La movilización de trabajadores da esperanzas en Camboya

 

Los/las camboyanos/as acudirán a las urnas el 28 de julio para votar en las elecciones parlamentarias, en las que también se elegirá al/a la primer/a ministro/a.

Por desgracia, Camboya no es un estado democrático y debido al férreo control que el partido en el gobierno, el Cambodian People’s Party (CPP), ejerce sobre la mayoría de las instituciones gubernamentales y sociales, incluidos los medios de difusión públicos, muchos temen que los resultados ya se hayan decidido de antemano.

El Primer Ministro, Hun Sen, ha ganado 5 elecciones en 28 años y se ha acusado en repetidas ocasiones al dirigente que lleva más años en el poder en Asia y a su partido de abusar de los recursos estatales, comprar votos e intimidar a los/las votantes. Según Human Rights Watch:

“El CPP controla casi todas las estaciones públicas y privadas de radio y televisión, lo que garantiza un flujo constante de propaganda a favor del gobierno y de críticas a la oposición. El CPP dice públicamente a las comunidades que se las recompensará si votan al partido y se las penalizará si votan a la oposición, ya que se retendrán recursos estatales destinados a escuelas, clínicas y carreteras, entre otras cosas.

Cargos superiores de la policía y el ejército hacen campaña abiertamente a favor del CPP, desafiando la legislación de Camboya. Con el largo historial de violencia política del país, podemos imaginar lo que piensa un/a aldeano/a pobre en una zona remota cuando aparece un general y le dice a quién tiene que votar”.

El Comité para Elecciones Libres y Justas en Camboya (COMFREL, por sus siglas en inglés), que es la principal organización para la promoción de la democracia del país, ha declarado que ésta será la elección menos justa desde los Acuerdos de paz de París de 1991 y que Camboya ha tomado la dirección del autoritarismo.

Y aunque el gobierno ha dado un paso positivo al perdonar al líder de la oposición, Sam Rainsey, y permitirle que vuelva a Camboya para hacer campaña activamente, por ahora, es poco probable que se le permita presentarse como candidato a las elecciones.

Asimismo, existen fallos técnicos en el sistema de votación que amenazan con privar del derecho al voto a cientos de miles de votantes, además de cientos de miles de trabajadores/as migrantes.

Ni EE.UU. ni la UE van a enviar observadores, en comparación con 2008, cuando la UE envió una delegación en toda regla. Esto se debe en parte a que las recomendaciones anteriores han sido ignoradas por el gobierno.

 

Movilización de trabajadores/as

Sin embargo, hay un rayo de esperanza en las elecciones de Camboya de este año; se trata de la creciente conciencia política y la movilización de los/las sindicalistas del país, especialmente en el sector de la confección de ropa.

No es en absoluto sorprendente, ya que no hay otra sección de la sociedad camboyana que se juegue tanto. De hecho, la OIT publicó recientemente un informe que describe el deterioro de las condiciones de trabajo de los/las trabajadores/as en el sector de la confección de ropa en Camboya, en particular en las áreas de seguridad laboral e incendios y el uso del trabajo infantil.

Hace poco, 16 trabajadores y representantes sindicales camboyanos del sector de la confección de ropa fueron acusados de incitar a la violencia y causar daños materiales durante una huelga para pedir un aumento de salario en una fábrica que hace ropa para la empresa estadounidense de prendas deportivas Nike. Unos 4.000 trabajadores participaron en la acción y otros cientos fueron despedidos por ir a la huelga.

En cuanto al proceso de votación en sí mismo, la mayor preocupación tiene que ver con el padrón electoral. Según una auditoría y un análisis realizados recientemente por el Instituto Democrático Nacional (NDI por sus siglas en inglés):

  • El 11 por ciento de las personas entrevistadas que creían estar registradas para votar no estaba en el padrón electoral
  • 8 por ciento de las personas que votaron en las dos últimas elecciones no estaba en el padrón electoral
  • 9,4 por ciento de los/las votantes se encontraba erróneamente en la lista de exclusión

Un estudio de COMFREL también descubrió que el 13,5 por ciento de los/las votantes inscritos/as – alrededor de 1,25 millones de personas – no estaban inscritos/as adecuadamente en el padrón. Muchos/as de estos/as ciudadanos/as acudirán a las urnas el día de las elecciones con la intención de votar, para descubrir que no pueden. La comisión electoral nacional (NEC, por sus siglas en inglés) ha negado estos hechos.

La NEC es otro problema. Se considera que es tan parcial que no se puede confiar en que organice unas elecciones justas. Se sabe que los miembros de la comisión están afiliados al partido en el gobierno a pesar de años de presión nacional e internacional para crear una comisión verdaderamente independiente.

Recientemente, la NEC no permitió que Rainsey, el líder de la oposición del Cambodian National Rescue Party (CNRP), fuera incluido en la papeleta electoral.

El CPP también controla los tribunales, que decidirán cualquier disputa relativa a las elecciones.

 

Trabajadores/as migrantes

Otro aspecto perturbador de las próximas elecciones es la negación del derecho al voto a los/las trabajadores/as migrantes.

Casi 600.000 trabajadores/as migrantes que viven en el extranjero no podrán votar.

Muchos/as de estos/as trabajadores/as camboyanos/as están en Tailandia, y una cantidad considerable de ellos/as en Malasia y Corea del Sur. Han dejado su país con el único propósito de ganar un salario digno y, sin embargo, no existe un mecanismo para que participen.

También existe el dilema de los/las trabajadores/as migrantes dentro de Camboya: trabajadores/as que han viajado de las zonas rurales a las ciudades para trabajar pero que no se han inscrito en sus nuevas circunscripciones electorales y no pueden permitirse volver a su lugar de origen para votar.

Una auditoría del NDI descubrió que el 17,1 por ciento de los/las votantes inscritos/as – 1,65 millones de personas – no vivía donde estaba inscrito.

Sin embargo, como se ha mencionado anteriormente, el creciente activismo de los sindicatos este año es una buena noticia. Es particularmente evidente entre los/las trabajadores/as del sector de la confección de ropa, más de medio millón de trabajadores/as en un país en el que la exportación de prendas de vestir constituye la mayor fuente de ingresos.

Se espera que se movilicen en masa en las elecciones de este año. Se ha llegado al punto en el que el CPP y el CNRP han entrado en una guerra de influencias para conseguir su apoyo.

Los/las sindicalistas que apoyan a ambos partidos se han manifestado en las calles, aunque en medio de alegaciones de que el partido en el poder ha pagado a los/las trabajadores/as para que participen. Sin embargo, a pesar de la gran presencia de sindicatos partidarios del gobierno en las fábricas de confección de ropa, los/las expertos/as sospechan que el día de las elecciones, los/las trabajadores/as no seguirán necesariamente las instrucciones de los/las dirigentes de su sindicato.

Las expectativas generalizadas son que el partido en el gobierno, dado su enorme control del sistema, volverá a estar en el poder. Sin embargo, queda claro que el despertar político de miles de trabajadores – muchos de ellos mujeres menores de 30 años – tendrá una fuerte repercusión en Camboya durante los próximos años.