¡Escucha, Emanuel! Deja las escuelas en paz

 

Chicago, que cuenta con el tercer mayor sistema escolar en los Estados Unidos, se ha visto sacudida por el programa de reforma educativa de su alcalde, Rahm Emanuel, desde que éste dejó su cargo como asesor de la Casa Blanca en 2010 y fue elegido primer mandatario de la ciudad.

Emanuel, antiguo diputado y banquero de inversiones, se ha convertido en el favorito del grupo de interés que ejerce presión por una reforma educativa en EE.UU. al privatizar la educación pública mediante el establecimiento de escuelas con el sistema “charter” (escuelas privadas con fines de lucro que reciben financiación pública), atacar al sindicato de docentes de la ciudad, el Chicago Teachers Union (CTU), y, más recientemente, impulsar el mayor cierre de escuelas de la historia de Estados Unidos.

El número de escuelas charter, que reciben dinero público al tiempo que quedan exentas del cumplimiento de numerosos requisitos y normas de negociación colectiva, se ha duplicado en Chicago desde 2005, según la Alianza Nacional de Escuelas Públicas Charter.

En la actualidad existen cerca de 100 escuelas de este tipo en la ciudad. La administración de Emanuel ha pedido otras 60 escuelas charter más para 2017.

Esta medida es parte de una ola de privatización concertada a nivel nacional. Después de que el huracán Katrina devastara Nueva Orleans, en lugar de reabrir las escuelas públicas y volver a contratar a los profesores, los administradores de la ciudad optaron por el sistema de escuelas charter que ahora tienen matriculado a más del 70% de los alumnos.

El Centro para la mejora de la escuela urbana de Chicago, por ejemplo, abrió escuelas charter financiadas por la Fundación Gates.

Solamente una de las redes de este tipo de escuelas, la United Neighborhood Organization, gestiona 13 escuelas que cuentan con 6.500 estudiantes.

Las escuelas charter carecen casi totalmente de sindicatos, y algunas han combatido los esfuerzos de sindicalización de los docentes con las mismas tácticas feroces empleadas por la industria privada.

Los salarios medios de los docentes de Chicago rondan los 74.839 US dólares, según datos de las Escuelas Públicas de Chicago (CPS), mientras que los docentes de las escuelas charter ganan una media de 51.000 dólares.

 

Privatización

Desde mediados de la década de los años 1990, cuando el alcalde de Chicago, Richard Daley, tomó el control de las escuelas de la ciudad, el alcalde en funciones de la ciudad tiene un enorme poder sobre ellas.

Daley ocupó el cargo durante 22 años, y puso en marcha un extenso programa de privatización de los servicios municipales.

Esta voluntad de privatizar, y el declive de la base industrial de la ciudad, llevaron a abandonar la ciudad a 200.000 personas, 180.000 de las cuales eran afroamericanas.

Daley comenzó la privatización del sistema escolar mediante el cierre de las escuelas de “bajo rendimiento”, sobre todo en los barrios negros y latinos, y despidiendo a un gran número de docentes.

Entre 2001 y 2012, el distrito de Escuelas Públicas de Chicago, el tercero más grande del país, cerró alrededor de 100 escuelas.

Arne Duncan, director general de las Escuelas Públicas de Chicago durante muchos de aquellos años, fue nombrado Ministro de Educación por el presidente Barack Obama, quien a su vez gestó su carrera en el sistema político de Chicago.

En pasado mes de septiembre, el alcalde Emanuel provocó una dura huelga de nueve días convocada por el sindicato de docentes, Chicago Teachers Union (CTU), una de las mayores afiliadas de la American Federation of Teachers (AFT), al proponer que la remuneración de los docentes se vinculara a un sistema basado en los “méritos” y ya no en una escala salarial negociada, así como disposiciones que debilitan su seguridad laboral.

El sindicato, que goza de un amplio apoyo entre los padres, lo venció.

La huelga también se convirtió en una lucha contra la privatización y el programa de cierre de escuelas, aunque bajo la legislación estadounidense no puedan ser objeto de negociación colectiva.

