La precariedad de los atletas, la otra cara del fútbol profesional en Camerún

La precariedad de los atletas, la otra cara del fútbol profesional en Camerún

Jugadoras de fútbol durante una sesión de entrenamiento en equipo en Yaundé, enero de 2023.

(Etienne Mainimo)

Tracy Kongnyuymo parece agotada al regresar de una sesión de entrenamiento esta mañana de enero. Aun así, ya está al pie del cañón en un salón de peluquería de Yaundé, la capital camerunesa, donde reside. Esta futbolista de 16 años, pese a estar exhausta, espera despachar a varios clientes de esta empresa familiar antes de acudir a una segunda sesión de entrenamiento con su club, el Canon Football Filles, un equipo femenino de primera división. Este trabajo extra no supone una remuneración fija, pero le aporta 3.000 francos CFA (aproximadamente 4,57 euros o 4,80 dólares estadounidenses) por jornada, con los que cubre, entre otros, los gastos de transporte para acudir a las sesiones de entrenamiento.

“Con este dinero también cubro mi alimentación diaria y la recuperación cuando termino los entrenamientos, porque a veces el club acumula retrasos en los pagos de las prestaciones de entrenamiento [1.000 francos CFA, que equivalen a 1,52 euros; 1,60 dólares]”, explica la exjugadora del Bui Dynamic de Kumbo, un equipo del noroeste del país del cual tuvo que marcharse hace dos años a causa de la inestabilidad política. Tracy se enfrenta al doble reto de conseguir ingresos en la peluquería, para su manutención parcial, y seguir soñando con una carrera profesional.

Un sueño que para Richard Nkaké, exportero del Cosmos de Bafia, se desvaneció en 2016, cuando decidió abandonar su pasión tras una temporada de penurias en dicho club. “El impago de mi prima de fichaje de 1 millón de francos CFA [aproximadamente 1.520 euros o 1.600 dólares] para una temporada, y los seis meses de atrasos salariales, fueron determinantes para la ruptura de nuestro contrato”, señala el exfutbolista, que ahora es comisario de policía.

Atrasos salariales, contratos fantasma y falta de seguridad social

En el fútbol camerunés abunda este tipo de problemas, tanto para los hombres como para las mujeres. Los jugadores se encuentran en unas condiciones profesionales execrables, caracterizadas por constantes incumplimientos contractuales por parte de los clubes que los emplean: cúmulo de atrasos salariales, protección social prácticamente inexistente, primas exiguas, contratos fantasma, etc.

Sin embargo, Camerún es uno de los mejores países de África en lo que respecta al fútbol, con cinco títulos de campeón continental, y es el país africano que más veces ha participado en la Copa del Mundo (ocho). La pulcra imagen que proyecta su selección nacional contrasta con la extrema precariedad en la que se ven obligados a jugar los futbolistas locales. Los clubes actúan con impunidad, mientras que el Estado y la Federación Camerunesa de Fútbol reaccionan con soluciones cosméticas que no aportan ningún cambio real en este contexto.

El Syndicat national des footballeurs camerounais (SYNAFOC), afiliado a la Federación Internacional de Asociaciones de Futbolistas Profesionales (FIFPRO), la mayor red mundial para la defensa de los intereses de los futbolistas en todo el mundo, ha publicado los resultados de una encuesta sobre las condiciones de vida y de trabajo de los y las futbolistas cameruneses en 2021.

La encuesta ha revelado que, en Camerún, apenas el 40% de los jugadores de primera división dispone de un ejemplar de su contrato, cifra que se reduce al 13% para los de segunda división y a apenas un 5% para las jugadoras de primera división femenina.

La deficiencia más flagrante es la ausencia de salario, lo que ha dado lugar a repetidas huelgas en los clubes. Durante 2022 el SYNAFOC registró 101 quejas de futbolistas cameruneses relacionadas con reclamaciones salariales, 90 de los cuales jugaban en la liga nacional. El sindicato calcula que el perjuicio financiero que los clubes ocasionaron a los jugadores ese año asciende a casi 60 millones de francos CFA (cerca de 91.470 euros; 96.000 dólares).

