Es necesario que el G20 consiga que la economía mundial beneficie a los trabajadores

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Los líderes del G20 que se reúnen en Brisbane los días 15 y 16 de noviembre siguen preocupados por una economía mundial que se enfrenta a un débil crecimiento, un elevado desempleo y una creciente desigualdad de ingresos.

Pero deberían recordar que esto no es inevitable.

El Fondo Monetario Internacional (FMI), al tiempo que efectuó una nueva revisión a la baja de las previsiones de crecimiento, admitió que la recuperación es demasiado lenta y frágil, reconociendo además el problema de la desigualdad de ingresos.

La OCDE en su iniciativa de Nuevos enfoques frente a los desafíos económicos (NAEC) y en su informe Perspectivas del Empleo 2014 reconoce que el aumento de la desigualdad repercute en el crecimiento económico y la cohesión social, minando la confianza en los mercados y las instituciones.

En los años transcurridos desde el inicio de la crisis económica, el GrupoLaboral 20 (L20) ha venido pidiendo que se dejen de lado las medidas de austeridad.

Si los gobiernos del G20 quieren alcanzar el objetivo establecido por los ministros de finanzas de lograr un crecimiento del 2 por ciento en el PIB en los próximos cinco años, deberán cambiar sus estrategias.

Sólo con un cambio se conseguirá reducir el déficit de empleo provocado por la crisis, creando los 81 millones de puestos de trabajo que harán falta de aquí a 2018. Esto es un test de realidad. Y requiere respuestas claras.

Una simulación del L20 muestra que una combinación de incrementos salariales e inversión en infraestructura en los países del G20 podría crear un incremento de hasta un 5,84 por ciento en el crecimiento y 33 millones de puestos de trabajo, en comparación con una continuación de las actuales políticas.

 

El camino a seguir

La economía mundial esencialmente está impulsada por los salarios – cuanto más se pague a las personas más podrán gastar en bienes y servicios. En contraste, cada punto porcentual que disminuyan los salarios ocasionará un descenso del PIB global en 0,36 puntos porcentuales.

Bajos salarios, un bajo nivel de capacitación y empleos precarios no conducirán a una recuperación económica sólida.

El G20 debe dejar de lado la mentalidad según la cual la vía para el crecimiento es recortar salarios y maximizar los beneficios empresariales a corto plazo.

En pocas palabras, el mundo necesita un aumento salarial.

Necesitamos invertir: invertir en buenos empleos, invertir en proyectos de infraestructura sostenibles; e invertir en nuestros jóvenes.

Resulta inaceptable que uno de cada cuatro jóvenes en el mundo no pueda encontrar un trabajo que les aporte más de 1,25 USD al día.

Los sindicatos han venido solicitando reiteradamente medidas para un crecimiento inclusivo, incluyendo un reforzamiento de los derechos de los trabajadores/as, salarios mínimos, negociación colectiva y pisos de protección social.

Es necesario que las mujeres y los jóvenes sean capaces de participar en el mercado laboral con empleos seguros, y proporcionar garantías para la juventud, y formación mediante un aumento de los aprendizajes de calidad.

En el mismo sentido, unas políticas pro-crecimiento deberán fomentar una inversión más productiva mediante un incremento del 1 por ciento del PIB invertido en infraestructura en todos los países.

Las inversiones, incluyendo el capital de fondos de pensiones de los trabajadores, deberán realizarse en base a los Principios de Alto Nivel del G20/OCDE de inversión a largo plazo.

Además, no puede haber empleo ni crecimiento en un planeta muerto.

Los líderes del G20 han de comprometerse a un plan ambicioso y justo para la reducción de las emisiones, a fin de garantizar el éxito de la Conferencia de la ONU sobre el Clima que se celebrará en París en 2015.

Además, un acuerdo en relación con estrategias de transición justa resultará crucial para proteger los medios de subsistencia y los empleos de los trabajadores/as.

También esperamos que el G20 adopte medidas decididas sobre “lugares de trabajo más seguros” de manera que pueda evitarse otro desastre como el de Rana Plaza, cuando el edificio de mala calidad donde se ubicaba una fábrica de vestuario se derrumbó ocasionando la muerte de más de 1.000 trabajadores y trabajadoras en 2013.

La mejora social en las cadenas de valor mundiales no es automática: las Directrices de la OCDE para las Empresas Multinacionales podrían contribuir a lograr progresos ayudando a que tanto las firmas como los trabajadores se beneficien de las cadenas de valor.

La producción en los países en desarrollo y con ingresos medios, basándose en un trabajo precario y unas remuneraciones para los ejecutivos muy superiores al salario vital no resultan inaceptables.

Las familias trabajadoras confían en que el G20 asuma su responsabilidad.

Por último, habría que apoyar los esfuerzos destinados a impedir que las corporaciones multinacionales trasladen sus beneficios entre distintas jurisdicciones – independientemente del lugar donde esté localizada su actividad – para evadir impuestos.

El Plan de Acción de la OCDE contra la erosión de la base imponible y el traslado de beneficios (BEPS, por sus siglas en inglés), lanzado en 2013, demuestra que unas medidas institucionalizadas y un impulso político pueden lograr resultados concretos a nivel del G20.

No obstante, el plan actual adolece de algunos fallos que convendría corregir, incluyendo la necesidad de hacer públicas las declaraciones de impuestos de las multinacionales país por país, apoyar institucionalmente la participación de los países en desarrollo en el proceso, y abordar la regulación del sistema bancario en la sombra y los fondos privados de capital mediante la colaboración con el Consejo de Estabilidad Financiera (CEF).

El mismo compromiso al plan BEPS debería aplicarse a las actuales crisis del empleo, las desigualdades, el cambio climático y las inversiones.

Un Plan de Acción de Brisbane resulta esencial y debe incluir objetivos para la creación de empleo y las inversiones, a los que habrá que dar seguimiento en consulta con los interlocutores sociales.

El L20 celebrará su propia cumbre en Brisbane, dos días antes de la reunión de Líderes del G20.

Pedimos a los líderes que se ponga fin a años de estancamiento y que se adopten políticas estructurales que se requieren para una inversión sostenible y que favorezca el empleo, el tipo de políticas que los trabajadores podrán apoyar.

El mundo necesita un aumento salarial ya.