Escuelas, objetivo de guerra

Escuelas, objetivo de guerra
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Hacer de las escuelas un objetivo de guerra es una vulneración, no solo del derecho internacional humanitario, sino del derecho de la infancia a la educación. Alrededor del mundo, más de 33 millones de niños que viven en zonas de conflicto armado no pueden ir a la escuela.

Ucrania no es una excepción. La guerra, que cumple un año hoy, 24 de febrero, está teniendo un impacto devastador en la vida y el futuro de los 5,7 millones de niños en edad escolar. A todos ellos se les ha robado la estabilidad, la seguridad en las aulas, los amigos, y los sueños de un futuro.

Desde que comenzó el conflicto armado, más de 3.000 instituciones educativas han sufrido daños por los bombardeos. De estas, 420 han sido completamente destruidas, según datos del Ministerio de Educación y Ciencia de Ucrania.

 

Millions of children’s basic rights to protection and education are violated around the world. Portrait of 14-year-old Darija Nikolajenko in front of what is left of her school, which was shelled by Russian forces on 3 March 2022. 27 September 2022, Chernihiv, Ukraine.

Photo: UNICEF/Diego Ibarra Sánchez

Los ataques contra las escuelas en contextos de conflicto armado se ha convertido en una tendencia creciente y alarmante en todo el mundo. En 2020 y 2021, se registraron más de 5.000 ataques a la educación e incidentes de uso militar de escuelas, haciendo daño o matando al menos a 9.000 estudiantes y educadores. En promedio, se produjeron cada día seis ataques a la educación o incidentes de uso militar.

Desde Afganistán, pasando por Yemen, Siria, Sudán del Sur, Mali, República Democrática del Congo, Ucrania y Colombia “se está ignorando una de las reglas más básicas de la guerra: la protección de los niños”, subraya UNICEF.

“Los niños son un blanco directo en los conflictos en todo el mundo. No podemos aceptar esto como una nueva normalidad”, advierte Catherine Russell, directora ejecutiva de UNICEF. Y recuerda que “el derecho de un niño a la educación no se puede salvaguardar en situaciones de conflicto sin que se proteja la educación en sí misma”.

 

A leaflet on the use of gas masks among the wreckage of school no. 15. The school was attacked on 7 March. 10 April 2022, Kramatorsk, Ukraine.

Photo: Diego Ibarra Sánchez

“Interrumpir el aprendizaje de los niños que viven en zonas de guerra tiene un impacto de por vida, ya que limita sus oportunidades de futuro. “Va a impactar en las posibilidades para ellos de poder aprender y desarrollarse, de poder tener un espacio en la sociedad”, explica Delphine Dorsi, directora de Right to Education Initiative.

“Los desafíos de la educación son muchos, pero no imposibles”, subraya Dorsi.
Para que las guerras no sigan destruyendo el futuro de generaciones enteras en el mundo es necesario que los gobiernos respalden, implementen y apoyen la Declaración de Escuelas Seguras, –a la que se unió Ucrania en 2019–, para proteger a todos los estudiantes y educadores de los peores efectos del conflicto armado.

A pesar de todo, las bombas no han conseguido acabar con el sistema educativo en Ucrania. La labor del Ministerio de Educación –retomando las clases– y el apoyo financiero e institucional de organizaciones como Naciones Unidas han permitido sostener el sistema. Un ejemplo es el fondo especial de la ONU –y su lema “La educación no puede esperar”– que ha ofrecido alrededor de cinco millones de dólares en ayudas de emergencia para los niños afectados por la guerra, tanto para su educación como para su salud mental. Asimismo, desde que comenzó la invasión, unos 760.000 niños han recibido educación formal o no formal gracias a los programas de apoyo del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés) y más de 1,7 millones de niños y cuidadores se han beneficiado de las intervenciones de salud mental y apoyo psicosocial, apoyadas por esta agencia.

Los esfuerzos para seguir adelante con las clases en un país en guerra han sido significativos. Un mes después de que estallara la guerra, los colegios, institutos y universidades ucranianas retomaron las clases en línea, y desde septiembre ha empezado el curso escolar presencial para los alumnos de primaria, que asisten por turnos, debido al gran número de escuelas dañadas o destruidas que ya no son funcionales.

 

Veronika, age 11, follows an online class at home in Kharkiv: “I feel better when I see my classmates online; it helps take my mind off the bad news and the war.” 14 April 2022, Kharkiv, Ukraine.

Photo: Diego Ibarra Sánchez

Para los maestros, haber retomado el curso escolar, sea presencial o en línea, es fundamental, aunque solo sirva para dar una apariencia de normalidad a los millones de niños afectados por el conflicto. Pero no es fácil enseñar en medio de la guerra.