Según Eric Menye, director de operaciones del SYNAFOC, “los jugadores se quejan de haber firmado un contrato y no haber recibido un ejemplar del mismo; se quejan del impago de la prima de fichaje; de la negativa de sus clubes a liberar a los jugadores; nos dicen que, desde que les ficharon, no les han pagado su sueldo (…) Esto se debe en gran parte a que algunos jugadores desconocen sus derechos”, comenta.

En los clubes, muy pocos futbolistas se benefician de una seguridad social. En 2014, tres años después de la profesionalización del fútbol camerunés, el Fondo Nacional de la Seguridad Social (CNPS, por sus siglas en francés), el brazo secular del Estado en materia de protección social, informó de que solo seis equipos profesionales habían presentado su registro en dichos servicios, y que, desde entonces, no se había registrado ningún futbolista, entrenador o árbitro. En su encuesta de 2021, el SYNAFOC señala que los clubes solo habían afiliado a la CNPS al 3% de los jugadores de primera y segunda división y al 2% de las jugadoras de primera división.

La mayoría de los futbolistas cameruneses no tienen estudios superiores y desconocen el marco jurídico que rige su profesión.

Pulchérie Jovanie Assene es una excepción. Esta futbolista de 27 años juega en el AS Awa Football Filles, un equipo de primera división femenina, y está haciendo un doctorado en Derecho Deportivo por la Universidad de Ngaoundéré, en el norte del país. La precariedad en la que juegan las futbolistas de la liga local la motivó a realizar una encuesta sobre la condición social de las futbolistas camerunesas durante la temporada 2021-2022, en el marco de su tesis.

“Tras analizar los cuestionarios enviados a las jugadoras en relación a preocupaciones específicas, se concluye que el 75% de las mujeres tiene hijos que mantener; el 15% se las arreglan por sí solas; solo un 10% vive en condiciones idóneas gracias al apoyo de sus familias; y el 45% dispone de otros ingresos aparte de los que obtienen del fútbol”, afirma Jovanie Assene.

Esta futbolista doctorada revela también que la gran mayoría de las jugadoras que ejercen actividades paralelas al fútbol se dedican al pequeño comercio o trabajan a tiempo parcial en empresas de apuestas deportivas, si es que no se limitan a atender a la clientela de bares o peluquerías, como hace Tracy Kongnyuymo.

La mejora de las condiciones de trabajo de los futbolistas profesionales de todo el mundo es una cuestión de importancia capital para la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En enero, la OIT apoyó los debates entre la FIFPRO y el Foro Mundial de Ligas (WLF, por sus siglas en inglés) sobre el trabajo decente en el sector del fútbol profesional, tras el Acuerdo Global de Trabajo suscrito por ambos organismos en septiembre de 2022.

Subvenciones polivalentes para financiar los salarios de los jugadores

El incumplimiento por parte de los clubes de sus obligaciones para con los jugadores supone una infracción de la legislación nacional en materia de protección social, pero se produce con toda impunidad en un contexto en el que los clubes tienen dificultades por encontrar fuentes de financiación independientes para gestionar sus estructuras, y dependen en gran medida de las subvenciones.

Desde 2011, el Estado ha inyectado con regularidad 960 millones de francos CFA (1,46 millones de euros; 1,5 millones de dólares) para subvencionar cada temporada la profesionalización del fútbol, abonando a los clubes una participación de 560 millones de francos CFA para pagar los salarios de los jugadores de las ligas Élite One y Élite Two.

Por su parte, la federación también concede a los clubes subvenciones para sufragar los salarios de los jugadores de sus dos divisiones estrella. Para la temporada 2022-2023 ha decidido subvencionar a cada club de primera división con 48 millones de francos CFA, y les ha exigido que reevalúen sus escalas salariales, estableciendo un salario mínimo de 200.000 francos CFA (aproximadamente 305 euros; 325 dólares) por futbolista.

