Los 100.000 trabajadores de la industria del foie gras, en la cuerda floja

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En una ventosa tarde de febrero, cuando los hombres en traje sanitario han terminado de cargar sus 1.200 patos para enviarlos al matadero, la propietaria de la granja se aleja unos pasos para ocultar sus lágrimas. Corinne Potier, criadora de patos al aire libre y productora de “foie gras” en las Landas contempla cómo se esfuman meses de trabajo.

Establecida desde siempre en una región que suministra el 80% de la producción francesa, esta hija y nieta de agricultores ignora si logrará recuperarse. “La verdad es que ni siquiera se tiene la seguridad de que nuestros patos estén enfermos”, reacciona junto a su marido, Xavier Potier, copropietario con ella de la granja Parlarriou.

“Son sacrificados como medida preventiva y desgraciadamente, a este ritmo, todos los patos de la región irán a parar al matadero en un par de semanas. La situación va a ser muy difícil para todos, especialmente para los pequeños productores”, comenta.

Al borde del camino, decenas de productores se han desplazado hasta la granja en señal de apoyo. Todos se ven afectados por una legislación introducida la semana pasada bajo la presión de los dirigentes del sector: los productores de patos establecidos en los municipios afectados por la gripe aviar deben sacrificar sus animales para contener el brote de la epidemia creando un vacío sanitario, aun cuando trabajen en canales cortos de comercialización y no desplacen a sus animales. Una estrategia de despoblación radical que actualmente suscita la cólera y la incomprensión.

La taylorización de la producción en tela de juicio

Detrás de uno de los productos estrella de la gastronomía francesa, criticado por algunos debido a la forma de cebar los animales, existe un número considerable de pequeños agricultores, asalariados de cooperativas y trabajadores, que actualmente se encuentra en dificultades.

El segundo brote consecutivo de gripe aviar significa para muchos trabajadores del sector el desempleo parcial, el riesgo de quiebra y, en última instancia, puede hacer peligrar un saber hacer local y artesanal realizado por explotaciones familiares que hoy se encuentran de capa caída.

Señalan como causante una crisis estructural: al promover la densificación de las granjas y la taylorización de la producción [un sistema científico que promueve la eficiencia de la gestión de la producción], la lógica de los grandes grupos comerciales (que dominan el sector desde hace veinte años) habría contribuido a la propagación del virus desde 2015, al igual que otras enfermedades en otros lugares de Europa.

“Se ha cometido un grave error”, asegura Christophe Mesplède, representante de la confederación sindical de explotaciones familiares, la Modef. “Criar cada vez más y más patos para conseguir un récord histórico de ‘foie gras’ en 2015, hasta 7.000 toneladas de existencias... ¿Es este un desarrollo adecuado?”

Asimismo, añade: “Los industriales han querido hacer con el ‘foie gras’ lo que hacen con el cerdo. Sin embargo, el ‘foie gras’ no está destinado a convertirse en un alimento básico. De seguir así, se va directo a la catástrofe”.

Las unidades de producción industrial sustituyeron gradualmente a la agricultura familiar, ahora los patos viajan en camión varias veces en su vida antes de terminar en una línea de producción de un matadero industrial. Estos traslados repetidos, vectores de estrés y de propagación de enfermedades, se han convertido en el centro del debate en torno a la crisis.

Reorganización del sector

Visto que el episodio de la gripe aviar de 2015-2016 costó más de 200 millones de euros al Estado, el Ministro de Agricultura, Stéphane Le Foll, en su visita a las Landas, reconoció que era necesaria una reorganización de todo el sector en su conjunto para proteger indirectamente más de 100.000 puestos de trabajo, como el de Fanny Salette:

“Tienes que seguir el ritmo de la cadena, ya no tu propio ritmo. Es duro de aceptar. Cuando quieres trabajar, te adaptas a todo”, relata Salette, ahora trabajadora en los mataderos de Chalosse y antigua cebadora de patos en explotaciones privadas.

Desde el inicio de la crisis, cada noche sacrifica los animales incautados en el marco del operativo de despoblación. La mayoría de los palmípedos que ve pasar por la cadena son animales sanos a los que se sacrifica como medida de precaución, de conformidad con la nueva legislación.

“Me duele el corazón sacrificar animales así, para nada”, comenta esta abuela de tres nietos frente a una taza de café tras unas pocas horas de sueño: “Nunca antes habíamos hecho esto”.

Siempre ha trabajado en el sector, desde sus 14 años.

“Aquí las fábricas han creado muchos puestos de trabajo, lo que es muy bueno para la gente. Sin embargo, el trabajo ya no es el mismo. Antes, tomábamos el tiempo necesario, en cambio ahora es diferente, hay que ir rápido. Se tiene tendencia a olvidar que trabajamos con seres vivos”.

Ahora que acaba de anunciarse un vacío sanitario en la región hasta el mes de mayo, le preocupa el desempleo que se cierne sobre todos los trabajadores. Su hija también trabaja en los mataderos, y su marido disfruta de su jubilación desde hace un mes solamente. Michel Salette se incorporó a la planta el día de su apertura, hace 25 años, y ha sido testigo de la transformación del sector.

“A finales de los años 80, muchos productores autónomos sacrificaban a los animales en su granja y vendían sus productos directamente al consumidor. Luego empezaron a abrirse fábricas y muchos productores autónomos abandonaron esta actividad. Los jóvenes ya no quieren trabajar en las granja, es más fácil hacer lo que se hace actualmente”.

No obstante, la persistencia de la pandemia de peste aviar ahora está haciendo tambalearse a la industria. “Entre los trabajadores no hablamos de otro tema. Preocupa que desaparezcan todos los pequeños productores. Y la fábrica tampoco sobrevivirá. Afecta a todo el mundo”.

Indemnizaciones

El Estado, al igual que el año pasado, deberá desbloquear una dotación pública para compensar las pérdidas y los beneficios no obtenidos de los productores. El seguro de desempleo cubrirá la interrupción laboral de los trabajadores.

Los hay que preconizan, como alternativa, el uso de la vacunación. Ceder a esta opción implicaría la prohibición de exportar al extranjero. La exportación, desarrollada desde mediados de la década de los años 2000, genera cada año ingresos importantes y asegura que Francia conserve su sello en un producto cuyo saber hacer reivindica.

En consecuencia, el Estado se opone a la búsqueda de una vacuna y, en general, los agentes relacionados con el sector no se ponen de acuerdo sobre las responsabilidades de la crisis ni sobre las respuestas que pueden aportarse. No obstante, detrás de la gripe aviar está el problema de la proliferación de las pandemias de origen animal en el mundo.

Todo el mundo señala la intensificación de la agricultura y el aumento de los intercambios comerciales, como en el suroeste de Francia, donde ya se ha anunciado el retorno de la gripe para el próximo año. En 2017 y en el futuro, el destino de los trabajadores del sector del pato estará estrechamente vinculado a la gestión de este nuevo parámetro, que parece haber llegado para quedarse.

This article has been translated from French.