Estilo de vida: la cruda realidad hace que Suzuki se tambalee

 

 

Esta semana, Maruti Suzuki India Ltd (MSIL), el mayor fabricante de automóviles de India, lanza al mercado una nueva versión de su popular automóvil Alto.

Sin embargo, hace solo varios meses, la cadena de producción de Maruti se paralizó tras la rápida escalada de violencia en un conflicto laboral que viene de lejos y tuvo como consecuencia la muerte del director de recursos humanos de la empresa y más de 100 heridos graves.

Actualmente hay casi 150 antiguos trabajadores/as de Maruti detenidos por comportamientos violentos en la planta de Maruti; el martes les notificarán de qué se les acusa.

El origen del conflicto con los empleados está relacionado con el uso que hace MSIL de los trabajadores/as contractuales en su planta de Manesar, ubicada en el estado de Haryana, una práctica que fomenta la precariedad laboral y la reducción salarial.

Sin embargo, en septiembre, MSIL anunció planes para trabajar únicamente con los empleados habituales/fijos, en lo que parecía una inesperada victoria laboral.

“Conforme a la política anunciada de no emplear a trabajadores/as contractuales cedidos por contratistas en la cadena directa de producción, la empresa ha iniciado el proceso de contratación directa de los mismos”, anunció Maruti Suzuki en septiembre en un comunicado de prensa.

“Ya se ha informado del calendario de contrataciones a todos los trabajadores/as contractuales actuales a través de las agencias contratistas. Pronto se iniciarán los procesos de contratación”.

A primera vista parecen buenas noticias para los trabajadores/as de las plantas de MSIL, que llevan inmersos en un duro conflicto laboral contra el uso de trabajadores contractuales desde que se fundó la empresa.

Por desgracia, la realidad es un poco más compleja y varía dependiendo de con quién se hable.

 

Las dos caras de la moneda

Según un trabajador de MSIL entrevistado por Equal Times (que solicitó permanecer en el anonimato y decidió esconderse por miedo a represalias de los directivos), el 18 de julio un supervisor insultó a un trabajador fijo llamado Jiya Lal, amenazándole con improperios y comentarios negativos sobre su casta.

Cuando Jiya le contestó, el supervisor presentó una queja al departamento de Recursos Humanos y la dirección decidió despedir a Jiya.

“No pudimos aceptarlo y exigimos justicia”, explicó nuestra fuente. “Si tenían que despedir a Jiya, el supervisor que le insultó debía recibir un castigo parecido o incluso más severo”.

Sin embargo, cuando los representantes de la dirección se dirigieron a los medios de comunicación, ofrecieron una versión totalmente distinta de los hechos. Afirmaron que el conflicto se inició cuando un trabajador atacó a un supervisor en la fábrica.

Asimismo denunciaron que el Sindicato de Trabajadores/as de Maruti Suzuki impidió que la dirección tomara medidas disciplinarias contra dicho trabajador y que, más tarde, los trabajadores/as bloquearon las puertas de salida y tomaron a varios ejecutivos de Maruti como rehenes.

Varios miembros de la alta dirección denunciaron también que cuando intentaron reunirse con los representantes sindicales en un intento por resolver amistosamente el conflicto, los trabajadores/as les atacaron.

Sin embargo, los representantes sindicales afirman que cuando se reunieron con los representantes de Recursos Humanos, estos se negaron en redondo a escuchar los argumentos de los trabajadores y no hicieron ningún gesto para revocar el despido ni para tomar medidas contra el supervisor.

En cualquier caso, a partir de entonces la situación se fue agravando de forma descontrolada.

Los trabajadores alegan que durante las negociaciones, la dirección recurrió a varios guardias de seguridad que cerraron las puertas y atacaron brutalmente a los trabajadores/as con armas blancas.

Asimismo, aseguran que más tarde se les unieron parte del personal directivo y varios policías que propinaron fuertes palizas a varios trabajadores, muchos de los cuales acabaron en el hospital con graves lesiones.

Además denuncian que fueron estas personas las que destruyeron los bienes de la empresa y prendieron fuego a un sector de la fábrica, lo cual tuvo como consecuencia la muerte de Awanish Kumar Dev, Director General de Recursos Humanos de MSIL.

 

La larga lucha por los derechos de los trabajadores/as

Al día siguiente, la empresa anunció un cierre patronal que afectó no solo a los trabajadores y trabajadoras de MSIL, sino también a otros 190.000 empleados de 50 empresas auxiliares.

Fue una medida agresiva por parte de la empresa.

Desde 1983, MSIL es una empresa líder de fabricación de vehículos para pasajeros en India, con dos unidades de producción en Haryana (Gurgaon y Manesar).

Ambas instalaciones tienen una capacidad de producción anual conjunta de más de 1,5 millones de vehículos, cifra que la empresa espera aumentar hasta 1,75 millones para el 2013.

En el ejercicio económico de 2011-2012, el beneficio neto de MSIL decreció en un 28,6% hasta los 16,351 mil millones de rupias (aproximadamente 309,122 mil millones de US$), al parecer debido a las fluctuaciones adversas en los tipos de cambio, los mayores descuentos en vehículos, el aumento de los costes de las materias primas y los disturbios laborales en Manesar.

Sin embargo, MSIL ha sufrido disturbios laborales en cada fase de su increíble crecimiento.

Quizá se haya debido a su incapacidad para construir una relación sana con los trabajadores/as o a su astuta estrategia para reemplazar a la mano de obra existente por trabajadores/as nuevos.