“El problema del salario de los jugadores todavía no se ha resuelto definitivamente. Es un problema que debe debatirse entre los clubes, los jugadores, la federación, el SYNAFOC e incluso la CNPS”, explica Jean-Jacques Mouandjo, responsable del Departamento de Marketing y Comunicación de la FECAFOOT.

“Esto implica que los clubes están de acuerdo con el pago del salario mínimo, pero algunos de ellos descuentan de ese dinero las primas de entrenamiento. Estamos tratando de armonizar esta situación mediante un debate en curso entre los diferentes gremios”.

También se están llevando a cabo otras acciones para apoyar a las futbolistas, con la ayuda de empresas locales. Una de estas empresas, activa en la industria cervecera, es el principal patrocinador de la liga de fútbol femenino. La temporada pasada desembolsó cada mes 15 millones de francos CFA (22.870 euros; 25.000 dólares) para pagar el 50% de los salarios de las jugadoras.

La otra mitad la pagó la federación para conseguir que cada jugadora pudiese ganar 100.000 francos CFA (152 euros; 162 dólares). Pero esta temporada, la autoridad futbolística ha cancelado su contribución debido a la incertidumbre respecto a la rentabilidad de su asociación con la empresa cervecera, que se encuentra en plena operación de absorción de sus activos por parte de otra, también socia de la FECAFOOT.

La profesionalización pone los clubes a prueba desde hace una década

En Camerún hay 37 clubes de fútbol profesional para la temporada 2022-2023, pero solo uno, el Coton Sport de Garoua, club con sede en el norte del país, puede presumir de encontrarse en la vía de la profesionalización. El equipo nórdico es el mejor estructurado del país. Es propiedad de la Mutuelle des agents de la SODECOTON (acrónimo francés que significa Sociedad de Desarrollo del Algodón), y su modelo de negocio se basa en las aportaciones económicas de sus miembros, así como en las transferencias de jugadores.

Por su parte, el modesto equipo del AS Fortuna –un club unipersonal propiedad de un inversor privado que es además el accionista mayoritario– obtiene el 70% de sus recursos financieros de las indemnizaciones de transferencias de antiguos jugadores formados en el club. Así pues, hace poco, el equipo se embolsó 56 millones de francos CFA (85.300 euros o 92.000 dólares) por la transferencia de André Franck Zambo Anguissa, uno de sus antiguos residentes, que pasó del club inglés Fulham al SCC Napoli. Esta operación representa por sí sola el 28,4% del presupuesto global del club para la temporada en curso, fijado en 197 millones de francos CFA.

“Este presupuesto es provisional. No incluye los ingresos del estadio, que son inexistentes. La federación dona cerca de 50 millones de francos CFA, pero por ahora [enero de 2023] solo hemos recibido 11,4 millones de francos CFA desde el principio de la temporada, si bien la masa salarial del Fortuna asciende a 8,5 millones al mes”, declara Roger Noah, presidente del AS Fortuna.

Este último considera insignificante el apoyo financiero de la federación y solicita la plena implicación del Estado camerunés. “Sin la voluntad del Estado no podemos hacer nada. La garantía moral y financiera es el Estado. Para aspirar, como es su caso, a un fútbol profesional, tiene que proporcionar importantes recursos y una sólida política de apoyo, como sucede en todas partes”, añade el presidente del club, que aboga por el control total del fútbol por parte del Estado como solución definitiva a su profesionalización.

En Camerún, el fútbol es el deporte más venerado por la población. Ha modificado el estatus social de muchas familias gracias a la aparición de numerosos talentos que, en su mayoría, han emigrado a Europa. Los futbolistas locales sueñan con poder seguir ese camino, desesperados ante la pésima estructuración del fútbol local. Pero las esperanzas suscitadas por la llegada de la leyenda Samuel Eto’o Fils a la cabeza de la Federación Camerunesa de Fútbol en diciembre de 2021, se están desvaneciendo con el paso de los meses.

Este artículo ha sido traducido del francés por Guiomar Pérez-Rendón