Foto a foto, los pescadores tailandeses intentan que los responsables de los vertidos de petróleo rindan cuentas

Foto a foto, los pescadores tailandeses intentan que los responsables de los vertidos de petróleo rindan cuentas
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En la bahía de Rayong, situada pocas horas al este de Bangkok, enero suele ser la temporada de cangrejos y sepias. Sin embargo, este año la captura ha sido muy diferente. Los pescadores regresaron a la costa con los aparejos de pesca destrozados y sin el marisco fresco de siempre. Después de que el 25 de enero un oleoducto propiedad de la refinería Star Petroleum Refining Company (SPRC), situado a 20 kilómetros de la costa, vertiera unos 47.000 litros de crudo en el golfo de Tailandia, todo se cubrió con una sustancia negra y viscosa.

Rápidamente, la costa oriental se llenó de cientos de trabajadores del gobierno con monos blancos para limpiar el petróleo arrastrado a la orilla. En paralelo, en el mar, los buques rociaban el océano con productos químicos dispersantes para empujar el crudo hacia el fondo marino. Este accidente alejó a los turistas de las otrora concurridas playas que ya habían sufrido el impacto de la covid.

 

Tiraj Bunyong, son of Lamom, sails past BLCP Power, a coal-fired power plant in Map Ta Phut Industrial Estate on his way to a fishermen’s protest at sea on 28 February 2022. Tiraj spends every day on the water but barely catches any fish.

Photo: Luke Duggleby/Redux

El tamaño exacto del vertido ha sido difícil de determinar. Primero se informó de que se habían vertido 400.000 litros de petróleo, pero la suma se revisó varias veces y la cifra final fue ocho veces inferior a la primera. Esto levantó sospechas entre la población local y los activistas medioambientales advirtieron de que la cifra no parecía coincidir con la cantidad de dispersantes que se utilizaron.

 

A view of the Map Ta Phut Industrial Estate in Rayong province from the sea. It is the largest industrial park in Thailand and houses the country’s petrochemical industry.

Photo: Luke Duggleby/Redux

El vertido de enero fue el segundo que sufrió la bahía de Rayong. Diez días después del primer vertido, ocurrido en 2013, PTT Global Chemical –la empresa petrolera responsable– y las autoridades gubernamentales anunciaron que se había conseguido limpiar todo el petróleo. Al principio, la calidad del agua pareció volver a la normalidad, pero unos meses más tarde las olas provocadas por el monzón empezaron a arrastrar grumos de alquitrán a las playas. Esto continuó durante años.

Después de este primer vertido, los pescadores también empezaron a encontrar huesos de sepias pequeñas, lo que indicaba que las crías estaban muriendo con una precocidad anormal. Las capturas eran cada vez más escasas y los pescadores a veces atrapaban peces deformes y ciegos, con los ojos llenos de manchas blancas. Debido a los cambios en el ecosistema marino, el veterano pescador Lamom Bunyong y otros marineros locales empezaron a sospechar que algo no iba bien.

 

On 28 February, around 100 fishing boats took part in a protest against the expansion of Map Ta Phut Industrial Estate in Rayong. In a pincer movement, an equal number of fishermen protested in front of the entrance to the industrial park on land. Having already experienced two successive oil spills and pollution problems, fisherfolk are concerned the expansion project will only add to their woes.

Photo: Luke Duggleby/Redux

Por la mañana, Tiraj Bunyong, hijo de Lamom, dirige el barco pesquero de su familia hacia la manifestación que se va a celebrar en el mar. Reduce la velocidad del motor y gira la embarcación para que quede en paralelo a la costa y puedan verse las pancartas de protesta que cuelgan del barco. En tierra firme, el padre de Tiraj dirige a los manifestantes hacia los portones que protegen a la empresa petrolera responsable del reciente vertido de crudo.

La familia Bunyong vive en el subdistrito de Pak Nam en Rayong, a tan solo unos pocos pasos de la playa y a 15 kilómetros del polígono industrial de Map Ta Phut, el mayor sector industrial petroquímico de Tailandia. Se trata de una de las numerosas zonas industriales de esta área conocida como el Corredor Económico Oriental, una zona económica especial que permite un amplio desarrollo industrial de todo el litoral oriental de esta nación asiática.

 

Hundreds of fishermen drove in a convoy to protest in front of Star Petroleum Refining Company (SPRC), a company majority-owned by Chevron, on 28 February 2022.

Photo: Luke Duggleby/Redux

A sólo unas horas en coche al este de Bangkok, Rayong es conocida por su marisco y su turismo. Sin embargo, desde principios de la década de 1980 se han ido construyendo cada vez más plantas industriales a lo largo de su costa. Esto ha provocado problemas derivados de la contaminación que han afectado tanto a los agricultores en tierra firme como a los pescadores en el mar.

 

Lamom Bunyong (centre, in a chequered shirt) tries to calm down angry fisherfolk during a February 2022 protest outside SPRC, the company responsible for the 2022 oil spill.

