La regulación de las horas de trabajo es imprescindible para todos los trabajadores, especialmente para los de la economía informal

Hace poco, el Primero de Mayo, recordamos a los héroes caídos en la huelga de Chicago de 1886, durante la cual los trabajadores exigieron una jornada laboral de ocho horas. Asimismo conmemoramos las costosas victorias de los empleados en el ámbito de la regulación de las horas de trabajo. No es casualidad que el Convenio sobre las horas de trabajo (industria), adoptado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 1919, fuera el primer instrumento de la OIT en ser aprobado. Además, tampoco es casualidad que la OIT haya adoptado numerosos convenios más para regular el horario laboral (incluidas las horas de trabajo, los períodos de descanso, el trabajo nocturno y las vacaciones anuales). Después de todo, el horario laboral (y en consecuencia, el ocio y el tiempo de descanso) constituye un aspecto clave no solo del trabajo decente, sino también de la vida decente.

En cumplimiento de muchos de los convenios de la OIT que regulan el horario de trabajo, casi el 80% de los países del mundo cuentan con disposiciones jurídicas que aplican algún tipo de límite máximo a las horas semanales de trabajo, incluidas las horas extra. Asimismo, el 97% de los países consagran en su legislación el derecho a un período mínimo de vacaciones anuales remuneradas.

Todo suena estupendo, ¿verdad? Sin embargo, el problema es el siguiente: la regulación de las horas de trabajo se aplica a menos de la mitad de todos los trabajadores del mundo. El motivo es que, casi sin excepción, la regulación de las horas de trabajo se aplica tan solo a los trabajadores con un empleador identificado y fijo. Los contratistas independientes (que son una categoría cada vez mayor de trabajadores y suelen constituir una forma encubierta de empleo) están excluidos. Los trabajadores temporales, que también constituyen una categoría creciente de trabajadores, están excluidos de muchas leyes y regulaciones, al igual que numerosos trabajadores a tiempo parcial.

Los trabajadores subcontratados suelen quedar fuera del marco regulador del horario de trabajo no tanto porque no se les aplique la ley, sino porque el empleador suele ser evasivo y la implementación constituye un reto. Por tanto, debido a la fragmentación de las relaciones laborales bajo el neoliberalismo, para los empleados la lucha por un horario laboral regulado dista mucho de haber concluido.

Además, existe otro grupo muy amplio de trabajadores que sigue siendo invisible para gran parte de la gente. Muchos de ellos se pueden definir como trabajadores informales. Si se suman a los autónomos, constituyen el 61% de todos los trabajadores del mundo. Es decir, la impresionante cifra de dos mil millones de trabajadores cuyo horario de trabajo no está regulado de ninguna manera. Según la tercera edición del informe de la OIT Women and Men in the Informal Economy: A Statistical Picture, en África el 86% de todos los trabajadores son informales, en América el 54%, en las naciones árabes el 69%, en la región de Asia y el Pacífico el 71% y en Europa y Asia Central el 37%. Ninguna región ni país del mundo, esté o no desarrollado, puede escapar al fenómeno del empleo informal. Estos trabajadores contribuyen de manera significativa al PIB de la mayoría de los países. Según una investigación de la OIT de 2002, por ejemplo, las empresas informales de Ghana aportaron el 58% del PIB y en Zambia el 24%.

Sin embargo, la importante contribución a las economías nacionales tiene lugar a expensas de la salud y el bienestar de la mayoría de los trabajadores informales, que tienen poco tiempo o ninguno para descansar, disfrutar del ocio o relacionarse socialmente, ni siquiera con sus propias familias. En los países en vías de desarrollo en los que la protección social en forma de cuidado infantil gratuito o subvencionado, atención a las personas mayores y pensiones sociales es limitada o inexistente, se agravan las cargas que soportan los trabajadores informales. Estos se ven obligados a trabajar muchas más horas sin descanso con el objetivo de generar suficientes ingresos para cubrir los gastos de los cuidados y ahorrar para cuando sean ancianos.

Por tanto, la espiral de jornadas laborales ilimitadas es interminable para los trabajadores informales, en especial para los que viven en países en vías de desarrollo. Trabajar largas jornadas laborales sin pausas ni períodos vacacionales no es una “elección”. Para la mayoría de los trabajadores informales es algo inevitable. No es un problema que se pueda autorregular.

Enfoque doble

Entonces, ¿cuál es la respuesta al reto que supone para los trabajadores informales la jornada laboral antisocial?

WIEGO (una red mundial de organizaciones de trabajadores informales, investigadores y especialistas del desarrollo basada en un régimen de membresía) aboga por una combinación de intervenciones que generaría unas condiciones laborales más sociales para los trabajadores informales, incluidos los autónomos.

La red plantea un enfoque doble. Primero, reivindicamos que, independientemente de su condición laboral, todos los trabajadores deben tener garantizada la protección social. Los autónomos deben gozar de los mismos derechos de pensión y disposiciones que los trabajadores empleados.

Asimismo, deben poder acceder a las ayudas cuando se pongan enfermos o pierdan su medio de vida por cualquier motivo. Las ayudas también deben otorgarse a los que necesiten ausentarse del trabajo por motivos de responsabilidad parental o familiar, incluida la maternidad.

Además, el acceso a unos servicios gratuitos de atención infantil preescolar y de atención a personas mayores es fundamental si queremos romper la espiral de jornadas laborales excesivas de los trabajadores informales. WIEGO cuenta con un programa de investigación y apoyo que se centra en la protección social, incluida una campaña mundial para lograr el acceso universal a unos servicios públicos de atención infantil de calidad.

La segunda fase del apoyo de WIEGO a la organización y promoción se centra en la infraestructura con el objetivo de crear unas condiciones en las que la jornada laboral de los trabajadores informales sea más social. La mayoría de los trabajadores informales, pero en especial los subcontratados que trabajan desde sus hogares y los autónomos, dependen de alguna o todas las siguientes infraestructuras para conservar su medio de subsistencia: agua corriente, electricidad, espacio de almacenamiento, espacio de trabajo y transporte público. Si la infraestructura de la que dependen los trabajadores informales es inadecuada, poco fiable o demasiado cara, esto tiene un impacto directo en sus vidas en general y en su tiempo de trabajo en concreto.

Por tanto, WIEGO trabaja con sus organizaciones afiliadas de trabajadores informales para desarrollar demandas y plataformas de negociación, en especial relacionadas con las autoridades municipales locales, con el objetivo de crear unas condiciones de infraestructura que hagan posible una vida digna (incluida la jornada laboral social). En este contexto, la negociación colectiva no es el dominio exclusivo de la relación tradicional entre el empleador y el empleado.

En 2018, 132 años después de la huelga de Chicago por la jornada laboral de ocho horas que dio origen al día del Primero de Mayo celebrado en todas partes, WIEGO hace un llamamiento a los sindicalistas de todo el mundo para que se unan a los trabajadores informales del planeta (incluidos los autónomos) con el objetivo de hacer que la jornada laboral social sea una realidad para todos los trabajadores.

Este artículo ha sido traducido del inglés.