Los trabajadores de Myanmar consiguen derechos laborales fundamentales

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Quince minutos antes de que la verja gris de unos cuatro metros de altura de las instalaciones de la fábrica de ropa de la zona industrial de Hlaing Thar Yar (en Myanmar) se abra para dejar salir a los trabajadores, los vendedores de brochetas de pollo frito y bolsas de frutos secos aguardan con anticipación.

A la hora establecida, los guardias abren la verja y los vendedores suben una empinada colina empujando sus carros pesados para entrar a las instalaciones. Si tardan en entrar, se quedan fuera porque los guardias cierran rápidamente la verja detrás de ellos.

Minutos más tarde, la verja se vuelve a abrir y los trabajadores bajan deprisa la colina hasta el camino de tierra, abriéndose paso a empujones para encontrar un lugar en los camiones de transporte abiertos que les llevan por caminos llenos de baches a apartamentos atestados en los que pagan casi un cuarto de sus salarios en alquiler.

Allí pueden utilizar de nuevo sus móviles. Éstos están prohibidos en las instalaciones de la fábrica, donde la pesada verja los encierra tras altos muros durante toda la jornada, seis días a la semana. La escena se repite en incontables ocasiones en toda la zona industrial, de gran superficie, donde más de 700.000 trabajadores laboran duro, incluidos 300.000 trabajadores del sector de la confección de prendas.

Marcas comerciales de todo el mundo se abastecen de ropa, zapatos y otras prendas de vestir en fábricas de Hlaing Thar Yar. La mayoría de los trabajadores, como Lwin Lwin Mar, de 34 años, migraron a Hlaing Thar Yar, a unos 20 kilómetros al noroeste de Yangon [la mayor ciudad y la antigua capital de Myanmar], de otras áreas del país. Lwin Lwin Mar llegó del delta del Irrawaddy buscando empleo después del ciclón que devastó la región en 2008.

 

“Los trabajadores no conocen sus derechos”

Aung Myint Myat, un compañero de Lwin Lwin Mar de la región de Bago, envía dinero a sus parientes, al igual que muchos trabajadores de las fábricas. Ambos trabajadores del sector de la confección de prendas ayudaron a formar un sindicato en una fábrica de 200 trabajadores, a pesar de la gran resistencia del empleador.
Muchos trabajadores fueron despedidos en 2015 por formar un sindicato, pero gracias a la asistencia de la Confederación de Sindicatos de Myanmar (CTUM) algunos trabajadores volvieron a su puesto de trabajo.

“La vida de los trabajadores es muy difícil”, dice Myo Zaw Oo, un organizador de la CTUM que ayuda a los trabajadores del sector de la confección a formar sindicatos y a resolver sus problemas en el lugar de trabajo.

“Los trabajadores no conocen sus derechos. Son muy vulnerables”, dice, hablando con la ayuda de un traductor. El año pasado Myanmar promulgó su primera ley para establecer un salario mínimo –83 dólares estadounidenses al mes–, pero los empleadores no siempre lo pagan.

Los activistas sindicales dicen que los empleadores tampoco respetan las normas mínimas en materia de salud y seguridad del país ni las leyes sobre horas extra, lo que hace que la educación de los trabajadores sea una prioridad para la CTUM. Los dirigentes sindicales dicen que ni siquiera el salario mínimo pleno es suficiente para mantenerse a sí mismos y a sus familias.

Tras cinco décadas de dictadura militar, la transformación política ha abierto el país en los últimos años y los dirigentes sindicales han intentado garantizar que los trabajadores formen parte del proceso de estructuración del consiguiente cambio económico y cultural.

Poco después de volver a Myanmar en 2012 tras 30 años de exilio, U Maung Maung, Presidente de la CTUM, se reunió con directivos de marcas internacionales en una conferencia en Washington DC patrocinada por Solidarity Center y AFL-CIO.

La reunión fue parte de un proceso respaldado por los sindicatos para garantizar que la responsabilidad empresarial y el respeto de los derechos de los trabajadores estén integrados desde el principio en el proceso de inversión extranjera en Myanmar.

“Las necesidades de los trabajadores deben incluirse desde el principio”, dijo Maung Maung en la conferencia. “Preferiría que los derechos de los trabajadores se incorporaran desde el principio en lugar de añadirlos más tarde”.

 

La CTUM presta una mano

Actualmente, la CTUM dirige la formación a gran velocidad de sindicatos. Más de 60.000 trabajadores han formado sindicatos desde 2012, año en el que Myanmar promulgó leyes que permiten la creación de sindicatos.

Los activistas de los sindicatos a nivel de fábrica como Two Ko Ko, de 32 años, son identificados por la CTUM por su potencial de liderazgo y son invitados a participar en formaciones para desarrollar sus competencias. Ahora es un organizador de la Federación de Trabajadores de la Construcción y la Madera–Myanmar, una afiliada de la CTUM.

Two Ko Ko ayuda a los trabajadores a formar sindicatos en fábricas de cemento y madera contrachapada en Hmawbi, situada a una hora al norte de Yangon, así como en las obras de construcción.

“Los trabajadores no entienden que tienen derechos que figuran en la legislación”, dice. “La aplicación de la ley es débil. Los sindicatos contribuyen a asegurar que los empleadores sigan las leyes”.

Por ejemplo, como dice U Lim Mg, presidente sindical de una fábrica de arcilla de 170 trabajadores en la que los trabajadores formaron un sindicato en 2012, “el sindicato está haciendo cumplir la Ley sobre fábricas de 1951 que rige las horas y la seguridad”.

Los trabajadores pulverizan y moldean la arcilla para hacer baldosas y tejas y están expuestos a mucho polvo. Sin embargo, hasta que crearon un sindicato el empleador solo les proporcionaba máscaras de papel endebles. Según Two Ko Ko, ahora cuentan con un equipo de protección adecuado.

“He observado grandes progresos desde que hay un sindicato en el lugar de trabajo”, dice Tin Tin Than, de 43 años, que lleva 10 años trabajando como limpiador en la fábrica de arcilla. Dice que el convenio colectivo garantiza que el empleador pague el salario mínimo y proporcione transporte a/de la fábrica.

A pesar de los numerosos desafíos, como la fuerte resistencia de los empleadores a los sindicatos y la falta general de conocimiento de los derechos fundamentales de los trabajadores, los activistas sindicales de Myanmar como Two Ko Ko están determinados a ayudar a los trabajadores a conseguir salarios dignos, lugares de trabajo seguros y saludables y respeto en el trabajo.

“La mejor parte de mi trabajo”, dice, “es cuando la gente reconoce sus derechos y decide formar sindicatos”.

 

Este artículo fue publicado originalmente en el sitio web de Solidarity Center.

 

Este artículo ha sido traducido del inglés.