“No va a ser lo mismo que cuando retomamos las clases en línea debido a la covid. Soy consciente de que estamos a diario bajo una gran presión. Directores, educadores y alumnos. Hace falta un gran esfuerzo psicológico para concentrarse, dar o recibir clases con el constante aullido de las sirenas, con algunos padres comunicándonos cada día que se marchan a otras ciudades o fuera del país y, en definitiva, dejando de tener contacto con nuestros alumnos por un tiempo”, explica Tetiana Mashkun, profesora de la escuela secundaria nº21 de Chernigiv, que fue destruida en un bombardeo el 3 de marzo.

 

Darija Nikolajenko inside what remains of her school. 27 September 2022, Chernihiv, Ukraine.

Photo: UNICEF/Diego Ibarra Sánchez

Chernigiv está a solo 50 kilómetros de la frontera con Bielorrusia, y aunque no fue tomada por las tropas rusas sufrió un intenso asedio durante el primer mes de la guerra.

La cantina y la cocina de la escuela secundaria nº21 fue ocupada por las Fuerzas de Defensa Civil, en donde cocinaban para las tropas ucranianas, pero también muchas familias del vecindario venían al refugio antiaéreo del colegio para protegerse cuando sonaban las alarmas. En el intenso bombardeo, donde también quedó destruida la escuela nº18, murieron 48 personas.

No es fácil superar un trauma así. Algunos de los compañeros de colegio de Darija Nikolajenko, de 14 años, murieron en el camino cuando se dirigían al refugio antiaéreo. Darija se ha detenido frente a las montañas de escombros en los que ha quedado reducida su escuela. “La guerra es lo peor que le puede pasar a la humanidad. Especialmente en el siglo XXI. No puedo imaginar cómo llegamos a este punto. Mi escuela ha sido mi segundo hogar. Es difícil imaginar mi futuro. En lo único que puedo pensar es en un futuro sin guerra”, reflexiona Darija, que ha tenido que volver a las clases en línea porque ya no hay suficientes colegios y no todos ellos cumplen con las normas de seguridad.

 

A map of Ukraine in a deserted classroom in Irpin. The school was attacked in March 2022. Before the war, 1,858 children studied at this infant school in Irpin. Today, the building is a jumble of metal and rubble after receiving 30 missile strikes, seven of them direct. 30 September 2022, Irpin, Ukraine.

Photo: UNICEF/Diego Ibarra Sánchez

Menos del sesenta por ciento de las escuelas consideradas seguras pudieron reabrir en septiembre. En las regiones del este, que están en primera línea del frente, las autoridades locales decidieron no abrir las escuelas y mantener toda la educación a distancia, mientras que en otras áreas más alejadas de las líneas del frente las instituciones educativas abrieron parcialmente, siempre que los centros tuviesen un refugio antiaéreo.

 

Sviatoslav, aged 10, attends school no. 25, a renovated building where UNICEF has built an air-raid shelter. He moved here after his school was completely destroyed. “Now I go to this one, and although it’s fine here, I want to go back to my old school,” he says. 29 September 2022, Zhytomyr, Ukraine.

Photo: UNICEF/Diego Ibarra Sánchez

Sviatoslav, de 10 años, comparado con otros cientos de miles de niños de su edad que no regresarán a la escuela durante este curso académico, puede sentirse un afortunado por volver al colegio. Sviatoslav ha empezado el curso en un centro nuevo. El Liceo nº25, en Zhitómir, donde estudiaba, quedó completamente destruido tras un bombardeo el 4 de marzo.

Para el niño es toda una experiencia volver a clase ya que prácticamente desde que empezó la primaria su educación se ha visto interrumpida por los dos primeros años de la pandemia y la guerra.

 

School No. 15 was attacked on 7 March at 3.30 in the morning. An estimated average of 22 schools a day were attacked in Ukraine at the beginning of the war. 10 April 2022, Kramatorsk, Ukraine.

Photo: Diego Ibarra Sánchez

“Pese al riesgo de mandar a sus hijos al colegio, muchos padres sienten que es más seguro que estar estudiando en casa, porque cuando suenan las alarmas antiaéreas los maestros bajarán a los alumnos al refugio”, explica Ivan Denisyuk, director del colegio nº25.

 

Children in a playground. Background: destroyed buildings in Borodyanka, a town that suffered heavy shelling by Russian forces at the beginning of the war. Over 90 per cent of the city centre was destroyed. 29 September 2022, Borodyanka, Ukraine.

Photo: UNICEF/Diego Ibarra Sánchez

Mantener en pie la educación es su manera de resistir a la guerra. “Es muy importante que los niños vuelvan a la escuela. Ellos son el futuro, nos ayudarán a reconstruir y fortalecer Ucrania”, exclama Denisyuk. Como diría Nelson Mandela, “la educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”.

This article has been translated from Spanish.