‘Justicia para Marija’, el primer escándalo del ‘#MeToo’ serbio, destapa las flaquezas de esta democracia

‘Justicia para Marija', el primer escándalo del ‘#MeToo' serbio, destapa las flaquezas de esta democracia

“I’ve been fighting for more than a year. I want him to go to jail,” says Marija Lukic, a young women who accuses her former employer of sexual harassment. Her story has sparked a discussion about violence against women in Serbia

(Marion Dautry)

"Me ofreció un trabajo mejor, pero tenía que acostarme con él. Me dijo que esa era la única manera para él de confiar en mí", relata Marija Lukic el pasado mes de abril, sentada, frente a una taza de café que olvida tomar. La joven, casada y madre de dos hijos, afirma que sufrió durante dos años el acoso y las agresiones de su empleador, el presidente del municipio de Brus.

Finalmente, lo denunció a la policía el 8 de marzo de 2018, el Día Internacional de los Derechos de la Mujer. La despidieron de su trabajo al día siguiente. El juicio, que no comenzó hasta febrero de 2019, se alarga. En la última vista, celebrada a principios de abril, el abogado del acusado no compareció. Marija, por su parte, no da un paso atrás.

Nueve de cada diez mujeres serbias de entre 18 y 30 años afirman haber padecido algún tipo de acoso sexual, según la encuesta realizada por el centro autónomo de las mujeres Autonomski Zenski Centar (AZC). "Esta es la forma más extendida de violencia contra las mujeres, pero se la suele considerar parte de la cultura y se dice que ’no es tan grave’", explica Sanja Pavlovic, del AZC. Además, las víctimas desconfían de las instituciones y, a menudo, ni siquiera se plantean la opción de denunciar a su agresor. Sin embargo, el acoso sexual está tipificado como delito en Serbia desde 2016.

Para apoyar su denuncia, Marija Lukic dice que entregó a la policía 15.000 mensajes de texto recibidos de Milutin Jelicic. En uno de ellos leemos: "Un besooo, te quieroooo, ¿cuándo vamos a amarnos?, han pasado dos años yaaaa" (sic).

"Dale lo que quiere o márchate"

Un día "me abrazó tan fuerte que no podía moverme (...). De repente, sus manos estaban por todo mi cuerpo. Empecé a llorar, a insultarle y a llamarle de todo. Se marchó dando un portazo", rememora Marija, mirando su café ya templado. Más tarde, este le envió un mensaje de texto para preguntarle si se había "calmado". "Le dije que no podía trabajar en esas condiciones. Se disculpó, dijo que estaba enamorado de mí y que tenía que entenderlo. Cuando la joven pidió ayuda, uno de sus colaboradores le respondió: "Dale lo que quiere o márchate".

Milutin Jelicic niega todas las acusaciones. "Se envió los mensajes ella misma. Es una mujer problemática. Ella quería un ascenso, me chantajeó, quería cinco o diez mil euros", contó al periódico Blic. En otra entrevista, Jelicic afirmó que se trataba de la venganza de un contratista local al que negó un permiso de construcción. Más tarde, dijo que se trataba de un ataque contra el presidente del país, Aleksandar Vucic, de quien se declara próximo.

Desde que Marija publicó algunos de los mensajes recibidos en su perfil de Facebook, hay hombres que la increpan por la calle. Uno de ellos acababa de salir de la cárcel por asesinato. Alguien le escribió en Twitter que "acabará como Oliver Ivanovic", un político serbio abatido a tiros por la espalda en enero de 2018, en el norte de Kosovo.

La joven está aterrorizada. Vuelve a encontrarse sin empleo y a su marido, un barbero, no le han renovado el contrato de arrendamiento de su salón. Su hermana fue despedida de la guardería donde trabajaba. Pero cuando vio la etiqueta #MeToo (#YoTambién) invadir las redes sociales tras el escándalo de Harvey Weinstein en Estados Unidos, encontró la inspiración que necesitaba.

"Me dije que no estaba sola y encontré la fuerza para denunciarlo, aunque estemos en Serbia, aunque estemos en Brus", recuerda.

Cuando el periódico Blic comenzó a cubrir el caso, el nombre de Marija recorrió el país, y la etiqueta #PravdaZaZaMarijuLukica (Justicia para Marija Lukic) empezó a propagarse en las redes sociales. "¡Apoyo total! ¡Toda Serbia te apoya! Los medios de comunicación no deben ignorar a Marija y a las chicas que están padeciendo su misma tortura. Las noticias van y vienen, pero este es el comienzo de una lucha por la curación de Serbia...", le escribe un internauta a través de Twitter.

Para Sanja Pavlovic, Marija es a un tiempo una más y un caso único: "Las mujeres padecen acoso sexual en el trabajo todos los días y ella comparte la experiencia de millones de mujeres. Pero su caso ha atraído una atención sin precedentes, lo que la "eleva al rango de personalidad que, sin apenas poder y a pesar de las amenazas, reclama justicia con valentía". Otras seis mujeres testificaron ante la policía haber sufrido un acoso similar supuestamente a manos de Milutin Jelicic. Una de ellas deberá testificar en el juicio.

La organización serbia Gradjanske Inicijative (Iniciativa ciudadana) y la red internacional Civicus lanzaron en su honor la campaña Freedom Runners (Corredores por la Libertad) en Belgrado, en el marco de la Semana Internacional de la Sociedad Civil. Marija Lukic recibió atención internacional, y, adicionalmente, el estatuto de defensora de los Derechos Humanos. Para Michel Forst, relator especial de la ONU sobre la situación de los defensores de los derechos humanos, las mujeres del movimiento #MeToo que se enfrentan a reacciones negativas hacen parte de esta categoría, una cuya definición fue adoptada en 1998.

