La generación perdida del Reino Unido

 

Finn Richardson es una personificación casi perfecta de la creciente crisis de desempleo juvenil en el Reino Unido.

A los 19 años, se encuentra en el paro junto con otros 993.000 jóvenes; sin embargo, su determinación de encontrar trabajo contradice la imagen popular transmitida por los medios de comunicación de jóvenes sedentarios que viven del Estado de bienestar.

 

Finn Richardson es una personificación casi perfecta de la creciente crisis de desempleo juvenil en el Reino Unido.

A los 19 años, se encuentra en el paro junto con otros 993.000 jóvenes; sin embargo, su determinación de encontrar trabajo contradice la imagen popular transmitida por los medios de comunicación de jóvenes sedentarios que viven del Estado de bienestar.

“Llevo buscando trabajo casi dos año”, dice calmadamente, pero indignado.

“He enviado más de 200 copias de mi currículum vitae y he ido a algunas entrevistas, pero no he tenido ninguna respuesta ni he llegado verdaderamente a ninguna parte con ellas”.

Finn también ha asistido a cursos de formación en una institución caritativa para jóvenes cerca de su casa en Old Trafford, en el norte de Inglaterra.

Rathbone ofrece apoyo a los/las jóvenes – a menudo con pocas cualificaciones – en todo el Reino Unido para ayudarles a aumentar sus posibilidades de encontrar empleo en un mercado de trabajo difícil.

“No cabe duda de que Finn quiere trabajar”, dice su supervisor. “El problema es que no existe demanda de servicios como los que ofrece”.

Desde la crisis financiera en 2008, el desempleo juvenil ha aumentado más del doble en el Reino Unido.

En marzo, cuando el ministro de Hacienda, George Osbourne, anunció su presupuesto para 2013, las últimas cifras de la Oficina Nacional de Estadística revelaron hasta qué punto las medidas de austeridad habían afectado de manera desproporcionada a los/las jóvenes.

El 21,2 por ciento de la juventud del país (entre 16 y 24 años) no tiene trabajo, por lo que el Reino Unido es el tercer país con los niveles de desempleo más elevados en la OCDE, por detrás de España y Grecia.

La cifra aumentó en 48.000 durante los tres meses anteriores al anuncio del presupuesto, lo que significa que los/las jóvenes representan alrededor del 40 por ciento del total de 2,5 millones de personas en el paro.

En momentos de fuertes reducciones del gasto público y estancamiento del crecimiento del sector privado, pocos empleadores están dispuestos a contratar a adolescentes como Finn, que dejaron sus estudios sin una cualificación en matemáticas.

Está convencido de que está siendo discriminado a causa de su edad y dice que la capacidad de trabajar eficazmente debería ser el criterio principal para la selección: “Hay personas que consiguen un trabajo sin ninguna experiencia, simplemente porque son mayores o se les dan bien las entrevistas y hablar.

Creo que deberían dar un período de prueba a la gente en lugar de hacer una entrevista”.

 

Titulados

Parte del problema es que cada vez se contrata a más licenciados/as para los empleos poco cualificados que solicita Finn.

Louise Thomasson acaba de concluir con matrícula de honor sus estudios universitarios en Literatura inglesa en Bolton University.

Empezó a buscar trabajo de nivel básico en marketing seis meses antes de licenciarse, pero a pesar de haber tenido numerosas entrevistas, hasta ahora no ha tenido éxito.

“Es muy frustrante”, dice. “Ya no basta con tener un título universitario, tienes que complementarlo con mucha experiencia”.

Por lo tanto, Louise continúa trabajando como dependienta, un empleo que tiene desde los 16 años.

Dice que su situación es bastante común. “Mi pareja, por ejemplo, se licenció hace dos años y accedió inmediatamente a un puesto en TI, pero la mayoría de sus amigos todavía buscan empleo y algunos de ellos todavía trabajan en supermercados y sitios que no guardan ninguna relación con sus estudios”.

La respuesta del Gobierno al problema ha ocasionado incidentes. El año pasado se lanzó un plan de “trabajo para desempleados” a través del cual los/las jóvenes que no hubieran trabajado durante un largo período de tiempo tenían la opción de trabajar gratis o sacrificar sus prestaciones por desempleo.

El Tribunal de Apelación declaró en febrero que el plan era ilegal y que miles de jóvenes podrían tener derecho a recibir una compensación al no haber recibido información clara sobre el mismo.

Como respuesta, el Gobierno ha aprobado una ley de excepción controvertida para modificar las normas y aplicarlas con efecto retroactivo para evitar pagar millones de libras a jóvenes cuyas prestaciones han sido suprimidas.

La oficina de empleo de Finn le ha comunicado que si no encuentra trabajo antes de mayo tendrá que efectuar trabajo obligatorio.

Como muchos otros en su situación, no cree que sea justo.

“Creo que si te inscriben en un programa de trabajo, te deberían pagar lo que ganarías si estuvieras en ese puesto de trabajo”, afirma. “Aunque sea algo temporal, deberían pagarte por la cantidad de trabajo que hagas”.

 

Oferta y demanda

Peter Fletcher, director de Rathbone, dice que el Gobierno no se está centrando suficientemente en proporcionar más oportunidades a los/las jóvenes.

“El Gobierno ha hecho mucho para colocar a los/las jóvenes en programas de formación, subvencionar el trabajo, etc. pero todos los esfuerzos se han concentrado en la oferta”, dice.

“El problema es la falta de demanda en la economía. Los empleadores no contratan a jóvenes porque no hay demanda para sus servicios”.

Fletcher cree que la coalición debería analizar la historia para crear más oportunidades para los/las jóvenes. "Tenemos que diseñar algo similar a los programas de formación para jóvenes en los años ochenta, es decir, un programa de creación de empleo para los/las jóvenes.

En la ciudad cercana de Salford, la diputada laborista y activista a favor de los derechos de los/las trabajadores/as jóvenes, Hazel Blears, dice que miles de sus electores/as jóvenes también tienen problemas para encontrar trabajo.

Blears presentó recientemente un proyecto de ley en el Parlamento para tratar de ilegalizar la publicidad de prácticas no remuneradas y poner fin a la explotación de trabajadores/as jóvenes.

Argumenta que una solución podría ser hacer las prácticas que ya existen más accesibles para los/las jóvenes procedentes de entornos pobres que actualmente no pueden permitirse hacerlas.

“Ha habido un aumento de las prácticas, lo cual es algo positive, pero la remuneración básica es de 2,60 libras la hora. ¿Quién se puede permitir hacerlas?”, pregunta.

Sin embargo, el compromiso del Gobierno con las medidas de austeridad combinado con las malas previsiones de crecimiento para los próximos años dejan a los/las jóvenes británicos/as con pocas esperanzas de que se produzca una mejora significativa a corto plazo.

Muchos/as son perfectamente conscientes de que pertenecen a una “generación perdida”, la primera desde la Segunda Guerra Mundial que se espera que sea más pobre que la de sus padres.

Si hubiera nacido en un momento diferente, es posible que Finn hubiera soñado con tener éxito y riqueza y lograr una vida mejor para su familia.

Sin embargo, cuando le pregunté qué esperaba conseguir en los próximos 10 años, su respuesta es bastante menos ambiciosa.

“Simplemente espero tener un trabajo de servicio a la clientela o en una tienda que me guste y espero dejar de estar en el paro”.