Los repartidores de comida a domicilio se movilizan por sus derechos laborales en todo el mundo

Los repartidores de comida a domicilio se movilizan por sus derechos laborales en todo el mundo

A food delivery courier watches delivery backpacks burn in front of the Barcelona headquarters of the Spanish food delivery start-up Glovo on 26 May 2019. Workers protested poor working conditions after a road traffic accident resulted in the death of a delivery rider.

(SOPA Images Limited/Alamy Stock Photo)

A medida que la COVID-19 obliga a los ciudadanos de todo el mundo a confinarse y los repartidores de comida a domicilio trabajan a toda marcha para proporcionar alivio a sus clientes, un nuevo informe ha sacado a la luz las malas condiciones laborales a las que se enfrentan estos trabajadores en todo el mundo, así como algunas de las medidas que están adoptando para poner en tela de juicio el statu quo.

El reciente informe de la Fundación FES, titulado Las acciones de descontento laboral a nivel mundial relacionadas con las plataformas digitales. El caso de los repartidores de comida a domicilio, analiza a seis empresas de reparto de comida a domicilio que operan en más de dos regiones del mundo –Uber Eats, Just Eat, Deliveroo, Foodora, Zomato y Glovo– y a otras 12 que trabajan a nivel regional. Entre todas, estas dieciocho empresas reparten comida cocinada a clientes de 95 países.

La investigación, basada en el Leeds Index –una excepcional base de datos que documenta las acciones de descontento laboral en plataformas digitales de todo el mundo–, reveló que desde el 1 de enero de 2017 hasta el 20 de mayo de 2020 se habían dado 527 casos en 36 países diferentes –cifras que los autores del informe describieron como “un número significativo de protestas”–. La mayor parte de dichas acciones tuvieron lugar en Europa, seguida de Asia donde se dieron aproximadamente una cuarta parte de todos los casos, mientras que una sexta parte de los mismos fueron en Sudamérica.

La investigación revela “un aumento gradual de las protestas desde principios de 2017 hasta alcanzar un notable repunte en el tercer trimestre de 2019, con un importante declive desde entonces”.

A nivel nacional, la cifra más alta de acciones se dio en China, seguida de Reino Unido, España y Argentina.

En cuanto a las empresas, las acciones de descontento laboral fueron más frecuentes en la plataforma de reparto de comida a domicilio Deliveroo, con sede en Reino Unido, y la mayoría de los casos se dieron en Europa, especialmente en Reino Unido, España, Francia, Bélgica y los Países Bajos.

“Deliveroo estaba funcionando en 16 países, pero curiosamente se dio un efecto derrame. Los sindicatos de base se pusieron en contacto con sindicatos de otros países e intercambiaron material y octavillas”, explica Vera Trappmann, una de las coautoras del informe y profesora adjunta de relaciones laborales en la Universidad de Leeds (Reino Unido). “Se respiraba un ambiente transnacional: ‘ellos [nuestros compañeros] han hecho algo y nosotros también queremos hacer algo’’”. Además hubo varios casos en los que el descontento laboral se dejó sentir al mismo tiempo en numerosas empresas y lugares, lo cual “parece indicar que los trabajadores de las plataformas digitales están desarrollando la capacidad de impulsar campañas en conjunto y reforzar la solidaridad”, destaca el informe.

La baja remuneración, el origen más frecuente del descontento laboral en todo el mundo

La baja remuneración fue el origen más frecuente del descontento laboral en todas las regiones, excepto en Estados Unidos, donde la situación laboral fue el factor más relevante. Los trabajadores exigieron una remuneración más alta y servicios de asistencia sanitaria, y criticaron con frecuencia los equipos de protección insuficientes que les suministraban las plataformas digitales como PedidosYa, Glovo, SinDelantal y Uber Eats.

