En Sudán, las mujeres impulsan un programa feminista

En Sudán, las mujeres impulsan un programa feminista

On 8 April 2021, hundreds of Sudanese women marched in the capital city of Khartoum to protest gender-based violence and gender discrimination. One group held a banner which read: ‘No defeat, no retreat’.

(Ayman Hussein)

El 8 de abril de 2021 cientos de mujeres se reunieron en Jartum para protestar contra la violencia doméstica y de género en Sudán. El objetivo de la marcha, que se ha descrito como “una de las muestras de resistencia más destacadas desde la revolución de diciembre de 2018”, fue llamar la atención sobre el aumento de la violencia contra las mujeres y las niñas relacionada con la covid y denunciar las leyes discriminatorias contra la mujer y las restricciones patriarcales.

Durante la marcha entre el ministerio de Justicia y la Fiscalía, las participantes de más de 50 organizaciones leyeron en voz alta un memorando pionero titulado El manifiesto feminista, que fue elaborado por varias organizaciones de la sociedad civil que se ocupan de cuestiones de género y de los derechos de la mujer en Sudán.

En el comunicado, que es la primera proclamación feminista oficial en Sudán, se pide la eliminación de “leyes que hacen distinciones entre los ciudadanos en función del género”. En él se declara: “Nosotras, las mujeres de Sudán, sabemos que no somos libres, ni somos ciudadanas en igualdad a los ojos del Estado”. Exige un compromiso para luchar contra la ideología misógina, así como garantías para la seguridad y protección de todas las mujeres y niñas.

El documento, que refleja las aspiraciones de algunos de los grupos de derechos de la mujer participantes, surge del descontento generalizado con la forma en que el Gobierno de transición continúa ignorando las cuestiones relacionadas con la mujer.

Dos años después de que las protestas masivas en diciembre de 2018 terminaran con los 30 años de dictadura del presidente Omar al-Bashir en abril de 2019, las leyes discriminatorias y patriarcales aprobadas durante su régimen siguen en vigor bajo el mandato del nuevo Gobierno de transición, principalmente integrado por hombres.

Aunque el Consejo de Gobierno ha llevado a cabo algunas reformas importantes –como la revocación de leyes que dictaban cómo debían vestirse y comportarse en público las mujeres y la prohibición de la mutilación genital femenina–, no ha introducido cambios más profundos y fundamentales que eliminen totalmente los numerosos obstáculos a la igualdad y cuestionen las normas sociales conservadoras que llevan a la opresión de las mujeres y las niñas. Además, las mujeres han sido esencialmente excluidas del proceso político formal posterior a la revolución, así como de los órganos de toma de decisiones, a pesar de su participación masiva en el levantamiento popular de 2018-2019.

“Si vivimos una situación en la que no tenemos la facultad de tomar decisiones en nuestro propio hogar, ¿cómo podemos aspirar a participar eficazmente en la gestión de los asuntos del país?”, se pregunta Yosra Akasha, coordinadora del programa en Sudán de la red de la Iniciativa estratégica para mujeres en el Cuerno de África (SIHA por sus siglas en inglés). Akasha hace hincapié en que conceder a las mujeres derechos civiles, políticos, sociales y económicos es “un elemento básico de la igualdad”.

Exigencias sin pedir permiso

Como consecuencia de casi dos años de consultas realizadas por la SIHA, más de 250 mujeres de distintos movimientos de base y diferentes regiones sudanesas recibieron formación en participación política de la mujer, lo que llevó a la redacción del manifiesto. En un país con divisiones étnicas y de clase profundas, se seleccionaron mujeres y niñas de diferentes regiones, culturas, religiones y orígenes socioeconómicos de docenas de asociaciones. Las representantes de los diferentes grupos debatieron y redactaron la declaración con la esperanza de que sirviera como base de un discurso y plan de acción orientado hacia los derechos de la mujer durante el periodo de transición y posteriormente.

“Las mujeres de Sudán no son un bloque homogéneo. A pesar de nuestras diferencias, colaboramos para avanzar hacia un programa feminista”, dice Saeeda Yousif Tia, presidenta de la Asociación de autoayuda, que opera en Jartum y la ciudad vecina de Omdurman y trata de empoderar a las mujeres de comunidades de base a través de la creación de empleo. “Nuestra diversidad debe ser una ventaja”, afirma.

La declaración establece, de frente y sin complejos, las exigencias relacionadas con la igualdad de derechos para las mujeres, las cuales se estructuran en torno a tres temas.

En la primera parte, relativa a políticas y legislación, se pide que se reformen las leyes discriminatorias que limitan la participación política efectiva de las mujeres y dificultan la igualdad de género en el hogar, el mundo del trabajo o la sociedad en general, como la famosa ley sobre el estatuto personal, que tiene consecuencias de gran alcance para las vidas de las mujeres y las niñas en esferas como el matrimonio, el divorcio, la herencia, la guardia y la custodia. Estipula, por ejemplo, que las niñas de 10 años pueden casarse con el permiso de un juez y prohíbe a las mujeres trabajar fuera de casa sin el permiso de su marido o padre.

En la segunda parte, que se centra en la paz y la justicia de transición, se pide la participación real de las mujeres en la aplicación del Acuerdo de Paz de Juba, firmado en octubre de 2020 entre el Gobierno de transición y los principales movimientos armados en Sudán, el cual tiene por objeto poner fin a décadas de guerra. Las exigencias de las activistas se centran en los mecanismos de justiciar de transición para las supervivientes de la violencia sexual en situaciones de conflicto y en la participación de las mujeres en todos los procesos de consolidación de la paz.