"Lo que usted describe del caso en Serbia es sorprendentemente similar a lo que se puede escuchar en América Central, América Latina, África, Asia o la región del Golfo; es decir, el uso de métodos sofisticados adaptados contra las mujeres", explica.

En el país de los progresistas serbios

El partido progresista serbio, Srpska Napredna Stranka (SNS) del presidente Aleksandar Vucic, en el poder desde 2012, rara vez pierde la oportunidad de destacar su compromiso con los derechos de la mujer. "Todas las mujeres de Serbia merecen más derechos y protección del Estado", dice Zorana Mihajlovic, ministra de Transportes y presidenta del Cuerpo de Coordinación para la Igualdad de Género, creado en 2014, en su respuesta escrita a Equal Times. Recuerda que el acoso sexual está tipificado por ley como delito. "En el primer año de su entrada en vigor, el fiscal presentó 286 denuncias. Se realizaron 257 investigaciones y se dictaron 26 sentencias", dice.

El país ratificó en 2013 la Convención de Estambul sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica. El presidente de Serbia nombró en 2017 a un primer ministro abiertamente homosexual.

"No intento ocultar el hecho de que Serbia se enfrenta a un problema de violencia contra las mujeres", dice la ministra Zorana Mihajlovic. Pero sobre el juicio contra Milutin Jelicic, se niega a opinar. "Como representante del Gobierno, no quiero interferir en la Justicia de ninguna manera", avanza. "Espero que los órganos judiciales hagan su trabajo hasta el final, dentro de los límites de sus competencias", añade la ministra, que reencauza el tema hacia la violencia doméstica: "Animo a las mujeres a denunciar las agresiones. No debemos mirar hacia otro lado y decir que la violencia es un asunto privado, porque no es sólo un asunto interno de la familia.

Pero Marija Lukic denuncia una fachada de "demagogia". "Sentí el silencio de las autoridades en el fondo de mi ser", explica. No sabe cómo responder a las mujeres que le confiesan que están pasando por su misma situación. "¿Cómo recomendarles que deben hacerlo público y presentar una denuncia cuando las instituciones no están de nuestro lado?", pregunta.

De hecho, el SNS ha guardado silencio durante mucho tiempo sobre este escándalo, que no afecta a un político cualquiera, sino a toda una figura política regional desde hace veinte años. Cuando estalló el caso, ocupaba el cargo de comisionado local del SNS. "Vucic me protege", advirtió Milutin Jelicic en un mensaje de texto que Marija hizo público.

El 10 de abril, un hombre distribuyó a los medios de comunicación presentes en el juzgado fotos de una mujer desnuda, diciendo: "Este es el verdadero rostro de Marija Lukic”. El 8 de marzo, el barón local distribuyó ostensiblemente flores a las mujeres desde un stand del SNS. Muchos residentes de Brus están dispuestos a apoyarle y a creer que Marija miente.

"Cuenta entre sus mejores amigos y miembros de su familia a los directivos de las empresas públicas. Si quieres un trabajo en una institución pública, tienes que ir a verle. Imagino que mucha gente depende totalmente de él", suspira Marija Lukic. En diciembre de 2018, había más de 1.800 desempleados en Brus, localidad con una población de unos 16.000 habitantes.

La libertad de la prensa y de los jueces

El informe de 2018 de la organización internacional Freedom House señala que "en los últimos años, el Partido Progresista Serbio (SNS) gobernante ha erosionado de forma continuada los derechos políticos y las libertades civiles". Aunque los medios de comunicación nacionales se hicieron eco del caso de Marija, la censura ronda cerca.

En la apertura del juicio oral, el juez decidió prohibir el acceso a los periodistas. Cuando el periódico Blic cubre el caso, todas las copias son adquiridas en un abrir y cerrar de ojos, al amanecer, en todos los quioscos de Brus. El 27 de febrero, la electricidad fue cortada en el centro cultural de la ciudad, que alberga el transmisor local de cable e Internet. La señal se interrumpió justo antes de la emisión de un programa que traía como invitada a Marija Lukic. Los sitios web de noticias locales y la televisión Brus, que reciben fondos del Ayuntamiento, no dicen ni una palabra sobre el caso. Serbia ha perdido catorce puestos en el índice de libertad de prensa de 2019 de Reporteros sin Fronteras.

Pero la persistencia de la cobertura mediática, la atención internacional y la presión de la oposición política, que sí se ha posicionado sobre el caso, han obligado al SNS y al presidente del país a reaccionar.

Desde diciembre pasado, este último se enfrenta a manifestaciones semanales en todo el país para denunciar su autoritarismo. A mediados de marzo de 2019, Milutin Jelicic presentó su dimisión y el SNS le suspendió de sus funciones. Para Marija, esta pequeña victoria está lejos de ser suficiente. "Llevo luchando más de un año, quiero que vaya a la cárcel", afirma.

Un transeúnte se detiene en la terraza de la pizzería donde los cafés llevan ya fríos mucho tiempo. "¡Felicidades!", le dice a ella. "No está bien lo que hizo. Guardarse dinero de aquí y allá, hacer tratos, pase. Pero agredir a mujeres, a chicas, eso no", dice. Marija le da las gracias con una sonrisa tímida, ocultando la mirada detrás sus gafas de sol negras.

A día de hoy, Marija no cree en la justicia serbia, pero está decidida a hacer valer sus derechos. "Iré a [la Corte Europea de Derechos Humanos en] Estrasburgo. Sé que tengo razón. ¡Tengo 15.000 pruebas que demuestran que tengo razón!", concluye con determinación. La próxima vista del juicio está prevista para el 27 de mayo.

This article has been translated from French.