Los Objetivos de Desarrollo Sostenible: ¿estamos avanzando?

Todos los años se analiza el progreso del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para identificar escollos y garantizar que se sigue avanzando por el buen camino. Los gobiernos, las instituciones, el sector privado, los sindicatos y la sociedad civil se reúnen en la sede de Naciones Unidas en Nueva York para asistir al Foro Político de Alto Nivel sobre Desarrollo Sostenible, de nombre rimbombante y más conocido entre los participantes como el FPANDS.

Este año, el tema principal del FPANDS fue ‘la transformación hacia unas sociedades sostenibles y resilientes’. El informe oficial de la ONU sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de 2018 identificó varios retos principales a los que nos enfrentamos: el cambio climático, los conflictos, la creciente desigualdad y la rápida urbanización.

Antes del gran evento, Sharan Burrow, secretaria general de la Confederación Sindical Internacional (CSI), hizo hincapié en lo que significaría dicha transformación para la clase trabajadora: la oportunidad de aplicar un enfoque que se base en las personas y se desarrolle centrándose en la promoción del modelo de ‘transición justa’, oponiéndose al riesgo latente de marginar aún más a las personas más expuestas a las consecuencias derivadas de unas medidas inadecuadas contra el cambio climático, con sus nefastos resultados para la estabilidad de las sociedades a largo plazo.

Para lograr una transición justa es fundamental la idea de que no se pueden conseguir políticas que beneficien a la clase trabajadora y sus familias sin que estén representados sus intereses en el diseño de dichas políticas.

El diálogo social consigue justo eso al reunir a los trabajadores, empleadores y a menudo también a los gobiernos. Tanto en el pasado como en el presente ha sido fundamental para lograr unos excelentes resultados en materia de desarrollo.

Como ya se sabe, constituye el pilar principal del modelo nórdico, que ha desarrollado de forma sistemática las sociedades más inclusivas del mundo, según corroboraría cualquier instrumento consolidado de medición del desarrollo. En Uruguay, el diálogo social sigue siendo esencial para desarrollar lo que se considera un ejemplo de lo que es posible conseguir en el área de la seguridad social en un país en vías de desarrollo. Además, refuerza la confianza y el consenso social que convirtieron a Ghana en una de las principales democracias africanas.

Aunque estos son solo un par de los numerosos ejemplos positivos, el uso del diálogo social para lograr un desarrollo sostenible sigue siendo la excepción y no la norma.

Perdiendo el norte

Los instrumentos diseñados para garantizar la tan cacareada transformación de la sociedad simplemente no están presentes en la práctica. Los presupuestos públicos son cada vez más escasos, no por la falta de fondos, sino por el uso de lagunas jurídicas por parte de las grandes empresas para socavar los sistemas fiscales nacionales en todo el mundo y a la imposición de ajustes fiscales por parte del Fondo Monetario Internacional. Por tanto, la riqueza se está acumulando en manos de una pequeña minoría que la está almacenando en turbios bancos offshore en paraísos fiscales. Privadas de recursos, las principales funciones públicas como la salud, la educación y la asistencia social se están transfiriendo cada vez más al sector privado o al ámbito doméstico.

Asimismo, la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD o los recursos que las economías avanzadas destinan a la campaña mundial para fomentar el desarrollo) se está reduciendo y socavando cada vez más. Existe una campaña para incrementar el uso de la AOD y ‘potenciar’, ‘reducir los riesgos’, ‘combinar’ o atraer las inversiones privadas que contribuyan al desarrollo, con el objetivo de aumentar los recursos generales de “miles de millones a billones”.

Al combinar recursos, los objetivos de las inversiones también se combinan, por no decir que se distorsionan. Por ejemplo, aunque se anuncia a bombo y platillo que la creación de puestos de trabajo constituye una importante ventaja del enfoque combinado de la financiación, prácticamente no se establecen disposiciones para garantizar que dichos puestos de trabajo recién creados sean una fuente de empoderamiento y no de explotación.

En la práctica, el sistema actual desemboca en una falta de titularidad local y de rendición de cuentas mutua y simplemente acaba por no lograr resultados positivos en materia de desarrollo. Es necesaria una supervisión pública sólida y jurídicamente vinculante para garantizar la transparencia y la rendición de cuentas del sector privado, así como su cumplimiento de las normas medioambientales y sociales.

Lejos de garantizar dicha rendición de cuentas, los gobiernos se cruzan de brazos mientras la libertad sindical y los derechos de negociación colectiva de la clase trabajadora se ven amenazados. Y lo que es peor, a veces son los mismos gobiernos los que socavan dichos derechos y libertades. Por ejemplo, la cifra de países con detenciones arbitrarias de trabajadores aumentó de 44 en 2017 a 59 en 2018. Como explica Paola Simonetti, directora de la Red Sindical de Cooperación al Desarrollo de la CSI, estos derechos son fundamentales para lograr un trabajo decente para todos y todas.

En el FPANDS nos estremeció la noticia del asesinato en Colombia de otro sindicalista, un brutal recordatorio de la realidad a la que se enfrenta la clase trabajadora. Periódicamente se han denunciado ejemplos de diferentes violaciones de derechos ante los gobiernos. El hecho de que sean capaces de evitar responder a las preguntas de la sociedad civil pone de manifiesto la preocupante falta de rendición de cuentas dentro del mismo FPANDS.

Existe una desconexión cada vez mayor entre la narrativa oficial de progreso que escuchamos durante el FPANDS y la necesidad urgente de medidas prácticas sobre el terreno. En lugar de ostentar el cargo de guía para mantenernos en la trayectoria correcta, el FPANDS se está convirtiendo en “una celebración de las cosas pequeñas que aparentan funcionar”, como denunció un representante de la sociedad civil. Sin compromisos firmes de acción para superar los obstáculos, simplemente no llegaremos a cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Un momento crítico

Por suerte, existen espacios que permiten cambios. El potencial realmente transformador del reconocimiento casi universal de los Objetivos de Desarrollo Sostenible todavía podría recuperarse, al menos parcialmente. La revisión del proceso del FPANDS al mismo tiempo que las reformas de la ONU, que se llevarán a cabo a lo largo de los próximos 12 meses, llegan en un momento crítico.

Por ahora resulta difícil imaginar que este proceso tenga como resultado unas reformas realmente progresistas. El voto de EE.UU. e Israel contra una Declaración Ministerial que básicamente reiteraba compromisos previos es sintomático de un sistema multilateral en entredicho. Aunque es poco probable que la reforma del FPANDS otorgue al proceso un verdadero poder, se puede hacer mucho para garantizar un espacio en el que los sindicatos y la sociedad civil desempeñen un papel crucial: obligar a los gobiernos y al sector privado a que rindan cuentas.

Hace varios años habría sido difícil prever la adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Y sin embargo, ocurrió. Ahora tenemos algunos indicios de que es posible que el año que viene los astros se alineen a nuestro favor. Gracias al énfasis que pone el FPANDS en ‘empoderar a la gente y garantizar la inclusión y la igualdad’ (con el objetivo 8 sobre el trabajo decente como su pieza clave), así como al Centenario de la OIT, existe la posibilidad de lograr una verdadera repercusión. Por tanto, los sindicatos deben aprovechar esta oportunidad para contrarrestar la reducción de sus espacios de participación a nivel nacional e internacional.

Este artículo ha sido traducido del inglés.

Aquí se puede consultar una descripción completa elaborada por los sindicatos en el FPANDS de 2018, incluidas sus actualizaciones diarias.