Las protestas han cesado, pero el descontento sigue candente en Senegal

Las protestas han cesado, pero el descontento sigue candente en Senegal

Young men take to the streets of Kolda in southern Senegal on 5 March 2021. Although the protests were initially triggered by the arrest of leading opposition politician Ousmane Sonko, they were also a response to widening inequality, government corruption and strict anti-Covid-19 lockdown measures.

(Ibrahima Balde)

El sol se encontraba en su cénit cuando la multitud de hombres jóvenes llegó a la gendarmería a las afueras de la ciudad de Diaobé, en el sur de Senegal, el sábado 6 de marzo. Bloquearon la carretera con neumáticos ardiendo, escalaron los muros bajos y abrieron a la fuerza la verja de metal de la comisaría militarizada. Mientras que soldados armados sacaban al comandante Babacar Moussa Diallo por la parte de atrás, los servicios de seguridad dispararon contra la multitud, matando a Sadio Camara, un estudiante de 18 años, e hiriendo gravemente a otras siete personas. Durante las siguientes horas, los residentes sacaron de la base todo lo que fuera útil y solo dejaron cristales rotos, barras de metal retorcidas y edificios ennegrecidos.

Aunque la atención se centró principalmente en la capital, Dakar, y en la fuerte respuesta del gobierno a las protestas del mes pasado en Senegal, en las que fallecieron al menos diez personas y muchas otras resultaron heridas, en la región meridional de Alta Casamanza, las protestas por el partidismo se convirtieron en una oportunidad para expresar quejas de larga data por el estancamiento económico y la percepción de abandono y abuso por parte del gobierno, lo que terminó con la destrucción de una serie de edificios gubernamentales en toda la región.

Alta Casamanza comprende las regiones de Kolda y Sédhiou y está situada entre Gambia, Guinea Bissau y Guinea. El comercio transfronterizo y las amplias redes de parentesco hacen que esta parte de Senegal tenga más conexiones con sus vecinos al otro lado de la frontera que con Dakar. Según las estadísticas gubernamentales, la región también presenta el porcentaje más elevado de personas en situación de pobreza y algunas de las tasas más bajas de niños inscritos en el registro gubernamental. Solo hay una carretera asfaltada que atraviesa la región y la mayoría de las comunidades carecen de suministro eléctrico regular.

El incidente que provocó inmediatamente protestas en todo Senegal tuvo lugar el 3 de marzo, cuando el líder la oposición, Ousmane Sonko, fue detenido cuando iba de camino al juzgado de Dakar para defenderse de los cargos de violación que se le imputaban.

Los días posteriores a su detención estuvieron marcados por protestas en unas 25 zonas urbanas en todo el país; la mayoría de ellas fueron organizadas inicialmente por el partido político de Sonko, que indica que la detención tuvo una motivación política ante las elecciones de 2024, cada vez más cercanas. Aunque la mayoría de las protestas no pasaron de la quema de neumáticos y el intercambio de proyectiles con la policía, en algunas de ellas (más de la mitad en el sur del país) lo que empezó como una manifestación para apoyar a Sonko se transformó en ataques a edificios gubernamentales y disparos a ciudadanos por parte de los servicios de seguridad.

“El incidente con Ousmane Sonko solo ha abierto la puerta”, dice Souleymane Ba, un conductor de mototaxi de 30 años en la capital regional de Kolda (que también se llama Kolda). En la región, casi todo el mundo se identifica con los comentarios de Ba. “Los jóvenes estamos cansados y frustrados”, continúa. “Nos enfrentamos a muchas dificultades, así que la gente aprovechó las protestas a favor de Ousmane Sonko para tomar las calles”.

El desempleo es un problema en todo Senegal, pero es más grave en las zonas urbanas del sur, donde, según un estudio realizado por el Gobierno senegalés en 2017, la tasa de desempleo duplica con creces la media nacional de 2,9%, un porcentaje probablemente inferior al real. Aunque la tierra es fértil y hay agua, sin tractores ni otros insumos es difícil ganarse la vida con una temporada de lluvias cada vez más corta. Aparte de la fábrica de algodón paraestatal que emplea a varios centenares de personas al año, la región no tiene una base industrial. “Si tienes suerte, un amigo o familiar te ayuda a conseguir trabajo en una tienda o a comprar mercancías en otro sitio para venderlas aquí”, explica Ba. “Si no, conduces un mototaxi y esperas ganar lo suficiente para llevar algo a casa para tu familia”.

“Es como si no fuéramos parte de Senegal”

Nuha Badjie es el director de una escuela de oficios gestionada por el gobierno en Kolda. La escuela se estableció como parte del plan gubernamental para reducir el desempleo juvenil. Sentado en su estrecha oficina, Badjie explica que cada año unos 60 estudiantes terminan sus estudios en el centro con certificados de fontanería, ingeniería eléctrica y mecánica. Aunque dice que el gobierno ha hecho inversiones enormes para tratar de ayudar a los jóvenes, admite que muchos de los jóvenes que se han graduado en su escuela tienen dificultades para encontrar trabajo. “Si te forman, pero no te dan los medios para prosperar, vuelves al punto de partida”.

En una región con pocas oportunidades, muchos consideran que migrar a Europa es la mejor opción para sostener a sus familias. En su entrevista con Equal Times, el conductor de mototaxi Souleymane menciona de pasada que también intentó migrar a Europa hace más de una década. “Nos subimos a una pequeña embarcación en Mauritania, pero los guardacostas nos detuvieron”, recuerda. “Solo quería una vida mejor y hubiera hecho cualquier cosa por conseguirlo”. Hoy todavía lucha por mantener a su familia con 250 francos CFA (unos 0,45 dólares estadounidenses) por viaje.