Sin embargo, analizando la historia de MSIL resulta evidente que desde sus inicios la empresa ha sido reacia a la formación de un sindicato y, por tanto, siempre ha dado prioridad a la mano de obra contractual.

Cualquier intento de formar un sindicato se ha visto obstruido. Cuando los trabajadores/as consiguen superar los numerosos obstáculos para la formación de un sindicato, la dirección toma medidas vengativas.

De hecho, los disturbios de Maruti fueron posteriores a los intentos frustrados de los trabajadores/as de registrar un sindicato.

Desde el año 2000, los episodios de malestar y lucha en Maruti se deben a los intentos frustrados de los trabajadores/as por formar un sindicato.

Aunque su Constitución estipula que el derecho de asociación constituye un derecho fundamental, India todavía no ha ratificado el Convenio 87 de la OIT sobre Libertad Sindical ni el Convenio 98 sobre el Derecho de Negociación Colectiva.

 

Condiciones laborales

Las condiciones laborales en MSIL hablan por sí solas.

Durante un turno de nueve horas, los trabajadores/as tienen derecho a dos pausas de siete minutos y medio para beber algo o ir al baño y a una pausa de 30 minutos para comer.

Reciben salarios muy bajos y si piden un permiso se les deduce una cantidad de su salario, ya que la paga se calcula como salario más incentivos.

La categoría de los trabajadores en MSIL y los salarios mensuales también varían considerablemente: un trabajador fijo recibe 8.000 rupias (aproximadamente 151 US$) de salario y 8.000 en concepto de incentivos; un becario 6.500 rupias de salario (122 US$) y 2.250 de incentivos (42 US$); un aprendiz 3.000 rupias de salario (57 US$) y 1.000 (18 US$) de incentivos.

Los trabajadores/as contratados por la empresa trabajan como aprendices el primer año cobrando un ínfimo estipendio.

Luego trabajan durante tres años como becarios y por último como empleados fijos con un salario base fijo e incentivos.

Según el informe anual de la empresa, los gastos de personal representan solo el 1,9% de los gastos totales (como porcentaje de las ventas netas).

Esto resulta poco sorprendente si se tiene en cuenta que hasta septiembre alrededor de dos tercios de la mano de obra de MSIL eran trabajadores contractuales.

“La dirección siempre prefiere a trabajadores/as contractuales”, afirma Mathew Abraham, antiguo empleado de Maruti y ex presidente del Sindicato de Empleados de Maruti en Udyog (formado en 1983 y eliminado del registro en el 2002 debido a las presiones ejercidas por la dirección de la empresa).

“La empresa no tiene ninguna responsabilidad ante ellos, ya que consiguen el trabajo a través de agencias contratistas y MSIL solo tiene que pagar el salario mínimo a estos trabajadores que realizan las mismas tareas que un empleado fijo”.

 

De vuelta al trabajo

El 21 de agosto, la empresa desconvocó el cierre patronal y emitió el comunicado de prensa mencionado al inicio de este artículo.

Pero, tras más de una década ignorando las demandas de sindicatos centrales, industriales y locales, ¿por qué ha decidido la empresa de repente que a partir del 21 de agosto del 2012 no contratará a empleados contractuales?

Solo podemos suponer que se trata de un intento de despedir a los actuales trabajadores/as contractuales de la empresa, pues apoyan totalmente a los empleados fijos en su lucha y en sus intentos por organizarse sindicalmente.

Al mismo tiempo, una declaración emitida por la Unión Popular por los Derechos Democráticos (PUDR) y firmada por sus secretarios Preeti Chauhan y Paramjeet Singh el 25 de septiembre hace patentes algunos de los temores expresados por el trabajador anónimo de MSIL anteriormente mencionado.

La declaración detalla cómo la Agencia de Investigaciones Penales de Gurgaon utilizó métodos de tortura de tercer grado para interrogar a los trabajadores de MSIL detenidos.

Además, plantea su inquietud por el hecho de que la policía obligara a los detenidos a firmar papeles en blanco.

Como parece que la única intención del estado y la policía es tranquilizar a Maruti Suzuki India Ltd. y garantizar que la producción siga adelante, la PUDR exige una investigación judicial “independiente e imparcial” de los sucesos que tuvieron como resultado la muerte de Awanish Dev.

Hoy en día, MSIL está de nuevo en marcha.

Inmediatamente después del fin del cierre patronal se reanudó la producción, con unos 300 trabajadores/as fijos bajo una fuerte protección policial que producen alrededor de 150 automóviles al día. Según los informes de prensa ya se ha reanudado la producción a pleno rendimiento.

Sin embargo, incluso ahora, los antiguos trabajadores/as y los sindicatos locales denuncian que MSIL sigue empleando a trabajadores contractuales, a pesar de que la empresa afirme lo contrario.

En la actualidad, 145 antiguos trabajadores languidecen en la cárcel y la mayoría de los que lucharon por la empresa, y también por sus derechos como trabajadores, han sido despedidos.

Su caso será juzgado a partir del 23 de octubre.

Mientras tanto, el 15 de octubre, el Equipo Especial de Investigación de los sucesos hizo público un pliego de cargos de unas 3.000 páginas en el que acusa a 145 trabajadores de homicidio, tentativa de homicidio y destrucción de bienes de la empresa, entre otros cargos.

Hasta ahora, Suzuki sigue anunciándose por su ‘estilo de vida’.