La línea dura del Gobierno de extrema derecha de Israel empuja a la salida de israelíes laicos del país

La línea dura del Gobierno de extrema derecha de Israel empuja a la salida de israelíes laicos del país

Protesters confront police during a rally against the Israeli government’s judicial overhaul in Tel Aviv on 4 March 2023.

(Gili Yaari/NurPhoto via AFP)
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Cuando el 3 de noviembre de 2022 se anunciaron los resultados definitivos de las elecciones legislativas israelíes, a Avital Chayat se le vino inmediatamente a la cabeza un pensamiento sorprendente.

Mientras la emisora declaraba que el antiguo primer ministro y líder del partido Likud, Benjamin Netanyahu, había sellado su espectacular regreso al poder, obteniendo 64 de los 120 escaños del parlamento israelí con el ultranacionalista Partido Sionista Religioso que aportó 14 escaños cruciales para ayudar a formar el Gobierno más derechista de la historia del país, el profesor de 33 años se levantó y empezó a rebuscar en un armario de la casa de sus padres en Jerusalén.

En una vieja caja azul al fondo del armario estaban los certificados de nacimiento de sus padres y abuelos, nacidos en Polonia y emigrados al Estado judío tras la Declaración de Independencia de 1948. “En medio del ascenso de un Gobierno ultranacionalista en Israel, no pude evitar pensar en la historia de mi familia”, recuerda Chayat.

Bajo la mirada incrédula de su padre, hojeó las viejas fotos amarillentas y los diplomas escolares, que probaban la existencia de la vida de su familia en Polonia. Su siguiente paso fue ponerse en contacto con un abogado israelí especializado en el tema de la ciudadanía en derecho internacional para que le ayudara a obtener un pasaporte polaco que le diera derecho a vivir y trabajar en cualquier país de la Unión Europea sin necesidad de visado ni permiso de trabajo.

La historia de Chayat está lejos de ser la única. Tras las elecciones de finales del año pasado y el debate sobre la polémica reforma judicial que ha causado revuelo en Israel en los últimos meses, su historia refleja una tendencia más extendida de israelíes que buscan la ciudadanía de Estados Unidos y Europa.

El proyecto de ley del Gobierno derechista de Israel para debilitar al poder judicial del país, unido al proyecto de los partidarios del sionismo religioso de un Estado religioso que promueva valores familiares conservadores y aplique la soberanía judía a partes de Cisjordania, está empujando a los nietos laicos de supervivientes del Holocausto a buscar la ciudadanía de países de la Unión Europea y regresar a los países donde sus abuelos fueron perseguidos en su día.

“El país en el que crecí se está volviendo irreconocible”, afirma la abogada Aya Shahar, de 38 años, refiriéndose a las tensiones latentes entre judíos liberales y conservadores que estallaron tras las recientes elecciones.

“Partidos religiosos y de extrema derecha como el Otzma Yehudit y el Partido Sionista Religioso están tomando el poder. Por eso quiero asegurar el futuro de mis hijos en Europa en caso de que la situación en Israel se tuerza irrevocablemente”, añade la madre de dos hijos durante una reciente manifestación en Tel Aviv, ciudad que se enorgullece de ser un refugio laico en un país religioso.

En febrero de este año decidió ejercer su derecho a obtener un pasaporte alemán, ya que sus padres tienen la nacionalidad alemana: “No era un asunto que me interesara hasta hace poco. Pero la inestabilidad política y una sensación de claustrofobia social me empujaron a actuar. Tengo docenas de amigos que están siguiendo mis pasos”.

Una aliá a la inversa

Los electores israelíes han votado cinco veces en los últimos cuatro años, y el primer ministro con más años de mandato de la historia del país, Benjamín Netanyahu, está siendo juzgado por fraude, abuso de confianza y aceptación de sobornos en una serie de escándalos.

A medida que las divisiones políticas son cada vez más enconadas e inestables, a las que viene a sumarse el interminable conflicto con los palestinos, los israelíes laicos temen una importante recesión económica exacerbada por lo que consideran un apocalipsis político dirigido por legisladores ultraortodoxos. Los inversores y empresas extranjeros se muestran cautos a la hora de invertir en el país a causa de las señales de debilidad de la moneda nacional.

Para muchos israelíes, la obtención de un segundo pasaporte representa una seguridad en forma de opción de salida, en lo que parece ser una aliá a la inversa y que podría socavar el sentido de pertenencia nacional en el seno del Estado judío.

