Los recortes de financiación activan una bomba de relojería para los pacientes con VIH

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Mientras se celebra hoy el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA, las organizaciones comunitarias en la vanguardia de la lucha contra el VIH y el Sida se enfrentan a crecientes problemas financieros que podrían hacer que la lucha contra la epidemia pierda impulso, según activistas.

En la actualidad, hay más de 35 millones de personas en el mundo que viven con el VIH, el virus que causa el Sida.

Además, se ha estimado que 2,1 millones de personas, entre las que se cuentan 240.000 niños, fueron infectadas por el virus en 2013.

Sin embargo, los grupos de la sociedad civil que se esfuerzan por dar una respuesta al VIH/Sida en algunas de las regiones más vulnerables del mundo están atravesando una crisis de financiación.

Según ONUSIDA, el 59 % de las organizaciones no gubernamentales (ONG) que trabajan en cuestiones de derechos humanos como la prevención y el tratamiento del VIH sufrieron recortes de su financiación en 2012.

Si a eso se suma la tendencia de los países donantes a retirar la financiación de los países de ingresos medios para centrarse en los países más pobres, el resultado es una bomba de relojería.

“Esta tendencia a retirar la ayuda a países de la categoría de ingresos medios o a reemplazar la ayuda por el comercio se combina con un acceso cada vez más escaso a fármacos genéricos asequibles”, dijo Zuzanna Muskat-Gorska, asesora de políticas en la Confederación Sindical Internacional (CSI).

“Esta situación genera un círculo vicioso de transición no coordinada hacia la financiación nacional y una menor capacidad para dirigir la acción hacia países con la mayor carga de morbilidad de VIH”.

Las personas con VIH en los países de ingresos medios, que son las que más podrían verse afectadas por los recortes de financiación, representan la mayor parte de las personas que viven con el virus.

Según un reciente informe de políticas elaborado por la Alianza Internacional contra el VIH/SIDA, el 58 % de las personas seropositivas viven en los países de ingresos medios, y se calcula que esa cifra aumentará al 70% de aquí a 2020.

Por otra parte, de los cinco países con el mayor índice de VIH a escala mundial, tres, Sudáfrica, Nigeria y la India, son países de ingresos medios, mientras que hace 15 años, dos tercios de las personas que vivían con el VIH residían en países de ingresos bajos.

El ejemplo de Sudáfrica ilustra de forma patente la repercusión que están teniendo los recortes de financiación en los programas de lucha contra el VIH/Sida.

 

Riesgo de colapso financiero

Debido a los recientes recortes de financiación, la ONG Treatment Action Campaign (TAC), que durante años fue una de las organizaciones más activas y prominentes en el campo de la lucha contra el VIH, necesita encontrar 10 millones de rand (unos 900.000 dólares EE.UU.) para proseguir su labor, si no tendrá que declararse en quiebra.

La TAC busca actualmente donaciones y ha recibido el apoyo de personalidades destacadas como el Arzobispo Desmond Tutu, que respaldan la campaña #SaveTAC (salvemos a la TAC).

“En los últimos tres años, uno tras otro, los gobiernos donantes se han venido retirando de Sudáfrica”, dijo Mark Heywood, un conocido activista de la lucha contra el VIH/Sida y uno de los fundadores de la TAC.

Heywood, que participó en un debate organizado por la Agencia para el Desarrollo de Bélgica (BTC) en Bruselas el mes pasado, indicó que el presupuesto anual de la organización se había reducido en más del 50% después de que varios donantes extranjeros se hubieran retirado.

“El presupuesto anual de la TAC era de 2,5 millones de dólares EE.UU. Este año, el Departamento de Desarrollo Internacional británico (DfID) decidió suprimir nuestra financiación, siguiendo el ejemplo de otros gobiernos, como el sueco y el holandés”.

Recientemente, la Alianza Internacional contra el VIH/SIDA pidió al Reino Unido que siguiera ayudando a los países de ingresos medios.

“Sudáfrica está avanzando en el camino hacia un programa de salud pública nacional más sólido y está financiando el 85% de las actividades nacionales de respuesta al VIH, pero la escala de las necesidades es un enorme desafío para los recursos del país, por lo que la ayuda de los donantes sigue siendo muy importante”, afirmó en un documento de política.

“Los gobiernos necesitan apoyo político, técnico y financiero transitorio para estar en condiciones de dar una respuesta eficaz al VIH, que se adapte a los grupos con mayor prevalencia de VIH”, añadió.

 

Más recortes en el horizonte

Como se anunció en una nueva política de cooperación al desarrollo de Bélgica publicada recientemente, el número de países asociados de Bélgica pasará de 18 a 15 que, en el futuro, se centrarán “en los países frágiles y en las zonas azotadas por conflictos armados en los que la dependencia de la ayuda aún es mayor”.

Emilie Peeters, de la Alianza Stop Aids, declaró a Equal Times que si los países donantes quieren reducir el número de países asociados a los fines de ayuda, es importante mirar más allá del PIB.

“La cooperación internacional al desarrollo debe invertir en los países en los que las necesidades son mayores. Eso se puede hacer por conducto de las organizaciones de la sociedad civil, que pueden desempeñar una función específica.

“Esas organizaciones no solo pueden aumentar el acceso a los servicios, sino que también pueden defender los derechos humanos de las personas que viven con el VIH, y hacer campañas a favor de cambios jurídicos y de política”, dijo.

Actualmente, Sudáfrica está entre los 18 países que reciben ayuda de Bélgica, pero podría ya no figurar en los 15 restantes, ya que ha pasado a la categoría de países de ingresos medios.

Heywood explica que al considerar a Sudáfrica país de ingresos medios, sobre la base de su ingreso por habitante, se ocultan las desigualdades y se deja al margen a los 12 millones de personas que viven por debajo de la línea de pobreza.

“Sudáfrica sigue siendo uno de los países del mundo con más desigualdades”, dijo a Equal Times, explicando que debido a la tendencia hacia la privatización de los servicios de salud los pacientes de VIH desfavorecidos no tendrán acceso ni a los fármacos ni a los médicos.

“El VIH no ha sido vencido; si no seguimos librando batalla, volverá” insiste. “No podemos responder al Sida si no encaramos el problema general del colapso del sistema de salud”.