 

En pie de lucha

Posteriormente, en un gesto que muchos consideran como un ataque contra el sindicato, el Consejo de Educación propuso en diciembre de 2012 cerrar docenas de escuelas.

El 27 de marzo se reunieron y marcharon por las calles en contra de la propuesta miles de personas organizadas por CTU, la sección local 1 de UNITE HERE, la sección local 1 de SEIU y el movimiento de base Grassroots Education Movement.

Exigieron que el distrito dejara de cerrar escuelas y frenara la expansión de las escuelas charter, y centrara su inversión en las escuelas públicas de las zonas de la clase trabajadora.

La Presidenta de CTU Karen Lewis exhortó a los estudiantes: “¡No dejen que estos individuos les quiten su escuela!” Más de un centenar de personas fueron detenidas en actos de desobediencia civil fuera del Ayuntamiento.

La Presidenta de la AFT, Randi Weingarten envió un mensaje diciendo: “El temerario programa de cierre masivo de escuelas desestabiliza los barrios, amenaza la seguridad de nuestros hijos, no mejora el aprendizaje ni tampoco ahorra dinero y crea un efecto dominó de desestabilización en las escuelas de toda la ciudad. Refleja una tendencia preocupante en las ciudades de todo el país por parte de los poderes fácticos que parecen ignorar lo que los padres, los estudiantes y los docentes exigen y lo que nuestros hijos necesitan y prefieren aplicar políticas fracasadas”.

De las 54 escuelas propuestas para ser cerradas en 2013, el 88% tienen una población afroamericana y solamente 125 del total de los 16.119 estudiantes (0,78%) son blancos.

La polarización racial y económica de Chicago manifiesta en el anuncio del cierre de la escuela primaria George Manierre, situada en una zona que incluye uno de los proyectos de vivienda pública más pobres de la ciudad, así como cada vez un mayor número de apartamentos para sectores acomodados que cuestan millones de dólares.

Mientras las marchas de protesta recorrían la ciudad, un niño de nueve años Asean Johnson, se convirtió en su portavoz.

A pesar de que debido a su corta estatura no lograba sobrepasar el atril, este joven alumno de la Escuela Primaria Marcus Garvey de Chicago hizo un apasionado discurso condenando el cierre de las escuelas culminando en tono perentorio: “Usted debe apoyar estas escuelas, no cerrarlas”, dijo dirigiéndose al alcalde Emanuel.

También se hizo voz de la cólera de los padres ante el tinte de discriminación racial que dejan ver los cierres.

“El 90% de los cierres de escuelas [afectan a] los afroamericanos. Esto se llama racismo”, afirmó, para luego añadir: “No importa de qué color sea usted, no importa si es asiático o chino, no importa.

¡Usted no debe cerrar estas escuelas!”

La situación de Johnson refleja la de los estudiantes de otras ciudades que luchan contra los cierres.

En Filadelfia, donde el Consejo está cerrando 23 escuelas, sobre todo en los barrios afroamericanos y latinos, los estudiantes abandonaron el aula para salir a la calle el 17 de mayo.

Weintergarten había sido arrestada durante una protesta anterior, el 7 de marzo.

El 18 de mayo, los estudiantes, padres y docentes de Chicago organizaron una marcha de tres días por una Justicia educativa.

Después de la marcha, la directora general de las Escuelas Públicas de Chicago, Barbara Byrd-Bennett, retiró cuatro escuelas de la lista de cierres, incluyendo la escuela primaria Marcus Garvey, la escuela de Asean Johnson.

 

“Una política de tierra quemada”

El 22 de mayo, el Consejo Escolar de Chicago anunció su decisión de cerrar 54 escuelas, el mayor en la historia de EE.UU.

Padres y docentes gritaban y lloraban mientras el Consejo deliberaba. Una de las integrantes, Wanda Wilburn, afirmó: “Estos padres y estos docentes no son signos de dólar.