Photo: Luke Duggleby/Redux

En 2009, el Consejo Nacional para el Medio Ambiente declaró el polígono industrial de Map Ta Phut en Rayong como una “zona de control de la contaminación” a raíz de un recurso judicial presentado en 2009 por los habitantes de Rayong tras la concesión de permisos por parte del gobierno tailandés a proyectos considerados perjudiciales para la población y el medio ambiente sin audiencias públicas previas, cosa que exige la Constitución del país. Se supone que la designación del polígono industrial de Map Ta Phut como zona de control de la contaminación debía minimizar las repercusiones sobre la salud de las actividades industriales en la zona. Pero hasta la fecha no se ha aplicado ninguna medida y ha habido rumores de que se va a revocar esta zona de control de la contaminación.

 

A squid auction at Pak Nam harbour. The squids will be dehydrated and sold as dried squid, a local delicacy. But fishers will get less money for the squids than they used to. The thought of eating potentially contaminated seafood has worried many consumers and the price of the seafood has dropped as a result.

Photo: Luke Duggleby/Redux

Desde el primer vertido en 2013, tanto los portavoces de la industria como los del gobierno han asegurado a los pescadores locales que su medio de vida estaba a salvo. Sin embargo, los lugareños pudieron ver con sus propios ojos que algo andaba mal.

Como querían entender mejor los cambios en el medio ambiente, algunos habitantes de la zona empezaron a recopilar pruebas fotográficas y de vídeo para mostrar la vida marina anómala y los avistamientos de vertidos de crudo. Reunieron el material en un chat de grupo y se lo enviaron a un grupo de asesoramiento jurídico de Bangkok con la esperanza de que algún día pudiera utilizarse como prueba en un juicio.

En 2014, cientos de pescadores locales acabaron presentando una demanda contra PTT Global Chemical y el gobierno tailandés por lo que alegaron fue una limpieza inadecuada e incompleta del vertido. Se trata de la primera causa judicial por un vertido de petróleo en Tailandia y es probable que siente precedente, según los abogados ambientalistas locales. Actualmente, el caso se está juzgando en el Tribunal Supremo del país.

 

Fishing boats return to shore at Pak Nam harbour after ten days of being at sea. Fishing boats are having to travel further and longer to catch enough fish to make the trip worthwhile.

Photo: Luke Duggleby/Redux

“Tenemos espías por todas partes”, explica Lamom Bunyong mientras enseña a un amigo a utilizar un teléfono inteligente para enviar las fotos de una fina capa de crudo flotando en la superficie marina. “Antes manejábamos las redes de pesca y ahora manejamos cámaras”.

 

A photo album kept by Lamom Bunyong with photographs taken by local fishermen after the 2013 oil spill. Lab tests on fish blood samples have revealed the presence of polycyclic aromatic hydrocarbon (PAH), a component of crude oil that can accumulate in marine animal tissue and cause DNA mutations.

Photo: Luke Duggleby/Redux

No sólo en Rayong, sino en toda Tailandia, las comunidades locales han recurrido a la ciencia ciudadana como una de las herramientas para entender y documentar el impacto que tienen los proyectos de desarrollo y las catástrofes contaminantes en sus municipios.

 

Lamom Bunyong stands on a beach at Pak Nam with Ziplock bags of oil he collected from the beach during the 2013 oil spill. He has taken these bags into courtrooms to demonstrate the physical evidence of the spill. The oil spills in 2013 and 2022 are marked by several parallels, from the uncertainty around the amount of oil leaked into the sea, to the authorities’ refusal to admit to their continuing impact on marine life.

Photo: Luke Duggleby/Redux

“Al principio no me importaba el vertido, pero luego me di cuenta de que también me afectaba”, revela Nawarat Thoopbusha, propietaria de una tienda de aparejos de pesca, mientras se lamenta de que el vertido de crudo haya perjudicado a tantos sectores de la provincia. “Afecta a los pescadores, a los restaurantes y procesadores de marisco, a los propietarios de hoteles, etc. Por no mencionar a los consumidores, pues los precios del marisco están subiendo mucho porque los barcos pesqueros tienen que viajar más lejos”, explica a Equal Times.

 

A local repairs a fishing net on a beach close to the site of the 2022 oil spill. Those hardest hit by the pollution from the surrounding industrial parks are the small-scale local fishermen who fish the surrounding waters close to shore in their smaller boats.

Photo: Luke Duggleby/Redux

Tras el vertido de crudo de enero de 2022, la empresa SPRC instaló un centro de quejas en un hotel local donde los vecinos afectados podían inscribirse para recibir indemnizaciones. Un mes después, la empresa cerró el proceso de inscripción, tras haber recibido 13.000 quejas de la comunidad local. Los lugareños siguen organizando manifestaciones y debates públicos y recopilando pruebas con la esperanza de poder interponer una demanda para obtener indemnizaciones y que se restaure el medio ambiente.

“Todo empezó con solo unos pocos líderes comunitarios, pero ahora cada vez más gente está viendo que las pruebas pueden ayudarles a reivindicar sus derechos”, nos cuenta Weerawat Ob-o, abogado del Centro de Recursos Comunitarios, un grupo de asesoramiento jurídico que colabora con los pescadores de Rayong desde el primer vertido, allá por 2013. “Algunos creen que los efectos negativos [del vertido de crudo] ya son historia. Pero gracias a las pruebas que la gente está recopilando, se están dando cuenta de que el problema aún no ha terminado”.