“Para los pueblos indígenas esta es, literalmente, una cuestión de vida o muerte”

“Para los pueblos indígenas esta es, literalmente, una cuestión de vida o muerte”

Kandi Mossett of the Indigenous Environmental Network says “indigenous peoples only make up 4 per cent of the population, but our lands make up a majority of the resources of the fossil fuel industry”.

Como organizadora de la red medioambiental indígena Indigenous Environmental Network (IEN), ONG basada en las comunidades indígenas y con sede en Minnesota, la labor de Kandi Mossett se centra en el consumo extremo de energía y la transición justa.

Mossett forma parte además de la Nación Mandan, Hidatsa y Arikara (MHA), además de ser una madre de 37 años, activa en las protestas de Standing Rock desde agosto del año pasado. Los manifestantes, incluyendo a miembros de más de 200 naciones indígenas de todo el territorio de los Estados Unidos, intentan bloquear la construcción del oleoducto Dakota Access Pipeline en Dakota del Norte.

Desde abril de 2016, los manifestantes han establecido extensos campamentos en la Reserva Sioux de Standing Rock para oponerse a la construcción de un oleoducto con una inversión multimillonaria, afirmando que contaminaría fuentes de agua potable y perturbaría tierras sagradas donde están enterrados sus ancestros.

En una entrevista concedida a Equal Times, realizada antes de que el presidente Trump firmase la orden presidencial aprobando la construcción del oleoducto, el 24 de enero, Mossett habla sobre la batalla que les queda por delante, ahora que Barack Obama ya no está en la Casa Blanca.

 

A principios de diciembre de 2016, el Ejército de EEUU anunció que se suspenderían las obras del controvertido oleoducto Dakota Access Pipeline y que se consideraría reorientar el trazado del proyecto. ¿Implica esto que la lucha ha terminado?

No. El Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos únicamente estaba capacitado para denegar el permiso para perforar debajo del río Missouri. Y como bien sabemos, Donald Trump apoya el proyecto del Dakota Access Pipeline. Creo que tendremos entre manos una ardua batalla a partir de este nuevo año, bajo la administración Trump.

 

¿Cómo piensa que evolucionará esta cuestión bajo su presidencia?

Muchos se muestran pesimistas, pero al mismo tiempo, mucho de lo que está pasando en Standing Rock ha impulsado el inicio del movimiento que necesitamos en EEUU si queremos marcar una transición de una economía basada en combustibles fósiles hacia una con energías renovables. La elección de Donald Trump en realidad ha impulsado lo que yo calificaría de una revolución en EEUU. A veces las cosas tienen que romperse antes de poder montarlas de nuevo, y me parece que es ahí donde estamos de momento con la presidencia de Trump. Está reuniendo a personas y organizaciones y movimientos que no solían trabajar juntas necesariamente, como no habíamos visto nunca antes.

 

¿Qué clase de presidente espera que sea Donald Trump respecto a las cuestiones indígenas?

No espero gran cosa de Donald Trump, específicamente en lo que se refiere a cuestiones indígenas. Tengan en cuenta que EEUU se fundó a base de despojar, pillar y destruir las tierras indígenas al tiempo que intentaban exterminarnos, de manera que los colonos pudiesen disponer de todos los recursos que quisieran. Sobrevivimos al genocidio y aún estamos aquí. Donald Trump no es sino una piedra más en el camino.

 

¿Qué relación tiene el papel tradicional de las mujeres indígenas como protectoras del agua y de las tierras sagradas con el papel central que tuvieron en las protestas de Standing Rock?

Hace tiempo, a los hombres les correspondía el papel de ser guerreros, salir a buscar alimento y tomar parte en guerras con otras tribus. En muchas culturas –no en todas–, las mujeres son las cuidadoras del agua y los hombres los cuidadores del fuego. Cuando se nos relegó a las reservas, en los 1800 y 1700, los hombres perdieron su papel. Fueron tiempos realmente difíciles para los hombres nativos (principalmente), y pienso que todavía están sanando y recuperándose de aquello. Perdieron la capacidad de cuidar de los suyos, mientras que muchas mujeres en comunidades indígenas continúan teniendo ese vínculo y una conexión espiritual con la Tierra. Llevo trabajando con IEN desde hace más de 10 años, y he visto mayoritariamente a mujeres liderando el movimiento. Creo que es algo natural dar el paso de asumir ese papel diciendo: ‘Miren, sabemos lo que les pasó a nuestros guerreros, a nuestros hombres, pero no vamos a seguir aceptando la opresión. Vamos a luchar y ser quienes asumamos el liderazgo si nuestros hombres no pueden hacerlo’.

 

¿Cómo conecta Standing Rock con cuestiones medioambientales y culturales más amplias que afectan hoy en día a los pueblos indígenas a nivel mundial?

La respuesta es muy simple. En el mundo los pueblos indígenas representan actualmente apenas el 4% de la población, pero nuestras tierras contienen la mayoría de los recursos para la industria de combustibles fósiles. Así que inherentemente tenemos el derecho y la obligación de proteger la tierra en la que cultivamos nuestros alimentos, el agua que bebemos y el aire con que vivimos y que respiramos. Si seguimos permitiendo que la industria de los combustibles fósiles nos envenene, nos estaremos envenenando nosotros mismos. Ya no cabe duda de que para los pueblos indígenas representa, literalmente, una cuestión de vida o muerte. Así que los pueblos indígenas en el mundo entero optamos por luchar, por levantarnos y hacer oír nuestras voces. Lo más terrible es que en otros países, fuera de EEUU, especialmente en América del Sur, la gente es asesinada por protestar y exponer sus preocupaciones.

 

¿Qué lecciones podemos extraer de Standing Rock sobre la manera de combatir el racismo medioambiental?

La mejor manera de combatir el racismo medioambiental es mediante la educación, visitándose y hablando unos con otros, que es una de las cosas más difíciles de conseguir. Lo mejor que podemos seguir haciendo es educar al supuesto enemigo sobre la realidad de nuestra vida. Creo que la gente no debería subestimar el poder de la oración y la ceremonia. La manera en que tantas personas se juntaron en Standing Rock –15.000 en un momento dado– simplemente demuestra que, en efecto, nuestro país, el mundo entero, está listo para esto. Pero no tengamos miedo de ir más allá y adentrarnos en esas áreas, impulsando el modelo de transición justa donde se eliminen progresivamente los combustibles fósiles al tiempo que se adopta una economía de energías renovables. Porque nos preocupa enormemente el empleo: muchos de nuestros familiares trabajan en esas industrias. Nos preocupan sus puestos de trabajo y sus medios de subsistencia, pero el sentido común nos dice que no habrá empleos en un planeta muerto. Así que tenemos que luchar y defender aquellos empleos que no sean abrasivos ni destruyan el planeta del que dependemos para vivir.