En la tercera parte, relativa a los derechos económicos y sociales, se exige la participación plena y activa de las mujeres en la dimensión social y económica. Consiste, entre otras cosas, en conceder a las mujeres el derecho a obtener documentos identificativos para sus hijos y el derecho a divorciarse y garantizar que las mujeres pueden acceder a parte de la riqueza obtenida durante el matrimonio en reconocimiento a su contribución económica a través de las responsabilidades de cuidados. También se pide la igualdad de la mujer en materia de herencia y su derecho a poseer y acceder a terrenos.

El documento también pide la adopción de las convenciones y tratados internacionales relacionados con la igualdad de género. El consejo de ministros de Sudán ratificó en abril la Convención de las Naciones Unidas sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, la cual protege a las mujeres de la violencia de género. Sin embargo, no ratificó tres de sus artículos principales, que afirman la igualdad entre hombres y mujeres en todos los niveles políticos y sociales y en cuestiones como el matrimonio, el divorcio y la crianza.

“El Gobierno acomete las reformas jurídicas con un enfoque fragmentado y está generando muy pocos cambios en las realidades diarias de las mujeres”, dice Akasha.

“Todas las mujeres sudanesas tienen una voz”

El comunicado es importante en el contexto de la transición democrática del país, dado que las mujeres fueron fundamentales en el derrocamiento de Bashir y han luchado por la igualdad de género desde mucho antes de sus tres décadas en el poder.

“El manifiesto es una oportunidad. Desde la revolución las mujeres pueden expresar su opinión y formular e impulsar sus demandas”, dice Samia el-Hashmi, cofundadora de Mutawinat, una organización de derechos de la mujer en Jartum que se centra en la reforma jurídica, los conocimientos jurídicos y el acceso de las mujeres a la justicia.

Para el-Hashmi, la inclusión en la que se basa el manifiesto feminista es lo que lo diferencia de otras iniciativas. Cada línea fue debatida y acordada por un subgrupo de mujeres de todo el país con diferentes orígenes y de diferentes entornos, incluidas zonas rurales y en conflicto.

“Todas las mujeres sudanesas tienen una voz en el manifiesto. No son una unidad, pero esto no les impidió unirse para acordar un conjunto mínimo de derechos”, dice el-Hashmi, que contribuyó a la elaboración del documento.

El manifiesto generó un debate importante sobre la desigualdad de género en la sociedad sudanesa y se fomentó el pensamiento progresista de una coalición amplia. “Las mujeres participan en el diálogo independientemente de sus opiniones opuestas”, dice la activista feminista Ounaysa Arabi, que ayudó a organizar la marcha del 8 de abril. “Ha creado un espacio de debate y nos permite hablar de temas controvertidos en público”.

Algunas mujeres consideran que la iniciativa es radical respecto de cuestiones controvertidas como las cuestiones de familia, en particular la herencia de las mujeres, la cual es la mitad de la de los hombres con arreglo al derecho islámico.

“No todo el mundo tiene que estar de acuerdo con todos los puntos contenidos en la declaración”, argumenta Akasha. “Algunas mujeres pueden expresar sus reservas cuando consideran que algunas cuestiones delicadas entran en conflicto con normas culturales, sociales o religiosas, siempre que respeten los derechos de otras mujeres que exigen igualdad de género en todos los aspectos de la vida”.

Tras entregar el manifiesto al ministro de Justicia, al ministro del Interior y al fiscal general, no se ha recibido ninguna respuesta oficial, pero las activistas feministas están decididas a seguir luchando.

Yousif Tia, de la Asociación de autoayuda, dice que el próximo paso es una mayor sensibilización sobre la iniciativa. Quiere que todas las mujeres, desde las que viven en ciudades hasta las que viven en aldeas remotas, tengan la oportunidad de conocer el programa y participar en las discusiones sobre los siguientes pasos. Desde su punto de vista, es sumamente importante que la promoción continúe.

“Vivimos en un sistema violento representado por la autoridad de la familia y del Estado”, dice. “No conseguiremos lo que queremos si no nos movilizamos y presionamos para lograr cambios”.

A medida que los grupos feministas continúen promoviendo la adopción del manifiesto, y cada vez más mujeres aporten a la discusión, se añadirán más puntos al programa en el futuro. “El comunicado no es definitivo; lo revisaremos si y cuando la evolución de las circunstancias políticas y sociales planteen nuevas demandas”, dice el-Hashmi.

Las activistas pro derechos de la mujer trabajan actualmente para ejercer presión sobre diferentes ministerios y generar debate público sobre el programa propuesto. En última instancia, quieren que el manifiesto sea la base de leyes y políticas que garanticen la verdadera igualdad de género en Sudán. Se niegan a permanecer en silencio ante la exclusión y la falta de protección frente a la violencia a la que se enfrentan en las calles y sus hogares.

“Tras décadas de lucha y todo lo que arriesgamos para acabar pacíficamente con la dictadura de Bashir, la desigualdad de género no es, y nunca será, aceptable para las mujeres y niñas de Sudan”, declaró Alaa Salah durante un debate sobre mujeres, paz y seguridad del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en 2019.

Las palabras de esta estudiante y activista sudanesa, que se convirtió en un icono mundial de la revolución, reflejan las de cientos de activistas sudanesas que se mantienen firmes en su propósito y no descansarán hasta que se garanticen sus derechos.