La larga noche de los trabajadores y trabajadoras en América Latina

“Cuándo voy al trabajo pienso en ti. En ti compañera de mis días y del porvenir” (Víctor Jara).

En abril de 2015, activistas de derechos humanos realizaron diversas acciones para pedir una vez más al Congreso y al gobierno de los EE.UU. que cierren la Escuela de las Américas la cual fue rebautizada, en enero del 2001, como Instituto de Cooperación y Seguridad del Hemisferio Occidental. Otro nombre, para el mismo fin.

Fue precisamente en la Escuela de las Américas, fundada en 1946 en Panamá, que el ejército de EE.UU. adoctrinó a los ejércitos latinoamericanos en el anticomunismo y dio entrenamiento contrainsurgente.

América Latina tuvo décadas de gobiernos militares. Por nombrar algunos, hubo golpe de estado en Guatemala y Paraguay en 1954, en Brasil y Bolivia en 1964, en Chile y Uruguay en 1973, y en Argentina en 1976, entre tantos otros.

Estos golpes de Estado, no fueron, como se dijo posteriormente, actos individuales de militares locos, ambiciosos y asesinos.

Respondieron a lo que se conoció como la Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN), que fue impulsada desde los EE.UU. para frenar la ola revolucionaria que buscaba cambios en el continente, que trajeran mayor justicia social para los olvidados.

Con la asistencia militar de los EE.UU, la misión de los ejércitos latinoamericanos en adelante ya no sería defender sus naciones de un enemigo exterior, sino luchar ahora contra el “enemigo interno”, concepto acuñado por la DSN.

A todo esto, es preciso señalar que los militares del continente trabajaron coordinadamente, con apoyo de EE.UU., organizando una suerte de “internacional del crimen”, conocida como “Operación Cóndor”.

En esta participaron Chile, Bolivia, Uruguay, Argentina, Brasil y Paraguay, intercambiando información, detenidos y realizando interrogatorios conjuntos.

Las dictaduras no sólo torturaron y asesinaron, también limitaron o suprimieron los derechos de las y los trabajadores: como el derecho a reunión, sindicalización y huelga legal, entre otros. Al mismo tiempo, persiguieron y asesinaron a dirigentes sindicales.

 

Chile: quiénes eran

En el caso de Chile, la noche del 4 de marzo de 1991, el entonces presidente, Patricio Aylwin, dio a conocer los resultados del Informe de la Comisión Nacional de la Verdad y Reconciliación.

Este documento señaló que hubo 2.298 víctimas de la dictadura de Pinochet, en el periodo 1973-1990. De estas, 957 en condición de “detenidas desaparecidas”.

Más de la mitad estaban casados/as; en su gran mayoría eran hombres los asesinados o desaparecidos; 138 eran mujeres. Nueve de ellas embarazadas en el momento de su detención, que se encuentran, hasta hoy, desaparecidas.

El 46% de las y los detenidos no tenía militancia política. Su gran mayoría eran trabajadores y trabajadoras: 207 eran profesionales; 305 eran empleados; 686 obreros y campesinos; 314 eran trabajadoras o trabajadores independientes; entre otros.

Dentro de los primeros trabajadores muertos, figura el cantautor Víctor Jara. La mañana del 11 de septiembre de 1973 él fue hasta su lugar de trabajo, en la ex Universidad Técnica del Estado, lugar donde fue detenido, llevado al Estadio Chile, torturado y después ejecutado con 44 impactos de bala.

El 9 de diciembre de 1975 fue detenida la trabajadora Marta Neira, quien era una empleada doméstica. Otros detenidos la vieron en el centro de detención conocido como “La Venda Sexy”. Desde entonces se encuentra desaparecida.

Años después, el 25 de febrero de 1982 fue asesinado el dirigente sindical Tucapel Jiménez. Aquella mañana, Jiménez salió de su casa a trabajar en su taxi. Agentes de la policía secreta de Pinochet simularon ser pasajeros y subieron a su auto para luego obligarlo a dirigirse a un lugar solitario. Allí lo mataron con cinco disparos en la cabeza, siendo posteriormente degollado. Tucapel Jiménez era Presidente de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales.

Los principales agentes de la policía secreta de Pinochet fueron entrenados por el ejército de los EE.UU.

 

Los manuales de entrenamiento

Pasaron décadas hasta que se conocieran los manuales de entrenamiento utilizados en la Escuela de las Américas.

Los manuales, hechos públicos por el gobierno de los EE.UU. en 1996, aconsejaban “aplicar torturas, chantaje, extorsión y pago de recompensa por enemigos muertos”.

El manual de "Contrainteligencia", por ejemplo, recomienda al ejército elaborar una "lista negra" de posibles enemigos. Al mismo tiempo, señala la importancia de infiltrar y espiar a miembros de organizaciones estudiantiles, sindicatos, organismos humanitarios, iglesias y partidos políticos, entre otros.

“Los entrenaron para que confundieran las fronteras entre insurgencia armada y oposición política legal y para que menospreciaran y soslayaran todas las leyes que exigen un justo proceso judicial para las personas detenidas o arrestadas”, escribió en un artículo sobre el tema Lisa Haugaard, directora ejecutiva de Grupo de Trabajo sobre Latinoamérica.

El escritor recientemente fallecido Eduardo Galeano, señaló en el documental Secreto a Voces que "no se torturaba sólo a los culpables de los presuntos delitos de subversión. Se torturaba a cualquiera. Cualquiera que podía resultar potencialmente peligroso. Y peligrosos son los que piensan, los que dudan, los que dicen no".