Hay que frenar el Ébola: ¡Pasemos a la acción, ya!

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Desde que la Organización Mundial de la Salud dio a conocer al mundo, en marzo de 2014, el surgimiento del último y más letal brote de la enfermedad por el virus del Ébola (EVE), los países de África occidental de Guinea, Liberia y Sierra Leona han sido devastados por esta enfermedad.

En el momento de publicar este artículo, el balance de muertes era de 5.444 de los 15.319 casos registrados, aunque hay muchas más personas cuya infección no ha sido detectada.

La escala de esta tragedia era evitable. La respuesta de la comunidad internacional podría haber sido más rápida y decisiva.

Como indicaba un artículo de Equal Times, la grave escasez de personal sanitario de la que adolecían estos países convirtió la crisis en una catástrofe.

A pesar de las carencias, estos trabajadores y trabajadoras —de enfermería, médicos, conductores de ambulancia, de limpieza— así como los equipos encargados de los enterramientos, han luchado en primera línea contra la enfermedad.

Transportando a los enfermos, cuidando de ellos, administrándoles medicinas y enterrando a los muertos.

Con demasiada frecuencia, también ellos cayeron víctimas del ébola —hasta la fecha, 325 profesionales sanitarios fallecieron en la lucha contra la EVE y muchos más están infectados.

Como muestra el poderoso mensaje del video de Rosa Pavanelli, de la Internacional de Servicios Públicos, el movimiento sindical internacional rinde homenaje a la valentía de estos trabajadores y trabajadoras, a su sentido humanitario, del deber y del sacrificio.

 

Un impacto profundo

El coste social y económico que esta pandemia tiene para las familias trabajadoras es muy elevado.

En una conversación telefónica, Max Conteh, del Congreso Laboral de Sierra Leona (SLLC), me dijo que las mujeres y los niños continúan sufriendo intensamente.

“Muchos niños y niñas han quedado huérfanos y no tienen a nadie que les cuide. La mayoría de las mujeres trabaja de manera informal como agricultoras, vendedoras o jornaleras, así que las medidas de bloqueo adoptadas para impedir una mayor propagación de la EVE las ha afectado muchísimo económicamente”.

Un informe reciente sobre Liberia revelaba que casi la mitad de la mano de obra del país ha quedado incapacitada para ganarse la vida debido al ébola.

Incluso antes del ébola, la mayoría de los liberianos se las veía y deseaba para poder comprar sus productos de primera necesidad. Ahora que los precios de los alimentos no dejan de aumentar, el trabajo escasea y la inflación se ha disparado un 40%, la situación es insostenible.

Gobiernos, ONG, ciudadanos de a pie, personalidades del mundo de la música y del deporte de todo el mundo continúan clamando ayuda para detener esta pandemia y ayudar a la población de Liberia, Sierra Leona y Guinea a volver a su vida normal.

Pero, hasta ahora, la respuesta ha sido tibia.

Aunque países como Cuba enviaron cientos de médicos para ayudar a luchar contra el ébola, otras naciones enviaron tropas, o nada de nada. Y aunque la comunidad internacional se comprometió a financiar con cientos de millones la lucha contra el ébola, apenas ha llegado dinero sobre el terreno.

La Oficina Regional Africana de la Confederación Sindical Internacional (CSI-Africa) acaba de lanzar un llamado para ayudar a los trabajadores y trabajadoras y a las comunidades devastadas por la pandemia.

Reconocemos que esta crisis saca a la luz “las profundas grietas que existen en el sistema de salud pública de África… El acceso a la sanidad, que debería ser un derecho humano fundamental, se ha deteriorado en muchos países africanos”.

La declaración continúa: “Un número significativo de personal médico abandonó el sector de la sanidad pública en busca de mejores perspectivas en la sanidad privada o fuera de África.

“El elevadísimo número de muertes por ébola en África occidental se ha atribuido en parte a la falta de servicios de cuidados intensivos adecuados y de personal para administrarlos. Es alarmante que muchos pacientes incluso tengan miedo de solicitar servicios médicos a las instituciones que se supone les tienen que salvar la vida”.

 

Ajuste estructural

Los sistemas sanitarios deficientes no son innatos en África. La mayoría de las economías africanas aún no se recuperaron de los efectos devastadores de los programas de ajuste estructural impuestos en los años 80.

La oferta de servicios públicos —sobre todo de sanidad pública— continúa sufriendo los incesantes ataques de las instituciones financieras internacionales, que defienden la privatización y liberalización para que los servicios estén “mejor gestionados”.

Guinea, Liberia y Sierra Leona se encuentran entre los 10 países más pobres del mundo, según el Informe sobre Desarrollo Humano de 2014 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

Así pues, el acceso a la sanidad, su disponibilidad y asequibilidad son problemas graves para la mayoría de la población de estos países. La crisis del ébola no es la causa, es el síntoma.

Puede que si Guinea, Liberia y Sierra Leona tuvieran un sistema de salud pública similar al Servicio Nacional de Salud británico, a sus ciudadanos y ciudadanas les habría ido mejor.

Sin duda, este es un claro aviso para los países afectados y para otros países en desarrollo, que deberían proceder a auditar la capacidad de suministro y estrategias de sus servicios públicos.

Pero el reto inmediato es ofrecer solidaridad y apoyo a las zonas de África occidental afectadas por el ébola.

El llamado de la CSI-África ayudará a los sindicatos de Liberia, Sierra Leona y Guinea en todo, desde la compra de material y suministros médicos hasta ofrecer apoyo económico a los miembros en situación desesperada.

Nuestros camaradas continúan luchando pero esta mortal pandemia nos afecta a todos:

¡Pasemos a la acción, ya!