La disminución de la participación del trabajo es una pérdida global

 

El hecho de que la participación de los ingresos del trabajo en la economía esté descendiendo no se refiere exclusivamente a los ingresos de los trabajadores. Afecta además a la cohesión social y, sobre todo, a la democracia.

El escritor americano David Bacon aborda el importante descenso en la participación salarial en los ingresos nacionales en el sector privado de EE.UU. en los últimos 40 años. Un estudio realizado por la Universidad de Haifa, en Israel, revela que el descenso de la participación salarial se corresponde con un notable aumento de la participación de los capitalistas en industrias en las que disminuyó la sindicalización.

El economista Tim Taylor confirma que el descenso de la participación del trabajo en los ingresos es un fenómeno global, que se ha registrado en todas las industrias y en todos los países, que adoptan diferentes políticas y cuentan con distintas instituciones económicas. Entre las principales causas del declive, Taylor apunta al cambio tecnológico, la globalización, unos mercados financieros más fuertes y unas instituciones laborales más débiles.

Sea cual fuera la causa, en un mundo donde se obtienen cada vez mayores beneficios y se registran ingresos más bajos por el trabajo, no cabe duda de que los sindicatos serán blanco de ataques.

En Egipto, durante el régimen de Mubarak la mayoría de los inversores extranjeros fueron atraídos por sindicatos falsos que ayudaban al gobierno a reprimir las reivindicaciones de los trabajadores en lugar de apoyarlas. Dos años después de la revolución, las organizaciones sindicales libres e independientes siguen luchando por mejorar las condiciones de los trabajadores y por obtener el reconocimiento oficial por el ejecutivo autocrático de Mohamed Morsi.

Entre los peores países del mundo para los sindicalistas, la CSI ha identificado a siete “países en situación de riesgo”: Bahréin, Myanmar, Fiji, Georgia, Guatemala, Swazilandia y Zimbabwe. No es de extrañar que todos estos países registren un serio déficit de democracia.

Tan solo en Guatemala, al menos 53 líderes y representantes sindicales han sido asesinados desde 2007. Sin embargo, el PIB ha venido aumentando constantemente desde 2009, hasta un 3,3 por ciento en 2011. Según el Banco Mundial, “pese a sus desafíos, Guatemala tiene un enorme potencial para acelerar su crecimiento económico”.

El Banco admite, no obstante, que el crimen y la violencia conllevan costos económicos abrumadores para Guatemala, equivalentes al 7,7% de su PIB. Una pérdida neta, de hecho.