Por si no fuera suficiente, durante el último año la pandemia de covid ha agravado esta situación, ya de por sí desesperada. Aunque Senegal ha sido elogiado por su respuesta de salud pública a la pandemia, las zonas urbanas se han visto muy afectadas por la desaceleración económica mundial y la respuesta gubernamental. Según People & Data, una empresa senegalesa que realiza análisis de mercado, la disminución del trabajo informal ha sido más pronunciada en las regiones meridionales de Kolda y Ziguinchor, donde el comercio transfronterizo constituye una parte importante de la economía.

Aunque el desempleo y la desaceleración económica provocada por la pandemia han contribuido a un sentimiento generalizado de malestar entre muchos jóvenes, los participantes en las manifestaciones y ataques a las instalaciones gubernamentales también mencionaron una profunda desilusión con el Estado.

“Por la forma en que nos tratan los políticos de Dakar y los servicios del Gobierno aquí”, dice Alpha Omar Diallo, un vendedor ambulante de Diaobé, “es como si no fuéramos parte de Senegal”.

Este sentimiento está muy extendido en Diaobé, una población de unas 30.000 personas que se encuentra en la carretera principal que cruza la región de Kolda de este a oeste y es conocida por su mercado semanal, que atrae a personas de los países circundantes. Según un activista local de derechos humanos, la protesta en Diaobé empezó en una gasolinera el sábado por la mañana después de que las manifestaciones ya hubieran alcanzado el clímax en Dakar. Tras incendiar la gasolinera, la multitud, integrada principalmente por hombres jóvenes, incluidos muchos conductores de mototaxis, se dirigió a la oficina del alcalde y empezó a lanzar piedras a las ventanas. Después los manifestantes recorrieron la ciudad, expulsaron al oficial que se encontraba en la gendarmería, quemaron sus efectos personales y saquearon el puesto.

“Fuimos a la gendarmería porque el comandante, Diallo, ha creado problemas con la imposición de las normas relativas a la mascarilla”, dice Abdoulrahman Barry, un joven de 28 años que se gana la vida llevando a gente de un sitio a otro de Diaobé en la motocicleta de su tío. Barry dice que desde que comenzó la pandemia, los agentes han estado imponiendo multas de entre 6.000 y 12.000 francos CFA (entre 10,90 y 21,80 dólares) por no llevar la mascarilla. Aunque los agentes del orden pueden imponer multas de entre 3.000 y 30.000 francos CFA (entre 5,45 dólares y 54,50 dólares), normalmente imponen la multa mínima en otras partes. Todas las personas con las que Equal Times habló en Diaobé mencionaron la imposición estricta de las reglas relativas a la mascarilla.

Agentes del Estado abusivos

Aunque las quejas relacionadas con abusos cometidos por los agentes del Estado son más pronunciadas en Diaobé, son frecuentes en toda la región. En Alta Casamanza en particular, “muchas personas no confían en el Estado y no les gustan los funcionarios”, dice Vincent Foucher, un investigador sobre política en África Occidental en Science Po, en Burdeos. Señala que en una región donde la economía se basa en el comercio transfronterizo y los productos forestales (cuya legalidad varía), el Estado está más presente bajo la forma de “funcionarios forestales y de aduanas, el tipo de personas que te importunan cuando desempeñas tus actividades”.

Cuando se corrió la voz en otras ciudades vecinas de lo que pasaba en Diaobé a través de WhatsApp y Facebook, estudiantes y conductores de mototaxis de la ciudad vecina de Kounkane empezaron a moverse entre diferentes oficinas gubernamentales y las casas de sus funcionarios amenazando con quemarlas. Al día siguiente, en la carretera de Manda Doaune, se prendió fuego a las viviendas de los gendarmes y los funcionarios de los servicios forestales y de aduanas.

Djiby Fall es un profesor de Kounkane y fue uno de los líderes de la comunidad que hicieron frente a los manifestantes y les convencieron de que no quemaran nada. Lo habían logrado hasta que un grupo se separó y vandalizó una escuela a la salida del pueblo.

Aunque expresa su solidaridad con la situación en la que se encuentran muchos jóvenes, Fall señala que quemar oficinas gubernamentales oficiales destruye la poca documentación oficial que tiene la población “y sin esos papeles no eres nada para el Gobierno”.

Cuando el presidente, Macky Sall, finalmente se dirigió a la nación la noche del 8 de marzo, las cenizas se habían enfriado en Alta Casamanza y equipos de limpieza de la comunidad quitaban escombros de las calles. Unas semanas después, aunque todo el mundo denunciaba rápidamente la destrucción a este periodista extranjero, muchos también se identificaban con los motivos de los manifestantes. Mientras tanto, los camiones militares estaban aparcados de forma visible a un lado de la carretera y los funcionarios de aduanas examinaban los documentos identificativos con mayor detenimiento que en el pasado.

Fall y otras personas de Kounkane han mantenido desde entonces una serie de reuniones con funcionarios locales para tratar de encontrar maneras de abordar las quejas de los jóvenes, pero Fall dice que hasta que el Gobierno no se centre en el empleo, los jóvenes continuarán teniendo dificultades en casa y tratarán de migrar a otra parte. En el discurso pronunciado la noche del 8 de marzo, el presidente Sall dijo que entendía las frustraciones de los jóvenes y desde entonces ha anunciado que se planea financiar un programa de empleo urgente. Sin embargo, un mes después de las protestas, Abdoulrahman Barry sigue sin estar convencido: “Solo queremos ser capaces de mantener a nuestras familias y que el gobierno nos ayude en lugar de ponernos obstáculos… ¿No se supone que es como funciona un gobierno?”.