Los movimientos ciudadanos franceses al asalto de las elecciones

Los movimientos ciudadanos franceses al asalto de las elecciones

A meeting of À nous la démocratie ! (Democracy for us!), one of the many citizens’ groups that want to field civil society candidates in the legislative elections to be held in June, in the wake of the presidential election.

(Emmanuelle Corne)
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Es la gran gala de la política francesa. La elección presidencial, que celebrará el domingo 23 de abril su primera vuelta, revela las señas de la V República: la personificación de los debates, la espera del hombre o la mujer providencial…

En esta campaña marcada por “escándalos” como, entre otros, el Penélope Gate —el presunto empleo ficticio como asistente parlamentaria de la esposa de François Fillon (candidato de los Republicanos)— el personal político tradicional atraviesa una crisis de legitimidad.

Según los sondeos, la abstención podría rondar el 35%. La última encuesta electoral, realizada en abril por el Centro de Investigaciones Políticas de Sciences-po (Cevipof), revela, además, que 36% de las personas interrogadas aún no ha decidido su voto. El 39% vota de forma predeterminada.

En este clima de desconfianza hacia la política hay voces que se están alzando, sin prisa pero sin pausa.

Numerosos movimientos ciudadanos están resueltos a aguarles la fiesta apelando a una democracia más participativa, en la que el poder quede en manos de la ciudadanía y no de los partidos y de los profesionales de la política. Pretenden, ante todo, reescribir las reglas del juego a través de un cambio y de la renovación de las instituciones.

Se trata de movimientos fruto de un impulso internacional, que se inspiran en fuentes diversas, como el movimiento de los Indignados en España (2011), antecedente de Podemos, la revolución tunecina (2010-11) o los partidos piratas, presentes en unos 60 países.

En Francia, han suscitado nuevas esperanzas el movimiento de ocupación de las plazas públicas, Nuit Debout, desde el 31 de marzo de 2016, además de las manifestaciones contra la Ley del Trabajo o, en menor medida, la gobernanza colegiada del municipio de Saillans (Drôme).

“Vivimos una crisis democrática y, a la vez, una ebullición de la participación democrática”, constata Romain Slitine, autor de Le coup d’État citoyen (El golpe de Estado ciudadano) (La Découverte, 2016) y profesor de Ciencias Políticas especializado en movimientos ciudadanos.

Fracaso en las presidenciales

Ante esta realidad, hay quien ha dado un paso adelante e intentado participar en las elecciones presidenciales. Alexandre Jardin, autor de Le Zèbre, del movimiento Les Citoyens (Los Ciudadanos), diferencia a los “hacedores”—ciudadanos que actúan, emprenden, se asocian y son fuente de soluciones— frente a los “habladores”, que se quedan en palabras.

Charlotte Marchandise, consejera adjunta de Sanidad del ayuntamiento de Rennes (Ille-et-Vilaine), fue la candidata surgida de la votación electrónica LaPrimaire.org, en la que participaron 32.685 personas.

Contra “una clase política “…” que ha confiscado todas las palancas del poder”, ella se comprometió a “poner en marcha todo lo necesario para permitir a toda la ciudadanía que lo desee ejercer un mandato electoral”.

La iniciativa fracasó. Ninguno de los dos candidatos obtuvo los 500 avales de cargos públicos electivos necesarios para presentarse a las Presidenciales. El Consejo Constitucional sólo validó 165 avales para Alexandre Jardin y 135 para Charlotte Marchandise.

La candidata explica este revés por la “presión” de los partidos políticos sobre los cargos electivos, la escasez de tiempo entre la emisión de la votación por internet y la presentación de los avales al Consejo Constitucional y la falta de cobertura de “los grandes medios de comunicación”…

“Una de las hipótesis apunta a que las personas que votaron en La Primaire.org no son necesariamente asiduos del compromiso cívico”, señala Loïc Blondiaux, profesor de Ciencias Políticas y especialista en democracia participativa, en una entrevista con Equal Times.

La lejanía de lo local es uno de los escollos del movimiento de la tecnología cívica —las iniciativas que apuestan por internet y las nuevas tecnologías para mejorar la participación y el sistema político—.

El investigador Clément Mabi, especialista en participación ciudadana, observa que “el clima de desconfianza es tal que las instituciones clásicas se ven obligadas a “tolerar” los nuevos movimientos”. Pero nada más.

Según este investigador, el fracaso de Primaire.org demuestra que “hay un efecto de radicalidad controlada”. El mínimo de 500 avales es una cifra elevada para estos candidatos. La ley del 25 de abril de 2016, que dispone la publicación de la lista integral de los cargos públicos electivos que apadrinan a un candidato, favorece las presiones de los partidos sobre los avalistas.

Políticos tradicionales recuperan movimientos ciudadanos

Los contendientes en la actual campaña presidencial aseguran haber tomado nota de este clima de desconfianza. Los viejos partidos políticos no están ya de moda. Jean-Luc Mélenchon se presenta como candidato de un movimiento —Francia Insumisa—, en lugar de con el Frente de Izquierdas, la coalición de partidos que sostuvo su candidatura en 2012.

