Las secuelas de la educación privatizada

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En los barrios marginales de Kenya, la Bridge Academy ha establecido una red de cerca de 250 escuelas privadas que cuentan en la actualidad con unos 120.000 alumnos y emplean a más de 5.000 docentes.

Todo está estandarizado y racionalizado. Las escuelas han sido concebidas siguiendo el mismo modelo y se inauguran en menos de un mes desde el inicio de las obras. Los docentes son formados en apenas cinco semanas y parte de la formación se realiza a distancia, en línea.

La Bridge Academy, la mayor cadena privada de educación primaria y de la primera infancia destinada a la población más pobre, pertenece al grupo Pearson, cotizada en bolsa, primer editor mundial de manuales escolares, y propietario de los diarios The Economist y Les Échos.

En su página de internet, el agrupo afirma “democratizar el derecho a triunfar” y tiene previsto educar a 10 millones de niños y niñas en una docena de países de aquí a 2025.

Pero pese a esas cifras y los impresionantes objetivos fijados, surgen numerosas críticas.

“Es el sistema McDonald aplicado a la educación”, afirma Sylvain Aubry, de la ONG Global Initiative for Economic and Cultural Rights, en un artículo publicado en l’Humanité.

Se trata además de un auténtico negocio. Porque la escolarización privada de jóvenes en los países en desarrollo representa un gigantesco mercado que puede mover varios miles de millones de euros.

Los 67 millones de niños y niñas que no tienen acceso a la educación, así como los 800 millones de adultos analfabetos que hay en el mundo, representan clientes potenciales para las firmas privadas que sacan provecho de la reducción de las inversiones estatales y la privatización del sector educativo.

Con todos los riesgos y secuelas que ello comporta.

En Ghana, por ejemplo, las 20 escuelas de la red Omega aplican tasas de escolaridad de 0,70 EUR (0,77 USD) al día. Todos los niños llevan una pulsera electrónica que permite verificar si están al día en los pagos.

Para unos padres que ganan entre uno y dos dólares al día, tener que costear la educación de sus hijos representa un auténtico sacrificio, pero están dispuestos a hacerlo, aunque en ocasiones tengan que escoger cuál de sus hijos se beneficiará. Una opción que redunda generalmente en detrimento de las niñas.

 

¿Hacia una “educación para todos”?

¿Cuál es la postura al respecto de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de su agencia para la educación, la UNESCO? Si bien desde 1990 la UNESCO promueve la “educación para todos”, desde hace algún tiempo sus dirigentes ven con buen ojo esta injerencia del sector privado en la educación.

“Las asociaciones público-privadas son indispensables”, afirmó recientemente Irina Bokova, Directora General de la organización, durante un discurso sobre la educación para todos.

Asimismo, el informe 2015 de la UNESCO sostiene que “las alianzas entre el sector público y el privado pueden ampliar el acceso [a la educación] y mejorar la calidad”. De hecho, gracias a esas asociaciones, la UNESCO obtiene subvenciones de determinadas empresas que le permiten contar con los fondos necesarios para realizar sus programas. Un maná que se agradece en un momento en que el presupuesto ordinario tiende a la baja.

En una entrevista concedida a Equal Times, Els McComish, funcionario de la UNESCO, nos da un ejemplo de este tipo de asociación: “En nuestra asociación con Nokia, la firma aporta teléfonos móviles a la población africana recién alfabetizada; el programa educativo de la UNESCO les envía a continuación ejercicios de lectura por SMS”.

No obstante la eficacia del programa aún está por demostrar. Parece ser que permite sobre todo a Nokia desprenderse de sus viejos modelos y al mismo tiempo hacer publicidad.

“También hemos lanzado en 2011 una asociación con la empresa Gems Education”, continúa McComish. “El objetivo es establecer programa de formación para hacer frente a la inminente falta de profesores en los países en desarrollo, en particular en Kenya, Ghana y la India”.

Pero lo que McComish no dice, y que tampoco se precisa en la página web de UNESCO donde se presenta el proyecto, es que Gems Education agrupa exclusivamente escuelas privadas y que el programa consiste por tanto en reforzar la enseñanza privada en los países en desarrollo.

En una entrevista a Bloomberg, el director de la sociedad afirmaba que la educación constituye “un negocio sólido”.

 

Una pendiente resbaladiza

El riesgo de que se pase de las asociaciones público-privadas a una privatización completa del sector educativo en los países en desarrollo alarma a numerosas organizaciones de la sociedad civil.

En un informe, la Internacional de la Educación (IE) advierte que “tanto el capital privado para la educación pública como el capital público para la educación privada forman parte del movimiento hacia la privatización de la educación”.

Por otro lado, favoreciendo estas asociaciones, ¿No se está “vendiendo” la UNESCO, vendiendo su nombre, su “marca” a las empresas? ¿No corren el riesgo las instituciones de la ONU de ser instrumentalizadas por esas firmas? Además, el hecho de imponer tasas de escolarización ¿No es contrario a la idea de una educación universal y reconocida de interés público?

En el seno de Naciones Unidas coexisten diversas opiniones contradictorias. Así pues, Kishore Singh, Relator Especial de la ONU sobre el derecho a la educación, denuncia esta tendencia exponencial a la privatización de la educación en todo el mundo.

En su opinión, la formación que ofrece es de mala calidad, y no aporta a los alumnos las mismas posibilidades de éxito que tienen los jóvenes de clases favorecidas que se benefician de una educación de calidad, lo que agrava aún más las desigualdades.

Singh deplora la complicidad de los Estados en la tendencia a la privatización de la educación, dado que numerosos países subvencionan cada vez más las escuelas privadas.

El Relator recomienda ante todo a los Estados consagrar una parte más importante de su presupuesto a la financiación de la educación pública.

La IE es de la misma opinión: “Creemos que la educación es un derecho humano, un servicio público y no una mercancía. La comercialización de los servicios educativos entraña el riesgo de la desigualdad, la discriminación y el ahondamiento de la brecha digital”.

“Es responsabilidad de todos los Gobiernos proporcionar a todos los hombres y mujeres, niños y niñas una educación pública gratuita y de calidad”.

Laetitia Faivre, responsable del Syndicat national des enseignements de second degré de France (SNES-FSU), afiliado a la IE, añade: “El fenómeno al que asistimos en los países del sur se asemeja a una mercantilización de la educación; la educación se ve desprovista de su objetivo esencial: el desarrollo de la personalidad del individuo, para ponerse al servicio de fines puramente comerciales”.

Hoy en día, resulta importante que la UNESCO consiga reafirmarse, sobre todo frente a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), como la instancia internacional más legítima en el ámbito de la educación a nivel mundial.

Hace falta además que defienda claramente una concepción humanista y progresista de la educación, como un bien público mundial, a la inversa de la concepción de la educación-mercancía promovida por las empresas privadas, que convierten la educación de la población del sur en un negocio.

 

This article has been translated from French.