Fábricas del ladrillo en India o el horror de la esclavitud moderna

Fábricas del ladrillo en India o el horror de la esclavitud moderna

Unas 50.000 personas trabajan en condiciones de esclavitud en las fábricas de ladrillo de la India.

(AP/Channi Anand)
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La interminable pesadilla de Brijesh Yadav comenzó cuando un empresario le prestó 300 USD para la boda de su hermana. Para devolverle el dinero, él y su familia tuvieron que viajar unos mil kilómetros, desde el mísero estado de Uttar Pradesh, al norte de la India, para trabajar en una fábrica de ladrillo, en el opulento estado occidental de Gujarat.

“Me golpeaban día y noche”, afirma Brijesh cuando habla sobre los jefes de la fábrica. “He trabajado muchos años como jornalero [en granjas], pero esta era la primera vez que me golpeaban”.

Su esposa y sus tres hijos, menores de diez años, trabajaban con él, aunque, oficialmente sólo Brijesh tenía contrato y recibía un salario.

Brijesh es una de las aproximadamente 25 millones de personas que laboran en las más de 100.000 fábricas de ladrillo de toda la India, según cifras de la ONG antiesclavista Anti-Slavery International. De éstas, se calcula que unas 50.000 trabajan en condiciones de esclavitud, afirma Sudhir Katiyar, director de proyecto de la ONG Prayas Centre for Labour Research and Action, radicada en el estado noroccidental de Rajastán.

Esta organización, especializada en la defensa de varios colectivos de trabajadores informales de la India, afirma que la violencia en las fábricas de ladrillo abarca desde los insultos hasta las palizas y violaciones.

A lo largo de la última década, la India ha vivido un auténtico bum inmobiliario que ha propiciado un enorme aumento de la demanda de ladrillos para la construcción. Un estudio de 2013, elaborado por Global Construction Perspectives, un grupo de reflexión sobre construcción e infraestructuras, y la consultoría Oxford Economics, predijeron que, en 2030, la India, que ya es uno de los mayores mercados inmobiliarios del planeta, tendría un valor equivalente a un billón de dólares anuales.

Lamentablemente, tras la deslumbrante fachada del desarrollo económico se esconde una industria que, en gran medida, debe su auge a la mano de obra barata. Las fábricas de ladrillo indias se han ganado el dudoso honor de ser focos de la explotación más extrema.

Algunos constructores del país están adoptando nuevas técnicas de construcción, como la prefabricación, que utiliza otros materiales como el acero y el hormigón. Pero la población sigue prefiriendo las casas de ladrillos rojos y, en la mayor parte del país, el bum de la construcción significa pasar de una vivienda precaria a una estable y respetable casa de ladrillo y cemento.

“Los ladrillos rojos cocidos en hornos continúan copando el 80% del mercado de ladrillos de la India. Sus años de historia siguen sosteniendo su popularidad”, afirma Sameer Maithel, director de la consultoría Greentech Knowledge Solutions.

La mafia de ladrillo

Las ONG afirman que algunas fábricas de ladrillo funcionan como prisiones para morosos, o peor, con el consentimiento oficial, al menos tácito.

“Suelen contratar a matones para impedir que los trabajadores se marchen. Funcionan casi como una mafia”, afirma Ashok Mathews Philip, director de la organización de derechos humanos South India Cell for Human Rights Education and Monitoring (SICHREM).

“A las mujeres les requisan las joyas. Si su marido tiene que volver al pueblo, retienen a su esposa en prenda, en la fábrica. Ponen a los matones a vigilar atentamente a los trabajadores, para intimidarles de distintas maneras”, explica Philip a Equal Times.

El propio Philip fue golpeado durante una operación de rescate en una fábrica de ladrillo, a pesar de ir acompañado de agentes de policía y responsables sindicales. “Uno tiene la sensación de que las fábricas tienen a estos agentes en plantilla. Cuando recibimos una queja de un trabajador, a través de nuestras líneas de ayuda o de los sindicatos, las autoridades se resisten a actuar con rapidez”, afirma.

El personal de las ONG que se encarga de rescatar a los trabajadores forzosos de las fábricas de ladrillo afirma que los traficantes suelen reclutar a sus víctimas en las aldeas más pobres de la India. El modus operandi es similar al utilizado con Brijesh: ofrecen a las familias vulnerables un adelanto para algún gasto imperioso. Una vez aceptada la ayuda del intermediario, la familia tiene que trabajar en las fábricas de ladrillo para saldar su deuda. Las familias que desean abandonar la fábrica antes de haber devuelto el dinero, abonan intereses exorbitantes.

“Las relaciones entre acreedores y deudor determinan la atmósfera laboral en muchas fábricas de ladrillos y dejan a los trabajadores vulnerables frente a los abusos”, explica Naveen Gautam, abogado de derechos humanos, que también ha participado en operaciones de rescate en las fábricas de ladrillos del estado noroccidental del Punjab.