Es difícil obtener datos concretos, ya que las autoridades israelíes y las embajadas extranjeras se niegan a facilitar información. Sin embargo, las partes interesadas del sector afirman que la demanda se ha disparado tras las elecciones, teniendo como principales destinos Estados Unidos y los países de la Unión Europea. La probabilidad de emigrar a Europa es mayor entre los judíos asquenazíes, con los que se identifica un tercio de los judíos israelíes y cuyos antepasados emigraron a Israel desde Europa central y oriental, y los judíos sefardíes de la península ibérica, ya que sus raíces pueden facilitarles el acceso a pasaportes europeos. Por el contrario, los judíos etíopes y mizrají cuya ascendencia procede de Oriente Medio pueden encontrar más dificultades para trasladarse a países europeos.

“Los israelíes siempre han estado interesados en la emigración. Sin embargo, al día siguiente de la victoria electoral de Netanyahu, notamos un repunte en las búsquedas en Google de palabras clave como ‘pasaporte extranjero’ y ‘emigración de Israel’”, explica a Equal Times Joshua Pex, abogado especializado en inmigración del bufete Decker, Pex, Levi, Rosenberg & Co.

“Las solicitudes de pasaportes extranjeros en nuestro bufete han aumentado alrededor de un 30% desde noviembre del año pasado”, añade.

Los israelíes están invirtiendo importantes cantidades de dinero para adquirir la doble nacionalidad. Abogados y empresas especializados en ciudadanía internacional anuncian sus servicios en Internet, cobrando 1.300 euros para los casos sencillos, o el doble y hasta el triple para los complejos. En un país donde el salario mínimo ronda los 1.400 euros, la reubicación puede no ser una opción viable para todos los israelíes, sobre todo los de rentas más bajas. La desigualdad de ingresos en Israel ha sido un problema persistente, ya que el país presenta uno de los mayores índices de desigualdad de la OCDE. Por ello, la emigración puede ser una opción atractiva sobre todo para quienes tienen mayor acceso a recursos y oportunidades.

Aun cuando la mayoría de las personas y familias completas acaban no trasladándose inmediatamente, inician el proceso para asegurar un futuro mejor a sus hijos, y los pasaportes alemán y austriaco son de los más solicitados, afirma Pex. Los trámites pueden durar hasta dos o tres años.

Lejos de ser un fenómeno nuevo, la emigración siempre ha estado sobre la mesa de las familias judías. Conocida en hebreo como aliá, que significa “ascenso”, la emigración judía está en el corazón de la fundación del Estado de Israel. Hoy, sin embargo, la emigración de Israel a Europa y Estados Unidos, conocida en hebreo como ieridá, que significa “descenso”, está dando un giro político arraigado en el tiempo.

Democracia sobre arenas movedizas

A lo largo de las más de seis décadas de existencia del Estado, las administraciones israelíes han proclamado sistemáticamente la importancia de la inmigración judía y de la Ley del Retorno de todos los judíos a Israel para la seguridad y perpetuación tanto de la población judía como de la nación. Sin embargo, la emigración judía siempre ha sido un fenómeno problemático para las autoridades israelíes.

Ya 30 años antes de que David Ben-Gurion proclamara la fundación del Estado de Israel, unos 60.000 judíos habían abandonado la región durante la época del mandato británico sobre Palestina (1923-1948), según el investigador y escritor israelí Meir Margalit. En su libro publicado en hebreo en 2018, Hashavim Bedim’a: Hayerida Bitekufat Hamandat Habriti (Retorno entre lágrimas: la emigración durante el mandato británico), sostiene que durante la primera y la segunda aliá (1882-1903 y 1904-1914), al menos la mitad de todos los nuevos inmigrantes abandonaron el proyecto sionista.

El 10% de los nuevos inmigrantes judíos que llegaron a las costas de Israel tras la independencia de 1948 optaron por emigrar en los años siguientes, ya sea cuestionando el proyecto colonizador-colonial, o pasando a formar parte de una corriente de judíos que buscaban fortuna en el extranjero.

En años más recientes, según la Oficina Central de Estadística, el número de israelíes que abandonan el país es superior al de los que inmigran, una tendencia al alza desde 2009, cuando estalló una guerra de tres semanas entre Gaza e Israel. En 2020 se registraron algo menos de 21.000 salidas frente a unos 10.000 repatriados.

De una población total de Israel de más de nueve millones, el 73,6% de la cual es judía, se calcula que alrededor de un millón de titulares de un pasaporte israelí viven en el extranjero.

Los críticos afirman que tanto las reformas judiciales como las políticas gubernamentales de extrema derecha pondrían en peligro la democracia israelí en un país que carece de una constitución formal y de cualquier otra forma de control y equilibrio de poderes que no sea el Tribunal Supremo. Las encuestas muestran que la mayoría de los israelíes laicos cuestionan tanto al proyecto de ley como al Gobierno y prevén un aumento de la emigración del país como reacción al Gobierno de línea dura.

