriente Medio/África, los Balcanes, Italia/Grecia), que permita “clasificar” previamente a los solicitantes de asilo.
Una propuesta que ya divide opiniones: la responsable de la diplomacia europea, Federica Mogherini, advirtió que esta posibilidad requeriría “enormes recursos de nuestra parte”.