Gautam considera horrendas las condiciones en las fábricas: “Es el infierno”, explica a Equal Times. “Suelen vivir unas cien personas en diminutas habitaciones de ladrillo, construidas por ellos mismos. Es frecuente que un gran número de trabajadores, hombres y mujeres, tengan que defecar al aire libre, compartiendo un solo agujero cavado en la tierra, por lo que las enfermedades son moneda común”.

Al igual que la esposa de Brijesh, las mujeres que trabajan en las fábricas de ladrillo son “invisibles”. Su trabajo no se tiene en cuenta y sólo se paga la producción de sus maridos. A pesar de que las ONG de derechos humanos afirman que las mujeres representan la mitad de la mano de obra, las estadísticas oficiales del gobierno y de la industria de la construcción indican que no hay mujeres trabajando en las fábricas de ladrillos de la India.

Huir de los abusos

En las fábricas de ladrillo los salarios dependen de la producción. La mayoría sólo llegan a cubrir la comida porque, técnicamente, los trabajadores están devolviendo su deuda. Así que cobran en función del número de ladrillos que fabriquen. Después de trabajar ocho meses, los Yadavs lograron saldar su deuda, pero los propietarios se negaron a dejarles marchar. A pesar de sus protestas, la fábrica retuvo a la familia como prisioneros y no les dejaban ni marcharse ni trabajar. Se quedaron sin ni siquiera dinero para comer. Los Yadavs están convencidos de no sólo les estaban castigando por pedir que les dejaran libres. Fue, además, una forma de intimidar al resto de los trabajadores.

Brijesh y su familia acabaron siendo rescatados gracias al sindicato de la construcción Int Bhatta Majdur Union, de la ciudad de Ahmedabad, en el estado de Gujarat. Han pasado tres años desde que abandonaron la fábrica, pero el acoso continúa.

“Incluso hoy, ellos [los traficantes locales] llaman a la puerta para exigir más dinero”, lamenta Brijesh.

Otros que se han topado con la mafia de ladrillo pagaron un precio mucho más alto. En 2014, a dos hombres que escaparon de estas fábricas de trabajo forzoso les amputaron las manos.

Hay pruebas de que las fábricas de ladrillo abusan de otras formas inhumanas de estos trabajadores, que muchas veces son personas desesperadas, pobres, analfabetas y vulnerables.

Los informes de la ONG internacional ActionAid, y de ONG locales, como Katiyar’s Prayas Centre for Labour Research and Action, incluyen acusaciones de tráfico de órganos en las fábricas de ladrillo.

Bilasani es una mujer que perdió a su esposo y a su hijo dos meses después de que la familia fuera a trabajar a una fábrica de ladrillo, según denuncia el informe de ActionAid. “Bilasani recogió el cadáver de su marido fuera del hospital, hinchado y con dos sospechosas incisiones en la zona del estómago”.

El informe continúa: “Desesperada y afectada por testimonios de transeúntes de que su marido fue víctima del tráfico de órganos y de que se deshicieron su hijo por haber protestado, Bilasani volvió a su casa tras padecer un auténtico calvario”.

¿Un futuro mejor?

En los últimos años, y sobre todo después de la firma del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, la India recibió numerosas críticas por sus niveles de consumo de carbón. Según las estadísticas oficiales, la industria del ladrillo india consume aproximadamente 35 millones de toneladas de carbón al año y es una de las principales fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero. ¿Supondrá la opción verde una mejora para los trabajadores y trabajadoras de la industria del ladrillo en la India?

“Se observan mejoras en aquellas fábricas que han adoptado tecnologías verdes”, afirma Maithel de Greentech Knowledge Solutions. “Sin embargo, la clave para mejorar las condiciones laborales radica en la mecanización apropiada de todas las operaciones, algo aún inusual”.

Según Maithel, las condiciones laborales en las fábricas mejoran cuando se mecanizan algunas etapas del proceso de fabricación del ladrillo, como la mezcla de la arcilla, el moldeado de los ladrillos o la excavación y transporte de la tierra.

Acabar con la estacionalidad de la industria del ladrillo (que en la actualidad sólo funciona durante las estaciones en las que los granjeros no trabajan), unida a la mecanización, ayudaría a transformar la fabricación informal de ladrillos en una industria organizada a pequeña escala, afirma Maithel. Ello podría contribuir a reducir las emisiones de carbono y a mejorar las condiciones laborales. Pero la transformación no resultará fácil, advierte Maithel, y requerirá el apoyo del Gobierno, de las organizaciones de desarrollo y de las instituciones financieras.

Este artículo ha sido traducido del inglés.