Los retos del porno: cómo dejar atrás una industria machista

Los retos del porno: cómo dejar atrás una industria machista

El contenido sexual en vídeo es cada vez más accesible a través Internet, 24 horas al día los 7 días de la semana, generalmente en canales de vídeo en streaming.

(María Crespo)

El otro Hollywood, así se conoce a la industria de películas pornográficas en Estados Unidos, un sector con beneficios multimillonarios y audiencias masivas.

Tras analizar unos 400 millones de búsquedas en línea entre julio de 2009 y julio de 2010, Ogi Ogas y Sai Gaddam, autores del libro A Billion Wicked Thoughts: What the Internet Tell Us About Sexual Relationships (Mil millones de pensamientos viles: lo que Internet nos dice sobre las relaciones sexuales), concluyeron que el 13% de las búsquedas en Internet son sobre contenido erótico.

El contenido sexual en vídeo es cada vez más accesible a través Internet, 24 horas al día los 7 días de la semana, generalmente en Tubes (canales de vídeo en streaming –método de transmisión de contenidos de un proveedor a un usuario–) pero, ¿cómo es realmente la industria pornográfica en la actualidad?

“Los Tubes son la razón por la que realmente tan poca gente tiene un conocimiento completo de lo que está sucediendo en la industria del cine para adultos. No son en absoluto una representación de la industria en la que trabajo. De hecho, alguna de estas webs ha subido mi contenido de forma ilegal y lo ha cambiado de forma muy ofensiva para obtener clics. Por ejemplo: dirigí una película sobre una jefa que se subió ilegalmente a un sitio de TUBE y la rebautizaron como Muñeca estúpida folla la gran polla de su jefe. Es algo completamente inexacto. La mujer era la jefa y estaba despreciando al empleado hombre, pero estos sitios quieren hacer todo lo que puedan para despreciar a las directoras feministas a fin de atender a su base de suscriptores masculinos”, explica la directora estadounidense Jacky St. James.

Para St. James la industria pornográfica en la que trabaja se está centrando más que nunca en el ’porno bonito’, es decir, “producciones de altísimo valor, vestuario elegante, preciosa luz natural, conexión entre los actores” y opina que la cosificación y las propuestas más extremas ya no son tendencia en el sector.

Más crítica se muestra la directora sueca y creadora de su propio estudio en Barcelona, Erika Lust, al analizar su sector: “El porno es un medio más donde se cosifica a la mujer en esta sociedad. El porno mainstream (convencional/dominante) muestra el sexo como algo que los hombres le hacen a las mujeres, o lo que las mujeres hacen por y para los hombres; esto lo convierte en porno misógino que en efecto objetiviza a las mujeres y coloca expectativas poco realistas en ambos sexos”.

Y pone el foco en la industria como generadora de productos machistas. “La mayoría de la pornografía mainstream está dominada por cierto tipo de mirada masculina con el mismo punto de vista sobre el sexo: hombres chovinistas blancos de mediana edad obsesionados con tetas y culos, que sólo son capaces de filmar escenas sexuales repetitivas, porque tienen una inteligencia sexual muy pequeña y una masculinidad muy tóxica. Representan a la mujer como un objeto de placer y desconocen la sexualidad de esta por completo”.

La manera en la que lo consumimos importa

En un universo donde ambos sexos exploran su sexualidad, se constata que el hombre generalmente controla la acción y es quien marca los términos del intercambio sexual. El profesor de la Universidad de Austin en Texas Robert Jensen es una de las voces más relevantes y críticas sobre el tema en Estados Unidos. En Getting Off: Pornography and the End of Masculinity (Gozando: Pornografía y el final de la masculinidad) ha descrito tres temas comunes en la producción pornográfica: todas las mujeres siempre quieren sexo de hombres; a las mujeres les gustan todos los actos sexuales que los hombres realizan o demandan; y cualquier mujer que se resista puede ser excitada por la fuerza, lo cual rara vez es necesario porque la mayoría de las mujeres en la pornografía son las "ninfómanas" de las fantasías de los hombres.

