Garantizar los derechos indígenas con datos

La Agenda de Desarrollo Sostenible 2030, que guiará las políticas mundiales durante los próximos 15 años, dispone con claridad el ambicioso objetivo de que nadie se quede atrás. Pero para conseguir que se respeten las visiones indígenas del desarrollo es preciso acabar con las enormes lagunas de datos que hoy existen.

Los líderes del mundo están discutiendo en la actualidad cómo llevar a la práctica los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que en 2015 sustituyeron a los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Este esfuerzo mundial resulta especialmente difícil para los países con poblaciones indígenas ya que, en la mayoría de los casos, los gobiernos carecen de estadísticas fiables que les sirvan de base para valorar la situación actual de estas comunidades. La falta de datos, en sí misma, discrimina y relega las revindicaciones indígenas en las agendas nacionales y en la política pública.

Los 370 millones de mujeres, hombres y niños indígenas que hay en el mundo representan un porcentaje excesivo de los pobres, analfabetos y desempleados del planeta. Las causas raíces tras su exclusión social y financiera son complejas y polifacéticas, pero la discriminación y la lejanía geográfica (de las zonas donde viven las comunidades indígenas) suelen ser determinantes. Con independencia de qué país estemos hablando, siempre encontramos como denominador común la falta de datos desagregados.

Por esta razón, los ODS deben abordar las disparidades derivadas de los métodos de desarrollo estandarizados, que tienden a favorecer a las sociedades dominantes.

Por ejemplo, la medición de las condiciones de vida aplica varias nociones no aplicables a la situación en la que viven los pueblos indígenas. Por ejemplo, las definiciones de desempleo, salud y pobreza difieren enormemente entre los pueblos indígenas.

Quizá lo más importante sea la definición de pobreza, que para los pueblos indígenas equivale a “sin tierras”. Para ellos, la relación con la tierra es la base material de su identidad y espiritualidad. Esta dimensión cualitativa está ausente en las encuestas y censos actuales.

Los datos puede reparar una injusticia social histórica

Una nueva iniciativa mundial, respaldada por las Naciones Unidas (ONU) y la Unión Europea (UE), llamada el Navegador Indígena, propiciará que los pueblos indígenas puedan recopilar y utilizar los datos acerca de sus derechos, para plantear sus reivindicaciones.

El Navegador Indígena proporciona herramientas gratuitas a través de internet generadas por las propias comunidades, para supervisar la aplicación de los derechos indígenas. Su primer conjunto de datos con código abierto estará disponible en una base de datos interactiva a partir de 2018.

El viernes 14 de julio, en la sede de las Naciones Unidas de Nueva York, se celebrará una sesión de aprendizaje, capacitación y práctica que permitirá a líderes indígenas y expertos explorar juntos esta herramienta.

¿Pero cómo es posible medir los derechos indígenas de forma global? Esta herramienta conecta directamente cada derecho de los pueblos indígenas reconocido internacionalmente, con un indicador específico que mide su implementación, en un intento de visibilizar las situaciones concretas en las que viven los pueblos que hay detrás de las estadísticas.

He aquí cuatro formas en las que los datos desagregados visibilizarán a los pueblos indígenas en la Agenda de Desarrollo 2030:

• Las comunidades locales son las expertas. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio fueron muy criticados por excluir a los pueblos indígenas entre sus metas e indicadores. Para que el cambio sea realmente transformador, las comunidades más afectadas deben dejar de ser consideradas agentes pasivos del cambio. El Navegador Indígena funciona con la premisa de que, sin la contribución de las comunidades indígenas, los ODS no reflejarán sus visiones del mundo. Todos los indicadores y cuestionarios se han construido conjuntamente con las comunidades locales y han sido revisados por estas en el marco del proyecto. Los pueblos indígenas diversifican la Agenda Mundial de Desarrollo.

• Los datos de las comunidades complementarán las estadísticas nacionales. El Navegador Indígena no pretende competir con las obligaciones de los Estados, en lugar de ello, intentará garantizar la inclusión y el respeto de las distintas visiones de futuro, que los métodos actuales no captan. “Es importante incluir lo que las comunidades piensan sobre los datos, dado que complementan y ofrecen una lectura paralela de lo que realmente sucede sobre el terreno”, explica Martin Oelz, uno de los coordinadores del proyecto y especialista superior en Igualdad y no Discriminación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

• Se fortalecerán y documentarán mejor las reivindicaciones indígenas. A pesar de la visibilidad que las demandas indígenas han captado en los últimos años, las organizaciones indígenas continúan encontrando obstáculos para demostrar la constante vulneración de sus derechos. “Somos los que mejor podemos valorar si nos sirven estos indicadores”, resume Joan Carling, líder del Grupo Principal de Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas. Precisamente los datos desagregados por etnias tendrán un papel central a la hora de prevenir las violaciones de sus derechos, ocultos en las estadísticas nacionales.

• Facilitará la tarea de los trabajadores humanitarios. Además de beneficiar a las comunidades indígenas, el Navegador Indígena servirá de guía a las mediciones de la ONU, agencias de desarrollo, instituciones y ONG. Al ofrecer un planteamiento común, los expertos en este ámbito podrán medir sistemáticamente el avance de sus actuaciones en materia de derechos de los pueblos indígenas. Al dar prioridad a los derechos humanos, los distintos actores podrán comparar las repercusiones de sus esfuerzos con la implementación de los derechos sobre el terreno.

En los últimos años, y sobre todo después de la adopción en 2007 de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (UNDRIP), la ONU ha instado en repetidas ocasiones a establecer e implementar unos indicadores apropiados para proteger el bienestar de los pueblos indígenas de todo el mundo.

Herramientas como el Navegador Indígena suponen un paso más en este sentido, al garantizar una agenda sustentable e inclusiva cuyos los objetivos se implementan tomando como eje los derechos reconocidos.

Cuando los Estados se comprometen a cumplir unos objetivos mundiales, entran en juego las aspiraciones de las poblaciones más vulnerables. La Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 plantea el enorme desafío de garantizar que sus objetivos no son absorvidos por unas nociones sobre el desarrollo que, hasta ahora, han demostrado más fracasos que éxitos.