La causa contra Qatar

 

Las imágenes de los trabajadores del estadio de fútbol durmiendo diez por habitación, en unas condiciones infames y con unas instalaciones para cocinar de los más peligrosas, han provocado una respuesta furiosa por parte de las autoridades de Qatar tras su publicación en un informe de la CSI, La causa contra Qatar.

Negarse a asumir responsabilidades por los 1,4 millones de trabajadores que hay en Qatar y abandonar a las personas a su suerte son características de un régimen que se está viendo cada vez más presionado para abolir el sistema de la kafala, sinónimo de esclavitud moderna, y para introducir las normas internacionales del trabajo, a fin de poder ser la sede de la Copa del Mundo de la FIFA en 2022.

El Comité Supremo de Organización y Legado del Mundial de Qatar, responsable de la implementación de la Copa del Mundo 2022, ha negado ser responsable de los trabajadores del estadio de Al Wakrah, y ha dicho que no estaban cubiertos por las Normas sobre el Bienestar de los Trabajadores del Comité Supremo, diseñadas para apaciguar el malestar internacional provocado por los abusos laborales que se están cometiendo en el país.

La CSI compartió con la FIFA unas inquietantes pruebas obtenidas tras su visita a las obras en febrero. Ahora se afirma que a finales de marzo los trabajadores serán alojados en unas instalaciones mejores, donde podrán vivir como personas.

El hecho de que alguien de la comunidad deportiva de Qatar haya podido pensar que alojar a los trabajadores en semejantes condiciones era razonable, es algo que nos consterna profundamente.

¿Cuándo los trabajadores del país más rico del mundo y de la infraestructura para la Copa del Mundo de 2022 serán tratados como seres humanos, con unas condiciones de alojamiento decentes, con derechos fundamentales y libres de la esclavitud de la kafala?

Qatar es un país sin consciencia.

Aunque hay muchos ciudadanos y ciudadanas cataríes generosos y con un alto nivel educativo, el Gobierno no es en realidad más que una fachada. Qatar funciona como una empresa familiar. Unos Ministros con escaso poder tratan de gestionar las carteras que normalmente gestionan los Gobiernos democráticos, pero sólo con la sombra de una Administración Pública.

Los derechos y libertades fundamentales no existen para los trabajadores y trabajadoras en Qatar – ya sean trabajadores migrantes pobres o expatriados profesionales muy bien remunerados.

Los trabajadores extranjeros están esclavizados: son propiedad de unos empleadores que controlan el proceso de contratación, que ejercen un control absoluto sobre sus salarios y condiciones de empleo, que tienen la autoridad para expedir documentos de identidad (el hecho de no poseer un documento de identidad puede penalizarse con la cárcel) y la capacidad para impedirles cambiar de empleo y obtener un visado de salida para abandonar el país. En esto consiste el denominado sistema de la kafala.

Los trabajadores migrantes pobres viven en la indigencia y son forzados a trabajar largas jornadas laborales, seis días a la semana, bajo un calor insoportable. Obligados a vivir en una situación de apartheid, la cantidad de muertos está alcanzando cifras sin precedentes.

Las embajadas extranjeras en Qatar se ven compelidas a guardar silencio sobre las muertes masivas de trabajadores procedentes de sus correspondientes países por miedo a las represalias que puedan tomar las autoridades. Fuentes diplomáticas afirman que se les ha instado a restarle importancia e incluso a desmentir las muertes relacionadas con la actividad laboral en el país, so amenaza de paralizar el flujo de remesas que se envían desde Qatar a estos países.

Mujeres y niños sin maridos o patrocinadores varones, y víctimas de abusos e inclusive violaciones, son encarcelados en centros de detención en condiciones de insalubridad y hacinamiento. Los detenidos desconocen por completo el destino que les espera. Las embajadas no disponen de pleno acceso a los centros de detención, y tampoco se mantiene un registro de las personas que han sido detenidas.

No existe ningún sistema efectivo para garantizar la observancia de las normas del trabajo en este Estado manifiestamente policial. La ínfima Inspección del Trabajo no da abasto para cubrir el elevado número de lugares y campamentos de trabajo situados en Doha y sus alrededores.

La CSI ha visitado hace poco a varios miles de trabajadores en diez campamentos de trabajo situados al este y al sur de Doha. Los campamentos de trabajo están dirigidos por propietarios de tugurios que los alquilan a empresas; o bien son gestionados directamente por las propias empresas.

Uno de los jefes del campamento o un guardia de seguridad de la empresa patrullan el campamento. En muchos de los campamentos no se proporciona siquiera agua potable. Yo misma pude probar el agua salada que se utiliza para beber y para limpiar.

La Zona Industrial, situada a 25 km del centro de Doha, es una cuadrícula de 52 calles colmadas de autobuses que transportan a los trabajadores a las obras, de excavadoras y de maquinaria peligrosa. Detrás de los recintos donde se guarda la maquinaria están los edificios de una o a veces dos plantas, con habitaciones donde se alojan entre 8 y 12 trabajadores, un baño y zona para lavar y una cocina. El 60% de los campamentos de trabajo de la Zona Industrial alojan a trabajadores nepalíes.

Hombres adultos afirman que se les trata como animales, que viven como caballos en un establo.

Saniya está a 35 km de Doha y tiene una colección parecida de edificios destartalados, maquinaria industrial y bloques de viviendas. La electricidad es suministrada por generadores, y las aguas residuales fluyen por los campamentos a la vista del público. En Al Wakrah, a 27 km al sur de Doha, donde se ubica uno de los estadios de la Copa del Mundo, hay numerosos campamentos de trabajo.

Los tendederos con los monos de trabajo azules colgados y la colada de los hombres puesta a secar dejan entrever la desagradable miseria que reina en los campamentos de trabajo y cuya existencia Qatar se niega a reconocer.

Está claro que los inspectores de trabajo no han visitado desde hace mucho tiempo – o nunca – los campamentos de trabajo donde nosotros hemos estado.

A raíz del inefectivo sistema judicial, deteriorado aún más por las tácticas de demora de los empleadores, pueden pasar años antes de que se dicte una sentencia. Y mientras, los trabajadores permanecen atrapados en el país sin sueldo y sin ningún tipo de apoyo.

Los trabajadores están atrapados en un sistema que no funciona.

Lamentablemente, un reducido número de poderosos intermediarios políticos cataríes han decidido erigir las trampas de una economía moderna a costa de unos trabajadores explotados y esclavizados.

Qatar tiene que cambiar. La FIFA puede conseguir que la situación cambie si decide que la abolición de la kafala y el respeto de los derechos internacionales sean condiciones ineludibles para que Qatar pueda ser sede de la Copa del Mundo en 2022.

Si la FIFA exige a Qatar abolir la kafala y respetar los derechos internacionales fundamentales, Qatar lo hará.

Esta semana el poderoso Comité Ejecutivo de la FIFA se reunirá en Zúrich para evaluar los progresos realizados por Qatar en cuanto al cumplimiento de las normas internacionales del trabajo.

La causa contra Qatar presenta pruebas condenatorias de hasta dónde está dispuesto a llegar Qatar para denegar a los trabajadores los derechos que les corresponden.

El agua salada que se proporciona a los trabajadores en los campamentos para cocinar y para lavar; el hecho de que los empleadores exijan a los trabajadores el pago de un depósito de 275 USD para permitirles irse de vacaciones; que más de 2.500 trabajadoras del hogar indonesias huyan cada año de sus patrocinadores abusivos... – la causa contra Qatar está cobrando fuerza cada día.

 

Este artículo fue originalmente publicado en Huffington Post.