Son personas que tienen vida y sentimientos”.

Sus protestas salvaron cinco escuelas, al menos por el momento, incluyendo la primaria Manierre.

El diario Sun-Times de Chicago afirmó que la decisión del Consejo se tomó “en menos tiempo de lo que tarda en hervir un huevo”.

El diario Chicago Tribune, próximo al alcalde Emanuel, lo llamó “un buen día para el Consejo de Escuelas Públicas, ya que comienza su proceso de reinvención”, a la que definió como “la ventaja de cambiar a los niños a escuelas de alto desempeño [y] cerrar los viejos, enormes y medio vacíos edificios escolares”.

Diane Ravich, profesora de educación y antigua viceministra de Educación, lo calificó como “el día de la infamia en Chicago y en la historia de la educación de Estados Unidos.

Los consejos escolares existen para proteger, mejorar y apoyar a las escuelas públicas, no para aniquilarlas”.

“Estas decisiones son políticas, no decisiones tomadas en el interés superior de los niños”, acusó Weingarten.

Karen Lewis lo llamó “un día de luto para los niños de Chicago. Su educación ha sido secuestrada por un consejo escolar corporativo no representativo, no elegido por el pueblo, y que actúa a las órdenes de un alcalde que carece de visión para mejorar la educación de nuestros hijos. Cerrar las escuelas no es un proyecto educativo. Es una política de tierra quemada”.

A continuación, el 14 de junio, el Consejo envió avisos de despido a 850 empleados de la escuela, incluyendo 550 docentes.

Los despidos afectarán a los docentes que trabajan en las comunidades afroamericanas y latinas, en las que se concentran las escuelas cerradas.

Los críticos acusaron al Consejo de utilizar afirmaciones falsas y falaces para justificar los cierres.

Se verán afectados 46.000 estudiantes, pero el Consejo afirma que solamente son 30.000.

El Consejo asegura que las escuelas públicas han perdido 145.000 estudiantes. En realidad, la matrícula se ha reducido en 75.000, y de estos alumnos, 47.000 se han matriculado en las escuelas charter, por lo que la cifra real es de 28.000 alumnos.

La mayor parte de la pérdida de estudiantes en la ciudad data de hace 30-40 años, en el apogeo de la desindustrialización.

El distrito escolar afirmó que un “déficit de mil millones de dólares” obligaba a cerrar las escuelas, pero en realidad, dado que los estudiantes no desaparecen y que las demás escuelas requieren más fondos, los cierres no permitirán hacer ningún tipo de ahorro.

Algunos cierres parecen directamente designados para beneficiar a las escuelas charter.

En 2011, el distrito trató de cerrar la Escuela Primaria Jacob Beidler y convertirla en una tipo charter.

Los docentes y los padres de familia de la zona salieron a defender su escuela, y la propuesta fue retirada provisionalmente.

Este año, estaba de nuevo en la lista de cierres.

A modo de ratificación de su papel en la huelga y en la lucha contra los cierres, Karen Lewis fue reelegida presidenta del sindicato CTU por un amplio margen poco antes de que el Consejo anunciara los cierres.

En respuesta a la decisión, anunció que el sindicato se uniría como parte a una demanda legal contra el distrito, acusándolo de discriminación contra los estudiantes con discapacidad, de prejuicios raciales y de violar las recomendaciones de los delegados independientes.

Asimismo, el sindicato declaró que iba a iniciar una campaña política para derrotar en las urnas al alcalde, al Ayuntamiento y a los miembros de la Asamblea General del Estado, que apoyan los cierres.

Hizo un llamamiento para iniciar una campaña destinada a incrementar el censo electoral con 100.000 nuevos votantes, así como crear una organización vecinal para convencerlos de acudir a las urnas.

“Vamos a ir de puerta en puerta a todas las casas de los barrios donde los ciudadanos han perdido su escuela y sus puestos de trabajo”, afirmó Lewis. “Quizás no obtengamos todos los escaños que deseamos… pero podemos ganar bastantes”.