Grecia: no es país para viejos

El 4 de febrero, decenas de miles de personas salieron a las calles de Grecia en una de las manifestaciones más multitudinarias que han tenido lugar desde que el Gobierno de izquierda Syriza llegó al poder hace un año. Protestaban contra la revisión del sistema de pensiones del país y contra una propuesta de aumento de impuestos.

La reforma de pensiones (parte de las nuevas reformas de austeridad del país derivadas del último rescate económico acordado el pasado mes de julio entre Grecia y sus acreedores tras seis meses de difíciles negociaciones) está convirtiéndose en el mayor desafío que enfrenta el Gobierno por su supervivencia política.

La estruendosa oposición a las reformas ejerce presión sobre el primer ministro Alexis Tsipras, elegido por los griegos gracias a sus promesas contra la austeridad y su firme oposición a la aplicación de nuevos recortes a las pensiones.

Todavía no está claro cuándo se presentará el proyecto de ley al parlamento. Pero con una mayoría de solamente tres escaños, Tsipras se vio obligado a aplicar un dramático cambio de política con el fin de apaciguar a los acreedores internacionales, a expensas de miles de griegos que se verán afectados por la reforma del sistema de pensiones.

“Ya no se puede vivir dignamente. Nos han despojado de todo y Tsipras debería avergonzarse de mentir al pueblo griego”, explica Giorgos Andreadis, maestro jubilado de una escuela de Atenas, a Equal Times.

“No puedo cubrir ni mis necesidades más básicas, como la alimentación y la calefacción”, indica por su parte la pensionista Leda Giannakopoulou, que todavía tiene que mantener a dos de sus hijos adultos, ya que perdieron su puesto de trabajo hace tres años y siguen desempleados.

La oposición a la reforma de las pensiones ha sido unánime, reuniendo a todo un grupo heterogéneo de profesiones, con trabajadores manuales y no manuales codo con codo. Médicos, ingenieros y abogados, muchos vestidos con traje y corbata, se unieron a las protestas al lado de agricultores, taxistas, marinos y constructores, en una acción que ahora se conoce como el “movimiento de la corbata”.

“La situación empeora año tras año”, afirma el abogado retirado Nikos Athanasiou, cuya hija de 35 años, física de profesión, acaba de marcharse al Reino Unido en busca de un futuro mejor después de dos años sin empleo.

“A final de mes, después de pagar mis impuestos y mis facturas no me queda casi nada de mi pensión para sobrevivir”, afirma Athanasiou.

Los datos más recientes de Eurostat muestran que el país cuenta con alrededor de 2,6 millones de pensionistas, cuya pensión media asciende a 882 euros (963 USD) al mes, en comparación con los 1.350 euros (1.474 USD) en 2009.

De acuerdo con la Confederación General Griega del Trabajo (GSEE), el 45% de la población jubilada recibe una pensión inferior a los 665 euros (726 USD).

“Es necesaria una reacción organizada para garantizar la función redistributiva del sistema de pensiones que el Gobierno está tratando de abordar mediante reformas presupuestarias”, afirma el presidente de la confederación GSEE Giannis Panagopoulos.

 

“He trabajado muy duro toda mi vida”

Grecia ha prometido reducir el gasto en pensiones en 1.800 millones de euros este año, según las condiciones del nuevo rescate, pero el Gobierno Tsipras ha propuesto aumentar en su lugar las cotizaciones a la seguridad social de los empleadores y asalariados con el fin de evitar una mayor austeridad. Entre tanto, se consolidarán los fondos de pensiones existentes para reducir los costos administrativos.

A la vez que ahorra 1.800 millones de euros a través de la reforma de pensiones, acoplándose las condiciones del rescate, el Gobierno griego también está tratando de establecer una pensión básica estatal mensual de 384 euros (419 USD), con un límite máximo de 2.300 euros (2.510 USD).

A partir de 2016, los nuevos pensionistas recibirán pensiones calculadas de acuerdo con el sistema reformado, como si siempre hubieran cotizado a este nuevo sistema y no al sistema anteriormente vigente. Para la mayoría de los trabajadores, este cálculo podría significar pensiones todavía más bajas que los 882 euros mensuales que representan actualmente la media.

Al mismo tiempo, los acreedores de Grecia presionan al país para que adopte un sistema de “déficit cero”, que pondría fin a las subvenciones presupuestarias para el sistema de pensiones y garantizaría su estabilidad hasta 2060.

Sin embargo, esta medida no solamente representaría recortes generalizados en las pensiones, tanto en las principales como en las complementarias, sino también la supresión de una asignación mensual especial para los pensionistas que reciben las prestaciones más bajas, así como un aumento de la edad de jubilación de 65 a 67 años, con sanciones para aquellos que opten por jubilarse antes.

La revisión también pondría fin a los acuerdos especiales que permiten a las madres que trabajan y a las personas que ejercen ocupaciones “peligrosas” retirarse anticipadamente gozando de las prestaciones de una pensión completa.
Numerosos fondos de pensiones sectoriales se fusionarían en tres principales y simplificados que se financiarían exclusivamente a través de las cotizaciones de los trabajadores y de ninguna fuente pública de ingresos.

“He trabajado muy duro toda mi vida en este tipo de trabajo, me levanto a las 4 de la mañana y no paro todo el día hasta después de la medianoche. ¿Cómo voy a poder seguir trabajando así hasta los 67 años?”, se pregunta Alexandra Dimakopoulou, camarera de hotel de 50 años, cuya edad de jubilación, así como su pensión, están siendo reexaminadas actualmente.

El Gobierno de Syriza anunció recientemente que las camareras de hotel, al igual que ocurre con alrededor de 30 ocupaciones más, ya no se incluirán en la lista de “ocupaciones peligrosas”.

Con una creciente tasa de desempleo, del 25,6% en marzo de 2015, los griegos a menudo dependen de los miembros de la familia jubilados para poder llegar a fin de mes. Los datos oficiales de la administración pública revelan que uno de cada dos hogares depende únicamente de las pensiones de jubilación para sobrevivir, aun cuando estas hayan sido reducidas 11 veces desde 2010.

Un informe publicado por la Comisión Europea a principios del mes de febrero indicó que la reforma de las pensiones y las nuevas imposiciones serían todavía insuficientes para que el país cumpliera con sus objetivos de rescate. Por lo tanto, serían necesarios más recortes en 2016 y 2017.

Por el momento, Grecia sigue atrapada entre la espada y la pared, ya que el Gobierno de Syriza debe convencer a los acreedores extranjeros de que Grecia está haciendo reformas suficientes para recibir el siguiente rescate, al tiempo que se enfrenta a una enorme y violenta reacción contra la reforma de las pensiones de parte de los ciudadanos griegos, aunque también de su propio partido.

A medida que las cifras de desempleo aumentan y un mayor número de hogares depende únicamente de las pensiones para sobrevivir, el malestar social y la fragilidad política crecen en Grecia.