“Cada año Israel pierde unos cuantos miles de habitantes jóvenes, muy instruidos y laicos, todos ellos concentrados en la parte alta de la escala socioeconómica”, afirma Uzi Rebhun, demógrafo de la Universidad Hebrea de Jerusalén. No obstante, Rebhun considera que “las cifras son comparables a las de otros países occidentales y no son alarmantes”.

Y prosigue: “Mejores oportunidades económicas en el extranjero, el conflicto árabe-israelí y la creciente influencia de la clase dirigente religiosa sobre el Estado son factores que empujan a la emigración de Israel. Si fracasan las negociaciones entre la oposición y el Gobierno, la reforma judicial animará sin duda a los jóvenes israelíes laicos a abandonar el país a medio plazo”, explica Rebhun.

“No habrá sitio para los liberales en Israel”

Itamar Danieli, de 46 años, se trasladó a Italia hace cuatro años y fue el iniciador de una reciente manifestación contra la reforma judicial de Netanyahu en Roma. “Esta revisión está fomentando la deslocalización de la clase media joven, educada y laica. Si los dirigentes eligen la religión en lugar de la democracia, no habrá sitio para los liberales en Israel”, afirma este empresario de importación y exportación, señalando la batalla demográfica entre los judíos laicos, que representan aproximadamente el 30% de la población, y los judíos jaredíes ultraortodoxos, que representan el 13% y aumentan rápidamente.

Alrededor de ocho millones de judíos viven fuera de Israel, entre los que se cuentan unos seis millones en Estados Unidos. A pesar del creciente flujo de ciudadanos israelíes que deciden trasladarse a uno de los países de la OCDE, la emigración suele ir acompañada de retos y obstáculos. El auge concomitante de la extrema derecha y el antisemitismo en EEUU y en Europa representa una fuente de preocupación tanto para la diáspora judía como para los israelíes que planean su futuro en el extranjero.

“Los grupos fascistas en las sociedades occidentales van en aumento. Observamos un creciente antisemitismo alimentado por la incertidumbre y el miedo al otro. A escala mundial, el mismo patrón de los años treinta se repite ahora tanto en las democracias liberales como en las no liberales de la Unión Europea”, explica a Equal Times el antropólogo cultural de la Universidad de Varsovia Stanislaw Obirek.

El Informe sobre el antisemitismo en el mundo 2021, elaborado por el Centro para el Estudio del Judaísmo Europeo Contemporáneo de la Universidad de Tel Aviv, afirma que se ha producido “un aumento significativo de diversos tipos de incidentes antisemitas en la mayoría de los países que cuentan con importantes poblaciones judías”, registrándose en EEUU el doble de incidentes que el año anterior y en Francia un aumento de casi el 75% en el número de incidentes antisemitas en comparación con 2020.

Sin embargo, el resurgimiento del antisemitismo a nivel mundial no detendrá a los israelíes que se plantean marcharse.

“Me siento abatida, como si no pudiera hacer nada para aliviar este estado de tensiones sociales y políticas permanentes. Quiero abrir mis opciones”, afirma Mohar Rosenbaum, una estudiante de arquitectura de 28 años de Jerusalén y ferviente defensora de la solución de dos Estados para el conflicto palestino-israelí.

Aunque sus opiniones de izquierdas son minoritarias en el Estado judío, afirma que su obtención de un pasaporte estadounidense, gracias a la ciudadanía de EEUU de sus padres, no ha debilitado su sentimiento de pertenencia a Israel. “Sigo sintiendo que Israel es un refugio para los judíos de todo el mundo, aunque mis esperanzas de paz y seguridad en la región no sean tan grandes como las de mis padres y abuelos”, admite.

La creciente desilusión de los jóvenes israelíes con respecto a las perspectivas de estabilidad política en su país desencadena también las consabidas reacciones entre generaciones avivadas por los diferentes enfoques de lo que significa ser israelí.

A pesar de unirse a las manifestaciones y estar comprometido con el futuro de su país, el profesor Avital Chayat relata que se enfrentó a duras críticas de sus padres por su decisión de adquirir un pasaporte polaco: “Dijeron que su generación hizo innumerables sacrificios para construir el país y asegurar mi futuro. Ahora mi generación se rinde ante los primeros problemas. A ellos tampoco les gusta este Gobierno de extrema derecha, pero afirmaron que debíamos resistir. Quizás tengan razón”.