Fin a la brecha salarial por razón de género en Islandia y cómo otros países pueden seguir su ejemplo

La nueva ley islandesa sobre certificación salarial, que entró en vigor en Islandia el 1 de enero de 2018, supone un punto de inflexión en la lucha mundial por la paridad salarial entre hombres y mujeres. Este instrumento legislativo marcará un antes y un después en Islandia, el primer país del mundo en aplicar, realmente, la igualdad remunerativa entre hombres y mujeres.

La ley exige a las empresas con 25 empleados o más que obtengan una certificación que corrobore la igualdad remunerativa. Las empresas deben demostrar que ofrecen la misma remuneración por un trabajo de igual valor, independientemente del género de quien lo realice. Entre otras cosas, la norma sobre la igualdad retributiva (adoptada por consenso tripartito) evalúa si las políticas salariales y la clasificación profesional de dichas empresas respetan la igualdad de valor [Ndlr: es decir, cada puesto tiene asignado un valor, y cada valor un salario, con lo que funciones/puestos bien dispares pueden terminar teniendo el mismo valor] y el análisis salarial basado en la clasificación.

En caso de que una empresa no obtenga dicha certificación, los sindicatos y las organizaciones de la patronal pueden informar al Centro para la Igualdad de Género, que podrá tramitar un requerimiento formal a la empresa para que rectifique la situación. De no hacerlo podría recibir multas de hasta 50.000 coronas islandesas (400 euros) al día. Este poder legal para sancionar a las empresas altera por completo las reglas del juego.

En muchas partes del mundo, el principio de igualdad de remuneración está ya bien definido en las constituciones nacionales, las leyes laborales y contra la discriminación y en los convenios colectivos. Sin embargo, uno de los obstáculos más persistentes para el empoderamiento económico y el crecimiento inclusivo de las mujeres sigue siendo la brecha salarial, debido a la construcción y aplicación de las leyes sobre igualdad salarial. Por ejemplo, en muchos sistemas jurídicos, para hacer cumplir la igualdad es imprescindible que las mujeres presenten individualmente una demanda judicial. Aunque los sindicatos a menudo financian estos casos, el carácter individual de los litigios sobre igualdad de remuneración sigue planteando un problema importante, sobre todo para las trabajadoras de los sectores no sindicalizados.

La ley islandesa es tan radical porque colectiviza la responsabilidad de garantizar la paridad salarial entre los hombres y las mujeres.

Islandia siempre estuvo a la vanguardia de la lucha por la igualdad. Desde hace nueve años encabeza el Informe Mundial sobre la brecha de Género, que publica el Foro Económico Mundial, un ranking que mide las diferencias entre las mujeres y los hombres en salud, economía, política y educación. Sin embargo, los islandeses no estaban satisfechos con que la diferencia salarial de género, ajustada en función del tiempo de trabajo (que mide la diferencia entre los ingresos medios de los hombres y las mujeres en una organización o en el mercado laboral, expresada como porcentaje de los ingresos masculinos) se haya mantenido en el 14%, a pesar de que esta cifra sea muy inferior a la media de la OCDE.

Las causas de la brecha salarial de género son múltiples, entre ellas, la segregación ocupacional o el reparto desigual de las responsabilidades familiares, pero pagar menos a las mujeres que a los hombres también contribuye a ello. Esta es una de las principales razones por las que Islandia adoptó la audaz medida de instituir la certificación de igualdad salarial.

¿Cuál es el secreto del éxito de Islandia? Está claro que no se debe a un solo factor, pero la elevada densidad sindical (80%) y de negociación colectiva (90%) lo han propiciado.

Por ejemplo, hace décadas se establecieron planes de evaluación de los puestos de trabajo, dentro del sistema de negociación colectiva, que permitieron crear mecanismos de remuneración neutros con respecto al género.

Las investigaciones demuestran que la brecha salarial entre hombres y mujeres es más baja en los países con mayor igualdad en términos generales y en los países con una amplia cobertura de la negociación colectiva. Hay estimaciones que sugieren que un aumento del 1% en la cobertura del diálogo social reduce en un 0,16% las diferencias salariales entre los hombres y las mujeres.

De hecho, la negociación colectiva suele ser una forma eficaz de promover la igualdad de género. Incluso a la hora de litigar por igualdad salarial, hay pruebas que indican que, cuando no existen estructuras salariales formales asociadas a la negociación colectiva, los bufetes de abogados de los demandantes no están en condiciones de luchar adecuadamente por la igualdad salarial o de reclamar los salarios atrasados.

Aunque se trata sin duda de una cuestión de política socioeconómica, el ejemplo islandés muestra que la ley puede abanderar la lucha contra las disparidades salariales entre hombres y mujeres. Sin embargo, debe adoptarse un enfoque holístico, ya que, sin sanciones, la presentación de informes sobre las diferencias salariales de género y la transparencia salarial son del todo insuficientes. Si los países quieren genuinamente emular a Islandia deberán, además, derogar las leyes sindicales y laborales restrictivas que sofocan la organización sindical y la negociación colectiva. De hecho, la legislación en materia de igualdad salarial puede utilizarse para facultar a los interlocutores sociales a encontrar formas de reducir y, con el tiempo, eliminar las disparidades salariales.

¡Se acabó el tiempo! Pongamos fin a la lacra de la desigualdad salarial.

Este artículo ha sido traducido del inglés.