Las iglesias clandestinas de China

Las iglesias clandestinas de China
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La oficina vacía comienza a llenarse cuando el pianista toca las primeras notas. Los fieles llegan en masa, llamados por la música, y, lentamente, empiezan a cantar. Lo que cantan son himnos, ya que se trata de una iglesia clandestina de Shanghái donde se reúnen más de 60 personas cada domingo para adorar a Cristo.

Actualmente hay más de 68 millones de cristianos en China, en su mayor parte protestantes. Los expertos prevén que China podría convertirse en el mayor país cristiano del mundo durante los próximos años. Sin embargo, la mayoría de los practicantes rechaza las iglesias autorizadas por el Estado, las cuales son acusadas de estar al servicio de los intereses y de la ideología del partido comunista chino. Los sermones son objeto de control y censura, y algunas iglesias incluso cuentan con cámaras de seguridad para vigilar a los que oran en ellas. Como consecuencia, a muchos cristianos en China no les queda otro remedio que reunirse en sus casas o en edificios de oficinas, en lugares de oración denominados “iglesias clandestinas”.

Aunque estas iglesias no son ilegales en sí mismas, China es un Estado oficialmente ateo y en los últimos años el Gobierno ha luchado por contener la explosión de este movimiento religioso.

En la provincia de Zhejiang, considerada desde hace tiempo como el núcleo cristiano de China, se quitaron miles de cruces de las torres de las iglesias. En enero, en la provincia de Shanxi, en el norte del país, la policía paramilitar destruyó (con excavadoras y dinamita) una de las mayores megaiglesias evangélicas de China, a la que supuestamente iban 50.000 personas. En febrero entraron en vigor nuevas normativas para asuntos religiosos, las cuales se centran específicamente en “iglesias clandestinas”.

Si estos lugares de oración no se registran ante el gobierno central, los fieles pueden ser detenidos y el clero y los administradores de la iglesia se exponen a que se confisque la propiedad. En las grandes ciudades, como Shanghái o Pekín, las autoridades locales a menudo han perseguido o acosado a los feligreses. Sin embargo, estas presiones no parecen asustar a los fieles que van a las iglesias clandestinas de China. “Nuestra fe es fuerte”, dice el Sr. Li, una de las personas mayores de una iglesia clandestina de Shanghái. “Si nos cierran, recogeremos nuestras cosas y oraremos en otro sitio”.

 

The entrance of an underground church in Puxi, Shanghai.

Photo: Gonçalo Fonseca

En este apartamento en el centro de Shanghái, casi 40 personas se reúnen cada domingo para orar y compartir una comida. El partido comunista chino ejerce un firme control sobre las iglesias oficiales del Estado en un esfuerzo por mantener los valores chinos y el orden social, lo que ha propiciado la aparición de un movimiento clandestino de iglesias. Según el Pew Research Center, en 2010 había más de 68 millones de cristianos en China, pero los expertos estiman que esta cifra aumentará significativamente durante los próximos años.

Churchgoers worship in a rented office space, also in Puxi, Shanghai.

Photo: Gonçalo Fonseca

Esta iglesia funciona desde hace apenas un año en una oficina alquilada y cuenta con una congregación de más de 70 personas. Oficialmente, en China se puede practicar libremente la religión de elección y el Estado reconoce oficialmente cinco religiones: budismo, catolicismo, taoísmo, islam y protestantismo. Sin embargo, el Estado mantiene un control absoluto de las vidas religiosas de la población y los miembros del partido comunista chino no pueden tener ninguna afiliación religiosa.

A man holds his Bible at an underground church in Puxi, Shanghai.

Photo: Gonçalo Fonseca

China es el país en el que se publica el mayor número de biblias del mundo. Amity Printing Company, la única imprenta legal de biblias del país, exporta tres de cada cuatro biblias de los millones que imprime cada año, según Christianity Today. Sin embargo, la semana pasada, el gobierno chino prohibió la venta en línea de biblias. Su venta se permite únicamente en librerías de iglesias.

A man reads a passage from the Bible, with the Shanghai skyline as a backdrop.

Photo: Gonçalo Fonseca

“Es una iglesia clandestina, pero está en la decimoctava planta”, bromea uno de los feligreses mayores de una iglesia clandestina de Shanghái, que ha pedido guardar su anonimato. A pesar de la persecución (de bajo nivel) de cristianos y las medidas disuasorias para practicar el cristianismo, China va camino de convertirse en el mayor país cristiano del mundo de aquí a 2030.

Women catch up on conversation after a Sunday service at an underground church in Shanghai.

Photo: Gonçalo Fonseca

Alrededor de la mitad de la población cristiana de China prefiere ir a una iglesia clandestina en lugar de acudir a una de las iglesias del Estado administradas por organizaciones como la Asociación patriota católica, el Comité del movimiento patriótico de las tres autonomías y el Consejo cristiano. “Este tipo de iglesia tiene un ambiente mucho más familiar, conoces a todo el mundo”, dice un miembro de una iglesia clandestina. “Vienes, hablas sobre cómo ha ido la semana y de cómo puedes ser un mejor cristiano”.

Ivy (centre) holds her older son’s hand while her husband David (almost out of frame, left) carries their youngest child.

Photo: Gonçalo Fonseca

Ivy descubrió la fe cristiana cuando fue a estudiar al extranjero, donde conoció a su marido británico, David. “David es británico por lo que, según la ley, no podemos orar en el mismo sitio”, se queja. Un sitio web del Gobierno para extranjeros ofrece la siguiente advertencia: “Los extranjeros no deberían participar en ninguna concentración política y deben tener en cuenta que las iglesias clandestinas están vigiladas. La participación en ellas se puede interpretar como una violación de la ley y puede dar lugar a la detención. El proselitismo está prohibido, tanto dentro como fuera de las aulas”.

Hay un miedo creciente de que se utilice el cristianismo para occidentalizar a China y minar al Gobierno. En 2016, Xi Jingping pronunció un discurso sobre la religión en el que dijo: “Debemos protegernos firmemente de infiltraciones del extranjero por vías religiosas y prevenir la transgresión ideológica de extremistas”.

A small shrine at Ivy’s apartment, in Puxi, Shanghai features a plaque with the scripture: “But as for me and my house, we will serve the Lord.” (Joshua 24:15)

Photo: Gonçalo Fonseca

Las iglesias clandestinas en China se encuentran en diversos lugares, como edificios de oficinas y casas privadas.