Los migrantes venezolanos en Perú ante un nuevo reto: la economía informal, como punto de partida, en el país de acogida

Luis Ferrer huyó a Perú cuando sus compañeros de estudios fueron asesinados en manifestaciones contra el gobierno de Venezuela. Sin embargo, en el país andino se encontró con otro tipo de pesadilla muy frecuente entre los migrantes: tuvo que trabajar duramente durante largas jornadas laborales en un restaurante de Lima.

“Tenía un trabajo en el que lavaba platos en turnos de 12 horas, pero no solo tenía que hacer eso. También me obligaban a cortar, cocinar y servir mesas”.

Sin contrato y con unas condiciones laborales terribles, este joven venezolano de 23 años dejó el trabajo después de unos días y no le pagaron lo que le debían. “En algunos lugares no te piden el permiso de trabajo, pero las tareas que te obligan a hacer son muy duras. Básicamente se trata de explotación”.

Miles como Ferrer están empleados en empresas que abarcan desde vendedores ambulantes, restaurantes y bares hasta salones de belleza y almacenes. La amplia mayoría trabaja en la economía sumergida sin contratos ni protección laboral. Los empleadores sin escrúpulos también se aprovechan de los recién llegados que no tienen ni idea de cuánto deberían ganar ni disponen de recurso jurídico alguno para exigir sus derechos.

“Emplean a la gente ilegalmente. No estás en la nómina, no tienes contrato, no tienes nada”, explica el licenciado en Derecho Bruno Estrada, de 23 años. “Como extranjero tampoco puedes trabajar sin permiso. Por eso es ilegal y por eso nos explotan”.

Grupos de venezolanos se están asentando en varias ciudades peruanas. Según la activista Paulina Facchin, en Perú hay entre 30.000 y 40.000 venezolanos en total.

Perú abre sus puertas

Aunque muchos venezolanos se han asentado en diversos países de Latinoamérica, como Colombia, Brasil y Panamá, Perú se ha convertido en un destino popular. Existe un fuerte vínculo entre las dos naciones debido a la gran oleada de peruanos que emigraron a Venezuela en la década de 1980.

El presidente Pedro Pablo Kuczynski, que ha mostrado su oposición abierta al presidente venezolano Nicolás Maduro, estableció un programa de permisos de trabajo temporales al que ya se han acogido miles de venezolanos.

Aunque técnicamente el permiso otorga a los venezolanos la oportunidad de firmar contratos y emprender negocios, en realidad debido a asuntos burocráticos muchos se ven obligados a trabajar en la economía informal. Esto resulta un problema especialmente para los recién llegados que están esperando a que se tramiten sus papeles; esta gente es la más vulnerable en una ciudad que desconocen.

Para los migrantes, estas condiciones de precariedad suponen un riesgo de explotación. Cada vez se escuchan más historias sobre largas jornadas laborales, bajos salarios y condiciones miserables. Sin embargo, casi todos los migrantes consideran que es mucho mejor probar suerte en Perú que luchar por sobrevivir en Venezuela debido a su escasez de alimentos, falta de medicinas y represión política.

Las mujeres migrantes sufren el riesgo adicional de poder ser víctimas de acoso sexual en un país en el que las mujeres tienen que hacer frente a un alto riesgo de violencia de género que el Consejo de Asuntos Hemisféricos ha calificado como “una epidemia arraigada en la sociedad y la cultura del país, que socava lentamente la integridad de la nación”.

Según la vendedora de chocolate caliente Massiel Bracho, las venezolanas en Lima se tienen que adaptar a la situación. “La verdad es que Perú es más sexista que Venezuela”, aseguró. Asimismo, añadió que pone especial cuidado en vestir ropa modesta y que siempre que puede se mueve con su marido.

Mejorar las condiciones laborales y reducir el acoso sexual son las principales prioridades de la Unión Venezolana en Perú, una ONG creada por migrantes para ayudar a los recién llegados a adaptarse.

Su director, Garrinzón González, que se mudó a Lima hace cinco años, explica a Equal Times que la organización ha trabajado con el gobierno peruano en el programa de permisos temporales de trabajo y en otras iniciativas diseñadas para formalizar la migración y la situación laboral de los migrantes.

Medidas enérgicas contra el trabajo informal

La labor de la Unión Venezolana se ha desarrollado al mismo tiempo que el gobierno peruano ha intentado aplicar enérgicas medidas contra el trabajo informal, que constituye un enorme problema en toda Latinoamérica. El gobierno ha instado a los vendedores ambulantes venezolanos de un municipio limeño a tramitar los permisos para formalizar sus empresas. González exhorta a los migrantes a poner en orden sus papeles.

Sin embargo, el siguiente paso debería ser permitir a los venezolanos acceder al ámbito de los trabajadores profesionales en Perú.

Según los datos recopilados por la organización, el 60% de los migrantes venezolanos en Perú son profesionales cualificados con titulación universitaria. Los activistas están intentando garantizar que dichas titulaciones se convaliden en Perú, lo cual permitiría a los migrantes cualificados ejercer sus profesiones y alejarse de la economía informal.

Todos los viernes, la organización monta una asesoría sobre asuntos migratorios para ayudar a los recién llegados a tramitar el papeleo y resolver sus dudas. En el exterior de una iglesia abarrotada, Luis Rodríguez de 34 años vende rosquillas a los fieles hambrientos.

“Hay muchísimos venezolanos aquí que son ingenieros o arquitectos y están vendiendo rosquillas o empanadas”, declaró este administrador de empresas que expresa la frustración generalizada. “Yo no quiero hacer esto. Quiero trabajar en una empresa como hacía en mi país”.

A pesar de las dificultades a las que se enfrentan, todos los migrantes que hablaron con Equal Times en Lima aseguraron que estaban agradecidos por la oportunidad de poder empezar de nuevo. González y la ONG agradecen la acogida del gobierno peruano y siguen trabajando para mejorar las condiciones laborales de los migrantes.

Al mismo tiempo muestran un gran interés por adaptarse a las normas de su nuevo hogar y evitar cualquier fricción con los peruanos. “Por el momento estamos de moda, pero puede llegar un momento en que ya no lo estemos”, declaró. “En Panamá ahora somos un problema y como organización estamos trabajando para asegurarnos de que eso no ocurra aquí en Perú”.

Este artículo ha sido traducido del inglés.