Con la intención de presentarse como “antisistema”, Emmanuel Macron, exministro de Economía (2014-16), lanzó otro movimiento —¡En marcha!— en abril de 2016.

Todos los candidatos apelan, en mayor o menor medida, a una mayor participación ciudadana.

“No creo que el destino de Francia se decida el próximo mes de mayo en la elección de un hombre o una mujer providencial”, asegura Benoît Hamon en un video difundido a través de internet. Hamon retoma varias ideas de los movimientos ciudadanos, como el “49-3 ciudadano”, que permitiría al 1 % del electorado imponer o suspender la tramitación de una ley en el Parlamento o el “presupuesto participativo”, por el que los franceses podrían asignar una dotación presupuestaria determinada a proyectos de su elección…

El candidato socialista también ha lanzado un consejo ciudadano. Sus 42 miembros, elegidos por sorteo, se encargan de examinar las propuestas emanadas de una plataforma colaborativa, de nuevo a través de Internet, antes de someterlas al candidato.

Después de recibir más de 26.000 contribuciones, Benoît Hamon se comprometió el 8 de abril con diez medidas, como crear la etiqueta de “territorio sostenible”, para apoyar a los entes territoriales que se comprometan con la transición ecológica, o la abolición del delito de solidaridad, una ley de 1945 que sanciona a cualquier persona que facilite la entrada, circulación o estancia irregular de un extranjero en Francia.

Para pilotar esta iniciativa, Hamon recurrió a dos personalidades de la tecnología cívica: Elisa Lewis y Romain Slitine, autores de Coup d’État citoyen y dirigentes del colectivo Democracia Abierta, una especie de grupo de reflexión sobre la democracia participativa.

Defender el fin de los partidos y aliarse con el candidato del Partido Socialista no es una decisión fácil de explicar: “No podemos permanecer al margen si encontramos un interlocutor sensible a estos temas. Es para poder cambiar las cosas desde dentro” se justifica Romain Slitine.

Las fronteras entre la esfera política y los movimientos ciudadanos son porosas. Leïla Chaibi hizo un paréntesis en su militancia en el Partido de la Izquierda de Jean-Luc Mélenchon para participar de lleno en Nuit Debout.

Para ella, los movimientos ciudadanos y la ocupación de las plazas públicas enfrentan obstáculos similares: “esta búsqueda de la pureza en el ejercicio de la vida democrática se convierte en una burocracia alucinante y pierde eficacia”.

Ahora es la “oradora nacional” de Francia Insumisa, quien propone abolir la “monarquía presidencial” mediante la convocatoria de una Asamblea Constituyente compuesta por personas elegidas por sorteo que introduciría el sistema electoral proporcional.

Un archipiélago ciudadano en la Asamblea

Una gran parte de los movimientos ciudadanos se niega a cualquier compromiso con los políticos tradicionales.

“Pertenecer a un partido te obliga a defender los intereses del mismo”, explica a Equal Times Serge Ollivier, uno de los fundadores de À nous la démocratie ! (ANLD!). Este historiador especializado en América Latina, teme un “citizen washing” si los proyectos de democratización no los encabeza la propia ciudadanía.

Para defender su programa —basado en seis propuestas estrella, como la puesta en marcha de un “49-4” (si el gobierno no dispone de la mayoría de la Asamblea Nacional para aprobar un proyecto de ley, cabría la posibilidad de someterlo directamente al electorado) o la posibilidad de un referéndum de iniciativa popular en los proyectos reclamados por un mínimo de 500.000 ciudadanos—, À nous la démocratie ! se ha lanzado a la campaña de las elecciones legislativas, previstas el 11 y el 18 de junio.

“Será un comienzo, la elección de 3 o 4 ciudadanos supondrá un símbolo muy potente», observa Serge Ollivier.

Es el momento de reagrupar fuerzas. À nous la démocratie ! presentará junto a La relève citoyenne una decena de candidaturas. En esta nueva aventura reencontramos a Charlotte Marchandise, que podría ser candidata por la circunscripción de Rennes. Ella apela también a la elección de un “archipiélago” ciudadano en la Asamblea Nacional.

Las legislativas son un escenario ideal para los candidatos procedentes de la sociedad civil. François Ruffin, periodista y director de la película ¡Gracias, patrón! (más de 500.000 espectadores en Francia), se presenta en Somme, el norte de Francia.

Este iniciador de Nuit Debout será un diputado “smicario” (en referencia al SMIC, el Salario Mínimo Interprofesional de Crecimiento, que se propone elevar a 1.500 EUR). También propone la revocación de los cargos si lo solicita el 25% del electorado o que un jurado elegido al azar seleccione los proyectos que se financiarán a través de la reserva parlamentaria…

Sin enmarcarse en un partido concreto, Ruffin consiguió con su movimiento Picardie Debout reunir al Partido Comunista Francés (PCF), a Francia Insumisa, a Europa Ecología–Los Verdes (EELV) y a Ensemble, el movimiento de Clémentine Autain. Lejos de la tecnología cívica ultraconectada, prefiere convencer a través del puerta a puerta.

“Esto es lo único que funciona” dice ironizando acerca de los movimientos que prefieren reflexionar sobre las herramientas para desbloquear la democracia que encarar la realidad social local.

This article has been translated from French.