Tanto para Lust como para St. James la clave para enriquecer el sector está en que haya mujeres detrás de la cámara. “Hoy en día es totalmente posible que las mujeres ingresen a la industria adulta, comiencen su propia empresa y creen contenido que represente sus deseos. Las mujeres pueden y están remodelando la industria adulta tal y como la conocíamos”, sentencia St. James, que dirige producciones fundamentalmente para Sweet Sinner.

¿Por qué es necesaria la visión feminista en el porno del siglo XXI?

“Creo que la pornografía, como medio, puede ayudarnos a comprendernos mejor y tener un mejor sexo, a sentirnos fortalecidos en nuestro cuerpo, en nuestras vidas y en nuestra sexualidad, pero como todo, la manera en la que lo consumimos importa. La pornografía convencional es un mal educador, pero otro tipo de pornografía puede luchar contra su influencia e incluso ser positiva”, explica Erika Lust.

Además de explorar la riqueza de la sexualidad humana con creatividad en sus producciones, Lust ha desarrollado una filosofía para enmarcar el “nuevo cine para adultos” basado en cuatro principios. El primero: el placer de las mujeres importa. “Debemos mostrar a mujeres y hombres como colaboradores sexuales, no como objetos ni máquinas”, aclara. El segundo: El cine adulto puede tener valores cinematográficos. “Es injusto suponer que solo porque alguien está viendo sexo en pantalla, no quiere ver algo con calidad cinematográfica”.

En tercer lugar afirma la necesidad de mostrar más tipos de cuerpos, edades y etnias. “Es importante que el público se vea representado en los medios que consume sin convertirse en un fetiche”, recalca. Y añade, el cuarto y último punto, el proceso de producción tiene que ser ético. “Cada performer tiene que obtener un salario justo y no debe haber ninguna disparidad entre ellos, independientemente de su género. Todo deber ser hablado y acordado previamente al rodaje entre los actores y deber garantizarse un ambiente seguro y confortable para ellos”.

La importancia de la educación

El Lobby de Mujeres Suecas quiere introducir la educación sexual como una asignatura separada y obligatoria en los colegios, así como la creación de una comisión gubernamental contra la pornografía que examine sus consecuencias en la sociedad.

“La misión de las escuelas hoy en día es contrarrestar los roles de género tradicionales. La educación sexual debería ser una asignatura obligatoria en la formación de los docentes y debe basarse en el conocimiento del poder, el género y violencia. Los directores y la administración escolar deberían dar prioridad a la educación sexual”, cuenta Emma Blomdahl, miembro de la junta directiva del lobby de mujeres suecas Sveriges Kvinnolobby y especialista en políticas de igualdad de género.

Esta experta considera que mantener la pornografía como algo privado ha sido un éxito de la industria y cree que hace falta analizarla de forma transversal en los colegios.

“Hoy sabemos, por investigaciones, que la mayoría de los adolescentes han visto pornografía, pero casi un 0% de ellos ha hablado con un adulto al respecto. Necesitamos hablar de esto con nuestros jóvenes. Justo cuando hablamos sobre cómo deberían estar seguros mientras juegan un juego en línea, también tenemos que hablar sobre el hecho de que la pornografía convencional no muestra una perspectiva equitativa sobre el género ni justa sobre el sexo”, sentencia Blomdahl.

El profesor Jensen reflexiona sobre qué significa ser humano en este momento particular de la historia en su última publicación científica Pornographic Values: Hierarchy and Hubris (Valores pornográficos: jerarquía y arrogancia). “Nuestra respuesta debe ser coherente con los principios progresistas fundamentales de la dignidad (todas las personas tienen el mismo derecho a ser humanos), la solidaridad (el florecimiento humano depende de las conexiones amorosas con los demás) y la igualdad (la dignidad y la solidaridad son imposibles sin justicia social y económica)”.

Tras analizar la cosificación, jerarquización, sumisión y violencia del contenido pornográfico mayoritario lanza una última reflexión. “Si tuviésemos que mirar hacia la pornografía en busca de respuestas a esta pregunta básica: ¿qué significa ser humano en este momento particular de la historia? Es difícil imaginar un futuro humano, justo y sostenible. Nuestra tarea es enfrentar esos miedos e imaginar el futuro de manera diferente”.

Versión original en español.