IKEA acusada de dumping social y explotación

News

En la zona industrial de Temse, en Bélgica, cerca de la frontera neerlandesa, se encuentran los almacenes de varias empresas de transporte.

A principios de septiembre, en el parking de Gilbert De Clercq Transports, uno de los actores belgas más importantes del mercado, los locales se asemejan a un camping, pero desprovisto del aspecto bucólico de la acampada al aire libre.

Decenas de camiones con matrícula belga y eslovaca están estacionados. Mientras un vehículo va a aprovisionarse de comida en el supermercado de la esquina, los conductores ponen a secar su ropa sobre el capot de sus camiones. Otros han instalado una antena parabólica sobre el asfalto para poder ver la televisión.

En las oficinas de De Clercq, se ha puesto a disposición de los empleados un local con cocina, duchas y lavandería. Una pantalla retransmite un programa de noticias búlgaro.

Emil (el nombre ha sido modificado para este artículo), un chófer búlgaro de unos 50 años, aprovecha su jornada de descanso.

Emil trabaja desde hace ocho años para la empresa. Fue contratado en su país mediante un contrato de trabajo eslovaco.

Suele trabajar 15 semanas seguidas en Europa occidental, atravesando Bélgica, Francia y los Países Bajos, para luego volver a su país durante cinco semanas en un minibús fletado por su empleador. Durante el período en que trabaja, duerme en la cabina del camión, sobre una estrecha cama improvisada que ha montado detrás del asiento del conductor.

A pesar de las duras condiciones, parece estar satisfecho de la situación. “En Bulgaria no encontraba trabajo y tengo que pagar los estudios de mis hijos”.

El chófer cobra 500 Euros brutos al mes, a los que hay que sumar unos 50 € de dietas al día. En total sus ingresos mensuales pueden llegar a los 1.600 €.

Al día siguiente, Emil volverá a la carretera. Su misión será trasladar mercancías de los almacenes de Ikea en Genk (Bélgica) hasta diversas tiendas del gigante sueco del mueble en los Países Bajos.

 

“Esclavitud moderna”

“Se trata de condiciones inaceptables, no es otra cosa que esclavitud moderna”, reprocha Daniel Maratta, secretario provincial para la región Lieja-Namur-Luxemburgo del sindicato Union Belge du Transport (UBT-FGTB).

El sindicato lanzó varias campañas ante las tiendas Ikea para concienciar a los clientes sobre este fenómeno. “En Bélgica, un camionero cobra 11,34 € por hora. En total, con las cotizaciones sociales, viene a costarle 5.000 € al mes al empleador. Si comparamos esto a las condiciones eslovacas, donde el empleador asume muy pocas cargas, ciertos clientes como Ikea se benefician de un servicio de transporte a un costo considerablemente menor. Esto desemboca en una desregulación total del sector. Desde 2008 se estima que se han perdido unos 5.000 empleos en Bélgica dentro del transporte por carretera”.

Un vídeo en línea realizado por el sindicato, conjuntamente con la central sindical neerlandesa Federatie Nederlandse Vakbeweging (FNV) permite comprender mejor el mecanismo.

Interrogada por Equal Times, la dirección de Ikea refuta estar vulnerando la ley. “Efectuamos controles regulares a nuestros transportistas y no hemos constatado ninguna irregularidad”, afirma una responsable de prensa de la empresa. “Aplicamos a todos nuestros subcontratistas un código de conducta muy estricto (IWAY) que garantiza salarios y condiciones de trabajo decentes”.

“Se trata de una derogación evidente a la ley de cabotaje, afirma Maratta. “Los trabajadores vienen a Bélgica en camioneta y recuperan aquí su camión”.

Bratislava se ha convertido de esta manera en un importante centro del sector del transporte, siendo posible crear una sociedad ficticia pagando un alquiler mensual de apenas unas decenas de euros.

“Estas empresas no son más que un buzón de correos”, denuncia Tom Peeters de la UBT-FGTB. “Nos hemos trasladado hasta allí para efectuar una investigación y constatamos que ciertas filiales de empresas, como la de De Clercq, son totalmente ficticias. Ni siquiera disponen de un parking para su flota de vehículos. Esto tiene consecuencias desastrosas sobre las condiciones de trabajo, así como para los ingresos fiscales en Bélgica o en los Países Bajos”.

Una lista de 85 empresas de transportes que disponen de una “sociedad-buzón” en Europa del Este ha sido remitida al Secretario de Estado belga para la lucha contra el fraude fiscal, John Crombez.

Las empresas incriminadas trabajan entre otros para Danone, Decathlon o Delhaize.

Andries Vienne, consejero del Ministerio afirma que “se realizarán controles en las empresas involucradas. Un asalariado que trabaja en Bélgica debería cobrar en base a la remuneración mínima belga, de lo contrario sería ilegal”.

Una directiva europea sobre el desplazamiento de trabajadores efectuado en el marco de una prestación de servicios garantiza a los trabajadores y trabajadoras desplazados las condiciones de trabajo y empleo establecidas en el Estado miembro donde se efectúe el trabajo. En Europa se han pronunciado ya varias condenas a este respecto. Por ejemplo, en 2011, una empresa francesa fue condenada por hechos relativamente similares.

Igual de grave, las sociedades de transporte no dudan tampoco en contratar a trabajadores belgas aplicándoles las condiciones eslovacas aunque sea para ejercer su profesión en Bélgica.

Equal Times ha obtenido la copia de un contrato propuesto a un desempleado belga. El salario bruto mensual que figura en el mismo es de apenas 500 € al mes, muy lejos de los 1.700 € garantizados por la comisión paritaria vigente en el sector en Bélgica.

“Hemos recibido regularmente testimonios de este tipo”, nos cuenta Daniel Maratta. “El empleador les aconseja que sigan cobrando el paro y les propone una indemnización de 150 € diarios pagada en negro. Estos trabajadores no cotizan para su jubilación, se arriesgan a posibles sanciones por parte de la administración, ¡imagínense la hipótesis de un accidente! Las consecuencias podrían ser dramáticas y el trabajador terminar en prisión”.

El dumping social ha tenido de hecho ya consecuencias trágicas en Bélgica. En abril de 2012, en Wingene, dos camioneros polacos que solían pasar la noche en la nave industrial de su empleador perdieron la vida al producirse un incendio.

 

This article has been translated from French.