En Sudamérica, la salud y la seguridad fueron la principal causa del descontento, una cuestión que realmente ha saltado a un primer plano desde el inicio de la pandemia de COVID-19. Aunque a los repartidores de comida a domicilio se les ha reconocido como trabajadores esenciales, se les está privando de sus derechos laborales fundamentales, ya que las plataformas digitales les obligan a trabajar como contratistas autónomos. “Por una parte tiene que ver con el riesgo que representa el aumento de casos [de coronavirus] y por otra con que no tienen seguro médico, por lo que están trabajando totalmente por su cuenta y riesgo”, explica Trappmann.

“Lo que resulta interesante es que estamos viendo una amplia variedad de protestas –no solo huelgas, que constituyen el modelo clásico–”, nos cuenta Trappman, quien tiene planeado (junto a sus colegas) ampliar la base de datos y hacerla pública en internet para los activistas laborales de todo el mundo. Aunque las huelgas y la desconexión de las plataformas fueron el tipo de acción más frecuente, le siguieron de cerca las manifestaciones, las acciones judiciales y la institucionalización (es decir, las protestas de trabajadores que provocan el desarrollo institucional, como la creación de comités de empresa o la negociación de convenios colectivos). “Es bastante probable que en países como China los trabajadores se basaran más en la desconexión de las plataformas y en las acciones disruptivas, pues no cuentan con un sistema abierto de medios de comunicación que permita a las manifestaciones tener alguna repercusión”, destacaron los autores, “mientras que las acciones judiciales serían más probables en países como Australia, debido a su tradición histórica de arbitraje laboral”.

Los grupos informales, involucrados en la mayoría de las acciones

Las protestas de los trabajadores de las plataformas digitales suelen organizarse desde las bases, con grupos informales de trabajadores que desempeñan un papel fundamental en la amplia mayoría de las acciones directas. Aunque la mayor parte de las protestas suelen implicar a menos de 100 trabajadores y durar menos de un día, el informe destaca que la duración de una protesta no determina su eficacia.

Los grupos informales de trabajadores fueron los auténticos protagonistas de las acciones de descontento laboral en Asia y Sudamérica. En Europa fueron algo menos relevantes –aunque seguían estando muy presentes– y en Norteamérica y Australia se implicaron mucho menos. “Principalmente se trata de trabajadores que alzan la voz y emprenden acciones de manera directa, a menudo sin contar demasiado con la representación sindical”, aseguran los autores del informe.

Sin embargo, los sindicatos participaron en más de la mitad de las acciones que analizaron los investigadores. Aunque estuvieron divididas bastante equitativamente entre los sindicatos establecidos (que participaron en el 27,6% de los casos) y los independientes (en el 26,9%), hubo grandes diferencias regionales.

Por ejemplo, los sindicatos convencionales fueron los principales protagonistas en Australia (en el 68,8% de los casos) y bastante activos en Europa (en el 37%), pero estuvieron prácticamente ausentes en Asia (tan solo en el 1% de las acciones). Cuando los sindicatos participaron, los de base solían apoyar las huelgas y la desconexión de las plataformas, mientras los convencionales se centraban en las manifestaciones y en emprender acciones judiciales.

Para los investigadores, los últimos años de acciones emprendidas por los trabajadores de las plataformas digitales demuestran que se ha ampliado el concepto del poder asociativo, que se suele identificar con la organización colectiva de los trabajadores mediante sindicatos. Según el informe, lo que estamos viendo con los repartidores de comida a domicilio de las plataformas digitales es “una acción colectiva, militante y autoorganizada”, emprendida por trabajadores sin derechos laborales formales y para los cuales el poder institucional es “a menudo un objetivo de la acción colectiva, en lugar de una condición previa o un resultado”. Por consiguiente, “el poder asociativo de los trabajadores está aumentando”, concluye Trappmann.

Este artículo es una coproducción de Equal Times y la Friedrich-Ebert-Stiftung (FES) y forma parte del proyecto de estudios y artículos “Sindicatos en transformación 4.0” de la FES.